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HALFDAN JEBE EN YUCATÁN. LOS ANTECEDENTES Y LA BOHEMIA

Ricardo Pérez Montfort[*]
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores
en Antropología Social (CIESAS-CdMx).


Halfdan Jebe Klingeberg nació el 3 de noviembre de 1868 en Trondheim, Noruega, y murió en la Ciudad de México el 17 de diciembre de 1937.[1]

Su padre Hakon Gabriel Jebe nació el 1 de febrero de 1831 y su madre Hedvig Jorgine Klingeberg, el 23 de febrero de 1846. Mientras la muerte de su padre se mantiene con cierto misterio, se sabe que su madre murió el 6 de diciembre de 1925. Se casaron el 5 de diciembre de 1866. Los Jebe fueron una familia de clase media con cierta ascendencia burguesa. De los tres hermanos Halfdan, Martha Caroline y Frederick, también destacaría la propia Martha Caroline, conocida como Tupsy, quien sería una reconocida artista y amante de un amigo notable de Halfdan: el célebre pintor Edvard Munch.[2]

Halfdan estudió música en Alemania, Francia e Inglaterra (foto 1). Fue amigo muy cercano de Fredrick Delius, otro notable músico noruego quien lograría múltiples reconocimientos en Inglaterra, Dinamarca y Francia. Los dos recibieron una particular influencia de la obra romántica y nacionalista del también conocido compositor noruego Evard Grieg. En Leipzig, junto con Gustaf Dalman, Jebe publicó sus primeras obras ligadas al romanticismo de la época, recogiendo melodías folklóricas y arreglándolas para piano: Jüdische Melodien aus Galizien und Russland. [3]

Entre 1894 y 1897 perteneció a la Orquesta de Colonne en París, en la que destacó como violinista y arreglista (foto 2). Hacia 1897 viajó con Delius a Florida en donde éste tenía una plantación de naranjas. En el barco a Nueva York, una amante de Delius, la princesa de Cystria Marie Leonie, hija de la Duquesa de Trévise, gran mecenas de la vida musical de París, y cuyo esposo tenía una enorme plantación en la isla de Guadaloupe, se reencontró con él y con Jebe. Los tres dieron recitales anunciándose como Mr. Delius, Madam Donodossola (Marie Leonie) y Mr. Lemanoff (Jebe) "una de las excursiones artísticas europeas más excéntricas que se ha visto en el Nuevo Mundo".[4] Jebe y Delius vivieron tres meses en Florida juntos, y estrecharon su amistad. Delius escribiría en 1899 sobre Jebe: "Él es el único que vale la pena y el único hombre al que en verdad amo".[5] Durante aquel año Jebe dirigió la orquesta de Delius en Londres y dio a conocer su música en Inglaterra para después regresar a Noruega. En 1900 se casó con Sophie Bernhoft, con quien se presentaría en conciertos en los que ella declamaba interpretando trozos de poesía y obras de teatro. A principios de 1901 viajaría de nuevo a Berlín donde se reencontraría con Delius, y se harían amigos de Ferruccio Busoni (foto 3).[6]

En 1902 Jebe emprendió un largo viaje hacia Oriente. Desde Sri Lanka le escribió a Delius una extensa carta en la que sugería que usaba con mayor frecuencia el revólver que el papel y la pluma. Con un estilo desenfadado comentaba: "Sólo deseo usarla con mayor libertad y así poderte mandar un par de sabrosos jamones humanos".[7] También afirmaba que había viajado mucho más lejos que China o Japón, y que se había ido "fuera de este mundo". Y sin dejar claro de qué se trataba añadía: "He terminado con una vida. He muerto. Esta es la transmigración del alma". Contaba que había llegado a Ceylán, de ahí a Calcuta, y luego a Kandy, lugar en donde, según él, los periódicos afirmaban que él era el primer violinista en pisar esas tierras. Decía que había vivido entre los nativos por lo cual estaba muy sano, pues al pasar por Cantón y Shangai se había concentrado en los jardines y en las casas del opio. En esta carta resumía enfáticamente su posición frente a la vida: prefería vivir el mundo libidinoso y disipado que el de la disciplina y el trabajo. Con una frase un tanto obcena remataba: "Denme mejor una puta vieja y refinada, que no sea una de esas vacas usadas y ancianas, sino más bien una rosa marchita con delicados perfumes".[8]

En junio de 1904 Jebe regresó a Noruega y trató de establecerse en Kristiania. Durante la década que va de 1906 a 1916 viajó nuevamente a Estados Unidos y recorrió varias localidades con su esposa Sophie Jebe. El inicio de la Primera Guerra Mundial los entretuvo en aquel país, aunque en octubre de 1915 Sophie regresó a Noruega y Halfdan se quedó de este lado del Atlántico. Entre 1915 y 1916 vivió en la ciudad de Atlanta dando conciertos bajo la dirección de Karl von Lawrence y acompañando a la contralto Emma Van de Zande.[9] Sin embargo, la situación de guerra generó suficiente animadversión en contra de todo aquello que sonara germano y Jebe tuvo que abandonar Atlanta para posiblemente mudarse a Nueva York. Después de marzo de 1916 desapareció del mapa, aunque es probable que viajara por el Golfo de México y quizás hasta algún paraje sudamericano porque en 1920 reaparece en Nueva York proveniente de Santiago de Cuba, ahora acompañado por una dama que se hacía llamar Jetti Jebe.[10] Misteriosamente Halfdan decidió abandonar a Jetti en Nueva York y a finales de 1922 emprendió nuevamente su viaje hacia el sur (foto 4).

Al parecer, Halfdan llegó solo a México el 28 de enero de 1923. En enero de ese año Jetti, haciéndose pasar por la esposa de Jebe, le escribió al Cónsul de Noruega en México preguntándole si sabía algo sobre él, porque desde el primero de octubre de 1922 había desaparecido y la única noticia que tenía sobre Halfdan provenía del Hotel Moctezuma y Bellavista en Cuernavaca con dirección en la calle de Matamoros 17. En marzo, el cónsul le informó a Jetti que no tenía noticia alguna de su esposo.[11] Para entonces Halfdan ya había decidido quedarse en Mérida, en la península de Yucatán. Hacía apenas unos meses que había cumplido 54 años de edad (foto 5).

