- 1 Universidad Autónoma de la Ciudad de México. México. fernando.ciaramitaro@uacm.edu.mx, ivonneparedes1@hotmail.com
Iván Gomezcésar Hernández y Cuauhtémoc Ochoa Tinoco (coords.). Cuautepec: actores sociales, cultura y territorio. Universidad Autónoma de la Ciudad de México. México. 2019.
Una investigación bien realizada tiene resultados egregios, es el caso del volumen Cuautepec: actores sociales, cultura y territorio, coordinado por dos académicos de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), Iván Gomezcésar Hernández yCuauhtémoc Ochoa Tinoco, que muestra indagaciones producidas por otros profesores de la misma casa de estudios, en colaboración con alumnos y grupos sociales del barrio Cuautepec, al norte de la ciudad de México.
El libro es un esfuerzo compartido por averiguar la situación actual de los habitantes de Cuautepec y su territorio, dando un salto al pasado para analizar su realidad desde distintas perspectivas y enfoques (sociológicos, antropológicos, culturales, etcétera). La forma de interactuar de los diferentes actores que, en un espacio geográfico y sociopolítico, fusionan el pasado con el presente de una comunidad que era un pueblo originario y que, en la segunda mitad del siglo XX, se modificó por la llegada y la sucesiva permanencia de inmigrantes provenientes de algunos estados de la República mexicana, quienes aportaron tradiciones y costumbres propias, enriqueciendo las autóctonas. Hoy en día Cuautepec es un conjunto heterogéneo de personas que convive día a día y que no comparte la misma identidad; sus habitantes se ven inmersos en distintos grupos sociales, étnicos, culturales y hasta políticos, con diferentes objetivos que llegan, en algunas ocasiones, a situaciones de conflicto.
Después de una breve presentación y una introducción, el libro se reparte en tres ejes de indagación: el primero estudia el territorio; el segundo identifica los actores que viven el territorio; el tercero analiza las dinámicas sociales y culturales de la región. Pues, así es como se conforma el libro: tres grandes temas y cada uno se divide en capítulos que explican, desde desemejantes puntos de vista, cómo se conforma Cuautepec. El primer tema es Territorio y urbanización de Cuautepec, que cuenta con dos capítulos, el primero titulado “La Sierra de Guadalupe: fuentes documentales, interpretaciones, historias” y el segundo “Del set cinematográfico al caos metropolitano. Apuntes sobre Cuautepec en los albores del siglo XXI”.
La sección mediana del libro, que lleva por título Vida festiva y proyectos culturales en Cuautepec, se divide en tres capítulos: “Fiestas populares y vida cultural en Cuautepec”; “T+C / territorio más creatividad, políticas culturales y autoconstrucciones identitarias en Cuautepec”; “Actores, espacios y dinámica cultural en Cuautepec”.
La tercera y última fracción es Diversidad étnica en Cuautepec: estudios de caso, que está compuesta por dos capítulos: “La Casa de Cultura Vista Hermosa: espacio de diferenciación étnica y cultural en Cuautepec” y “Mundos distantes: diversidad indígena en Cuautepec”.
Al final del volumen hay un apartado de conclusiones generales, algunos anexos de acuerdos, fotografías y una bibliografía general.
Cabe destacar que este trabajo de investigación, en su mayor parte, es una pesquisa de campo. Se recorrió la geografía del área urbana, recabando información testimonial de los habitantes en barrios, colonias y unidades habitacionales de la zona, y es el resultado del seminario “Actores Sociales y Vida Cultural en Cuautepec”, llevado a cabo en 2015 en la UACM.
El primer capítulo, titulado “La Sierra de Guadalupe: fuentes documentales, interpretaciones, historias” [33-95], de Hernán Correa Ortiz, detalla el entorno físico estudiado, que se ubica geográficamente en la sierra mencionada, tomando en consideración su composición histórica y social. El lector aprende acerca de la singularidad de la región montañosa, a través de los estudios geológicos realizados por especialistas; se conoce la ubicación geográfica y, con esta, las características peculiares de sus habitantes que, aun sabiendo que es una zona de posibles riesgos hidrogeológicos, tanto de deslizamientos de tierra como de inundaciones frecuentes, siguen poblando las laderas de los cerros. Correa Ortiz divide la región de Cuautepec en geografía física y humana, por la diversidad de su población, explicando el poblamiento y su importancia, desde el periodo posclásico o chichimeca, que es cuando aparecen las primeras ciudades-Estado, hasta su transición a nuestra contemporaneidad. Nos lleva de la mano en un interesante recorrido y recuerda que la zona estuvo envuelta en conflictos históricos y etnopolíticos entre los tepanecas de Azcapotzalco y los acolhuas de Texcoco, entre los siglos XII y XIV, así como con los señoríos vecinos de Xaltocan, Cuautitlán y Ecatepec. Posteriormente, describe los hallazgos arqueológicos de la zona, los cuales ayudan a determinar las que llama fases y subfases de los asentamientos humanos, siendo resultado de las distintas etapas y momentos de ocupación, que desde sus primeros pobladores se han caracterizado por ser heterogéneos. El autor concluye afirmando que “la zona es apta para realizar trabajos estratigráficos y obras interdisciplinarias que conectan a la arqueología con la etnohistoria” [51].
