Presentación

con enorme satisfacción damos a conocer este nuevo número de la revista que da cuenta de un tema de significativa actualidad: “covid-19 y prospección de los saberes científicos”, conscientes desde que emitimos la convocatoria para su conformación, del inusitado fenómeno pandémico que ha generado una serie de trastornos de salud pública en el escenario mundial, cuyos efectos se han extendido a la economía, el empleo, la educación, la culura, la movilidad y la convivencia sociales, generando por casi dos años consecutivos una preocupante incertidumbre social sobre las repercusiones finales que dejará este particular virus, con todas sus varientes evolutivas que aún no concluyen.

La crisis mundial provocada por el fenómeno sanitario ha afectado de manera relevante el sistema de convenciones sociales que dan sustento a los diversos Estados nacionales y organismos internacionales, por lo cual resulta de interés la exploración de todas las posibilidades y futuras vías, que en este sentido se puedan ofrecer desde la perspectiva de la investigación y el conocimiento científico. Desde la antropología hasta la lingüística, pasando por la arqueología, la historia o las ciencias denominadas “duras” se hallan en una confluencia que obliga a indagar sobre lo aún no dicho, lo ocultado o lo ignorado.

Los avances logrados en la ciencia médica no han sido suficientes para contener la expansión del contagio viral, con sus fatales consecuencias para la toda humanidad. Ante la imposibilidad de alcanzar respuestas finales respecto de la actual crisis, y sin perder de vista la experiencia acumulada, presentamos en este número una serie de ensayos que desde sus propios campos científicos proyectan un acercamiento al estado de la cuestión o la proyección de sus saberes a futuro. Frente a una crisis sanitaria que está obligando a un replanteamiento de los principios de sustentabilidad social planetaria, las colaboraciones aquí reunidas incitan tanto al análisis de las pandemias y calamidades registradas en el pasado, como a las utopías o a la manifestación de un presentismo que pone en jaque las periodizaciones temporales.

Abre el número el artículo de Yolanda Cristina Massieu, que reflexiona en torno a la existencia de una crisis civilizatoria causante de un deterioro ecológico sin precedentes, que ha propiciado las condiciones para el salto de virus patógenos de los animales a los humanos. Al caracterizar la actual crisis como civilizatoria y socioambiental, considera para ello las tres tesis de ecología política propuestas por Víctor Manuel Toledo: 1) el colapso del mundo actual es resultado de la sobrexplotación del trabajo y la naturaleza, ligada a la generación de sociedades desiguales en las que sólo se beneficia una minoría; 2) la expresión espacial de esa doble explotación se traduce en una contradicción ecológica de escala global; 3) se trata de una crisis civilizatoria porque el mundo actual, basado en el capitalismo, la tecnociencia, el combustible fósil, la ideología de progreso y el desarrollo, está llevando a la especie humana, seres vivos y ecosistema global al caos. En ese contexto, la autora sugiere que la ciencia y la generación de conocimientos sobre la pandemia y la sociedad por venir importan. La enfermedad obliga a marcar un antes y un después, y nos muestra la urgencia de hacer otro tipo de ciencia, no reduccionista, en la que el daño ambiental, las enfermedades que genera y las posibles soluciones partan de un diálogo de saberes con culturas y cosmogonías no hegemónicas de pueblos que han sabido convivir con la naturaleza.

