Presentación

Sección: Dossier
Sobre los autores:
  • José Joel Lara González
  • y
  • Anabella Barragán Solís

¿Cuál es el nexo de las personas con el mundo, aquello con lo que se identifican y con lo que se distinguen, qué las hace estar y ser, existir para el exterior y qué posibilita su continuidad temporal? El cuerpo. Con el cuerpo se participa del mundo, se funde y se confunde en él. A través del cuerpo se encarna la existencia, somos seres corporales que mantenemos interacciones con las personas y las cosas gracias a la experiencia del cuerpo en el mundo. No es en la profundidad íntima del pensamiento donde se existe, sino en la corporalidad donde se encarna, se hace visible y perceptible a sí y a los demás.

En este sentido, el cuerpo es el entorno de relaciones con el mundo, la potencia que hace actuar sobre el mundo y sobre el mismo cuerpo. El cuerpo, así, es el lugar de la determinación política e histórica, pero también estética y ontológica, un portador que signa una posición dentro de determinada organización social móvil y actualizable, que refleja la plasticidad de las personas y conforma la alteridad. Pero no sólo la alteridad radical con aquel que no soy, ni la alteridad del semejante, sino la alteridad que se expresa en la cualidad de ser otro mediante múltiples posibilidades que tienen los cuerpos de expresar realidades y en las tantas maneras de adjudicar atributos en la incorporación y extensión de las cosas. Pensar en la noción de alteridad remite a comprender los procesos ontológicos en los que la vida humana está más allá de sus propios límites, en los que el cuerpo vehicula la capacidad de explorar la alteridad.

Encarnar la alteridad no se limita a predisposiciones específicas corporales, sino a plantear cómo éstas se relacionan entre sí para vivenciar la esencia del espíritu. Comprender la encarnación de la alteridad implica colapsar las dualidades entre cuerpo y espíritu sin primacía de uno sobre otro, por esto el cuerpo se coloca como modelo y eje rector de estudio; un cuerpo que es

experiencia, expresión y comprensión, tríada que da movimiento al tejido del mundo humano.

La experiencia humana del cuerpo se funda en los encuentros y desencuentros, en la capacidad de ser afectado, en la posibilidad de sentir afectos, es decir, el cuerpo del devenir. Por ello, es un cuerpo más allá de los órganos y más allá de la conciencia: cuerpo liminal, cuerpo vacío que intima con el alma. Si bien es cierto que “nadie ha determinado hasta aquí lo que puede el cuerpo esto es, la experiencia no ha enseñado a nadie […] lo que el cuerpo, por las solas leyes de la Naturaleza en cuanto se la considera sólo como corpórea, puede obrar, y lo que no puede, sin ser determinado por el alma” [Spinoza 1958: 106]. Los trabajos aquí reunidos privilegian la experiencia humana fundada en el cuerpo como una fuerza, como una potencia pulsional para la existencia.

Uno de los objetivos principales de reunir trabajos que conjuguen etnografía con aparatos críticos definidos, es problematizar con una descripción detallada el fenómeno corporal para analizarlo e interpretarlo bajo la premisa de hacer sentir al lector las posiciones de labilidad en la que los cuerpos, desde diferentes situaciones, ponen a la persona al límite de su existencia, unas veces encontrando sentido, otras vaciándolas hasta desear, quizás, la muerte. La propuesta es mostrar la corporalidad desde la encarnación y la experiencia de diversos sujetos y grupos sociales pertenecientes a distintos contextos culturales, para estimular a la reflexión de un campo cada vez más fértil para la incursión antropológica, con el fin de explicar y comprender la diversidad humana.

Con ese sentido se reunieron cinco trabajos que giran en torno a la corporeidad entendida como cuerpo experiencial significado, y que se exploraron en diversos contextos etnográficos, conformando dos conjuntos temáticos, el primero enfocado a las experiencias de procesos de salud-enfermedad-atención y el segundo en contextos rituales del mundo indígena en México.

El primer artículo es un aporte de David Le Breton titulado “Liminalidad y dolor crónico” que ofrece una disertación sobre el dolor crónico y el estado liminal de los sujetos que lo padecen. Este trabajo es la puerta de entrada a la segunda participación con la que se conforma el primer bloque del dossier. Con el tema del dolor, Le Breton demuestra que el tránsito por la incertidumbre experiencial conduce a las personas que padecen dolor crónico a rebasar las fronteras del cuerpo orgánico para convertirse en un hecho social. El sufrimiento de quien padece dolor crónico resuena fuertemente en la red de relaciones sociales del sujeto afectado, que está suspendido en una espera sin destino; inmerso en una posición liminal, que lo sitúa “ni aquí ni en otra parte” marcado por la otredad, sin referencias que le permitan reconocer una identidad. El dolor fuerza a una vida limitada que va a mantener a la persona

en un estado de indeterminación o liminalidad diferencial, por estar fuera de contacto con el medio debido a su estado mental o por la edad.