El Yucatán que vivió Halfdan Jebe. La música, la mitología y la enseñanza

Durante los primeros años veinte, es decir: durante los primeros años posrevolucionarios, Yucatán vivió una agitación política y social sin precedentes. El Partido Socialista del Sureste gobernaba el estado, con Felipe Carrillo Puerto a la cabeza, quien según Hafdan Jebe era el "Lenin de América".[12] Mientras el radicalismo se adueñaba del discurso, se emprendieron reformas importantes, entre las que destacaron el reparto agrario, la organización de los campesinos, la implantación de una escuela racionalista y anticlerical. Una conciencia regionalista reivindicaba los valores culturales locales, y el arte, la arqueología y especialmente la música yucateca adquirieron una especial relevancia. Hacia 1923 el gobierno de Carrillo Puerto proyectó el desarrollo de la radio local y la música popular yucateca se difundió intensamente no sólo a nivel regional, sino en todo el país.[13]

A nivel nacional, la rebelión de Adolfo de la Huerta en 1923 cimbró la precaria unidad política posrevolucionaria, y el gobernador Carrillo Puerto fue una de sus víctimas. A finales del año fue derrocado y el 3 de enero de 1924 lo fusilaron.[14] La rebelión de la huertista fracasó y el régimen del presidente Plutarco Elías Calles consideró a Carrillo Puerto como uno de sus mártires. Las reformas en el estado de Yucatán continuaron después de la muerte de Carrillo Puerto, lo mismo que la divulgación del arte, la arqueología y la música yucateca. La región se convirtió en un poderoso imán que atrajo a estudiosos, políticos y artistas de muchas partes del mundo. La música popular yucateca se puso de moda en gran parte del país con figuras como Guty Cárdenas, Ricardo Palmerín y Pepe Domínguez. A finales de los años veinte las zonas arqueológicas de Uxmal y Chichen Itzá fueron reconstruidas y se convirtieron en referencias turísticas de primer orden.[15] A finales de 1930 llegó a México el cineasta soviético Sergei Eisenstein, quien filmaría en la península yucateca algunas escenas que darían la vuelta al mundo. Particularmente aquellas en las que se establecía una relación directa entre el indígena maya contemporáneo y el prehispánico (foto 6).[16]

Durante los años treinta Yucatán volvería al radicalismo revolucionario. El general Cárdenas propició la creación del Gran Ejido Henequenero, al distribuir la mayor cantidad de tierras en la historia de la península. La vitalidad de la cultura yucateca se mantendría en ascenso hasta finales de los años treinta y principios de los años cuarenta.[17]

Sin poder precisar la fecha exacta, Halfdan Jebe debió llegar a Yucatán al final de 1922 o principio de 1923.[18] Se estableció en Mérida y empezó a dar clases de música y violín en el Conservatorio local. También dio clases particulares "que son las que mejor pagan."[19] Al parecer llegó a Mérida muy pobre, ya que en una entrevista realizada en 1932 comentó que al arribar a México no tenía dinero ni para pagar la renta de una casa y por lo tanto tuvo que vivir en una iglesia abandonada que le prestaron unos vecinos. En un principio se estableció en Yucatán "[…] con un propósito arqueológico, a ver las viejas ruinas maravillosas que hay ahí […]" pero terminó dando clases en el Conservatorio (foto 7).[20]

Al parecer tuvo cierta amistad con Felipe Carrillo Puerto, esto lo convirtió en enemigo político de los delahuertistas en 1923. Diez años después, de visita en Noruega, contó que lo habían encarcelado y torturado.

Lo que me salvó, fue mi condición de extranjero. Pero me encarcelaron dos veces. Durante semanas esperé a ser llevado a la celda solitaria —una señal segura de que me ejecutarían al día siguiente. Los carceleros intentaron seducirme con morfina y cocaína— pero por suerte no las necesitaba. No fue nada divertido vivir en Mérida en esos tiempos […] los cuerpos de los colgados se mecían en todos los árboles del parque municipal, les ataban la cabeza a una rama y luego hacían que un caballo les tirara de las piernas.[21]

Jebe fue maestro de varios músicos yucatecos relevantes como Vicente Uvalle Castillo, Amilcar Cetina Gutiérrez, Gustavo Río Escalante y Daniel Ayala. Este último contaba en sus memorias inéditas que "atraído por las ruinas mayas por ser además un especialista en arqueología… [el maestro Halfdan Jebe] aceptó la cátedra de violín en el conservatorio, y fue entonces que una pléyade de violinistas futuros se inscribieron en su clase". Daniel se consideró su "consentido" transmitiéndole "muchos secretos del instrumento" hasta convertirlo en un solvente solista.[22]

Entre 1925 y 1935 Halfdan Jebe fungió como primer violinista, de vez en cuando como ejecutante de viola y en ocasiones como director de la Orquesta Sinfónica de Mérida. Desde sus primeras actuaciones se le consideró "un incansable animador de la música yucateca".[23] Poco a poco se fueron descubriendo también sus dotes de compositor y de crítico musical.

Durante aquellos años Jebe escribió en el Diario de Yucatán varias crónicas y comentarios sobre la escena musical yucateca. Le tocó así ser testigo del auge del nacionalismo y regionalismo musical tanto mexicano como yucateco. Si bien su música estuvo más cerca de las corrientes contemporáneas, su romanticismo por un lado, pero también su afán vanguardista por el otro, lo llevaron a orientarse a los temas que se estaban tocando en las composiciones académicas locales comparándolas con algunos autores europeos.

Por ejemplo, en 1924 hizo una crítica a una de las primeras obras de temas mayas que se presentó en Mérida. Se trató de la ópera Kinchí de Gustavo Río Escalante que se estrenó el 27 de septiembre de 1924 en el Teatro Peón Contreras.[24] Si bien la crítica en general pareció muy insatisfecha con esta obra por sus deficiencias técnicas e históricas, Jebe la defendió apuntando que la música valía mucho más que el libreto. Apuntalaba la idea de que Río Escalante buscaba un drama musical filosófico en que los instrumentos hacían las veces de intérpretes de idiomas que superasen al humano "en la expresión del terror y las pasiones", muy al estilo de lo que estaba experimentando entonces el compositor vanguardista mexicano Julián Carrillo. Afirmaba también que la obra de Río Escalante tenía tonos característicos regionales, aunque todavía negaba la existencia de rasgos mayas en la música, en gran medida por el enorme desconocimiento que privaba entonces sobre el arte musical cultivado por los pueblos prehispánicos. Aún así, el entusiasmo de Jebe por la evocación del mundo maya lo llevó a escribir el siguiente párrafo:

En la ópera Kinchí, Gustavo Río se ha alejado de Donizetti y de Verdi buscando modelos en autores más modernos, e inspiración en momentos artísticos de un pasado olvidado, digno de resurrección y remembranza. Deseo verla conocida en mi vieja Noruega, donde una obra de arte, si es sincera, es recibida siempre con simpatía."[25]

Cuatro años después el mismo Río Escalante compuso otra ópera titulada Xtabay que se estrenó el 31 de julio de 1928 en el Teatro Peón Contreras de Mérida. Jebe comentó nuevamente el estilo musical que seguía los lineamientos de Claudio Aquiles Debussy, y esta vez reconoció puntalmente la inspiración de los "aires prehispánicos". En esta ocasión le habían entusiasmado sobremanera la inspiración de Río por haber acudido a los mitos mayas, particularmente al de Xtabay, esa mujer muy bella que se esconde en la selva bajo una gran ceiba y llama a los hombres para descarriarlos.[26]

El mismo Jebe terminó también recurriendo a los temas mayas, logrando componer algunas piezas relevantes de su repertorio con dicha temática, mismas que estrenaría en México y en Noruega entre 1929 y 1932.

