Expresiones rituales de la fiesta. La celebración de La Candelaria

Dimensión Antropológica
Año 27, vol. 78, México,
enero-abril, 2020, pp. 80-99.
ISSN 1405-776X

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Artículo

Expresiones rituales de la fiesta. La celebración de La Candelaria

José Íñigo Aguilar Medina
Dirección de Etnología y Antropología Social, INAH.
(jaguilar.deas@inah.gob.mx).


Resumen

El artículo analiza ciertas características generales que dan sustento a la Fiesta de la Candelaria en algunas poblaciones de Latinoamérica, en particular de México, Guatemala, Costa Rica, Perú y Argentina, a partir de la información etnográfica recolectada entre personas que coordinan grupos de liturgia en sus respectivas comunidades parroquiales. Esta celebración, que manifiesta profundos elementos simbólicos, atrae a numerosos seguidores, cuando lo sacro irrumpe e interrumpe la cotidianidad de los actos seculares con un ritual que propicia la entrega incondicional, el sustento y el amor a la vida. Al tiempo que actualiza algunos de los símbolos religiosos que son tradicionales en el nutrir de las identidades colectivas a lo largo de todo el subcontinente.
Palabras clave: religión, ritualidad, identidad, cotidianidad, sacralidad.


Abstract

This article analyzes certain general characteristics concerning the feast day celebrating the Virgin of Candelaria (Candlemas) in some communities in Latin America, in particular in Mexico, Guatemala, Costa Rica, Peru, and Argentina, based on ethnographic information collected among people who coordinate liturgy groups in their respective parish communities. This celebration, which expresses profound symbolic elements, attracts a large following, when sacred acts interrupt the secular nature of ordinary life with a ritual that encourages unconditional surrender, support, and love for life. At the same time the text updates some of the religious symbols that are traditional in nurturing collective identities throughout the subcontinent.
Keywords: religion, rituality, identity, daily life, sacredness.


La vida ritual es una parte inseparable de cualquier ciclo de vida y se manifiesta en toda sociedad.[1] Se identifica por constituir el conjunto de discursos y prácticas singulares en las que todos participan, como lo señala Rodrigo Díaz Cruz en Archipiélago de rituales.[2] Son puntos de conexión que permiten entender las formas de vida, de pensamiento, de usos del lenguaje y de la convivencia social de un pueblo. Victor Turner la define como una conducta prescrita de manera formal y que está fuera de lo que es la rutina tecnológica, compuesta por símbolos que remiten a lo desconocido.[3] Al antropólogo le toca observar el ritual, describirlo, dar cuenta de su interpretación por parte de la comunidad, tanto la de los sabios locales como la de las personas comunes, y por último trata de desentrañar los principios estructurales a los que obedece.

La Fiesta de la Candelaria, con su ritualidad, es una celebración propia de la religión cristiana, en concreto de la Iglesia católica, que se inicia en Occidente a partir del siglo VI. Su complejidad y gran atractivo obedece a que en ella confluyen cuatro acontecimientos centrales del credo cristiano y que se consideran en los festejos de este día singular.

El primer suceso se refiere al rito de Purificación de la madre de Jesús. La ley de Moisés mandaba que toda mujer que diera a luz un varón, en el plazo de 40 días, debía acudir al templo para purificarse de la mancha legal, y al mismo tiempo se da el segundo motivo, que consiste en la Presentación del niño Jesús en el templo, ya que en la tradición del pueblo judío, cada familia debía ofrecer su primogénito a Dios. El evangelista Lucas da cuenta de ello.

Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor" y para ofrecer en sacrificio "un par de tórtolas o dos pichones", conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.[4]

Ése también fue momento en que, una vez cumplido el rito de Presentación, al salir del templo José y María con el niño ocurrió el tercero de los acontecimientos que se conmemoran: la Manifestación de Jesús como luz del mundo, en el encuentro con los ancianos Simeón y Ana; tal suceso se relata en el Evangelio de Lucas:

Movido por el Espíritu, vino (Simeón) al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel" […] Había también una profetisa, Ana, […] Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.[5]

Dicha manifestación también es denominada La Fiesta de la Luz, de la candela, de ahí su nombre más popular: la Candelaria, y símbolo de que la luz es Cristo, como lo proclama Simeón. La fiesta es de origen oriental, por lo que sólo se celebraba en esa región del mundo cristiano hasta el siglo VI, a los 40 días de la Epifanía, el 15 de febrero, ya que en Oriente se fija el momento del nacimiento de Jesús el 6 de enero; a partir del siglo referido, en Occidente se conmemora el 2 de febrero, a 40 días de la Navidad, recordada en esta región el 25 de diciembre.

