Pedro Rafael Mena*

Resumen: El siguiente articulo analiza iconográficamente el contenido del Lienzo de Analco, un manuscrito histórico-cartográfico producido por los aliados indígenas de los conquistadores de la sierra Norte de Oaxaca. Narra la historia multifacética de la conquista de la sierra durante un trascurso de al menos cinco décadas, partiendo de la entrada dual de Figueroa y Barrios, en 1526. Ilustra un panorama detallado de las condiciones históricas y sociales de la región, sirviendo de documento unificador y mérito de servicio para los indígenas que, de otro modo, se encontraron privados de derechos y enajenados por la autoridad colonial.

Palabras clave: conquista, Oaxaca, lienzo, Analco, guerra, nahuas, zapotecos, mixes.

Abstract: This article provides an iconographical analysis of the Lienzo de Analco, a historical-cartographical manuscript produced by the indigenous allies of the conquistadors of the Sierra Norte of Oaxaca. It tells the multifaceted history of the conquest of the sierra during the course of at least five decades, starting with the dual entry of Figueroa and Barrios in 1526. Painting a detailed overview of the historical and social conditions of the region, it serves as a unifying document and merit of service to the indigenous allies who, otherwise, found themselves disenfranchised and alienated by the colonial authority.

Keywords: conquest, Oaxaca, canvas, Analco, war, Nahuas, Zapotecs, Mixes.

Postulado: 30.04.2020

Aprobado: 25.09.2020

Una cacofonía de violencia: estudio iconográfico del Lienzo de Analco

A Cacophony of Violence: Iconographic Study
of the Lienzo de Analco

fue en el año 1521, posterior a la caída de la gran capital mesoamericana de México-Tenochtitlan, cuando la intrusión del conquistador europeo y su aliado mesoamericano se hizo sentir por primera vez en las elevadas y boscosas montañas de la sierra Norte de Oaxaca. Esa expedición inicial, liderada por el capitán Gonzalo de Sandoval, vaticinó la forma caótica en las que se llevarían a cabo campañas militares en la región durante los próximos 100 años, observándose un legado de fracasos, frustración, violencia y resistencia, que fue registrado en crónicas virreinales, material arqueológico y documentación pictográfica. De aquellos manuscritos pictóricos destacaría uno más que cualquier otro por la manera de plasmar las cruentas realidades de la colonización del territorio. El documento, ilustrado por los aliados indígenas de la sierra Norte, es conocido actualmente como el Lienzo de Analco (figura 1).

Contexto histórico

La sierra Norte de Oaxaca no fue ninguna extraña a conflictos militares e invasiones por parte de potencias extranjeras, habiendo sido un campo de batalla constante entre los habitantes mixes, chinantecos y zoques, así como los zapotecos, quienes se adentraron en el territorio casi un milenio antes de la llegada europea al continente. Inicialmente, estos últimos penetraron el territorio bajo el proyecto expansivo de Dani Baán,1 colonizando áreas conquistadas con el propósito de establecer una ruta comercial directa con la costa del golfo (Mena, 2019: 34). La expansión zapoteca continuaría aun siglos después del colapso de la Ciudad-estado, esta vez guiada por los colonos zapotecos (fragmentados sociolingüísticamente después del colapso) y sus aliados mixteco-zapotecos del valle central, quienes buscaron dividir el frente unido que presentaban los mixes, chontales y zoques alrededor de la sierra y el istmo de Tehuantepec (figura 2).

A pesar de algunas intrusiones tentativas del Excan Tlatoloyan2 durante el mandato de Motecuhzoma Ilhuicamina, no fue hasta 1493 que comenzó una ofensiva seria contra el área serrana. La primera avanzada fue liderada por el emperador Ahuizotl, quien fue derrotado en Tiltepec de los mixes (actualmente Santa María Tiltepec)3 y la segunda por su sucesor Motecuhzoma Xocoyotzin, quien emprendió dos incursiones hacia la sierra Norte, una para pacificar el asentamiento rebelde de Jaltepec, y la segunda como respuesta al asesinato de mercaderes mexicas por parte de Totontepec y Quetzaltepec. Esa última acción culminaría con el asedio y saqueo de las ciudades agraviantes (Durán, 1867: 446; Tezozomoc, 1598: Cap. 92-93). A pesar de ello, la región se mantendría relativamente distante de la esfera de influencia mexica.

La primera interacción registrada entre los españoles y la sierra Norte ocurrió en 1519, cuando un soldado por el nombre de Hernando Barrientos se integró entre los chinantecos de Yolóx y Maninaltepec, logrando capitanear un contingente de sus fuerzas para guerrear contra la guarnición mexica de Tuxtepec (Cortés, 2013: 286-287); sin embargo, como ya se ha mencionado, la primera incursión española hacia la sierra comenzó poco después de la caída de México-Tenochtitlan, en 1521, cuando se encargó al capitán Gonzalo de Sandoval que terminara de someter a Tuxtepepc y pacificara los señoríos circundantes.

Al mando de 200 soldados europeos, 35 caballos y un número no definido, pero seguramente grande de aliados nahuas, De Sandoval mandó a llamar a los señores de aquellos pueblos para someterse al vasallaje. Varios rehusaron a presentarse, lo que fue suficiente justificación para enviar la mitad de sus fuerzas al mando del capitán Briones, quien se encontró incapaz de navegar el territorio escarpado, el clima y las tácticas guerrilleras de las fuerzas zapotecas. Después de dos intentos, fue derrotado rotundamente en Tiltepec de los zapotecos (Díaz del Castillo, 1998: clx).4

La segunda entrada española se suscitó, de manera sucesiva, en 1523 y 1524, bajo el mando del capitán Rodrigo Rangel, fallando en ambos intentos. El primer fracaso ocurrió por la temporada de lluvias que azotó la región, y el segundo, debido a su incapacidad para poder navegar el territorio escarpado y la amenaza de emboscadas zapotecas (Díaz del Castillo, 1998: clxix; Cortés, 2013: 318).

La tercera y cuarta incursión ocurrieron casi simultáneamente, en 1526, bajo los mandatos de Marcos de Aguilar y Alonso de Estrada. El primero mandó al capitán Alonso de Herrera en compañía de 30 soldados. Poco después, Estrada ordenó una entrada doble liderada por los capitanes Luis de Barrios y Diego de Figueroa, atacando la sierra desde el norte por medio de Tuxtepec y desde el suroeste, por el valle central de Oaxaca, respectivamente. Lo que hizo Alonso de Herrera en su estancia es desconocido, más allá de apuñalar al conquistador Diego de Figueroa durante una pugna por el mando.

Luis de Barrios fue derrotado y muerto en Tiltepec, mismo lugar que había visto fracasar a Briones previamente. Por su parte, Figueroa consiguió un éxito limitado, sometiendo algunos poblados pertenecientes a los zapotecos nexitzos y mixes en el suroeste y estableciendo la guarnición militar de San Ildefonso Villa Alta, en territorios pertenecientes a Totontepec. En 1527, Figueroa fue reemplazado como teniente gobernador de Villa Alta por Gaspar Pacheco, quien movió el asentamiento a su actual ubicación y expandió el número de poblados sujetos por medio de la conquista y la pacificación (Chance, 1989: 17).