Durante estos primeros años en Mérida, Halfdan Jebe vivió un encuentro romántico con Sara Molina Font, una hermosa y joven escritora (foto 8). Heredera de una de las familias de mayor alcurnia yucateca, de aquellas familias conocidas como la "casta divina", Sara era también una de las primeras mujeres que había solicitado divorciarse de su primer marido, conforme a las leyes feministas impulsadas por el gobierno de Carrillo Puerto, para convertirse en una joven dama libre, promotora del arte y la literatura peninsulares. A partir de su divorcio regresó a vivir a casa de sus padres. El jefe de aquella familia era Juan F. Molina Solís, un jurisconsulto e historiógrafo muy prestigiado, hermano de Olegario Molina Solís quien había sido gobernador de Yucatán y Secretario de Fomento del gobierno de Porfirio Diaz.[27] Don Juan recibió a Sara después del fracaso de su matrimonio y le exigió seguir los códigos de una rígida moral católica. Sin embargo, Sara siguió con su vocación literaria. En 1926 publicó un libro titulado Siluetas (foto 9) que le valió cierto prestigio en los ambientes cultos merideños. En uno de los relatos de dicho libro hizo una breve semblanza de un músico distraído y apasionado, probablemente inspirada en Jebe, en la que denotaba una profunda admiración por su trabajo. Lo describía así:

Tiene el nombre de una estrella y oficia en el altar de Euterpe. Escribe música con asombrosa facilidad. ¿Tiene semejanza con el busto de Chopin, Berlioz, Liszt? […] No sé a punto fijo a cual, pero con alguno de ellos es con quien tiene indudable parecido. La frente despejada, el mirar vago, casi distraído, matiz de los que saben sumergirse en el mundo imaginativo, y que la mayor parte de la gente no comprende porque es indispensable una vida interior intensa.

El diálogo con el personaje la llevó a preguntarle si en alguna ocasión había olvidado un compromiso y no había acudido a dirigir una orquesta. A lo que el maestro respondía: "Me distraigo a veces, pero no tanto". Lo que sucedía era que se dejaba llevar demasiado por la inspiración y concluía:

¡Amor! ¡Amor! Tomado en su esencia sensible, espritualizado, eso es la Musica. Su dulzura intensa se diluye en besos que van al corazón de la Humanidad, cantando […] ¿Por qué los creadores de estas maravillas no han de vivir alucinados, fuera del tiempo y del espacio, si palpan lo divino?[28]

La prosa de Sara Molina indicaba que tenía una particular fascinación por el compositor, pero no reconocía del todo su vínculo amoroso.[29] En cambio, en sus memorias, el compositor Daniel Ayala aseguró que "el gran idilio amoroso" que Jebe y Sara mantuvieron fue la principal razón por la que el noruego se quedó a vivir en Yucatán. Incluso narró que fue Jebe quien lo incitó a promover su propio amor por la joven violinista Amelia Medina Herrera. Rememorando evocaba a Jebe aconsejándolo de la siguiente manera: "Un gran amor es bueno, porque ayuda a estimular la inspiración del artista; esto lo decía por aquellos sus jóvenes alumnos, pero más bien quizás lo atribuía a si mismo con relación a su gran idilio con Sara Molina".[30]

La relación entre Halfdan y Sara vivió sus altibajos. Como se verá más adelante el romance también tuvo consecuencias artísticas ya que los dos colaboraron en varias ocasiones; ella como escritora y mecenas y él como músico y compositor. En un documento de 1930 Jebe incluso mencionó que estaba casado con Sara Molina,[31] aunque otras versiones niegan la existencia de tal matrimonio.[32] Los padres de Sara jamás aprobaron dicha relación, pero ella no sólo le proporcionó a Jebe un lugar en donde vivir, en la finca de Los Capules o en la calle 50 núm. 502 en Mérida (foto 18), sino que ocasionalmente le llevaba las sobras de lo que se cocinaba en la casa de los Molina para que el "pobre profesor noruego" tuviese algo que comer.[33]

El idilio, en efecto, no parece haber tenido mucha consistencia, ya que la vida de Jebe en Yucatán se caracterizó más bien por el desorden y la dipsomanía. Volviendo a las memorias de Daniel Ayala, éste contaba que

[…] siempre andaba desaliñado, sucio, bebido hasta el extremo el mayor tiempo y muchas veces olvidó compromisos como director de orquesta o violinista […] Vivió casi solo en una pequeña quinta —casita campestre— que Sarita le facilitó, en donde componía sus obras con una maestría sorprendente, casi como trabajan los verdaderos genios. El desarreglo natural del "Estudio", con los papeles de música regados en el suelo, el mal olor ambiental por las revolturas de los papeles con residuos descompuestos de alimentos —latería principalmente— y su aspecto completo en su diario vivir reflejaban en él como sujeto, el aspecto de un verdadero "bohemio". Muchas veces en algún ensayo o concierto al abrir el estuche de su instrumento, un mal olor castigaba las narices de sus compañeros porque junto con el violín o la viola, dentro del estuche convivían algunos trozos de carne cruda ya podrida guardados y olvidados como alimento suyo."[34]

Sin embargo, aun con toda esta anarquía y confusión, en Yucatán, Halfdan Jebe logró producir una obra notable que todavía espera su reivindicación como artista y creador. Hacia el final de los años veinte, "prendado de la vieja civilización maya o de lo que creyó que fue esa cultura, púsose a componer música mayista" (foto 10), hasta que años después se le reconoció que "no hubo entonces en Yucatán manifestación musical seria en la que no actuara" el profesor noruego Halfdan Jebe.[35]

La obra yucateca de Halfdan Jebe

Las ruinas mayas, las leyendas, la historia contemporánea y los paisajes de Yucatán fueron a partir de entonces los temas predilectos de las composiciones de Jebe. Constantes referencias a los sitios arqueológicos, a los cenotes y las grutas, a personajes míticos o de la historia reciente yucateca, a las tradiciones carnavalescas regionales, a la fauna y a la flora peninsular se entrelazaban con las obras sinfónicas, las óperas y lo ballets que Jebe compuso desde finales de los años veinte y a lo largo de los años treinta.