Ese día también se relaciona con la festividad del 6 de enero, fiesta de la Epifanía o manifestación del mesianismo de Jesús, en la adoración de los magos, de los gentiles, al salvador del mundo. El evangelista Mateo describe dicho acontecimiento:

Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: "Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje". Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.[6]

La Epifanía también significa su ocultamiento de aquellos que lo rechazan con violencia por su condición mesiánica; por ello, cuando se parte la rosca y uno o varios de los participantes encuentran en su porción la pequeña figura de un niño, representa tanto a Jesús cuando fue escondido en Egipto por sus padres para salvarlo de la persecución tramada por el rey Herodes, como al hecho de que sólo el que lo acepta como mesías puede hallarlo; como lo recuerda el evangelista Mateo: "Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: 'Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo'".[7]

Así, el rito de reunirse para partir y compartir la rosca permite que aquellos que encuentran el "muñequito" tengan la distinción de ser los padrinos del niño Jesús en el Día de la Candelaria y por tanto deban de ocuparse en "levantar" y vestir su representación, la que se ha colocado el día de Navidad en el nacimiento, llevarla, en compañía de todos los que partieron la rosca, al templo, y preparar o proveer el alimento ritual (tamales) para la reunión de celebración con los familiares y amigos. Es importante señalar que esta "obligación" no siempre se cumple, en ocasiones por la falta de interés del seleccionado y en otras porque se quiere establecer un cierto parentesco ritual con la persona o la pareja a la que se le invita de manera particular a "apadrinar" al "niño". En cambio, los padrinos del Niño Dios en el templo se eligen de modo diferente, ya que es el sacerdote a su cargo quien invita directamente a los padrinos, que pueden formar una pareja o sólo a un hombre, padrino, o a una mujer, madrina, y son quienes encabezan la procesión al templo portando la imagen de la iglesia. Al término de la misa, puede o no haber consumo de tamales con los feligreses.

El lapso de espera de María entre el nacimiento y la presentación en el templo también ha dado sustento a la práctica de la cuarentena en el mundo cristiano; la que hasta hace algunas décadas guardaban después de cada parto de manera muy rigurosa, al tener que permanecer en cama durante todo ese periodo.[8]

La celebración

La Fiesta de la Candelaria indica en México el día en que se "levanta" al Niño, se le lleva al templo y se quita el nacimiento que con motivo de Navidad montan las familias en su casa. En el templo se lleva a cabo el rito de la bendición de los cirios, costumbre que se inicia en el siglo X, tradición inspirada probablemente, como ya se dijo, en las palabras del viejo Simeón. Por ello, en numerosos templos del país y del mundo los fieles ofrecen las candelas, las velas. Y a la misa que se celebra con dicho motivo, se le llama Misa de la Luz.

En algunos templos se aprovecha dicha bendición para presentar las velas que se usarán en las ceremonias religiosas de todo el año; sin embargo, en diversos lugares, dicha bendición se extiende el último día de diciembre o en el dedicado a la fiesta patronal.

Las velas que se presentan pueden fabricarse con diferentes materias primas; se utilizan tanto las de la cera que producen las abejas como las de parafina, un derivado del petróleo. Pese a todo, se aprecian más las de cera de abeja porque no producen humo al consumirse, tienen un buen aroma y duran más tiempo ardiendo.

No obstante que aún conservan un lugar importante entre los objetos de la liturgia católica, la presencia de las velas ha disminuido en casas y templos desde la introducción de la luz eléctrica y de la puesta en práctica de las reformas del Concilio Vaticano II, congregado en la década de 1960. Por ello, en ocasiones se ocupan dos o tres fechas diferentes para bendecir las velas que se encenderán en el templo durante el año y de las 12 velas o veladoras que utilizarán las familias para encomendarse a la Divina Providencia, encendiendo una de ellas el día primero de cada mes y rezando una oración propiciatoria, lo que puede suceder, como ya se dijo, tanto en el Día de la Candelaria como en los últimos días del mes de diciembre o durante la fiesta patronal.