A continuación, Sabine Pfleger reconoce en su colaboración que el coronavirus visibiliza una creciente fragmentación de las diferentes disciplinas científicas en humanidades, que sacrifican invariablemente el modelo académico-intelectual que reflexiona la sociedad y sus procesos a favor del modelo académico-competitivo que produce conocimiento mercantilizable. Señala que los dictados académicos en la modernidad tardía obedecen a dos narrativas ideologizadas fundamentales: la de “Haz del mundo un lugar mejor”, y la de convertir el conocimiento en “El capital intelectual”. La primera de ellas fue acuñada originalmente en el Silicon Valley como una máxima para proveer de sentido y misión a una industria tecnologizada y digitalizada que en el fondo ofrece muy poco para “salvar al mundo”; lejos de ser una ideología nueva, esta narrativa da sentido al marketing de un turbo-capitalismo que celebra la maximización de las ganancias. La academia no estuvo al margen de esta narrativa y convirtió rápidamente el lema para que sus investigaciones científicas pudieran tener un carácter útil, puntual y centrado en un problema delimitado, mediante el uso de métodos cuantitativos basados en modelos matemático-físicos positivistas. La segunda narrativa, del conocimiento como “El capital intelectual”, no se diferencia mucho de la anterior, en tanto parte de la idea de la mercantilización del conocimiento, como efecto de la globalización y financiamiento de los mercados; la generación de conocimiento se convierte así en un motor potente para el crecimiento económico de un país. Para esta narrativa, el conocimiento es un capital intelectual que produce, y la academia adquiere un carácter empresarial, sin importar si la universidad es pública o privada. Pero el capital intelectual es más valioso en unas disciplinas académicas que en otras, beneficiándose más de esta narrativa aquellas con productos fácilmente mercantilizables como como la informática, las telecomunicaciones, la robótica, la bio- y nanotecnología, la industria dedicada a la movilidad, así como la industria energética. Las humanidades pierden en esta perenne competencia por una producción útil de capital intelectual inmediatamente mercantilizable. Se fomentan así, de manera prioritaria, los estudios científicos que prometen empujar a las sociedades hacia nuevos niveles de desarrollo capitalista.

Por su parte, Gilda Cubillo presenta un diagnóstico general sobre la actual pandemia, con datos y reflexiones sobre sus condiciones, consecuencias y prospecciones, para pasar posteriormente a condensar los sucesos de mayor impacto en la historia de las epidemias en nuestro país y su relación con otros factores adversos que derivaron en crisis poblacionales y socioeconómicas. Sostiene que la historia de la humanidad ha estado condicionada por las epidemias, de acuerdo con diversos estudios de demografía histórica que demuestran que en el transcurso de cinco siglos éstas han precipitado cíclicamente crisis parciales o generalizadas con diferentes alcances. Las de mayor magnitud se han traducido en cifras muy elevadas de letalidad, dimensiones más expansivas geográficamente y los procesos de recuperación demográfica, económica, social y anímica de las poblaciones se han prolongado por varios años. En la medida en que el fenómeno de la globalización se fue acelerando y los contactos entre las gentes de diversos países se hicieron más frecuentes, las pandemias se propagaron y extendieron a más regiones de manera vertiginosa. En su estudio se concentra en el siglo xviii, a partir de una serie de estudios relevantes sobre demografía histórica, con aproximaciones particulares a los pueblos de Coyoacán y San Ángel, y las epidemias de 1779 y 1784-86, de mayor magnitud durante la época virreinal.

La colaboración de Edgardo Manero busca problematizar la pandemia del covid-19 como un fenómeno social global, y a partir del caso argentino subraya sus consecuencias en términos estratégicos en América Latina. Asegura que la pandemia debe ser entendida como una tendencia amenazante, en tanto ha pasado a formar parte de los debates estratégicos que desde el fin de la Guerra fría buscan renovar el sentido de lo militar. La intervención de las fuerzas armadas en la crisis del covid-19 no sólo evidencia las limitaciones de los Estados, sino que revela la intensificación de las funciones militares en la acción social y sanitaria, y en la gestión de riesgos. La pandemia agudizó la connivencia entre gobiernos y fuerzas armadas, mostrando que los militares continúan desempeñándose como un actor de importancia en la política regional. La crisis no sólo implicó una oportunidad para la ampliación del accionar militar, sino también para su reinserción. Mientras en algunas sociedades potenció el proceso de militarización de la vida social, en otras como la Argentina, participa del intento de reconciliación con la sociedad. Considerar un problema de salud pública como una cuestión de seguridad carga en potencia con la posibilidad de su militarización, como lo evidencia desde hace años la “guerra contra las drogas”. Sin embargo, la relación no es mecánica. El caso argentino, donde la intervención de las fuerzas armadas no se tradujo en la militarización de la salud lo evidencia. La participación de los militares en tareas no tradicionales no significa necesariamente su potencialización como actor político. Comprender la dimensión securitaria de fenómenos no militares como el covid-19 permite evitar la militarización de lo social. Si el discurso de la militarización es un discurso bélico, el discurso estratégico lo es de protección: no pueden ni deben ser confundidos.