La quinta incursión se conformó por repetidas penetraciones a la sierra mixe con el propósito de pacificar la región; fueron lideradas por el capitán Luis Marín, a su llegada de la campaña de Honduras, en 1526. Cortés afirmaría que mandó otras dos entradas a la sierra desde diferentes direcciones, pero no está claro cómo ocurrieron.5

La posterior historia de Villa Alta se encontró plagada de corrupción, violencia innecesaria y despotismo por parte de los gobernantes y cabildos encargados de su administración. Individuos como Luis de Berrio (1529 a 1531)6 y Francisco López Tenorio (1535-1537) ejemplificaron este mal manejo durante sus tenencias: indígenas encomendados sufrieron explotación continua y castigos por supuestos actos de rebeldía; caciques y principales fueron asesinados por medio de la horca, la hoguera o el aperreamiento, y pueblos independientes o incluso subordinados a la autoridad novohispana recibieron ataques indiscriminados, sin provocación alguna y con el afán de acelerar la conquista total de la sierra y la adquisición de esclavos.

Tan abismal fue la administración de la provincia que la región se vio sujeta a sublevaciones menores de constancia casi anual durante el resto del siglo xvi, culminando en revueltas de mayor envergadura (Chance, 1989: 18, 22-23; König, 2010: 56), como la rebelión en San Miguel Tiltepec, en 1531; la rebelión general de 1550, que acabó con el saqueo de Villa Alta, y la rebelión Mixe de 1570, dirigida tanto en contra de los invasores, como sus enemigos zapotecos ancestrales.

Durante este proceso, los aliados indígenas7 fueron una herramienta indispensable en la pacificación y el mantenimiento de la presencia novohispana en la sierra. Acompañando a los españoles bajo el estatus de indios naboría,8 formaron parte de la creación de Villa Alta y fueron un segmento sustancial de su población hasta 1550-52, cuando solicitaron la formación de un poblado segregado, con sus propios alcaldes, alguaciles, regidores y mayordomos, a raíz de la explotación de sus labores por parte de los vecinos españoles. Esta tierra les fue concedida, inicialmente bajo el nombre de “Nuestra Señora de la Concepción”, para pasar a conocerse como Papalotipac y, más adelante, como Analco (agn, indios: 743, 199, 121; Chance, 1989: 34). Pese a esto, la explotación continuaría, así como la necesidad de su presencia en todos los aspectos de la administración y manutención de la provincia, necesitando así el reclamo constante a las autoridades coloniales y la producción de varios documentos, escritos y pictográficos, para hacer valer sus derechos y privilegios.

Descripción y características del Lienzo de Analco

El Lienzo de Analco fue elaborado en algún momento entre los años 1550 y 1570 por aliados indígenas de los conquistadores, predominantemente nahuas, cuyos altepeme de origen son actualmente desconocidos. El documento en concreto fue ubicado dentro del barrio de Analco (de ahí el nombre), en el municipio de San Ildefonso Villa Alta, Oaxaca; mide 2.45 m de largo por 1.80 m de ancho y está hecho con dos paneles de algodón de igual tamaño (König, 2010: 91). Originalmente estaba acompañado de seis legajos, cinco en español y uno en náhuatl, pero actualmente el legajo náhuatl se encuentra desaparecido (Güereca Durán, 2020: 26-27).

Por el contenido del lienzo, pertenece a la categoría de manuscritos pictóricos denominados por Glass como “histórico-cartográficos” (Glass, 1975: 28-38), tratándose temáticas historiográficas presentadas dentro de un formato geográfico. Una categorización adicional es la de manuscritos pictográficos de conquista, así denominado por Asselbergs (2004: 256); como su nombre lo indica, abordan directamente materias referentes a la conquista militar y enfrentamientos bélicos.

El documento se muestra tapizado de ilustraciones de ríos, caminos y montañas sobre las cuales se encuentran numerosos asentamientos, representados como conglomeraciones de una o varias casas habitacionales o glifos toponímicos, girando en torno a Villa Alta, ubicada en el centro noroeste del documento. Cruzando este paisaje se encuentran varias escenas compuestas por cientos de personajes, principalmente de carácter militar, pero también civiles y sacerdotes, interactuando en todo tipo de escenarios (figura 1).

El lienzo presenta numerosas particularidades. En primera instancia carece de un punto de origen para la alianza indígena-hispana, así como un sentido de direccionalidad o secuencialidad narrativa que permita darle un orden de lectura al contenido, más allá de una orientación cardinal basada en la ubicación de Villa Alta (Asselbergs, 2004: 255; Yannakakis, 2011: 660, 663). Los caminos presentan huellas que van en ambas direcciones, y carece de glosas o elementos que permitan identificar y nombrar individuos específicos del documento, obscureciendo aún más su lectura. Una cualidad interesante es la sobreposición de los individuos, particularmente los soldados y guerreros, para dar la ilusión de una gran cantidad de tropas.

El lienzo se abordó académicamente por primera vez en 1945, por el arqueólogo danés Frans Blom (1945: 125-136), quien daría una propuesta superficial del posible contenido del documento, siendo una de las propuestas la guerra mixe-zapoteca previo a la fundación de Villa Alta. John B. Glass (1975: 116-117) colocó el documento y otros más dentro de su catálogo de manuscritos pictográficos indígenas. A partir de ahí no fue analizado hasta 1993 por Viola König (2000: 91-105), en su compendio de documentos pictóricos de la sierra Norte de Oaxaca, donde constan un breve análisis descriptivo y las primeras fotos públicas del mismo.

La siguiente autora en abordar el documento sería Florine Asselbergs (2004: 238-249), utilizándolo como ejemplo comparativo de su análisis iconográfico del Lienzo de Quauhquechollan, otro manuscrito centrado en la Conquista. Posteriormente Yanna Yannakakis (2011: 653-682) sería la primera en ofrecer un análisis narrativo del lienzo, planteando al documento como una especie de mérito de servicios en el cual los aliados indígenas intentan remediar el conflicto de naboría/aliado; así como una propuesta de la ubicación de Totontepec y Tiltepec. Por su parte, Raquel Güereca Durán ha ofrecido un avance de un segundo análisis, esta vez de carácter iconográfico (2018; 2020: 17-31), otorgando propuestas para la ubicación de algunos asentamientos tales como Totontepec, Yatee y Chichicaxtepec.

Por último, en 2019 se llevó a cabo un estudio iconográfico intensivo del manuscrito para la tesis de licenciatura “El Lienzo de Analco: interpretación iconográfica de un lienzo perteneciente a los indígenas conquistadores de la sierra Norte de Oaxaca” (Mena, 2019) cuyos resultados se ofrecen a continuación.

Análisis iconográfico

El método de análisis iconográfico utilizado para el estudio e interpretación del Lienzo de Analco fue el propuesto por Jesús Javier Bonilla Palmeros en su tesis doctoral “Tlatlatlauhtiloni Amoxtli. El libro de las Oraciones” (2011), el cual consiste en tres niveles de análisis generales: la unidad gráfica mínima, el compuesto glífico y el complejo glífico. Éste fue adecuado a las especificidades del documento, particularmente la alta concentración de elementos iconográficos repetidos y el aglutinamiento de éstos en unidades distintivas.

Nivel 1. Unidades gráficas mínimas

En el primer nivel de análisis se separó el contenido del documento en unidades gráficas mínimas con el propósito de identificar la estructura de los elementos iconográficos a partir de su orden de distribución. Típicamente se codifica cada elemento con una letra y número para un análisis comparativo individual, pero como se mencionó anteriormente, fue necesario acoplar la metodología a las particularidades mencionadas del documento. Por lo tanto, se consideró que una unidad mínima sería compuesta por un elemento o una conglomeración de elementos asociados (un escuadrón de soldados, un conjunto de casas, etcétera). Por facilidad de análisis fueron clasificados dentro de categorías concretas de acuerdo con las temáticas que correspondiesen (conquistadores españoles, conquistadores indígenas, no combatientes, civiles, sacerdotes, arquitectura mesoamericana, entre otros), y las variables que los componen, fueron analizadas en subcategorías (cascos, espadas, puertas, armadura, entre otros; figura 3).