En muchos lugares de México y de nuestra ciudad, las personas, además de llevar al Niño, presentan velas y cirios para que les sean bendecidos, con el propósito de que la familia los prendan a lo largo del año en caso de alguna necesidad, que pueda relacionarse con una enfermedad, agonía y muerte, así como con el mal tiempo, con actividades laborales o con la celebración de alguna fiesta. En dichos eventos se enciende la vela bendita para acompañar sus oraciones de petición o de agradecimiento. En algunos pueblos campesinos se les lleva al campo de trabajo, se encienden, se reza y se riega la cera de la candela bendita en la tierra a manera de ruego, con la intención propiciatoria de levantar una buena cosecha.

En Chile y en el norte de nuestro país se presenta a los niños de los pueblos para que sean bendecidos, algo muy parecido a lo que sucede en la Ciudad de México en el día del Corpus Christi. Allá también se bendicen las velas y se hace una procesión con la Virgen por las calles de la población. En la localidad de Puno, en Perú,[9] también es muy importante la fiesta, pues la Virgen de la Candelaria es la patrona de la ciudad y se le celebra con un novenario. La riqueza de la fiesta se debe a la presencia muy activa de la población indígena de la región, a sus vistosas danzas, a la procesión y a la gran cantidad de ceras con las que se le acompaña.[10]

En el caso de Xochimilco, la Fiesta de la Candelaria marca el inicio del ciclo festivo de mayor importancia para esta población, pues este día se lleva la imagen del Niñopan al templo y después de terminada la misa, en el atrio, se le entrega al nuevo mayordomo, quien es elegido para que se ocupe de la imagen por todo un año. Es tan apreciado este nombramiento que ya se han elegido los mayordomos, o padrinos, del Niñopan, para las próximas décadas, debiendo esperar algunos de ellos varios lustros para que se presente su turno.

El festejo de la Virgen no sólo incluye procesiones, también se emprenden importantes peregrinaciones, como la de la Virgen de San Juan de los Lagos, en el estado de Jalisco, cuyo festejo va acompañado de una vasta procesión compuesta por personas que visitan a la Virgen desde lugares muy distantes.

La Fiesta de la Candelaria se compone de dos vertientes: una comunitaria y otra familiar. La primera se celebra en los templos y reviste significativa importancia para la comunidad cuando el santuario está dedicado a la Purificación de María o a la Virgen de la Candelaria, pues asume el carácter de fiesta patronal, iniciando los festejos, en algunos casos, nueve días antes, que es el lapso conocido como novenario, que representa un periodo de preparación y de espera, evocación de los nueve meses que la Virgen María esperó el nacimiento de Jesús.

Al templo se presentan las familias para celebrar la misa y portan una talla del Niño Jesús para que la bendiga el sacerdote, y después, en la casa, se festeja al Niño en una reunión en la que se consumen alimentos rituales, por lo general tamales, aportados por los padrinos del festejado.

Cuando el festejo es además patronal, como sucede por ejemplo en Tlacotalpan, en el estado de Veracruz, es muy importante porque además extiende la realización del Carnaval, pues éste se celebra con mayor frecuencia en febrero que en marzo; así, en 2018, la fiesta que precedió a la Cuaresma tuvo lugar el 13 de febrero, es decir, hubo 11 días de diferencia entre un evento y otro.

En Tlacotalpan, la Fiesta de la Candelaria comienza con un triduo, que inicia el 31 de enero y concluye el 2 de febrero. Fuera del templo se desarrollan diversas actividades, entre ellas una cabalgata, un encuentro de jaraneros, la regata, el traslado de los toros, la mojiganga y la procesión de la Virgen por las calles y por el río Papaloapan, a cuya ribera norte se asienta la población.

En la Ciudad de México son siete los templos consagrados a la Virgen de la Candelaria y, por lo tanto, la fiesta es patronal, es decir, una fiesta central, pues a la Virgen, en su advocación de la Candelaria, se le dedica el oratorio.

Las edificaciones más populares en las que la tradición de la Candelaria está más cimentada son: la ubicada en la alcaldía Venustiano Carranza, dedicada a la Purificación de María, pero que es conocida como Candelaria de los Patos; la del pueblo de La Candelaria, en la alcaldía Coyoacán, y la de Tacubaya, en la alcaldía Miguel Hidalgo. También pueden señalarse los templos dedicados a dicha advocación ubicados en la colonia Ticomán-Candelaria, en Mixcoac, en las proximidades del centro del poblado de Cuajimalpa y en la alcaldía Xochimilco, en el pueblo San Luis Tlaxialtemalco.