En el siguiente ensayo, Raúl H. Contreras y Guadalupe Valencia reconocen que los tiempos del covid-19 están signados principalmente por la duda, la incertidumbre y la desestabilización de las series temporales que se venían desplegando, y que dotaban al presente de un eje estabilizador entre el pasado cercano y las imágenes relativamente compartidas respecto del futuro próximo. Definir la pandemia del covid-19 como un acontecimiento-mundo puede parecer un pleonasmo, porque toda enfermedad adquiere el denominador de pandemia cuando se hace global. Sin embargo, por primera vez una enfermedad tiene en vilo al planeta todo, haciéndole vivir simultáneamente la condición pandémica. Su carácter excepcional asigna a este tiempo de pandemia un carácter inédito, para cuya comprensión proponen los autores la noción de acontecimiento total global: un acontecimiento-mundo, concepto lleno de interrogantes cuya densidad no acaba de resolverse en las discusiones académicas, considerando la idea “única y singular que marca un antes y un después en el flujo de la historia”. Vale decir, es la ocurrencia en que los elementos de entendimiento consolidados no permiten dar cuenta de lo que acontece, en que la incertidumbre toma partido desestabilizando las certezas, porque los marcos de entendimiento forjados en el pasado, que otorgaban relativa estabilidad al presente y a su continuidad lógica en futuros predecibles, han sido quebrantados. Pero, al mismo tiempo, esta inestabilidad es acompañada de un conjunto de sentidos posibles, confrontados en la representación y en el intento de encausar la novedad. En tal sentido, el acontecimiento es la novedad misma que crea condiciones de posibilidad y con ella demanda anterioridades nuevas y futuros insospechados.

En un sentido de continuidad casual con el anterior artículo, el presentado por Luis H. Patiño busca aportar a una estrategia de planeación con participación ciudadana a la presente pandemia global y los problemas sociales manifestados. Patiño parte de establecer el papel conjunto entre los diversos niveles de gobierno y la sociedad urbana para la prevención, atención, seguimiento y evaluación de la pandemia del covid-19 y el conjunto de problemas sociales en la Ciudad de México. Presenta lineamientos conceptuales y metodológicos acerca de como trabajar en un proceso de planeación amplio y participativo de manera segura en una pandemia, y algunos principios rectores para organizarse de manera horizontal, descentralizada y no jerárquica, mediante la constitución de redes de acción colectiva (rac) que produzcan un entorno urbano saludable como una estrategia de acción cívica encaminada a mejorar las condiciones de vida de las familias urbanas. Para concretar el proyecto de una Ciudad Participativa Social y Saludable, que enfrente al covid-19, será preciso innovar en las instancias y procesos participativos, ante la evidencia de que las autoridades por sí solas no pueden dar respuestas adecuadas a la pandemia, ni mucho menos los mecanismos del mercado. Para ello, se requiere de instrumentos innovadores que impulsen el desarrollo de capacidades relativas al diálogo, la deliberación, la propuesta, la toma de decisiones y la evaluación en materia de políticas públicas y basar estas capacidades en una legitimidad más amplia para mejorar las condiciones de vida de los capitalinos.