Figura 3. Ejemplo simplificado de unidad gráfica mínima utilizada para el análisis del Lienzo de Analco. Fuente: Imágenes tomadas del lienzo y montadas por Pedro Rafael Mena, 2020.

Con este análisis inicial, además de permitir la organización de elementos iconográficos a un nivel macro y dar paso al siguiente nivel, se propició la identificación de datos de importancia multidisciplinaria, al contrastar las ilustraciones con una gran multitud de fuentes pictográficas, históricas, geográficas y arqueológicas, las cuales pintaron un panorama más completo de la condición histórico-social de la sierra Norte durante el periodo ilustrado. Se reveló entonces un alto nivel de detalle respecto de los atributos físicos y culturales de los actores y escenarios (tanto arquitectónicos como geográficos) del documento en cuestión.

La temática del lienzo es primordialmente militar, y destaca con lujo de detalle la parafernalia de los combatientes, lo que permitió identificar grosso modo a los partícipes del documento, ello con base en el conjunto de elementos históricos que llevan consigo. Los soldados españoles son ilustrados con barba, zapatos y calzas, así como tres tipos de prenda defensiva: armaduras de placas de acero, jubones e ichcahuipilli, el último representándose extraordinariamente poco en la plástica colonial pese a la documentada frecuencia de su uso entre las huestes hispanas durante la Conquista. Se ilustran también espadas, escudos, escopetas, ballestas y cañones.

Los aliados indígenas se distinguen visualmente por su cabello y el uso uniforme de escudos, ichcahuipilli, cactli y maxtlatl. De las armas, portan macuahuitl y espadas europeas en proporciones similares, y en menor porcentaje arcos y tepoztopilli.

Por su parte, las fuerzas mixe/zapotecas9 son ilustrados distintiva y uniformemente, con el cabello largo y suelto, vestidos únicamente con taparrabos, armados con picas y muy ocasionalmente, escudos. Las picas destacan por ser la única representación fiel del arma descrita por los españoles en sus campañas en la sierra Norte de Oaxaca (figura 4), 10 así como en Chinantla, el istmo de Tehuantepec y las tierras altas guatemaltecas (Heath, 2009: 56-58, 62).

Figura 4. Guerreros mixe-zapotecos basados en los lienzos de Analco y de San Juan Tabaá, así como descripciones de Díaz del Castillo. Fuente: ilustración de Pedro Rafael Mena, 2019.

Las tres “facciones” presentan variabilidad aun dentro de la parafernalia descrita, infiriendo rango, posibilidades financieras de las tropas e incluso fuerzas específicas o expediciones a las que una u otra tropa posiblemente hayan pertenecido. Aunque existen omisiones intencionales de información y parcialidades por parte del artista,11 el nivel de detalle al que se sometió el autor no es menospreciable.

La vida civil y el día a día de la sierra son también notables en el documento, por ejemplo, se hace una distinción entre unidades habitacionales de carácter español y mesoamericano con base en la morfología de las puertas y techos, de lo cual se deduce la existencia de poblaciones de alguna forma autónomas o independientes, en contraposición a otras comunidades que han sido reducidas y congregadas por autoridades novohispanas. Las unidades habitacionales aparecen de manera solitaria o en agrupaciones explícitas, infiriendo asentamientos de mayor o menor envergadura.

En cuanto a la estructura del documento, si bien algunos elementos remitentes a la narrativa histórica sirvieron para la identificación de eventos o ubicaciones por sí solos; al carecer de alguna evidencia concreta de secuencialidad o direccionalidad, quizás es obvia la necesidad de referir al carácter cartográfico del lienzo, colocando los elementos históricos en un espacio geográfico. De estos espacios, son los ríos los que presentaron la suficiente unicidad ilustrativa que permite formar un paralelo útil con los accidentes geográficos de la actualidad.

Para la identificación de los ríos se utilizó el programa informático de imagen satelital Google Earth, así como las herramientas que están presentes para el mapeo y delineamiento de asentamientos, rutas, accidentes geográficos y demás puntos de interés (Mena, 2019: 209-210). Se trazaron sistemáticamente las cuencas, ríos y afluentes principales del territorio de la sierra Norte de Oaxaca, que corresponden al área delimitada por el lienzo (el perímetro circundante al asentamiento de Villa Alta) y se les otorgó sus nombres contemporáneos. Esto sirvió en los niveles de análisis posteriores para dar un sentido de ubicación espacial dentro del lienzo, donde las unidades graficas mínimas, como los asentamientos y ejércitos (entre otros), pudieran ubicarse en un contexto geográfico y compararse analíticamente con otra documentación histórica.

El primer paso fue la identificación de ríos y desembocaduras visibles, una porción de los cuales ya se encontraban trazados en mapas hidrológicos oaxaqueños. Sin embargo, la naturaleza ecológica de la región no siempre permite la observación directa o continua de cuerpos de agua de menor envergadura; para esto, se siguieron marcadores geográficos a partir del nacimiento de afluentes para detectar la ubicación de los mismos, copas de árboles ribereños (los cuales frecuentemente forman tiras paralelas que se distinguen verticalmente del resto de la vegetación serrana), así como la aparición ocasional de destellos (los cuales siguieren ríos, revelados por el reflejo del sol sobre el agua) y segmentos de ríos o afluentes que sobresalen entre el dosel forestal de la sierra. Así, se siguió la ruta natural más probable del afluente, respaldado por relieves tridimensionales obtenidos mediante Google Earth (figura 5). Al final, los ríos identificados en el lienzo fueron los Caxonos, Lalana/Montenegro, Colorado y Puxmetacán, así como sus numerosos afluentes (figura 6).

Un problema notable de esta técnica es la presunción de que los ríos siguen el mismo cauce después de 500 años de flujo. Sin embargo, hay suficiente razón para pensar que aun tal brecha temporal no es suficiente para provocar cambios significativos en la dirección de los cuerpos de agua, asentados ya en los valles de la serranía. De acuerdo con Bierman (2004), incluso contabilizando cambios climatológicos dramáticos, los ríos pueden cortar a través de la roca hasta un metro por cada mil años, rápido en tiempos geológicos, pero poco significativo en el contexto temporal que se trabaja. Más probable es la desaparición y nacimiento de ríos por secamiento, lo cual no presenta una gran problemática con respecto a los ríos principales que marcan el lienzo.

Nivel 2. Compuestos glíficos

Con un espacio geográfico bien delimitado en el cual colocar los contenidos del lienzo se procedió al segundo nivel de análisis, donde se conjugaron las unidades mínimas basadas en la interacción de las unas con las otras, para proporcionar un significado literal o simbólico a estas interacciones. Formulándolo de otra manera, si en el nivel previo se analizaron a los actores y escenarios de una obra, en este nivel se analizaron las escenas y sus significados individuales.

Debido a la falta de una secuencia obvia en el documento, se usaron las divisiones naturales ilustradas para proveer un orden de lectura y poder comenzar la búsqueda de los compuestos. Se utilizaron los ríos principales que segmentan el documento para definir tres secciones: El occidente del río Caxonos, el norte y el sur del río Colorado, así como un segmento compuesto por el propio asentamiento de Villa Alta y su perímetro inmediato.

Se comenzó la lectura del documento en el lado occidental del río Caxonos, donde se identificaron los asentamientos de San Miguel Tiltepec, Yagavila y Yetzelalag. El primero de estos se ubica en el noreste y está definido como uno de los altépetl12 más prominentes del lienzo (Figura 7). Fue correctamente identificado por Yannakakis (2011: 672) observando elementos destacables del glifo 13 y su ubicación, así como la de los demás poblados, es corroborada con base a su ubicación geográfica respecto a los otros asentamientos y la morfología del río aledaño. Se considera que ilustra uno de tres momentos particulares de la historia de Tiltepec: la entrada por parte del capitán Luis de Barrios en 1526, el ataque de Luis de Berrio o la rebelión que encabezó el poblado en 1531.