Sin duda, en México, el platillo central en esta celebración es el tamal, una aportación de la cultura indígena cuya preparación ha sido modificada por las costumbres españolas. Antes no se mezclaba carne de cerdo o de pollo y no se utilizaba levadura química para hacerlo esponjoso. En el Altiplano y el norte del país, los tamales se envuelven en las hojas que cubren la mazorca de maíz (totomoxtle), mientras que en el sur y en Centroamérica se emplean hojas del plátano o de papatla,[11] también llamado platanillo, para cocinarlo.

En la elaboración de este alimento se usa siempre masa de maíz, pero algunos ingredientes y la manera de preparar y cocer la masa varían de una región a otra, de manera que su variedad parece innumerable, pero en México, debe destacarse, siempre acompaña esta celebración.

En el Día de la Candelaria se acostumbra vestir con nuevos ropones a las representaciones del Niño Dios. Ataviarlo no forma parte de la liturgia de la Iglesia católica; sin embargo, es una tradición muy arraigada entre los fieles; en ocasiones puede verse cómo la gente lleva a su Niño Jesús acostado en una pequeña canasta o sentado en una silla, acción a la que se le conoce como "levantar al Niño", tanto porque se le sienta y porque se le retira del nacimiento, donde ha permanecido desde el día de Navidad.

Para celebrar de manera respetuosa y decorosa el ritual del Día de la Candelaria, los sacerdotes católicos presentan a las familias los siguientes consejos:

• Ser respetuoso con la imagen de Jesucristo Niño.
• La imagen de Cristo no debe ser tratada como un muñeco o un juguete y, por ello, después de ser bendecido debe colocarse en un lugar digno y especial.
• No se debe vestir al Niño con objetos o vestuario relacionado a cosas contrarias a la fe.
• Las imágenes deben ser bellas, dignas y tratadas con decoro.
• Las imágenes son de yeso o madera y no sienten, por lo que es incorrecto decir que la imagen se enoja o tiene frío, por ejemplo.
• No tenemos que invertir cada año en un nuevo vestido, ya que valdría más la pena confeccionar uno bello y digno, y lo que sí podemos hacer es lavarlo o repararlo.
• No es correcto vestir a los Niños Dios de santos, porque éstos son quienes imitan a Cristo con su vida, y no Cristo a ellos.
• Por lo tanto, lo ideal es vestirlo como Niño Dios, por ejemplo, como el Niño de las Palomas, del Sagrado Corazón o del Señor de la Misericordia.
• Es conveniente que cada uno haga el vestido y los adornos al Niño Dios, pues aparte de resultar económico, tienen la sensibilidad para arreglarlo y cuidarlo todos los días del año.
• No siempre todas las normas que se comparte entre la gente son ciertas, como el hecho de que se debe ser padrino por tres años o cosas por el estilo.[12]

En tanto que personas, familias y comunidades siguen sus propias pautas de conducta, que pueden coincidir o no con las ofrecidas por los especialistas de la Iglesia, los entrevistados para este trabajo describen las peculiaridades a propósito de las celebraciones que se llevan a cabo en comunidades de México y el extranjero, entre ellas las localidades de Chalco, Hacienda Ojo de Agua, San Juan de las Huertas y Tezoyuca, en el Estado de México; Anáhuac y Monterrey en el estado de Nuevo León; la Ciudad de México; Ciudad Obregón, Sonora; Ciudad Valles, San Luis Potosí; La Chalmita, Querétaro; Lomas de Rosarito, Baja California; Misantla, Veracruz y Rayón, Chiapas, así como Chilecito, Argentina; Mixco, Guatemala; Paraíso, Costa Rica, y Lima y su comunidad China, Perú. De los 21 entrevistados, siete son mujeres y 14 varones, en su mayoría individuos de entre 20 y 40 años, quienes durante la conversación se ocupaban de manera voluntaria, en el templo de su comunidad, de la coordinación del grupo de acólitos, todos menores de edad, supervisados por el párroco o sacerdote encargado del templo.