Le Breton subraya la importancia de las redes de apoyo o ayuda mutua, donde se reúnen hombres y mujeres que comparten las mismas preguntas, las mismas preocupaciones que los llevan a construir flujos de comunicación entre pares: comparten secretos, consejos y socializan experiencias traumáticas para aliviar la carga del sufrimiento y restaurarse en una comunidad de destino; dejar de ser seres liminales para conformar grupos solidarios que coadyuvan para superar la incomprensión y la hostilidad de los válidos.

El segundo trabajo da continuidad al anterior y abunda en la temática del padecer: “Experiencia liminal en el dolor crónico” de Anabella Barragán Solís. En éste se describe y analiza, bajo las premisas teóricas y metodológicas de la antropología médica y el drama social turneriano, la experiencia y la trayectoria de atención de padecer dolor crónico diagnosticado como neuralgia trigeminal. Se recupera la experiencia de un sujeto de estudio a través de la narrativa de la trayectoria del padecer, con lo que se logra dar cuenta de la complejidad de la experiencia de la corporeidad en situaciones liminales. La investigación enfoca su atención no sólo al devenir del padecer, sino también al proceso de enseñanza-aprendizaje de la algología, especialidad biomédica para la atención del dolor, así como al desarrollo de la interacción social del sujeto enfermo y sus curadores, a partir de lo cual se demuestra que la experiencia se constituye en un eje de memoria que guía el sentido y la acción social en el proceso dramático de enfermar y padecer.

En el segundo bloque, se presentan tres artículos que abordan en profundidad aspectos de la ritualidad en grupos étnicos; el primero de José Joel Lara González, titulado “Santa kiaui pilsintsi. La lluvia de maíz y la descorporización entre nahuas de la Huasteca”, detalla el saber corpo-oral que sucede durante algunas ofrendas al maíz conocidas como elotlamaniliztli o sintlitlamaniliztli y que requiere de especialistas rituales que con y por su cuerpo hacen caer granos de maíz en un momento extático y liminal de tales celebraciones. Explica cómo los especialistas rituales se desprenden de su corporalidad para dar carnalidad al espíritu del maíz, Chikomexochitl. Para que ello ocurra, el cuerpo del curandero, vacío y frágil de sí mismo, se descorporiza de la realidad para encarnar con la santa kiaui pilsintsi o santa lluvia de maíz, a Dios mismo y, así, estar y tener el cuerpo de Dios.

Enseguida se presenta el texto: “Reciprocidades corporales: prestar el cuerpo a los muertos en una comunidad nahua de la Huasteca hidalguense”, de Mary Andrea Martínez Molina, en el que se describe y analiza la celebración del Milca Ilhuitl o fiesta dedicada a los muertos, donde los danzantes cuahuehues prestan su cuerpo a los muertos para que estos puedan corporizar su exis-

tencia. La acción de ofrendar, tlamanalli, se problematiza desde las categorías antropológicas de reciprocidad y experiencia, lo cual exige que los vivos den corporalidad a los muertos para que puedan participar del mundo, ya que de no cumplir este mandato de manera adecuada, la vida humana y su cuerpo corre el riesgo de no ser devuelta y ser transferida al mundo y morada de los muertos.

El trabajo que cierra el conjunto de propuestas es de Jorgelina Reinoso Niche, “El Costumbre en el cuerpo del bädi. Las energías anímicas del especialista ritual otomí en Pantepec, Puebla” cuyo objetivo es dar cuenta de cómo el cuerpo, jäi, está conformado por varias fuerzas vitales que se van transformando en el devenir de la existencia: nzahki, fuerza que acompaña a la persona desde su nacimiento hasta la muerte, mbui, corazón y xamu, la energía sexual; energías anímicas que le permiten a los seres ser personas, ser gente, ser cuerpo, ser jäi. A partir del análisis de estas categorías nativas, en el texto se explica de forma pormenorizada cómo el gran conocedor y manipulador de estas fuerzas es el especialista ritual llamado bädi, quien posee un nzahki fuerte, distinto al del resto de los humanos, lo que le permite conectar al mundo del hombre con el de los dioses y entablar un diálogo en beneficio de la comunidad y resolver problemas de la sociedad otomí, el bädi es capaz de controlar la exteriorización del segundo corazón y hacer posible el trance durante el cual la Santa Rosa u otra Antigua pueden tomar su cuerpo y hablar a través de él.

Los cinco trabajos coinciden en el cuerpo como eje de las reflexiones, asimismo ejemplifican las posibilidades y derroteros de las potencias que lo conforman y posibilitan diversas formas de estar en el mundo, así la liminalidad se conformó como un pretexto teórico, a través del cual se abrió una ventana que permite asomarnos no sólo a las diversas formas de vivir el cuerpo, sino a sus posibilidades de trascender las fronteras orgánicas e individuales en situaciones límite que implican dolor y sufrimiento extremo o inmersiones en la ritualidad que provocan estados de despersonalización e incluso de arrobamiento, y que exhiben una realidad paralela incorporada.

Invitamos a los lectores a descubrir estas potencias de lo corporal y a encontrar un motivo de reflexión y un aliciente para desarrollar otras inquietudes de exploración y análisis.

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Referencias

Spinoza, Baruch 1958 Ética demostrada según el orden geométrico. Fondo de Cultura Económica. México.

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