A principios de 1930, ya como compositor, director de orquesta y violinista relativamente reconocido en Yucatán, Jebe hizo un viaje de regreso al Viejo Continente. Al parecer pasó una temporada hospitalizado poco después de haber visitado a su amigo Frederick Delius en Grez sur Loing, en Francia. Había llegado allí en "un terrible estado semejante al de un pordiosero sucio y abyecto", por lo que sus amigos consideraron necesario ponerlo bajo cuidado médico.[36]

Una vez repuesto se fue a Noruega en donde, además de tratar de recuperar algunas antiguas relaciones, logró presentar varias de sus composiciones yucatecas. Después de conseguir el apoyo de los agentes Jensen y Hals, y luego de varios ensayos, la Orquesta Filarmónica de Selskap dirigida por Olav Kieland estuvo en condiciones de interpretar un programa completo de piezas de Halfdan Jebe en el Auditorio Universitario de Oslo. El programa de aquel concierto llevado a cabo el 21 de enero de 1932 resultó muy elocuente (foto 11), pues constaba de las siguientes obras:

1. "La entrada a Uxmal"
(composición inspirada en la arquitectura de las ruinas mayas)
2. Sinfonía "El camino del destino hacia el ideal"
(inspirada en la figura de Felipe Carrillo Puerto "[…] no muestra al
político caído, sino al hombre, el idealista")
3. Romanza "El sacrificio de las vírgenes"
("[…] Durante las fiestas religiosas se sacrificaba a las vírgenes más
bellas del país. La romanza acompaña el paseo de las vírgenes desde
el templo hasta el cenote sagrado donde Yum-Chac, el dios del agua,
espera a su nueva prometida)
4. La música para el ballet "Las grutas de Lol — Tun"
(en la que aparecen las figuras míticas
de la Xtabay y el Homschuk —el enano)[37]

Según algunos recortes de periódicos noruegos la obra de Halfdan Jebe fue bastante bien recibida por la crítica local, aunque lo que más interesó de su regreso a Noruega fue todo lo que el compositor tenía que decir sobre su vida aventurera y sobre sus opiniones de lo que estaba pasando en México en aquel tiempo (foto 12). Unos días antes de aquel concierto en Oslo Jebe fue entrevistado por el periódico Nationen y el 18 de enero publicó una larga nota de la que aquí se reproducen sólo unos extractos:

Sí, ¡un cuarto de siglo! Efectivamente, hace 25 años desde que el director de orquesta y compositor Halfdan Jebe abandonó Noruega. Ahora está de vuelta —un poco asombrado, pero no descontento— para ver si también sus compatriotas quieren darle una oportunidad, tal y como lo han hecho los mexicanos […] Su música ha sido interpretada en emisiones radiales y por diversas orquestas filarmónicas. Es un hombre del que se puede esperar una respuesta con paciencia […] Y ahora está aquí sentado en espera de que le hagamos alguna pregunta…

—¿Dónde ha estado usted todos estos años?

—Primero en los Estados Unidos y luego en México —durante ocho años he sido profesor en el Conservatorio Musical del estado en Mérida, la capital de la provincia de Yucatán, una ciudad del tamaño de Bergen. Cuando llegué allí no fue para buscar empleo sino más bien con un propósito arqueológico, ver las viejas ruinas maravillosas que hay allí. Y me quedé, me contrataron en el Conservatorio donde enseñaba composición y además violín y piano; también tenía muchos alumnos privados —es lo que mejor paga.

— ¿Cómo es, vivir en México?

—Es un país precioso, ojalá no fuera tan agitado. En los últimos veinte años ha sido devastado por revoluciones. En Mérida conocí a uno de los mejores hombres que jamás haya conocido, el anarquista Felipe Carillo, lo llamaban el gobernador rojo […] El Lenin de América. Era un hombre honrado, por eso lo pusieron contra la pared de la iglesia y lo ejecutaron junto a sus hermanos y amigos. Cuando murió no dejó ni un centavo, mientras que los que lo sucedieron se han ido enriqueciendo sin parar en nombre del socialismo. He escrito una sinfonía en honor de ese héroe […]

—¿Cómo es para un artista vivir en México?

—El nivel artístico es alto en el país. Especialmente en literatura. Una de cada dos personas escribe versos y algunos son muy buenos. Los periódicos también son de primera clase. Y ahora México tiene un compositor que a lo mejor llega a significar una época nueva en la historia musical del mundo: el indio Julián Carrillo. No es pariente del héroe libertador, el nombre Carrillo es tan común allí como Olsen y Hansen aquí. Carrillo continúa el camino señalado por Schönberg y Delius: hacia el micro-cromatismo. Carrillo podría significar una revolución musical, y es solo natural que tal revolución llegue desde México que está imbuido de música. Es verdaderamente preocupante que el mismo país que amenaza a México en lo político, también lo haga en lo musical: Estados Unidos es el terrible país del jazz".[38]

Si bien las composiciones de Jebe tuvieron una buena acogida por parte del público noruego, a finales de ese mismo año de 1932 decidió regresar a Yucatán. Una vez establecido en Mérida se dedicó nuevamente a promover y a animar la actividad musical de la localidad. Su entusiasmo llegó al grado de insistir en que Mérida debía convertirse en "La Bayreuth del Nuevo Mundo". Elocuentemente planteaba: "Y yo enamorado y agradecido con esta tierra que tantas emociones artísticas me ha producido, pongo una humilde piedra en el gran monumento a Yucatán". Su pasión por todo lo yucateco se desbordaba al publicar la siguiente frase: "Yucatán centro de todo lo que es América, como Alemania corazón de Europa, tiene la misión divina de erigir un templo de Arte, promesa y saludo de bienvenida a todo viajero o turista que llegue a contemplar su grandeza!"[39]

En 1933, Jebe presentó su primera ópera en Yucatán que llevaba el nombre de Dignidad Maya y cuyo tema central era la conquista de la península yucateca por parte de las huestes españolas. La música y los arreglos eran obra de Halfdan Jebe, mientras que la lírica correspondía a Sara Molina.[40] Los personajes principales eran Zuzul y Zacnicté, príncipe y princesa del Mayab respectivamente. Ambos contraían nupcias en un momento en que "la única nube que podría empañar el cielo de nuestro pueblo y el ensueño de los felices esponsales, sería la aproximación de los blancos". Y justo en plena ceremonia irrumpen los conquistadores y arrasan con el pueblo, raptando a las mujeres. Zacnicté es abusada por el Capitán conquistador. Al poco tiempo Zuzul y los campesinos mayas los sorprenden en medio de una orgía. Zacnicté pide a Zuzul que la salve pero este se niega y la mata después de haber ultimado al Capitán. El pueblo se amotina y mata a Zuzul (foto 13).