La escena muestra el arribo de dos escuadrones novohispanos liderados por un capitán español y otro indígena, distinguidos visualmente por su escudo decorado con media luna y un casco de jaguar, respectivamente. Siguiendo la dirección de la hueste, es derrotada por tropas zapotecas y el capitán español (quien entendemos como Luis de Barrios) es muerto en combate. Concretamente, es sacrificado en el campo de batalla, ilustrándose una cavidad distintiva en el pecho del cadáver, mientras que otros siete soldados son decapitados y figuran directamente en el norte, corroborando la cantidad de muertos descritos por Díaz del Castillo (1998: cap. cxciv). El capitán indígena es tomado prisionero y llevado a Yetzelalag, un sitio de aparente importancia religiosa; el dato es inferido por la presencia de nobles y una gran cantidad de cabezas decapitadas, colocadas de manera deliberada, en la que posiblemente se incluye la de Barrios (colocada en la cima del pico más alto).14 Se presume que el capitán es entonces sacrificado y decapitado, mientras que el evento se observa desde el norte por lo que se presume son espías o exploradores nahuas.

Por otra parte, se aprecia desde el sur a dos escuadrones españoles, adelantados por una pequeña fuerza de aliados indígenas, cautivos zapotecos y numerosos muertos. Si bien se podría inferir que son parte de la escena descrita en el párrafo anterior, carecen de conexión visual inmediata con los eventos trascurridos dentro de Tiltepec, aparentando más bien una fuerza punitiva. Sin embargo, los siguientes enfrentamientos se registraron en la población hasta 1531, cuando Luis de Berrio la ataca sin provocación (Chance, 1989: 18). Es posible que esta acción haya llevado a la rebelión de ese mismo año, evento que acabó con la muerte de seis españoles y fuertes represalias (Gay, 1881: 321-322). Aunque cualquiera de estos escenarios es plausible, es la entrada inicial de Luis de Barrios la que se prioriza narrativamente. De esta manera se observó el primer compuesto glifico.

Hacia el sur se aprecian los asentamientos de Yagavila, Lachichina, Cuescomaltepec, Ototitlan/Xaca, Talea, Yagallo, Zoogochi, Yazelo, Yagila y Yaneri (figura 8). Pese a la presencia generalizada de tropas novohispanas patrullando el territorio, destacan los primeros dos poblados por los agravios cometidos dentro de él.15 En Yagavila se observa el aperreamiento de un individuo nativo, que corresponde con al menos dos momentos históricos en los que se sometió a un principal del poblado a dicho castigo, por Luis de Berrio y López Tenorio, entre 1530 y 1537 (1989: 18-20; Mena, 2019: 237-239).

Fuera de Yagavila, al resto de los asentamientos no se les puede adjudicar un contexto histórico tan específico. Es posible que se remitan también a las campañas de terror de Luis de Berrio, o que se les asocie con las campañas de conquista lideradas por Diego de Figueroa, puesto que ambos personajes fueron activos en esta zona entre 1526 y 1531, Cuescomaltepec en particular. Puesto a la prominencia de la figura de Figueroa, más al sur, es posible que sea el segundo. Siguiendo su ruta se observan numerosos sitios cuyas identidades son corroboradas por su importancia iconográfica e histórica, y por su presencia en datos de encomienda, tales como Ixcuintepec/Tanetze, Tabaá, Yachas, Juquila Vijanos o el contraste de sus actuales posiciones geográficas como Tepanzacolco, Cacalotepec y Yotao (figura 9).

Figura 8. Fragmento 2 del Lienzo de Analco. (1) Yagavila, (2) Lachichina, (3) Cuescomaltepec, (4) Ototitlan/Xaca, (5) Talea, (6) Yagallo, (7) Zoogochi, (8) Yazelo, (9) Yagila y (10) Yaneri y (11) desconocido.

Figura 9. Fragmento 2 del Lienzo de Analco. (1) Tepanzacolco, (2) Cacalotepec, (3) Ixcuintepec, (4) Juquila Vijanos, (5) Yotao y (6) desconocido.

En primera instancia, el lienzo rinde crédito a Figueroa como el primer conquistador exitoso de la sierra Norte, siendo sus huestes las únicas en portar un estandarte, y corroborando con la presencia de sus tropas los asentamientos en sus encomiendas (Mena, 2019: 240-244). Sin embargo, también muestra instancias menos gloriosas de la campaña, descritas por el propio Bernal Díaz del Castillo (1998: cxciv) y Juan García de Veas (agi, Justicia, leg. 191: núm. ٢; Van Hóvell tot Westerflier, 2007: 359), quienes disminuyen los logros de Figueroa y puntualizan actos de agravio contra las poblaciones zapotecas y mixes. De éstos, destacan el ataque a poblaciones pacíficas y el saqueo de tumbas, probablemente representados en el documento por tropas novohispanas destazando cadáveres, algunos en espacios cuadriculares delimitados (Mena, 2019: 241).16 El resto de esta sección corresponde al territorio de los zapotecos caxonos, identificándose Zoogocho, Zoochila, San Mateo y San Pedro Cajonos. Sin embargo, parece carecer de relevancia narrativa en cuanto a la preocupación principal de los autores del documento, jugando un rol periférico en el compuesto.

El segundo segmento del lienzo analizado es el norte del río Colorado. En él se aprecia un tercer compuesto glífico centrado en las campañas de pacificación de Gaspar Pacheco o Luis de Berrio, y en el son identificables los poblados de Temaxcalapa, Yalahui, Tetze, Tagui, Petlapa y Teotalcingo (figura 10). El carácter distintivamente mesoamericano en la arquitectura de los primeros dos asentamientos es notable, pues en ellos también se muestran el cautiverio, ejecución y descuartizamiento de un par de cautivos. No es casualidad que esta región actualmente sea asociada con vestigios arqueológicos de características defensivas, y que se hayan encontrado en lo que Pérez García define como la línea de conflicto entre los zapotecos y los mixes (Chance, 1989: 73).

Como ya se mencionó, al este se encuentra el asentamiento de Tetze17 y figura una enorme batalla llevada a cabo entre fuerzas novohispanas y dos huestes nativas arremetiendo de ambos lados.18 Evidencia de un enfrentamiento a gran escala en esa ubicación no existe en el registro histórico, pero el análisis iconográfico puede brindar algunas pistas hacia la identidad del enfrentamiento.

Las fuerzas novohispanas, dirigidas por un capitán —reconocible por el emplumado de su casco—, son la única representación de europeos vestidos con ichcahuipilli en todo el documento, lo cual pudiera sugerir que son una guarnición que ha permanecido en la sierra y ha sido incapaz de suministrarse de armamento de acero. Están entremezclados con sus aliados indígenas y flanqueados por ambos lados por ejércitos enemigos. Partícipe de la batalla es un perro, animal típicamente utilizado para la detección de fuerzas enemigas o acciones punitivas contra individuos disidentes, por lo que se implica, en conjunto, que es una emboscada, táctica típica de los mixes, chinantecos y zapotecos serranos.

Al noreste de la sierra, rumbo a Petlapa y Teotalcingo se encuentran también algunos escuadrones de tropas novohispanas patrullando el territorio. Debido a la falta de detalle no se aprecia si los europeos van vestidos con ichcahuipilli o jubón, pero cualquiera fuese el caso, carecen de placas de acero, remitiendo a las tropas en la batalla de Tetze. Dado el contexto del combate, y el hecho de que Petlapa y Teotalcingo parecen haber conformado parte de las encomiendas de Gaspar Pacheco (Chance, 1989: 23), resulta probable que el compuesto glífico gire en torno a las actividades de Pacheco en la sierra.