Con una visión distitnta a lo urbano, Samuel Villela reflexiona sobre los efectos del covid-19 entre los pueblos originarios de México, al reconocer que la afectación asume el carácter de sindemia, en tanto conjuga co-morbimortalidades con condiciones de marginalidad y desigualdad ya arraigadas de tiempo atrás. Esta situación los coloca con mayor vulnerabilidad a partir de esas carencias, en sus condiciones de vida y sanitarias, por lo que pueblos y comunidades indígenas acuden a los recursos materiales, organizativos y espirituales que les proporciona la comunalidad. Sustentándose ésta en un vínculo ancestral con la tierra. Enfrentar a la sindemia ha requerido de medidas organizativas provenientes de sus sistemas normativos, así como de su religiosidad, rituales, remedios tradicionales y creencias.

Ante la imposibilidad de volver a las aulas universitarias por la emergencia sanitaria del covid-19, el artículo del Zaira Yael Delgado, Gabriela María Luisa Riquelme y Germán Alejandro Miranda analiza el modelo de Stephen Toulmin y su aplicación en foros virtuales, el cual provee herramientas de tipo cognitivo que propician la identificación de elementos que centran su atención en el trabajo argumentativo. Se trata de una propuesta epistemológica que permite enseñar a los estudiantes cómo se construyen los argumentos y cómo a partir de plantear cuestionamientos se promueve el trabajo cognitivo y colaborativo que les permite buscar evidencias y sustentos necesarios para defender sus ideas, o en su caso, modificar sus propios argumentos, pero de manera fundamentada. Se propone una estrategia didáctica constructivista, de utilidad docente para promover el proceso argumentativo entre universitarios, el cual involucra desafíos en el diseño de programas y secuencias instruccionales. El estudio revisa diversos documentos científicos extraídos de la Web of Science, y en su análisis interpretativo utiliza las categorías: argumentación en línea, el modelo de Toulmin y foros virtuales. Sus hallazgos muestran que esta estrategia posibilita la identificación de estructuras que conforman argumentos y contribuye a elevar el proceso cognitivo de los estudiantes.

La siguiente colaboración, de la autoría de Eduardo Ramírez y Karla Galán, da un giro temático al estudiar el empleo informal en el actual contexto de covid-19, y su propósito consiste en identificar diferentes opciones que deberían de realizarse en la política pública de México, con la intención de dar paso hacia la formalización de la economía, tomando en consideración la literatura al respecto y algunas experiencias latinoamericanas consideradas como exitosas. Para ello se realiza una revisión bibliográfica sobre el tema, al mismo tiempo que se analizan los marcos jurídicos de algunos países de América Latina con respecto a las condiciones del empleo formal e informal, y de sus medidas adoptadas para contrarrestar la informalidad. Posteriormente se analiza el caso de México, con la intención de valorar sus acciones y proponer medidas que puedan contribuir a una dirección correcta para reducir su mercado informal.

El artículo de Melissa García-Meraz es un estudio de caso sobre el tema del rumor e identidad social en las redes sociales Twitter y Facebook durante el confinamiento por covid-19 en México. Al tener como objetivo el dar a conocer las palabras más utilizadas en las narrativas de los usuarios de estas redes, encuentra que la página oficial de Facebook de la Secretaría de Salud contiene varios masajes de creencias de conspiración y mensajes acusatorios sobre la inexistencia de la pandemia. En tanto para el caso de los tweets y retweets sobre el tema, se muestran diferencias notables entre las personas que apoyan la información oficial y su detractores. Los resultados de este estudio son discutidos con base en las teorías de la identidad social y la ejecución de conductas de solidaridad como acción colectiva. ¿Implica esto que las redes sociales deben ser silenciadas?, se pregunta la autora, y responde que en definitiva no, pues las redes sociales nos brindan la posibilidad de expresarnos, compartir información y conocer las diversas opiniones de otros individuos y ciudadanos, cuestión fundamental para que la sociedad se mantenga informada. Sin embargo, se debe comprender que el hecho de compartir las ideas y opiniones de un grupo, sea éste social, político o religioso, nos sitúa en un contexto particular, y habrá otros grupos y personas que piensen de manera distinta a la nuestra, generando identidades diversas, todas ellas valiosas. De igual manera, tan importante es la autorregulación de las redes sociales, que la mayoría de ellas solicitan a sus usuarios ajustarse a no emitir mensajes de discriminación, odio y todas aquellas palabras que puedan ser un insulto hacia otros individuos. Se debe privilegiar la crítica informada, la difusión de información verídica y evitar por todos los medios la infodemia, el pánico, el odio y la discriminación. De hecho, las reglas de uso relacionadas a la internet implican una serie de seguimientos que pueden hacer más clara y sana la convivencia.