La ópera tenía momentos muy románticos y dramáticos. Por ejemplo durante la ceremonia de la boda Zuzul le cantaba a su amada las siguientes estrofas:

Eres de mi existir la aurora
la pura y radiante luz
y es mi senda encantadora
si la ilumina tu amor.[41]

En esa misma ceremonia una vestal describe la belleza de Zacnicté con los siguientes versos:

Nació en una noche divina de luna
besóle los ojos ardiente sol
y por eso hay néctar en sus labios de rosa
y quemante fuego en su corazón.[42]

La misma ópera tenía algunas escenas un tanto chuscas que trataban de ridiculizar a los españoles. Por ejemplo, cuando los conquistadores irrumpían en el templo donde se estaba llevando a cabo el matrimonio lo hacían con la siguiente cantinela:

Llegamos y vencimos, sin matar ni morir,
los enemigos todos han huido de aquí,
sin miedo ni zozobra, vamos, pues, a beber
ahora nos entregamos al placer de vivir […][43]

La orgía también tenía unos coros un tanto misóginos y juguetones que decían:

Mujeres, mujeres deliciosas
gocemos el triunfo y la victoria
que ellas nos darán,
pues ellas son la gloria
la gloria del Mayab […][44]

Al final de la ópera aparecía una referencia extraña al "socialismo olvidado" de la península yucateca posrevolucionaria (foto 14). Un coro de campesinos, después de la muerte de los personajes principales, cantaba los siguientes versos:

Murieron los tiranos en el Templo sagrado,
la dignidad vengada, el deber consagrado;
mas abramos los ojos a la sublime verdad:
la dicha del trabajo es mayor dignidad […]
¡Viva el sol del Mayab! ¡Llegue la libertad!
¡Viva el sol del Mayab! ¡Viva la fraternidad!
¡Llegue la nueva era para la humanidad![45]

Ésta no sería la única referencia a la fraternidad, la libertad y la nueva era para la humanidad en la obra de Jebe. Como se verá más adelante estas ideas parecían haberse establecido en la conciencia del compositor en esta etapa de regreso a Yucatán. Tal vez su propia vida disipada lo había acercado a estas nociones ligadas al anarquismo, aunque justo es decir que la obra de Jebe nunca evadió la politización ni los mensajes libertarios. Quizás incluso estas ideas estuvieron reforzadas por el espíritu libre de Sara Molina, pero sobre todo por el ambiente y el discurso socialista que no tardaría en reaparecer en Yucatán, a raíz del advenimiento del cardenismo a nivel nacional a partir de 1934 (foto 15).

En efecto, entre 1934 y 1940, durante el sexenio del presidente y general Lázaro Cárdenas del Río, en prácticamente todo el país soplaron los vientos de radicalismo socialista. Y aun cuando para muchos se trató más de discursos y demagogia que de aplicación de reformas socialistas, Yucatán fue particularmente sensible a este tránsito hacia la izquierda que protagonizaba el México posrevolucionario.

El 26 de diciembre de 1934 se reestrenó en Mérida el poema sinfónico Uxmal de Halfdan Jebe, mismo que fue recibido con gran entusiasmo por el público local. La crónica del reestreno contó que, después de que la Orquesta Sinfónica de Mérida bajo la dirección del maestro Sánchez Rejón interpretara la Obertura Helios de Carl Nielsen y que bajo la dirección de Luis G. Garavito se escuchara La Serenata de Mozart, hizo su aparición "ante el conjunto orquestal la figura simpática de Halfdan Jebe, el gran músico noruego que ha hecho de Yucatán un rinconcito propicio para sus ensueños de artista". Después de describir la apasionada forma de dirigir los primeros acordes de su poema sinfónico Uxmal, el cronista afirmaba que el director noruego parecía crecer a la hora de ocupar el podium. "La orquesta es toda suya, se ha entregado a él como una novia apasionada, trémula de emociones múltiples, suave y cariñosa para la mano que ordena, pero que al hacerlo tiene actitudes de caricia, impetuosidades juveniles, calor de humanidad infinita". La descripción literaria de su música resultaba también un tanto exaltada. Decía aquel cronista: "Su música, que viste con modernismos admirables ciertos detalles de hondo romanticismo, magníficamente construida, revela al músico enterado de todos los secretos de su arte y dueño de un temperamento quinceañero, fogoso, apasionado, un alma de verdadero artista".[46]

En 1935 arribó a Yucatán el músico Samuel Martí, procedente de El Paso, Texas, con el objeto de recopilar folklore musical maya. En Mérida, Martí conoció a varios músicos yucatecos notables como Amílcar Cetina, Luis Garavito y el propio Halfdan Jebe. Por iniciativa de todos ellos y con el patrocinio del director del periódico El Diario del Sureste, Clemente López Trujillo, se creó la Orquesta Sinfónica de Yucatán a principio de 1936 y quedó bajo la dirección de Martí. En ella Halfdan Jebe compartió el puesto de primer violín con Luis Garavito. Durante las dos temporadas que tendría dicha orquesta entre 1936 y 1938 se reestrenarían varias piezas del propio Jebe, entre las que destacaron sus poemas sinfónicos Las grutas de Loltún y Chichen Itzá. También se volvió a poner en escena la ópera Dignidad Maya.[47]

En la partitura de La grutas de Loltún, que por cierto la encabezaba el otro título de Las fiestas de las lluvias, Jebe incluía una pieza que se llamaba Xtabay en la que una soprano, una contralto, un tenor y un bajo cantaban en lengua maya. Con una melodía muy lánguida se dejaban escuchar las siguientes palabras:

Tuux cu tipil kin, Ti yan ya'mail
Jac u tokil tún
Bey lool cuxi thil ¡Loltún! …

Y más adelante en castellano ese mismo cuarteto cantaba los siguientes versos sencillos:

Apenas dora el Oriente con sus fulgores el sol
toma su hacha y hacia el campo se dirige el labrador.
Muy contento y satisfecho va con gran devoción,
porque sabe que el trabajo es la mejor religión […][48]

La inclusión de textos en maya y en castellano apuntalaban el lirismo de Jebe que para mediados de los años treinta ya parecía recoger ciertos frutos del costumbrismo. Si bien no había abandonado del todo la nostálgica evocación de su solar de origen,[49] un énfasis decidido en sus temáticas mayistas y yucatecas lo arraigaban al regionalismo y al nacionalismo musical mexicano del momento (foto 19).

