Dossier

  

Presentación

 

El presente Dossier está dedicado a la Antropología del Presente. Éste es un término que evoca a otros con los cuales está asociado: antropología de lo próximo, antropología de lo contemporáneo, antropología de nosotros, antropología post-exótica o antropología de lo cercano.

Decir antropología del presente es remitirse a los acelerados cambios a escala planetaria de los que somos testigos, resultado de varios fenómenos indiscutibles. Por un lado, la difusión y multiplicación de las nuevas tecnologías mediáticas, llamadas también post-masivas por su carácter personal, horizontal, multidireccional e interactivo (computadoras y teléfonos móviles). Las innumerables opciones y usos que posibilitan las redes sociales, correo y chateo electrónico, consumo de música, prensa, cine, radio y televisión en línea, cámara fotográfica y de video, acceso a información de todo tipo, libros y enciclopedias, compras en línea, videojuegos, mapas y geolocalización, por dar sólo algunos ejemplos, están trastocando profundamente la vida cotidiana, las formas de la subjetividad, el mundo de la política y las dinámicas culturales de todas las sociedades. Asistimos a una creciente interconexión mediática del planeta que acarrea su estrechamiento y unificación real, así como la interacción entre todas las culturas y grupos humanos, pero también entre los miembros de cada sociedad.

En este sentido hablamos de contemporaneidad para referirnos a una temporalidad que impacta por igual a todos los grupos humanos, que conviven en un mismo tiempo compartido y sincrónico. Una antropología de la contemporaneidad es así una antropología que va más allá de la ilusión de alocronía o heterocronía que durante tanto tiempo alimentó el imaginario antropológico, justificando la idea de una diferencia irreductible o de una jerarquía entre las culturas. Es también una antropología que se asume como post-exótica, pues reconoce que las culturas han perdido su alteridad, su distancia, su aura o su extrañeza en el tiempo y en el espacio. Una antropología para la que el estudio de los otros es también el estudio de nosotros en el marco de un mismo espacio-tiempo mundial, dado que el horizonte de la globalización, la mediatización y la yuxtaposición entre los unos y los otros es un mismo contexto para todos, más allá de las añejas dicotomías entre centro y periferia, cercano y distante, urbano y rural, tradicional y moderno, indígena y no-indígena, simple y complejo, oral y escrito o acción ritual y acción racional.

El turismo es otro fenómeno global que favorece la interconexión planetaria a otro nivel, diluyendo las fronteras entre culturas y alentando los encuentros entre turistas y anfitriones o extranjeros y locales, en todos los contextos imaginables. La multiplicación de las rutas y vías de comunicación, la accesibilidad a los medios de transporte aéreos o terrestres, las facilidades para desplazarse libremente por extensas regiones del planeta y visitar cualquier lugar, no sólo alientan la experiencia turística. Las ofertas, los destinos y los mercados turísticos se han diversificado, dando pie a determinados tipos de turismo (de masas o a la carta) y de turistas muy variados, y a experiencias viajeras en las que el encuentro cultural es el resultado de estrategias mercadotécnicas prefabricadas. La folclorización, la hibridación, la destrucción, la mercantilización o la invención de tradiciones, rituales y toda clase de bienes culturales, son fenómenos asociados con el turismo y la turistificación del planeta, cada vez más significativos, que no pueden ser desatendidos por la mirada antropológica, obligada a pensar el presente cultural en toda su radicalidad y con todos sus excesos; excesos que Marc Augé ha propuesto designar con el concepto de sobremodernidad.

Las migraciones y las muy diversas modalidades de la movilidad humana que hoy en día existen están asociadas a esta proliferación de los medios de transporte y de los medios de comunicación, y han dado origen a la multiplicación de nuevos fenómenos, como el de las culturas viajeras, culturas desterritorializadas y translocalizadas que circulan en todas direcciones a través de sus agentes y portadores, por las más diversas razones (económicas, religiosas, artísticas o políticas). Culturas que se recrean y se reinventan en interacción con otras y que circulan en imágenes fotográficas o de video. Culturas locales que se difunden a través del ciberespacio y se relocalizan y se arraigan en otras latitudes, como la cultura popular asiática en Occidente, o migraciones por estilo de vida que conducen a muchas personas a buscar en otra cultura un modo de vida alternativo, alejado de su sociedad de origen.

En este proceso constatamos la emergencia de un horizonte nuevo, el de la hiperculturalidad, que como afirma Byung-Chul Han, se distingue de la interculturalidad y la multiculturalidad. Si estas últimas aún son deudoras de una idea de la cultura como totalidad delimitada y dotada de fronteras, si lo que enfatizan son la lógica del reconocimiento, la tolerancia, la integración y el diálogo entre grupos culturales diferentes, la hiperculturalidad va más allá de cualquier frontera, es una identidad rizomática en forma de red, hipertextual e hiperindividual, que abre a innumerables ventanas y a la yuxtaposición y el consumo desespacializado de todas las formas culturales.

El concepto de cultura, en este sentido, resulta insuficiente para pensar las nuevas realidades globales que confrontan a los antropólogos. George Marcus ha propuesto sustituir la noción de cultura por la de lo cultural, que más que como una totalidad debe ser pensada como una dimensión o arista específica de los fenómenos humanos. Augé, por su parte, ha desarrollado la noción de mundos contemporáneos en sustitución del término de cultura, para referirse a modos de vida diversos, pero abiertos, imbricados y yuxtapuestos en varios planos (mediáticos, sociales, individuales), atravesados por la dialéctica entre lo local y lo global, los lugares y los no-lugares, lo masivo y la soledad, el consumo y la exclusión.