La sección Diversa abre con el artículo de Ramón Kuri, que pretende comprender el alcance del distanciamiento social que subyace en la palabra “confinamiento”. Reconoce que la pandemia que enfrentamos no llega sola, pues le acompaña una calamidad humana que pretende fundar nuevas estructuras sociales y políticas basadas en el “distanciamiento social”, racionalizado bajo la premisa del supuesto “sentido de la vida”, fincado en el uso de las nuevas tecnologías de comunicacion a distancia. Pone en duda que la sola comunicación a través de las redes sociales, sin el contacto humano, como parte sustancial de la revolución cibernética y digital, pueda contribuir a la felicidad social.

La colaboración de Ismael Mejía Hernández es un estudio de caso sobre las características de transmisión del coronavirus en el municipio marginal de Ecatepec de Morelos, Estado de México. El trabajo tiene dos objetivos principales: 1) identificar las condiciones sociodemográficas y urbanas que presenta la región denominada como periferia norte-nororiente (que comprende las alcaldías de Iztapalapa y Gustavo A. Madero, y los municipios mexiquenses Ecatepec de Morelos y Nezahualcóyotl) y, 2) presentar de forma particular las condiciones de Ecatepec de Morelos, que lo han convertido en el municipio con mayor número de contagios y muertes por covid-19 en el Estado de México, así como las principales acciones del gobierno municipal al respecto. El autor define el sitio como escenario ideal para el crecimiento acelerado de la pandemia, dada su marginación social, pobreza económica, densidad demográfica, hacinamiento, carencia de servicios públicos e insuficiencia de infraestructura y equipamiento urbano que ahí prevalecen desde hace varias décadas. Estas condiciones en que se encuentra el municipio han potencializado los efectos de la pandemia, colocándolo de manera sistemática y permanente entre los primeros lugares a nivel nacional, por el número de muertes y de contagios por efecto de la enfermedad viral.

Cierra la sección Diversa el ensayo-testimonio de Manuel Gándara, quien reflexiona sobre las vicisitudes surgidas durante los trabajos de exploración arqueológica de 1972, encabezados por Roberto García Moll y María Elena Salas, en una excavación de Cholula, Puebla, especialmente notable por haber sido encontrados más de quinientos entierros. Una primera conjetura hizo pensar que dichos restos correspondían a la matanza de Cholula del 18 de octubre de 1519, pero por evidencias posteriormente encontradas se logró una explicación más plausible, al reconocer que los numerosos entierros eran resultado de una mortal pandemia de viruela que tuvo lugar entre 1545 y 1548.