En 1936 Jebe se dedicó a componer y arreglar una nueva partitura titulada Carnaval de Mérida, que componía en forma de suite en cinco partes: "El corso", "La reina", "El alma de la guitarra", "Los viejos verdes" y "Las pasiones". El manuscrito completo de dicha obra tuvo por lo menos ocho partes más. En total consistía de 13 piezas relativamente independientes: 1. El corso, también nombrada "El gobernador", 2. Alma de la guitarra, 3. Los viejos verdes, 4. El borracho (Siluetas), 5. Azafates (o Lindas meridanas), 6. La reina, 7. Mestiza, 8. El ciego, 9. Mexicanerías, 10. Pasiones, 11. Gallo mayor (foto 16), 12. El padre de la parroquia, y 13. El baile.[50]

Las piezas trataban de representar algunos momentos y personajes principales del carnaval merideño. Retomando algunos elementos del mundo popular Jebe recreó musicalmente diversos aspectos del festejo. Por ejemplo, en el cuadro del "Gallo mayor" se solicitaba al coro que cantara los siguientes versos que debían marcar un ritmo marcial:

Ten-te-re-sé
Le-van-ta-té
Eh-Oh-Eh
Yo soy el gallo mayor
de mis gallinas protector.
Amigo del hogar
el sol se levanta a mi llamar
a dar luz y color
a mis hazañas de amor.
Ten-te-re-sé.[51] (foto 17)

En esta suite reaparecía cierta conciencia política en Jebe. Al final quería llamar a sus cuadros con títulos como "El proletario" o "La indignación mundial"; sin embargo, en la partitura original Jebe tachó esos títulos pero conservó la crítica social. En el último cuadro que correspondía a "El baile" el compositor sugería que "en el bullicio de la fiesta de todos, se mezcla el clamor acervo de los desheredados, que piden pan y no alegría". El coro final decía:

No te he visto, ni te he oído
pulsamiento de nueva humanidad
pero te siento dentro de mi pecho
con golpes, con golpes, con golpes de ansiedad.[52]

Durante este periodo la creatividad de Jebe se vio estimulada por un nuevo trabajo en conjunto con Sara Molina. La escritora se propuso realizar una obra para niños que lamentablemente el compositor jamás pudo escuchar en vida, puesto que se estrenaría después de su muerte. Se trató de la suite La ardilla, para orquesta, que pudo ser tal vez una suite de ballet o una pequeña ópera. La partitura estaba compuesta de veintiún partes. Casi todas representaban a un ejemplar de la fauna con cierto arraigo en la cultura yucateca o mexicana. La obra comenzaba con un desfile de animales y seguía con pequeñas viñetas de aves como los zopilotes, los cardenales o los zenzontles, para continuar con un gato, un cochino, un mono, una ardilla y un sapo. Una pieza hacía referencia a una canción infantil maya que se titulaba "los Xtoles" y otras se referían a aves endémicas de Yucatán como la "Xcoquita" y el "Chinchimbocal". Halfdan Jebe incluyó la composición de un fox-trot dedicado a un cerdo, que se llamó El fox del cochino. Otra viñeta llevaba el nombre de "Historia del Ratón Pérez" y se refería a ese personaje animalizado tan popular en cuentos infantiles mexicanos. Finalmente, la última parte consistía de dos piezas. Una titulada "Bella niñez" y la otra "La muerte de la ardilla".

La partitura completa de esta suite orquestal demostraba un trabajo minucioso y afectivo propio de una sensibilidad rayana en la ternura y el amor por los niños. Se trató de una fase distinta en la obra de Jebe que acusaba una fuerte influencia de Sara Molina. Seguramente Jebe conoció El carnaval de los animales de Camille Saint Saëns, y probablemente le sirvió de referencia. Sin embargo, hay que reconocer que La ardilla es también contemporánea de la pieza Pedro y el Lobo de Sergei Prokofiev. Entre las obras dedicadas a los niños de estos dos compositores quedaría esta suite orquestal de un noruego y una yucateca, en medio del nacionalismo musical mexicano, como una contribución a la música "clásica" para el público infantil.

Pero volviendo al año de 1936, justo es mencionar que Halfdan Jebe todavía participó en la formación de la sociedad musical merideña "Los Modernos Maestros Cantores".[53] Un manuscrito de aquel año titulado La mano roja: himno, encontrado entre sus obras, estaba dedicado a esta sociedad. Se trata de una especie de marcha con una letra particularmente militante que decía así:

Esta es la mano roja que simboliza la libertad
El noble nos explota, pues contra el noble prestos a pelear
esta es la mano roja, mano de lucha
duro surco que nos da el pan
¡Basta de explotaciones!
Ni Nucuch y amos, ni esclavos más
Quien quiera ser tirano, la mano roja lo aplastará
Mano que abona, mano que hiere
Mano que estrecha fraternidad
Mano que indica los rumbos nuevos
Encallecida, siempre es cordial.[54]

Al parecer esta obra estuvo inspirada en la pieza teatral del mismo nombre, subtitulada "Emotivismo legendario en tres estampas" cuya autoría correspondió al profesor Víctor M. Martínez H., y para la cual Halfdan Jebe y Rubén D. Herrera escribieron la música.[55] No está muy claro si la idea de la "mano roja" se refería a algún símbolo del anarquismo o si tenía alguna connotación vinculada a la mitología maya.[55] Lo que llama la atención es la vehemencia con que, a estas alturas, Jebe a través de su música expresaba sus ideales libertarios. De cualquier manera, en esta pieza parece estar instalado un aliento fortalecido y un ímpetu por seguir promoviendo la libertad y la lucha.