El siguiente compuesto glífico continua hacia el sur, regresando al personaje de Figueroa, y narra la fundación del cuartel militar en el área mixe que daría origen a Villa Alta en 1526. Ubicado hacia el sureste de éste último asentamiento, rodeando ambos lados del río Colorado se identifican numerosos poblados tales como Tonaguía, Lachixova, Lealao, Moctum, Tepitongo y finalmente Totontepec, al norte, así como Santa María Tiltepec, Jareta, Ocotepec, Jayacaxtepec y Yahuive, al sur (figura 11).

Figura 11. Fragmento 4 del Lienzo de Analco. (1) Lealao, (2) Lachixova, (3) Moctum, (4) Totontepec, (5) Amatepec/Tepitongo, (6) Tonaguía, (7) Desconocido, (8) Desconocido, (9) Ocotepec, (10) Jayacaxtepec, (11) desconocido, y (12) Yahuive.

La identificación e importancia de los asentamientos, Totontepec en particular, se encuentra manifiesto en su ubicación geográfica respecto de Villa Alta y la ruta que toma Figueroa desde el occidente, así como su representación iconográfica; las casas utilizadas para representar al sitio y sus sujetos son ilustrados de manera imponente por sobre la vasta mayoría de unidades habitacionales en el lienzo, y sus características mesoamericanas, dan a inferir (de manera similar a Temaxcalapa) autonomía frente a los castellanos y sus huestes.

Entre estos poblados y alrededor del perímetro de la región se encuentra la presencia de trojes, tlamemes, cañones colocados en puntos estratégicos y tropas novohispanas, quienes patrullan el territorio sin realizar actos que siguieran una acción militar activa, con la excepción de cañones colocados en la frontera norte de Totontepec, orientados hacia un campo de cultivo de chile y cacao; aquí se encuentran varios guerreros con cautivos, presumiblemente alistándolos para el sacrificio. Pese a esto y a la ejecución de un europeo cerca de Yadube, la presencia de los novohispanos en el territorio parece ser meramente defensiva, interactuando más entre ellos que con los nativos,19 confirmando la idea de que esto es una importante guarnición militar.

Hacia el sur continua el compuesto glífico (figura 12), con los territorios de Yahuive, Zacatepec, Metaltepec, Patio Grande y Zempoaltepec (Mena, 2019: 270-272).20 En esos últimos tres asentamientos se resumen las actividades belicosas de los novohispanos, observándose dos asedios de los cuales sólo uno (Patio Grande) es contestado. Esto corresponde con lo afirmado por Juan García de Veas, conquistador bajo el mando de Figueroa, quien se queja de escaramuzas injustificadas e incluso el arrasamiento del Zempoaltepec sin provocación alguna para “justificar sus propios méritos” (agi, Justicia, leg. 191: núm. 2; Van Hóvell tot Westerflier, 2007: 359).

Figura 12. Fragmento 5 del Lienzo de Analco. (1) Metaltepec, (2) Desconocido, (3) Patio Grande y (4) Zempoaltepec.

Un último punto de interes es la interacción de cuatro soldados españoles en las faldas de Patio Grande; lamentablemente, se dificulta observar con exactitud pues el segmento esta un tanto deteriorado, alcanzándose a ver únicamente que uno de los hispanos viste diferente al resto. Güereca Durán (2020: 25) plantea la posibilidad de que sea el enfrentamiento ocurrido entre Figueroa y Alonso Herrera (Díaz del Castillo, 1998: cxciv), propuesta con la que concuerda esta investigacion. En cualquier caso, el compuesto glífico representa la culminación de la expedición de Figueroa y sus conquistas en la región mixe.

Cruzando el Puxmetacán, hacia el sur, se encuentra una gran cantidad de movimiento que conforma el siguiente compuesto glífico analizado. Los sitios identificados primero son Tlahuitoltepec, Yatove, Atitlan, Ayacastla, Ayacaxtepec, Alotepec, Ixcocan, Cotzocón y Camotlán (figura 13). Debido al escaso registro histórico, se tuvieron que identificar exclusivamente a partir de su ubicación respecto del Puxmetacán, con la excepción de Ayacaxtepec y Alotepec, quienes fueron sujetos de Zacatepec al norte, y por tanto, atados a la ubicación del último, e Ixcocan, población extinta por el proceso de congregación, que aparece en la encomienda que contiene los asentamientos antes mencionados (Mena, 2019: 295).

Figura 13. Fragmento 6 del Lienzo de Analco. (1) Zacatepec, (2) Tlahuitoltepec, (3) Yatove, (4) Atitlan, (5) Ayacastla, (6) Ayacaxtepec, (7) Alotepec, (8) Cotzocón, (9) Ixcocan, (10) Camotlán y (11) Quetzaltepec.

Los poblados, en particular aquellos ubicados hacia el este, contienen numerosos ejemplos de la toma de esclavos por parte de tropas novohispanas. Al menos cuatro instancias separadas son ilustradas, mostrando a varios contingentes fuertemente armados escoltando a sus cautivos, patrullando el territorio a pie o a caballo, y en Ixcocan se aprecia a un capitán de caballería interactuando con un escuadrón de infantería. Es difícil aseverar qué eventos representan estas escenas, pero existe un par de posibilidades: la primera es que sean incursiones esclavistas por parte de Gaspar Pacheco y Luis de Berrio, pues se sabe que, en los años inmediatos a la conquista, el área nexitzo y mixe fueron focos de minería de oro y plata, para lo cual se usó la mano de obra indiscriminada de esclavos capturados en la sierra (Chance, 1989: 93-93).

La segunda opción tiene que ver con la identificación del altépetl ubicado directamente al sur de Alotepec y una de las escenas más imponentes del documento, lo que se ha identificado como el asedio de Quetzaltepec (figura 14). Se observa en esta sección un ejército novohispano bien organizada, compuesto por un escuadrón europeo flanqueado por dos de aliados indígenas, y cubierto por cañones y ballesteros al frente. Asedian una enorme ciudad representada por 33 casas (el segundo pueblo más grande del lienzo) y un cerro distintivo conformado por dos picos, sobre los cuales se aprecian principales nativos, cadáveres españoles, dos banderines y una serie de plataformas con 15 cabezas distribuidas a lo largo, los cuales posiblemente representen las tropas formadas sobre las múltiples y formidables murallas de Quetzaltepec (Durán, 1867: 448-449; Tezozomoc, 1598: Cap. 92, 93). El sitio ha sido identificado por autores previos como Totontepec (Yannakakis, 2011: 670) y Chichicaxtepec (Güereca Durán, 2018; 2020: 26), respectivamente. Sin embargo, además del posicionamiento geográfico, existen algunas razones para pensar que el sitio no corresponde con las hipótesis planteadas por estas investigaciones, y que se trata de Quetzaltepec.

Figura 14. Fragmento del Lienzo de Analco. Asedio de Quetzaltepec.