La sección Antropocdotario hace honor a su nombre, al integrarse esta vez de tres testimonios muy interesantes de reconocidos profesores-investigadores, que dan cuenta del impacto personal que ha tenido en sus vidas el coronavirus. Se trata de ensayos que pueden ser definidos como verdaderos ejercicios de autoetnografía, en tanto se presentan como acercamientos muy ligados a la investigción y la escritura en los que se decriben y analizan situaciones personales que permitén un mejor entendimiento de la experiencia cultural.1 La colaboración inicial es de Xabier Lizarraga Cruchaga, quien desde la perspectiva de la antropología del comportamiento y de su atractiva narrativa nos ofrece una reflexión muy particular sobre la pandemina y el confinamiento, de la que destacamos:

Cuando era 1 el muerto y no más de 9 los contagios, ni quien quisiera poner atención a las noticias: se pensaba que eran pocos, eran números raquíticos y tal vez se los llevarían los vientos del olvido... Pero llegaron las cifras y comenzaron los gritos, los miedos, las teorías de lo que existe o no, y si existe, alguien debe tener la culpa. No un virus, que es algo pequeño, muy pequeño, más pequeño que diminuto y más diminuto que microscópico...; pero resulta que los números y las cifras son mentirosas: un virus siempre es ‘muchos virus’... Nadie declaró esta III guerra mundial, se declaró sola, y las cifras nos caen como bombas de tiempo, y aunque no lo digamos en voz alta, tememos nos estallen a nosotros o en casa de quienes queremos, porque somos los blancos que prefieren esos otros que tampoco se atreven a salir a la calle. Todos contamos con todos para no dejar de contarnos, pero si se trata de que crezcan las cifras del horror, que sea a costa de ese que está allá... Sí, en esto estamos todos juntos, pero guardando una distancia más que prudente, porque, aunque las cifras mientan —y sabemos que lo hacen porque cada quien las usa como más le conviene o como menos le duelen—, queremos evitar ser un número más a la derecha del anónimo y escurridizo “paciente 0”.

El segundo testimonio es de la autoría de Ricardo Melgar Bao, quien lamentablemente no pudo sobrevir al contagio de covid-19 , y nos dejó este importante testimonio sobre su condición de víctima mientras se mantuvo con vida. Destacamos entre sus palabras:

La principal certeza es que me he reinventado con la pandemia. Soy de este mundo que no deseo naturalizar. Soy hechura de sus transfiguradas relaciones en tiempos de la pandemia. Soy uno y muchos. Soy más humano, reflexivo, solidario sentidor, contradictorio, amoroso y muy vulnerable. Fabulo que me he vuelto “bueno” pero muchas voces me dicen: “no tanto, no exageres, no te disfraces, no te maquilles”... La principal certeza que poseo es que vivo la “edad del desprendimiento”, esa misma que un colega mayor que ya partió me dijo que me alcanzaría. Anotaré una segunda certeza: el entusiasmo y la lucha siguen presentes gracias a nuestro tejido relacional. El filósofo de Tréveris, alguna vez escribió que todo ser humano es hechura de sus relaciones sociales y sin proponérselo, nos brindó un acertado prisma al saber antropológico y, por tanto, a la auto etnografía. Eso caracteriza mi escritura y mi trayectoria de vida.

En el tercer testimonio, Luis H. Patiño Camacho relata las vivencias personales en su calidad de una víctima más del extendido virus, entre las que destacamos un fragmento:

Con la voz quiero contar una historia solitaria, no sólo como una tragedia, también como una celebración a la vida. La pandemia del covid-19 es una tierra incógnita aún por descubrir. A partir del contagio por sars-cov-2 sentí una angustia paralizante. Mi deseo era hablar con alguien, a la vez no hablar con nadie en esta ciudad. La entrada al hospital fue llegar a un espacio donde reina la soledad, en donde si no estás consciente estás en riesgo de olvidar tu vida. En el aislamiento al despertar buscaba una mano familiar, preguntaba ¿dónde está?, ¿qué está haciendo? No hay almohadas con su olor. Al despertar el ruido era el del oxígeno que golpea las fosas nasales; minutos después los pasos de las enfermeras que afanosamente preparaban todo para un nuevo día de batalla... “Don Luis, cómo amaneció, le voy hacer unos análisis”. Y entonces me doy cuenta que sigo con vida: no tengo ganas de morir. Miro por la ventana al cielo y es como una ráfaga instantánea de amor y no me puedo morir, no quiero separarme de la familia. No lloré porque se me olvidó llorar en ese momento… Los que hasta hora hemos sobrevivido al covid-19 hemos estado en un lugar donde nadie más ha estado, hemos visto y oído lo que nadie ha visto y escuchado: dolor, esfuerzo, soledad, carencias y reclamos. He estado aislado y callado durante cuatro meses, hasta hoy decido contar mi versión de la pandemia. ¿Para qué? Estar solo me asusta y tengo miedo y temor”.