Al parecer, "Los Modernos Maestros Cantores" no tuvieron la relevancia que el propio Jebe y algunos de sus integrantes esperaron. Tal vez su música se presentaba demasiado radical para la sociedad yucateca de aquel momento. Aunque justo es decir que respondía al ambiente de radicalismo que el régimen de Cárdenas, como ya se decía, estaba imprimiendo en gran parte del discurso político y agrarista del momento. El día que hicieron su primera presentación sólo un pequeño grupo de personas acudió al auditorio. Uno de los presentes recordó: "¡Qué tristeza había en el suave azul de los ojos del maestro aquella mañana de nuestra presentación ante un público de dos docenas de personas! Se declaró vencido".[57]

A principios de 1937, Halfdan Jebe se marchó a la Ciudad de México, en donde trabajó haciendo algunas orquestaciones para la XEW. En varias ocasiones había escrito algunos panegíricos sobre la radio y se sabía que era un admirador de este instrumento que para él tenía toda una carga futurista. Llegó a publicar sentencias como la siguiente:

El Radio es el último instrumento musical de comunicación artística, práctica y comercial […] Llamamos a los artistas, los que lo son de verdad, para que consquisten el dominio de ese órgano celeste producto del cerebro humano, instrumento representativo de nuestra época […] Como el piano es el alma del hogar, el Radio debe ser el alma del Universo.[58]

Pero al llegar a la capital no se acomodó a la vida de la ciudad. Decía "Aquí no puedo caminar soñando como en Mérida! "; pero "para entonces el alcohol era en él exigencia imperativa y su salud declinaba visiblemente por esa causa".[59] Una pulmonía lo mandó al Hospital General en donde murió el 17 de diciembre de 1937. Cuando algunos amigos quisieron verlo, su cadáver ya había sido enviado al Panteón de Dolores.

El 22 de diciembre de 1937, Jacques de Bourges, probable seudónimo del maestro del conservatorio de Mérida, Fernando Burgos Samada, amigo y colega del noruego, publicó una nota en el Diario del Sureste titulada "Ha muerto Halfdan Jebe". En ella rememoraba al músico y al maestro. Después de describir muy generalmente las trashumancias de ese personaje que era "el tipo más perfecto del bohemio del siglo pasado" que prosiguió a "robustecer el caudal de su cultura musical y de todo género, pues Jebe era un verdadero erudito", reconoció que un demonio había poseído su alma desde sus orígenes. "Jebe nació enfermo de bohemia, atacado de esa dolencia incurable, que es fatal en algunas de sus manifestaciones. La del músico noruego era como una de esas neoplasias que van destruyendo al cuerpo miserable, sin que nadie pueda remediarlo". Con esa dolencia llegó a Yucatán "Aquel hombre a quien la indumentaria le importaba una higa, que no vivía sino entre sostenidos y bemoles, no obstante que su neurosis lo alejaba con harta frecuencia de las realidades de la existencia, trabajaba con denuedo. Tocaba en orquestas, daba algunas clases, y componía, atraído particularmente por el encanto del Mayab de sus amores".

De Bourges resumió entonces el pesimismo del final de su vida al sentirse vencido por el fracaso de "Los Modernos Maestros Cantores" (foto 20). Contó que había muerto en la cama de un hospital "Triste. Solo. O acaso con su Mimí al lado. Una Mimí que se consagró a la heroica tarea de endulzar las soledades del gran músico".[60] Y ¿quién era esa Mimí? La verdad es que no lo sabemos, porque Bourges bien pudo referirse a la trágica Mimí de La Bohème de Puccini, o a la amada yucateca de Jebe, Sara Molina Font.

Lo que sí consta es que Sara Molina se encargó de organizar la presentación de su obra conjunta La ardilla el 16 de julio de 1938 en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México.[61] La suite se presentó bajo el título de La ardilla: fábula maya y la crítica la trató bastante bien. En el Excelsior se mencionó que había sido un "Lucido Festival" que fue "premiado por la alentadora acogida del público, entusiasmado ante la obra y sus minúsculos intépretes". Alumnos de las escuelas Benito Juárez y de la Escuela de Danza de Bellas Artes bajo la dirección de Lily Cornils pusieron en escena el argumento sencillo que consistía en "la fiesta de la ardilla que al apartarse de su refugio cae víctima del cazador". El escritor yucateco residente en la Ciudad de México, Antonio Médiz Bolio, elogió "la concepción del asunto llena de originalidad y belleza sencilla y amable, vehículo plástico de una dulce filosofía y de fina emoción […] Tiene además este primoroso trabajo […] la singular característica de estar hecho con el espíritu siempre misterioso de la vieja tierra de los mayas".[62] Con calurosos aplausos infantiles para la autora de la fábula, la directora y los intérpretes culminó este homenaje póstumo de los yucatecos y los mexicanos al compositor noruego Halfdan Jebe.


[*] Este trabajo forma parte de una investigación iniciada en 2012 titulada "Desired Inmmigrants-Frustrated Adventurers? Norweigans in Latin America 1920-1940" ("¿Inmigrantes deseados-aventureros frustrados? Noruegos en América Latina (1820-1940)", coordinada por el doctor Steinar Saether y auspiciada por el Consejo Noruego de Investigación Científica. Agradezco puntualmente el apoyo que para la elaboración de este breve artículo recibí de parte del propio doctor Saether, de mis colegas Maria Bjerg, Synnove One Rosales, María Álvarez Solar, Cecilia Alvstad, Mieke Neyens, Ellen F. Woortmann y Alejandro Huidobro Goya. También debo agradecer a la maestra Delia Salazar de la DEH-INAH y al maestro Luis Pérez Sabido, director del Centro Regional de Investigación, Documentación y Difusión Musicales "Gerónimo Baqueiro Foster" (CRIDDMGBF), por su auxilio en la búsqueda y encuentro de materiales expuestos en esta semblanza.

[1] Algunos datos sobre la biografía de Halfdan Jebe pueden encontrarse en John Bergsagel, "Halfdan Jebe", Oxford Grove Music Encyclopedia, U.K., Oxford University Press, 1994. También se puede consultar Jim Samson, "Scandinavia: Unity and Diversity", y John Bergsael, "Victorian England: an Age of Expansion", en Jim Samson (ed.), The Late Romantic Era. From Mid-19th Century to World War I, U.K., Palgrave McMillan (Man and Music Series), 1992. A principios de 2015 el doctor Bergsagel tuvo la gentileza de establecer contacto conmigo y de hacer varias correcciones a mi manuscrito inicial. Quedo profundamente agradecido a sus amables contribuciones y a su generoso afán de compartir su enorme sabiduría.

[2] Sue Prideaux, Edvard Munch. Behind The Scream, Conn, Yale University Press, 2007, pp. 182-183.

[3] Esta obra está fechada en Leipzig en 1892.

[4] Lionel Carley, Delius, A Life in Letters, 1862-1908, Londres, Scholar Press in Association with The Delius Trust, 1983, vol. I, p. 112.

[5] Ibidem, p. 144.

[6] Ibidem, p. 187.

[7] Ibidem, p. 228.

[8] Ibidem, p. 229.