Para los primeros dos asentamientos, los registros históricos no corresponden con el escenario ilustrado en el documento; Totontepec fue anexado a la jurisdicción de Villa Alta de manera enteramente pacífica, pese a los agravios de futuros alcaldes y encomenderos, y no registra alguna evidencia de rebelión al cual se pudiera adjudicar dicho escenario (al menos hasta 1570). Se considera que el Totontepec planteado en la presente investigación es más acercada a la realidad histórica y geográfica del asentamiento. Por su parte, Chichicaxtepec fue atacada sin provocación alguna por las fuerzas de Luis de Berrio en 1531, como supuesta medida preventiva, acto que provocó al vecino residente y jefe de encomienda del pueblo, Hernando Alonso, a quejarse en el juicio de residencia contra Berrio (Güereca Durán, 2020: 25-26). Si bien el documento pudiera estar justificando el ataque en alguna medida, uno se debe preguntar si era necesaria la ilustración de un conflicto de tal magnitud, equiparable con las batallas de Tetze, Tiltepec y Villa Alta, cuando otros actos de rebeldía equiparables al escenario descrito son representados de manera mucho más moderada en el lienzo, esto se ve agravado por las propias declaraciones de Berrio. Más aún, parte de esta propuesta parece estar sustentada en el contraste del lienzo con un documento pictográfico llamado: Mapa de Vicaria de Totontepeque de los Mixes, creado en 1706, el cual presenta importantes errores o deformaciones del espacio geográfico rodeando el río Puxmetacán (Mena, 2019: 280-284).

Por su parte, las razones para pensar que se representa el asentamiento de Quetzaltepec son inferidas por el registro histórico y su enaltecimiento iconográfico; Si bien no hay muchos datos directos sobre el altépetl durante la Conquista, es a través de Bernal Díaz del Castillo que sabemos que los españoles se aliaron con los zapotecos de Jaltepec en 1523 a cambio de una alianza para derrotar a los mixes. Pese a que esta alianza se desquebrajó antes de lograr alguno de sus supuestos cometidos,21 el vasallaje inferido de los zapotecos brindó la excusa a los españoles de tratar la región como un área sublevada, permitiéndose posteriormente la toma de esclavos.

De acuerdo con Cortés, a su regreso de Honduras envió (de su propio bolsillo) tres incursiones a la “sierra zapoteca”, sin duda refiriéndose al área sublevada de Jaltepec y el territorio mixe al sur, pues Figueroa ya había establecido la guarnición de Villa Alta. Díaz del Castillo (1998: 595) menciona haber participado con Luis Marín en la pacificación de ambos territorios: “Después de vuelto a la Nueva España de lo de Honduras e Hibueras, que así se nombra, volví a ayudar a traer de las provincias de los cipotecas y minges, y otras tierras, y no cuento las batallas ni reencuentros que con ellas tuvimos”. Castillo además se queja de cómo Estrada se roba el crédito de la pacificación de la siguiente manera:

[...] y nunca aquellos pueblos [mixes] vinieron de paz hasta que los vecinos de Guazacualco los conquistamos, y como tienen tan altas sierras y no pueden ir caballos, me quebranté el cuerpo de tres veces que me hallé en aquellas conquistas, porque puesto que en verano los atraíamos de paz, en entrando las aguas se tornaban a levantar y mataban a los españoles que podía haber desmandados; y como siempre los seguíamos, vinieron de paz, y está poblada una villa que se dice San Alfonso…” (1998: cxciv).

Lo que esto infiere es que las huestes de Coatzacoalcos intentaron someter de manera repetida a la sierra mixe a partir de 1526, pudiendo explicar así la presencia de casas de carácter mestizo (reubicación de la población mixe), los españoles asesinados, la toma de cautivos en masa al sur del Puxmetacán, y la magnitud de las huestes enfrentadas en el asedio.22 Añadido a las murallas y la imponencia del sitio y el asedio, se considera más plausible la identificación de Quetzaltepec. Si es así, resulta curioso que las interacciones entre españoles pertenecientes a fuerzas armadas diferentes pudieran ser aquellas de Figueroa/Pacheco y de Marín, un encuentro no registrado en las crónicas.

Al oeste de Tlahuitoltepec y Zempoaltepec, se identificaron los altépetl de Mixistlan, Chichicaxtepec, Yalalag, Yacochi, Huitepec, San Melchor Betaza, San Andrés Yaa, Metepec y San Francisco Yatee (figura 15). De los enlistados, sólo los primeros tres y el último tienen contenido de significancia narrativa. En Mixistlan y Chichicaxtepec se aprecian tropas novohispanas rodeando un individuo nativo y dialogando con él, mientras que otros dos son quemados en la hoguera; escondidos tras una casa se encuentra una tropa de guerreros mixes con un cadáver español, la probable justificación de tal encuentro.

Ejecuciones por hoguera no eran particularmente comunes, de acuerdo con el registro que se tiene de la sierra. Sin embargo, se sabe que el alcalde Luis de Berrio hizo uso de esta táctica y otras formas de ejecución para someter a caciques “desafiantes”, además de que atacaba pueblos sin provocación; entre tales, destacan Chichicaxtepec, San Miguel Tiltepec, Yagavila y Cuescomaltepec (Chance, 1989: 18). Dado el contexto de la escena, es probable que la imagen represente a dicho evento histórico.

Yalalag contiene una escena que sugiere una emboscada o engaño por parte de las fuerzas zapotecas. Se observa un nativo guiando a un capitán español y su escuadrón, mientras por el sur se escabulle uno compuesto por guerreros nativos, quienes son reconocidos únicamente por los aliados indígenas. Esto pudiera referirse a un enfrentamiento al cual llamaron la atención los aliados indígenas en 1684 (Yannakakis, 2008: 1046-1047); sin embargo, la fecha concreta de la rebelión no es conocida.

San Andrés Yatee resulta relevante no tanto por su contenido narrativo sino por el propio altépetl. Se aprecia un cerro colocado sobre una plataforma, donde hay múltiples casas y nobles, algunos de los cuales establecen relaciones comerciales con soldados españoles. Cerca y en la cima del cerro se aprecian los únicos ejemplares de vegetación natural en el sitio, dos árboles y un ramo de flores, de especies no identificadas. Finalmente, se observa una estructura piramidal sobre la cima nivelada, Güereca Durán (2018) es la primera en identificar al asentamiento como Yatee, basándose en su ubicación geográfica frente a Villa Alta y la morfología del cerro sobre el cual está asentada, propuesta con la que concuerda esta investigación. Se sabe también de un importante e imponente sitio arqueológico localizado cerca del actual pueblo, al cual probablemente remite la ilustración.

Figura 15. Fragmento 7 del Lienzo de Analco. (1) Chichicaxtepec, (2) Desconocido, (3) Yalalag, (4) Betaza, (5) y (6) Desconocido, (7) San Andres Yaa y (8) San Francisco Yatee.

Por último, se observa el segmento final del lienzo y compuesto glífico, la pieza central del documento: San Ildefonso de Villa Alta (figura 16). El poblado está conformado de manera única, sus casas organizadas por cuadras rodeando un zócalo central, al norte del cual se ubica la iglesia principal, igualando la actual distribución urbana del pueblo. Al oeste, cruzando un pequeño riachuelo se encuentra el llamado barrio de Analco, conformado por dos hileras de casas a la usanza mesoamericana, y una capilla al lado o encima de un basamento piramidal. Al sur de Analco se encuentra Lachirioag y al este se encuentra otra capilla en llamas cerca de una fuente de agua, así como Roayaga y Yadube.

Dentro y alrededor del asentamiento se ve un gran flujo de movimiento, compuesto principalmente por dos ejércitos masivos provenientes del suroeste y otro más pequeño desde Roayaga. Resguardando el asentamiento se encuentran tropas novohispanas compuestas por aliados indígenas defendiendo Analco desde ambos flancos del riachuelo, mientras tropas españolas cubren el lado contrario del río con escopetas y ballestas. En el poblado propiamente hay numerosos soldados patrullando las calles y lo que parecen ser civiles europeos refugiándose en el cabildo, mientras tanto, al sur llegan tropas novohispanas montadas y a pie, anunciados por dos indígenas tocando trompetas.