Asimismo, se presta atención especial al fenómeno de la Virgen de Guadalupe, por la relevancia que tiene entre los lugareños. Se proporciona extensa información sobre la historia socioeconómica y cómo ha cambiado la forma de organización de los habitantes, desde el periodo precolonial hasta el siglo XX; se narran los antecedentes de la conformación de los poblados zonales y el proceso de industrialización, factor de disparidad económica entre la población, y el cambio en el paisaje natural.
En “Del set cinematográfico al caos metropolitano. Apuntes sobre Cuautepec en los albores del siglo XXI” [97-156], Cuauhtémoc Ochoa Tinoco explica aspectos generales del proceso de urbanización en el valle de Cuautepec, en la segunda mitad del siglo XX y los primeros años del XXI, cuestión poco estudiada a pesar de ser una comarca densamente poblada. Nos adentra a un tiempo de transición, un tiempo de cambio en varios aspectos, tanto sociales como geográficos; considera que Cuautepec tiene la belleza de cualquier pueblo mágico del interior del país, con una naturaleza única. Además, estando ubicado tan cerca del centro, sirvió como set para la grabación de varias películas de la época de oro del cine mexicano, protagonizadas por actores de la época que retrataban la vida común de un pueblo, con sus usos peculiares. De igual manera, aclara que al interior de Cuautepec se nota claramente una división geográfica y social de barrios, el Alto y el Bajo, sin saber a ciencia cierta el porqué de la fragmentación social, pero que tiene mucho peso para los habitantes y su sentido de pertenencia, al grado que cada barrio cuenta con una iglesia, un santo patrono y sus fiestas. Los festejos patronales más significativos son el del Cuarto Viernes de Cuaresma, el del Señor de Cuautepec y el de Nuestra Señora del Carmen. Las festividades que se celebran conjuntamente son las del natalicio de Juventino Rosas, las de los días patrios de septiembre y la del día de la Revolución mexicana.
El autor describe la contradicción de Cuautepec: ser un pueblo con todo su encanto y, al mismo tiempo, parte de la metrópoli, con los problemas sociales a los que se enfrentan sus pobladores, como la falta de insumos, la marginación y la desigualdad. Estos factores son hábilmente utilizados por los partidos políticos, que buscan el apoyo de la ciudadanía. Pero, a pesar de todo, sus vecinos originarios continúan la labor de transmitir a los nuevos ciudadanos los usos y costumbres del pasado, dando mucho valor a las organizaciones vecinales.
En “Fiestas populares y vida cultural en Cuautepec” [159-210], Iván Gomezcésar Hernández presenta las celebraciones más significativas de Cuautepec y su importancia como constructoras de identidad e integración social. Revela cómo este abanico heterogéneo de pobladores coincide en las fiestas patronales y participa de varias maneras en ellas. Desde esta perspectiva, el antropólogo analiza la cultura y los rasgos que hacen peculiar a Cuautepec y su territorio, contando con la participación tanto de las familias originarias como de los nuevos vecinos. Además, se mencionan los grupos indígenas más representativos de algunas colonias y sus aportes culturales, así como los disparejos grupos políticos que han interactuado con la población local.
Irma Ávila Pietrasanta se responsabiliza de “T+C / territorio más creatividad, políticas culturales y autoconstrucciones identitarias en Cuautepec” [217-284], en donde reseña la apropiación del territorio por parte de las familias y los avecindados; los espacios públicos, privados, deportivos, educativos y culturales, y la manera de utilizarlos, además de la relación existente con los diversos partidos políticos y organismos gubernamentales. Se da así un valor categórico a los grupos sociales actualmente organizados para fomentar la cultura mediante las artes, la música, la pintura, la literatura y la danza.
El capítulo “Actores, espacios y dinámica cultural en Cuautepec” (pp. 285-318), de Paulina Ibarrarán Hernández, puntualiza que las asociaciones civiles son las que dan vida a la cultura y al arte en Cuautepec, por lo que son los actores cardinales de la comunidad. Se alude a los espacios de promoción cultural a cargo de la alcaldía Gustavo A. Madero, empero se subraya cómo las actividades ofertadas son más recreativas que culturales, mientras que las propuestas que verdaderamente acercan la población a la cultura y las artes son promovidas por las asociaciones civiles o los ciudadanos auto-organizados; esto se traduce, desgraciadamente, en la falta de apoyo económico por parte del gobierno, provocando que no todos continúen su labor, o sea, se comprueba una falta de continuidad en los proyectos culturales. El apoyo que aporta la UACM es muy importante para la difusión cultural en Cuautepec: la impresión de diferentes panfletos y folletos que hablan de la historia del lugar y muestran fotografías, como las actividades que se promueven en el plantel -por ejemplo, exposiciones y ferias de libros- ayudan a acercar a la población a la cultura popular del “barrio”. Finalmente, se describen los nuevos mecanismos de comunicación utilizados para organizar a la población, como las redes sociales “Yo amo Cuautepec” en Facebook, Radio Cuautepec y la página web #Cuautepec TV, herramientas útiles para difundir los actos sociales y noticias al día de lo que ocurre en Cuautepec. La búsqueda de una identidad está relacionada con la lucha social por la mejora de la calidad de vida de sus habitantes.