[9] Don Gillespie, "Halfdan Jebe in Atlanta", en The Delius Society Journal, núm. 149, Holloway, Londres, primavera de 2011, pp. 34-40.

[10] Ellis Island/Port of New York Records, "Haefdan Jebe", octubre 14 de 1920.

[11] AMNRNO, Kolini I Mexico og Centralamerika, exp. 2065 L.0005.

[12] "En norsk komponist som har vært hjemefra i 25 år", en Nationen, 18 de enero de 1932.

[13] Miguel Civeira Taboada, Sensibilidad yucateca en la canción romántica, 2 vols., Toluca, Gobierno del Estado de México, 1978.

[14] Francisco José Paoli y Enrique Montalvo, El socialismo olvidado de Yucatán, México, Siglo XXI, 1977.

[15] Gerónimo Baqueiro Foster, La canción popular en Yucatán (1850-1950), México, Editorial del Magisterio, 1970.

[16] Aurelio de los Reyes, Medio siglo de cine mexicano (1896-1947), México, Trillas, 1987, pp. 99-114.

[17] Un claro ejemplo de esta vitalidad es la publicación de los ocho volúmenes de la Enciclopedia Yucatanense que salieron a la luz pública en 1945, y que desde entonces es una referencia fundamental para la historia y la cultura de la península yucateca.

[18] La fecha de su ingreso a México, establecida en su registro de migración es 28 de enero de 1923, aunque por la carta ya citada de su esposa, es probable que Jebe llegara a México a finales de 1922. AGN, Servicio de Migración, Registro de extranjeros. Núm. 98647, y amnrno Kolini I Mexico og Centralamerika, exp. 2065, L.0005.

[19] "En norsk komponist som har vært hjemefra i 25 år", en Nationen, 18 de agosto de 1932.

[20] Idem.

[21] Idem.

[22] Daniel Ayala, "Memorias inéditas", resguardadas en el Centro Regional de Investigación, Documentación y Difusión Musicales "Gerónimo Baqueiro Foster" (CRIDDMGBF) en Mérida, Yucatán, pp. 90 y 106.

[23] Jesús C. Romero, "Historia de la música", en Enciclopedia Yucatanense, vol. IV, Gobierno de Yucatán, México, 1944, p. 740.

[24] Gustavo Río Escalante, Mis memorias, Yucatán, Conaculta, 2012, p. 168.

[25] Revista de Yucatán, 14 de octubre de 1924.

[26] Diario de Yucatán, 4 de agosto de 1928.

[27] José Maria Valdés Acosta, A través de las centurias, Mérida, Talleres Pluma y Lápiz, 1926, t. II, pp.11-12 y 22.

[28] Sara Molina, Siluetas, Mérida, s/e, 1926, pp. 87-88.

[29] En una entrevista realizada a una de sus sobrinas nietas, ella me aseguró que no le constaba que hubiese existido una relación romántica entre Jebe y Sara, aunque una amiga suya se lo había asegurado. Entrevista con la señora Isolina Molina Duarte de Sánchez, Mérida, 13 de febrero de 2014.

[30] Daniel Ayala, "Memorias inéditas", resguardadas en CRIDDMGBF en Mérida, Yucatán, pp.100-101.

[31] AMNRNO, Kolini I Mexico og Centralamerika, exp. L.0006, 18 de diciembre 1930.

[32] Entrevista con la señora Isolina Molina Duarte de Sánchez, Mérida, 13 de febrero de 2014.

[33] Idem.

[34] Daniel Ayala, Memorias inéditas, resguardadas en CRIDDMGBF en Mérida, Yucatán, p. 101.

[35] Enciclopedia Yucatanense, México, Gobierno de Yucatán, vol. IV, 1944, p. 741.

[36] Lionel Carley, Delius, A Life in Letters, 1908-1932, Londres, Scholar Press in Association with The Delius Trust, 1983, vol. II, p. 376.

[37] Programa de mano consultado en la National Biblioteket de Oslo.

[38] "En norsk komponist som har vært hjemefra i 25 år", en Nationen, 18 de enero de 1932.

[39] Folleto Arte y Turismo, núm. otoñal 1933, consultado en CRIDDMGBF en Mérida, Yucatán.

[40] National Biblioteket de Oslo, 2004, eske 152. El libreto inédito de esta ópera, así como de muchas otras obras de Halfdan Jebe, pueden consultarse en la Biblioteca Nacional de Oslo.

[41] Folleto Arte y Turismo, núm. otoñal 1933, p. 12.

[42] Ibidem, p. 15.

[43] Ibidem, p. 16.

[44] Ibidem, p. 21.

[45] Ibidem, p. 24.

[46] Diario del Sureste, 27 de diciembre de 1934.

[47] Jesús C. Romero, "Historia de la música", op. cit., pp. 735-736.

[48] National Biblioteket de Oslo, 2001c, eske 150-155.

[49] El musicólogo John Bergsagel sugirió que una pieza de Jebe titulada "Primavera", que apareció entre sus papeles yucatecos, no era más que una versión de su cantata "Lad Vaaren komme" cuya letra pertenecía al poeta J.P Jacobsen. Al parecer, el propio Jebe en un arranque de nostalgia decidió traducir aquella letra al castellano para tratar de difundir tanto su obra como la de Jacobsen entre el público hispanohablante. La letra empezaba diciendo "Mi corazón tendrá su extraña primavera ¿cuándo?", y según el propio Bergsagel no parecía hacerle ninguna justicia a los versos de Jacobsen. Véase John Bergsagel, "J.P. Jacobsen and Music", en Tolv Afhandlinger, J.P. Jacobsen Spor. I Or, Billeder og Toner, Copenhagen, C.A. Reitzels Forlag, 1985 pp. 305-306.

[50] National Biblioteket de Oslo, 2002, ESKE 151.

[51] Idem.

[52] Idem.

[53] El maestro Bergasegel sugiere que tal vez se trate de una evocación a los maestros cantores medievales, tal como Wagner lo hizo con los "Maestros Cantores de Nürenberg".

[54] National Biblioteket de Oslo, 2018, eske 154.

[55] Víctor M. Martínez H., La mano roja: emotivismo legendario en tres estampas, Mérida, Editorial Oriente, 1936.

[56] El rojo "cinabrio" estuvo ligado a la idea de la muerte entre los mayas.

[57] Diario del Sureste, 22 de dicembre de 1937.

[58] Artes y Turismo, núm. otoñal, 1933.

[59] Jesús C. Romero, "Historia de la música", op. cit., p. 741.

[60] Diario del Sureste, 22 de diciembre de 1937.

[61] Excélsior, 14 de julio de 1938.

[62] Excélsior, 21 de julio de 1938.