La identidad del evento que transcurre en Villa Alta muy probablemente corresponde a una serie de rebeliones intensas que ocurrieron entre 1547 y 1554, periodo en el cual la villa es saqueada por fuerzas rebeldes, requiriéndose del auxilio de refuerzos de Antequera. De estas fechas destacan 1550, con un levantamiento por parte de los mixes y sus aliados chontales del sur, y 1552, con otra sublevación llevada a cabo por zapotecos bixanos de Choapan (Chance, 1989: 23; Van Hóvell tot Westerflier, 2007: 368; Güereca Durán, 2020: 29). El factor determinante es el propio asedio de Villa Alta; sin embargo, el registro histórico no es del todo claro de en qué momento esto ocurrió o quien lo llevó a cabo.

Figura 16. Fragmento 8 del Lienzo de Analco. (1) San Ildefonso Villa Alta, (2) el Barrio de Analco, (3) Lachirioag y (4) Roayaga.

Cualquiera fuese el caso, la colocación de los guerreros nativos todavía resulta desconcertante, pues parecen provenir del territorio de los zapotecos caxonos y nexitzos, y no de territorio mixe o zapoteco bixano, con la excepción de la pequeña fuerza proveniente de Roayaga. Es más, la región de Choapan es una de las secciones más carentes de actividad del documento, lo que pudiera sugerir que la rebelión de Choapan no fue tan significativa como lo siguieren los registros históricos, o más probable, que haya formado parte de un proceso más grande y concertado de sublevación. En este sentido el compuesto glífico pudiera representar de manera genérica la amenaza que proveyeron los locales a la seguridad de Villa Alta durante la década de los cincuenta.

Nivel 3. Compuesto Glífico

En el tercer nivel de análisis, se observa el complejo glífico, que es la conjugación de los compuestos glíficos en uno o más bloques (en este caso particular, la totalidad del lienzo). Aquí se proveen propuestas interpretativas con respecto al propósito textual, metafórico y simbólico del documento, intentando descifrar la multitud de historias y significados que los autores originales intentaron transmitir (Mena, 2019: 104).

A primera vista se puede observar que el Lienzo de Analco es un documento que prioriza lo militar, quedando claro el por qué, al entender el contexto histórico de la sierra que se ilustra. En muchas maneras es similar a otros lienzos de conquista, en el sentido de que enfatiza el rol de los aliados indígenas en cada aspecto del proceso colonizador; sin embargo, también presenta importantes diferencias. La primera y más evidente es la carencia de un origen narrativo para la alianza de los hispanos y sus aliados, un importante detalle para sus posibles propósitos jurídicos. La segunda es la completa carencia de secuencialidad o direccionalidad que nos permita entender el lienzo como una única narrativa lineal desde un punto A hacia un punto B. Por su parte, Yannakakis (2011: 676-677) plantea que la primera discrepancia tiene sus orígenes en la condición social en la que se encontraban los aliados, proponiendo que la única manera de sobrellevar su estatus como naborías era enfatizando sus contribuciones hacia Villa Alta, como símbolo de la implantación de la autoridad novohispana, manejando el lienzo como una especie de mérito de servicios.

Si bien la presente investigación concuerda con esta interpretación, nuestra lectura del manuscrito presenta algunas propuestas complementarias. Como ya se demostró, el lienzo documenta al menos seis campañas militares ofensivas y defensivas en las cuales participaron los aliados indígenas;23 sin embargo, cada una de ellas ocurrió independiente de la otra, lideradas por capitanes con agendas diferentes o activamente contrarias a la de sus contrapartes. Esto ayuda a explicar la falta de secuencia o dirección narrativa en el documento, pero también el por qué los aliados indígenas decidieron obviar un origen narrativo para su alianza con los hispanos; puesto de manera simple, carecían de uno. Los autores del documento provenían de campañas diferentes o no participaron en todas aquellas representadas en el lienzo, un dato que no hubiese sido fácil de ocultar a las autoridades virreinales.

Es probable, incluso, que ninguno de los emprendimientos por sí solos representase un logro lo suficientemente significativo para el cual fueran otorgados privilegios de la Corona, con la posible excepción de la defensa de Villa Alta en 1550-1552. En efecto, escritores de la época describieron una y otra vez lo difícil que resultó la conquista y la manutención de control sobre la sierra Norte, por lo que enfatizar la continua necesidad de los aliados indígenas hubiese sido una estrategia más provechosa que resaltar una campaña por sobre la otra. Por tanto, aunque es probable que al menos algunos de los partícipes pertenecieran a un altépetl bien colocado en el esquema político novohispano, como Tlaxcala, Azcapotzalco, Quauhquechollan, Xochimilco o incluso la propia Tenochtitlan, el origen multitudinario de los “analquenses” y la naturaleza de las conquistas serranas probablemente resultó en una apuesta por parte de los autores, de representar una nueva identidad basada en sus aportes colectivos, adjudicándose así las contribuciones de todos aquellos partícipes de la conquista de la sierra, incluyendo los fracasos y aquellos de carácter mundano; Esto también explicaría la ilustración uniforme de los aliados en el documento, quienes descartan la individualidad a favor de unidad social.

De esta manera, si bien no se colocan como aliados equitativos frente la Corona, se representan como soldados obedientes, merecedores de reconocimiento, privilegios y recompensas. Bajo ese criterio, la posición central de Villa Alta y su defensa de los nativos paganos, funge como la culminación de sus esfuerzos colectivos en la sierra, representando simbólicamente el nacimiento de una nueva entidad política o altépetl (Mena, 2019: 305-306). También es posible que se represente la concepción del barrio de Analco, pero sin duda el enfoque se concentra en Villa Alta.

Consideraciones finales

Como ya se observó en los apartados anteriores, otras autoras como Yannakakis (2011) y Güereca Durán (2018; 2020) han ofrecido propuestas interpretativas propias, algunas de las cuales han presentado coincidencia con esta investigación, pero otras, diferencias importantes; Yannakakis utiliza documentación histórica de manera exclusiva, y si bien logra fundamentar una narrativa textual para el lienzo basado en las necesidades históricas de los aliados indígenas (el de mérito de servicios), se basa primordialmente en el registro histórico y menos en el contenido visual del manuscrito. Esto limita las propuestas ofrecidas para el contenido neto del lienzo y vuelve discutibles a algunas de las presentadas (la ubicación de Totontepec de los mixes). Por su parte, Güereca Durán ofrece un análisis iconográfico más profundizado, llegando a conclusiones narrativas similares a las de Yannakakis, pero sustentadas en un mayor análisis iconográfico. Sin embargo, varias de las propuestas presentadas en su adelanto de la investigación, referentes al nombramiento de sitios y eventos históricos, dependen del uso de un documento que (si bien es útil) presenta importantes deficiencias geográficas que ponen en duda las interpretaciones dadas por la investigadora.

Se considera entonces, que el aporte de esta investigación fue otor-
garle una mayor importancia al contenido histórico-geográfico del documento, basando la exploración del lienzo primordialmente en el uso de datos geográficos confiables, usando herramientas como Google Earth para asentar los contenidos del documento en un espacio geográfico fijo. Lo que esto permitió fue correlacionar cada elemento gráfico con una ubicación espacial tentativa, para así poder contrastarlos con registros históricos y datos arqueológicos de dada región, y dar correspondencias tentativas a los eventos históricos que ocurren dentro del documento. La contrastación de elementos pictóricos de la plástica mesoamericana y europea permitieron, así mismo, desglosar visualmente algunos atributos de interés histórico, como la vestimenta, herramientas y arquitectura del periodo y región abarcada.