Olivia Leal Sorcia firma “La Casa de Cultura Vista Hermosa: espacio de diferenciación étnica y cultural en Cuautepec” (pp. 325-362) y menciona la construcción de dicho edificio en las faldas intermedias del cerro del Chiquihuite, realizada por familias de origen nahua, autollamadas chilos, cuya finalidad es ser un espacio público de acceso libre a los habitantes para la difusión cultural multiétnica y la transformación del entorno urbano. Leal Sorcia dice que la llegada de dichos grupos indígenas se acentuó entre 1980 y 1990 y que los comités vecinales comenzaron a organizarse para regularizar sus predios y gestionar el acceso a distintos puestos ocupacionales. Se formalizaron labores de intermediación entre vecinos y funcionarios de gobierno. Pero solo en el año 2007 se logró la autorización para la construcción del inmueble, bajo la vigilancia vecinal, y en 2008 se terminó finalmente la obra. Este acotamiento es muestra de los logros que puede alcanzar la sociedad organizada e involucrada en un proyecto común. La autora resalta que las actividades de la casa no son solamente recreativas, sino también educativas: hay programas de alfabetización, clases de náhuatl, nutrición, prevención del delito, charlas en contra de la violencia hacia las mujeres, proyección de películas, exposiciones fotográficas, etcétera.
En “Mundos distantes: diversidad indígena en Cuautepec” [363-393], de Ismael Pineda Peláez, se asevera la gran variedad de grupos étnicos que vive en la marginalidad y tiene que agruparse para “proteger” su cultura original. El autor coincide con los demás investigadores del volumen acerca del poder atractivo que, para las poblaciones indígenas, tuvo la capital a partir de 1940: se buscaban mejores condiciones de vida, una más activa participación ciudadana en la comunidad local. Asimismo, se acentúa cómo la apropiación del territorio ha fomentado el crecimiento de las relaciones socioculturales. Se enumeran los diversos grupos indígenas de Cuautepec y se analiza la manera en que ellos perpetúan su cultura mediante las fiestas, la lengua y las costumbres. Por ejemplo, en la zona de Malacates se encuentra un conjunto importante de zapotecas, proveniente de la Sierra Norte de Oaxaca, quienes han trasladado su cultura a Cuautepec; para ellos resulta trascendental la cooperación activa de todos los miembros de su comunidad en las actividades locales y cómo esta “pauta social de participación” permita estrechar lazos de sincera amistad.
Otra forma de representación cultural es la que se aprecia en la colonia Compositores Mexicanos, que cuenta con la participación de un rapero totonaco proveniente de Puebla, llamado Juan Sant. En sus canciones se transmiten su experiencia de migrante a la ciudad de México y los inconvenientes de vivir en la gran urbe.
En definitiva, los capítulos de la compilación Cuautepec: actores sociales, cultura y territorio son un material académico sin duda sugerente, un verdadero diagnóstico cultural-participativo basado en la exploración de distintas fuentes impresas y testimonios orales de los actores involucrados en la comunidad estudiada. El libro, en su conjunto, gracias a la colaboración de científicos sociales y alumnos, recalca inspiradoramente la importancia de la protección de las culturas autóctonas y sus diferentes manifestaciones en la vida de los mexicanos de Cuautepec. Sin embargo, representa igualmente -y desde la mirada de una ventana global- el deseo de “tutelar” cualquier barrio o comunidad del mundo antes desfavorecido o marginado y ahora en camino hacia la “normalización”, para adquirir -finalmente- legitimización sociopolítica y cultural.
Como reitera Gomezcésar Hernández en la presentación del volumen, la UACM, entre sus funciones sustantivas, además de la docencia, la investigación, la difusión y la extensión, tiene un llamado rotundo a la cooperación. La cooperación, en este caso, surge de la ubicación del campus Cuautepec y obedece al imperativo de hacer efectivo el derecho a la educación, allí donde es más necesaria. “Cooperación” significa solidaridad con la geografía en donde, pese al atraso escolar y social, se carecía de un espacio dedicado a la educación universitaria y, por lo tanto, se limitaba el horizonte de las perspectivas de vida de los habitantes de la zona. Justamente, el libro reseñado ha contribuido también a hacer más firme el proyecto educativo de la UACM en Cuautepec.