En este Dossier se ilustran algunas de estas dimensiones de la antropología del presente a través de trabajos de exploración etnográfica que deben mucho a las ideas aquí esbozadas. En el primero de ellos, Jesús Ogarrio nos describe la forma en la que las nuevas tecnologías de la comunicación son utilizadas por los jóvenes comcaac para recrear y difundir sus tradiciones culturales (pinturas faciales, vestimenta, artesanía, rituales), sus demandas políticas y la defensa de su territorio. A través de géneros musicales como el rock metal, el Hip Hop o la balada pop, los jóvenes recuperan cantos rituales de tradición oral que revitalizan y actualizan, difundiéndolos por el ciberespacio y en escenarios locales y translocales que propician la emergencia de una hiper-territorialidad on line y off line.

Saraí Piña, por su parte, analiza la imbricación del mundo del turismo y los turistas con el mundo del chamanismo tradicional y neo-tradicional en la Sierra Mazateca. El turismo chamánico asociado con el consumo de hongos psicoactivos ha dado pie al surgimiento de un mercado de prácticas seudo-rituales para satisfacer la demanda de viajeros venidos de todas partes. Ello ha convertido al pueblo de Huautla de Jiménez en un santuario de peregrinación para new agers, neo-hippies y psiconautas de todo tipo, menos interesados en la cosmología y la terapéutica autóctona que en la experiencia sensorial, individual y descontextualizada.

En la tercera contribución a este Dossier, Gustavo Sánchez nos ofrece una etnografía del mundo de los migrantes por estilo de vida que habitan en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Una ciudad a la que arriban personas provenientes tanto de México como de países extranjeros, atraídos por la búsqueda de un modo de vida alternativo asociado con el mundo indígena y a diversas expresiones culturales: artísticas, políticas, espirituales o ecológicas.

Por su parte, Itzel Martínez Arellano nos propone en su trabajo una aproximación al mundo de los indigentes urbanos que viven en las calles de la Ciudad de México. La trashumancia urbana nos lleva a reflexionar sobre la condición, la identidad y las estrategias de quienes circulan y habitan en la vía pública, personas en su mayoría adultas que se apropian y resignifican a su manera los espacios urbanos, y que tejen acuerdos y modos de convivencia tanto con los transeúntes como con las instituciones que los asisten.

Barut Cruz Cortés, aborda desde las entrañas de sus interlocutores, el fenómeno de la discapacidad y el mundo de los discapacitados motrices. A través del testimonio de sujetos con discapacidad, se reflexiona sobre su situación familiar, social, sexual o laboral, y sobre la percepción que tienen de su propia identidad (pues al contrario de lo que muchos piensan, no todos los discapacitados se consideran como tales), en contraste con el etiquetado que reciben de los otros por la vía del estigma y el estereotipo.

En el sexto artículo, Karina Juárez nos introduce en el mundo de los fans de la cultura popular asiática, específicamente la japonesa, conocidos como Otakus. Alentada por el gobierno nipón, pero sobre todo gracias a la difusión a través de Internet y las redes sociales, el mundo de la cultura Otaku ha arraigado entre los jóvenes mexicanos que se identifican con el orientalismo propio del anime, el manga, el cosplay, la música, las series televisivas, la comida y el conjunto de las expresiones del ethos japonés. Su impacto es revelador de las demandas de conversión y apropiación de identidades culturales consideradas alternativas en el contexto de la globalización.

Dinorah Contreras abre el camino para ofrecer un testimonio del mundo de la comunidad coreana en nuestro país, a través de la etnografía de una Iglesia cristiana de origen coreano asentada en la Ciudad de México. Ejemplo destacado de cultura viajera, se describen la organización, la interacción y las manifestaciones interculturales que se dan entre los integrantes de dicha Iglesia, conformada por coreanos, no coreanos y coreanos no coreanos (es decir, coreanos nacidos o venidos de Corea, mexicanos y coreanos nacidos en México).

El último artículo de este Dossier, escrito por Francisco de la Peña, es una incursión etnográfica en el mundo de la política y el quehacer de los representantes políticos del Congreso de la Ciudad de México. Describe el aparente contraste que se da entre las sesiones ordinarias, orientadas a la actividad técnica y racional para elaborar y negociar iniciativas y reformas legales y políticas, y las sesiones solemnes, donde la ceremonia, la conmemoración y la ritualidad son preponderantes. Se busca demostrar que más que contraponerse, tanto las sesiones ordinarias como las solemnes demuestran la importancia que la puesta en escena, la teatralización y la mediatización tienen en la esfera de la política y en el quehacer de los actores políticos, dentro y fuera del recinto parlamentario.

La antropología del presente lo es de los mundos contemporáneos, pero también de los mundos emergentes, que nacen por doquier, y los trabajos aquí reunidos aspiran a ilustrar los muchos terrenos a explorar por quienes nos dedicamos al estudio de los grupos, comunidades y colectividades humanas. Ellos son el producto de un esfuerzo colectivo que desde hace muchos años venimos alentando en la enah, con el fin de promover la investigación y abrir la discusión y la reflexión sobre la antropología por venir.

 

 

 

 


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