Con este análisis más intensivo, se interpreta la historia presentada en el lienzo, sus mensajes, las narrativas internas y externas del documento, su posible propósito jurídico, así como su significancia simbólica, de una manera más completa y potencialmente acercada a la visión de los autores originales, concordando grosso modo con los argumentos de las autoras previas; el de un documento en esencia migratorio y de fundación (Güereca Durán, 2020: 30), que apela al virreinato a reconocer su rol en la creación del asentamiento y su indispensabilidad en la manutención de la Alcaldía Mayor de Villa Alta (Yannakakis, 2011: 676-677), y que une en sus esfuerzos colectivos a grupos de aliados indígenas de diferentes trasfondos tanto étnicos como sociales, bajo una nueva identidad.

La exploración del Lienzo de Analco está lejos de terminar, pues quedan aún bastantes interrogantes respecto de su contenido, como la posible identidad de los nativos que saquearon Villa Alta y las potenciales fechas de elaboración, pues propuestas actuales se encuentran mermadas por incongruencias en el lienzo. De igual manera, hay temas no tratados en el artículo, como el análisis de pigmentos y la inspección de las ilustraciones y borradores que se encuentran por debajo del acabado final (Mena, 2019: 226-227), los cuales podrían esclarecer incógnitas con respecto a las temáticas originales del documento.

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1* Licenciado en Arqueología por la Facultad de Antropología de la Universidad Veracruzana. Correo electrónico: <rafaelmena432@gmail.com>.

Nombre zapoteco utilizado para denominar a la ciudad de Monte Albán.

2 Triple Alianza en náhuatl.

3 La ubicación y la fecha de esta derrota no son del todo claras; diversas fuentes colocan la batalla en 1479, 1493, y 1495, mientras que la ubicación del asentamiento en cuestión no es especificada. Sin embargo, pese a la existencia de al menos 3 Tiltepec en el registro histórico del área de Oaxaca (dos de ellas en la sierra Norte), me parece que el contexto rodeando el acontecimiento en las fuentes, sugiere la ubicación de Santa María Tiltepec o “Tiltepec de los Mixes” (Códice Chimalpopoca, 1975: 54; De Alva, 1985: lxiii; Van Hóvell tot Westerflier, 2007: 335; Mena, 2019: 41).

4 Actualmente conocido como San Miguel Tiltepec, ubicado a casi 64 km de Tuxtepec.

5 Debido a los conflictos entre Cortés y Estrada, no queda claro a qué se está refiriendo Cortés, pues es a Figueroa a quien se le adjudica la pacificación de la provincia de Jaltepec (Velasco Bayón, 1969: 123). Por su parte, Castillo hace mención de haber ido a someter el área mixe en tres ocasiones separadas, insinuando que todas fueron lideradas por Marín (Diaz del Castillo, 1998: 519, 595)

6 No confundirse con Luis de Barrios, el conquistador muerto en la batalla de San Miguel Tiltepec.

7 El lugar de origen de los aliados es incierto; en el registro se les refiere múltiples veces como “indios mexicanos” (agn, indios, 917), entendiéndose indígenas de habla náhuatl, pero ocasionalmente hay referencias a soldados provenientes de otras regiones, como el istmo de Tehuantepec. Para el siglo xviii, ya algunos reclamaban una herencia tlaxcalteca, pero la veracidad de estos reclamos es insegura (Yannakakis, 2011: 655). Lo que es probable es que al menos la mayoría de los aliados fuera de etnia nahua.

8 El término naboría refiere a la condición de servidumbre de los indígenas al servicio de la Corona. Aunque la definición exacta varía según el contexto, hace una clara distinción con aquellos indígenas que comparten un estatus equitativo con los españoles como aliados.

9 A pesar de la falta de indicadores iconográficos, la geografía representada en el documento permite inferir la identidad etnolingüística de los nativos serranos a partir de ubicación espacial en el lienzo, siendo primordialmente mixes y zapotecos de las tres variedades lingüísticas (Figura 2, 6 y 16).

10 Otras ilustraciones de esta arma son representadas en documentos de la sierra tales como los lienzos de San Juan Tabaá, San Juan Chicomezúchil y San Lucas Yatao, pero a usanza europea, es decir, con una única punta de metal hacia el final de la pica.

11 Los guerreros nativos son ilustrados carentes de armadura. Si bien pudo ser cierto para la mayoría de las tropas serranas, se sabe, por fuentes escritas y documentos pictóricos como el lienzo de San Juan Tabaá, que los ejércitos de la sierra también llegaron a usar grandes armaduras coloridas y pintura corporal.

12 Término de origen náhuatl utilizado académicamente para referirse a una entidad étnica, política y territorial mesoamericana.

13 Tiltepec se traduce en español como: “Cerro Tiznado/Cerro Negro” (Oudijk, 2000: 214).

14 Aunque es posible que esta escena se refiera a un topónimo en vez de una interpretación literal, no hay referente lingüístico en la región que aluda a tal locativo. Añadido a esto, el contexto ritual de la escena y el perfil europeo de la cabeza sugieren que esto es representativo de un evento histórico.

15 Esas tropas probablemente perteneciesen a Diego de Figueroa, pues se registra haber dividido al menos la mitad de tales asentamientos entre él y sus allegados para sus encomiendas personales en 1527 (Chance, 1989: 23).

16 De Veas enlista “escaramuzas macabras” entre las afrentas que hace Figueroa en los territorios zapotecos y mixes, lo cual bastaría para explicar algunas de las escenas descritas en el lienzo; sin embargo, los “cuadrángulos” en las que destazan a algunas de las víctimas desarmadas son difíciles de explicar. Una posibilidad es que representen la profanación de tumbas o espacios sagrados específicos. Explicaciones alternativas pudiesen ser ejecuciones públicas o fosas comunes. De una manera u otra, lo que queda claro es la violencia a la que se encontraban sujetos los nativos de la región frente a la intrusión hispana.

17 Tetze es un poblado extinto del cual nacieron varios asentamientos, tanto prehispánicos como coloniales, tales como Roayaga, Tagui, Yalahui y Yetzecovi, entre otros (Chance, 1989: 79). Dado a que la ubicación espacial del sitio en el lienzo corresponde con Yetzecovi, un asentamiento que actualmente está asociado con ruinas arqueológicas, pero que fue fundado hasta 1697, es probable que su identidad original haya sido la de Tetze (Mena, 2019: 251).

18 No está claro si esas fuerzas están aliadas las unas con las otras o si están presentando un tercer frente abierto.

19 Entre Totontepec y Moctum se aprecian dos pares de españoles saludándose de mano, es posible que esta interacción refleje el cambio administrativo de Figueroa a Pacheco, mas no está del todo claro.

20 Güereca Durán (2019) ofrece interpretaciones alternativas para estos y el resto de los asentamientos contenidos en la sección sureste del lienzo, cuyas diferencias se abordarán parcialmente en el apartado dedicado a Quetzaltepec. Un análisis más sustantivo de las propuestas es discutido por Mena (2019: 280-284).

21 La expedición conjunta se limitaría a la exploración superficial de la región, dedicada únicamente a la ubicación de minas en la sierra. Ante la inacción y el repartimiento de sus tierras por Sandoval, los zapotecos rápidamente se sublevaron.

22 Un punto de particular interés es que, si en efecto el altépetl representa Quetzaltepec, el modo en que éstos se defienden de los españoles corresponde de manera casi exacta a la manera en que se enfrentaron a los mexicas de Motecuhzoma Xocoyotzin, vertiendo las tropas desde los lados de la muralla y respaldándose a sus espaldas de sus fuertes murallas.

23 La entrada fallida de Tiltepec, la entrada exitosa de Figueroa, las jornadas de pacificación de Luis Marín, la pacificación norteña de Gaspar Pacheco, la consolidación del control de la sierra bajo los sucesivos alcaldes de Villa Alta, y las rebeliones de los cincuenta.