La sección Antropología de la Imagen la integran dos colaboraciones que dan cuenta manifiesta de la visualidad de la pandemia, captada desde dos diferentes enfoques, que no obstante resultan complementarios y muy reveladores de la realidad que vivimos. La primera de ellas la componen la carpeta fotográfica de Alina López-Cámara Glantz y el texto de José Luis Fajardo Escoffié, quien define el peculiar álbum de Alina como un diario visual que se proyecta como una autoetnografía performativa, en tanto la fotografía es ejercida a manera de espejo, donde el diálogo y la representación es con su cuerpo, con una fuerte carga de subjetividad creativa, no ajena a la realidad social y pandémica, en sus aspectos más cercanos a una individualidad intimista. En este ejercicio se ponen en juego también el talento y los más refinados recursos técnicos que dotan de una expresiva estética a cada una de las imágenes reunidas. En cierto sentido, alude Fajardo Escoffié, el autorretrato durante la pandemia llega a convertirse en fotografía documental, dada su condición de constituir la representación de un momento específico de la historia.

La segunda colaboración de esta sección corresponde a una selección fotográfica del concurso: Escenarios: la vida durante del coronavirus, organizado por el Centro inah Morelos. El texto que presenta las imágenes es de Tania Alejandra Ramírez Rocha y Erick Alvarado Tenorio, quienes al apelar a “un acercamiento socio-antropológico, es decir qué y cómo mira la gente”, reconocen que aunque el certamen reunió las categorías profesional y de aficionados, su selección y análisis lo centran en esta segunda categoría, por considerarla de mayor relevancia, dada la finalidad de la convocatoria de pretender “captar las narrativas visuales que expresaran los sentires y reflexiones de la gente ante los múltiples impactos de la pandemia”, lo cual permite “mejor comprender cómo se construye a nivel social —en tanto lenguaje de reflexión y procesamiento emocional— un fenómeno global vinculado al proceso de salud-enfermedad”.

El número de la revista cierra con la reseña presentada por Adriana Guzmán sobre la edición reciente del libro: La expedición al Nayarit de Konrad Theodor Preuss (Edición crítica de Margarita Valdovinos), sobre el que destaca la relevancia de los aportes de este presonaje precursor de los estudios etnográficos sobre el Gran Nayar, durante el periodo de 1905-1907, y que se mantiene como referente indispensable para los estudios sociales y etnográficos sobre la región.

Concluimos esta presentación editorial con la espectativa de que este número pueda resultar de interés para todos nuestros lectores, con la idea también de que contribuya a un mayor conocimiento y al debate actual entre aquellos investigadores dedicados al estudio de la pandemia y de sus repersuciones en la salud pública, que también lo es social, económica y cultural.

Benigno Casas

Editor

1 Véase Ellis, C., Adams, T. y Bochner, A. (2010). “Autoethnography: an overview”. Forum: Qualitative Sozialforschung / Forum: Qualitative Social Research, vol. 12, núm. 1, recuperado de: <http://www.qualitativeresearch.net/index.php/fqs/article/view/1589/3095>. Retomado de Autoetnografía. Una metodología cualitativa, Silvia M. Bénard Calva (selecc. de textos y trad.), México, Universidad Autónoma de Aguascalientes / El Colegio de San Luis, 2019, p. 18.