Por ejemplo, en Ciudad Obregón, Sonora, en la iglesia El Señor de los Milagros:

Se prepara el templo con flores, en el altar se ponen velas, y cerca del altar [se escoge] un lugar especial para poner el niño Dios, el cual se queda en la casa de una familia por todo el año, y de esa casa se programan las visitas a otras moradas; la casa principal es a la que se le llama de los padrinos del Niño.
Fuera del templo se reparte un pequeño refrigerio, con aguas de sabor, y alimentos que comer y también para compartir.
Para la celebración se preparan las familias, pues llevan velas y si tiene su Niño Dios, lo llevan para bendecir.
Se bendicen las velas como sigue: que si queremos la luz en nuestras vidas, no es el cirio pascual, se le aclara a la gente, pero sí como la vela que se le dio en el bautismo, que se debe buscar siempre la Luz de Dios.
Para la comida en la comunidad se distribuye, por grupos de apostolado, lo que se ofrecerá, y ellos se ponen de acuerdo sobre qué llevar; también hay familias que cooperan llevando un bocadillo para compartir.
En el templo, para bendecir, se llevan primero las velas, y después a los niños que estén presentes, y se entrega el Niño Jesús a la familia que recibirá el encargo de cuidarlo todo el año.

En Monterrey, en la capilla de San Martín Caballero:

Se bendice a todos los niños (por lo general van vestidos de blanco, pero eso no es importante), se bendice el agua y después las velas, y se inicia esta celebración con anticipación, pues van en procesión hasta el templo para comenzar la misa. Las familias llevan a sus hijos para bendecirlos.
Las velas que se bendicen se supone que son para todo el año, para tener velas benditas en el hogar.
Se reparten tamales, a cargo del que se sacó el "monito" el Día de Reyes. Pero en mi casa no hay esa tradición, y no es algo muy usado.

En Anáhuac, Nuevo León:

Aquí el Día de la Candelaria se celebra en la capilla del kilómetro 24, en la cual se hace la fiesta, y es una comunidad fuera del poblado; se celebra misa durante todo el día, rosario y los danzantes acuden a manifestar su amor a la Santísima Virgen; se llevan a bendecir las velas y las semillas, ya sean de grano (maíz, sorgo, frijol), para sembrar en las labores u hortalizas, para siembra en huertos familiares (calabaza, cilantro, chile, tomate, cebolla, etcétera); la comida la ofrecen los integrantes de la comunidad y es gratis durante todo el día; se hace la verbena muy bonita, ya que acude mucha gente de todas las comunidades. Además, si cae en fin de semana, vienen los hermanos que se han ido a los Estados Unidos, ya que esta celebración es muy tradicional de nuestro pueblo.

En Tezoyuca, Estado de México:

En mi capilla, llamada La Encarnación Ocopulco, se hace la celebración de "La Presentación del Señor", en la cual, la gente de mi comunidad asiste con su Niño Dios vestido de bebé para que lo bendiga el sacerdote al final de la misa; la celebración eucarística es por lo regular en la tarde, ya que mucha gente trabaja y así tienen más oportunidad de asistir en la tarde.
Además, el Niño Dios que pertenece a la iglesia es presentado este día por sus "padrinos", que son una familia de la comunidad, que se compromete desde el 24 de diciembre a arrullarlo y a vestirlo el 2 de febrero. Cada año los padrinos cambian.
En las familias se acostumbra comer los tradicionales tamales verdes, de dulce, mole, rajas, etcétera. En la casa, además de comer en familia tamales y atole, se viste al Niño Dios con algún ropón para presentarlo en el templo con una vela. Como se acostumbra en muchos lugares, en mi comunidad se preparan ricos tamales que son invitados por los "padrinos" del Niño; es decir, aquellas personas que encontraron al niño en la rosca de Reyes el 6 de enero.
Generalmente, en mi comunidad este día no se bendicen velas ya que esto se hace el 31 de diciembre, cuando se presentan 12 veladoras, una por cada mes. Las velas juegan un papel importante dentro de la fe, ya que representan a Cristo como "Luz de las Naciones", "Luz del Mundo". Las veladoras se prenden el primer día de cada mes.
Se presenta al Niño Dios vestido con ropita blanca el 2 de febrero, en compañía de una vela que se enciende durante la misa.

En Ciudad Valles, San Luis Potosí:

Aquí en Ciudad Valles se asiste a misa llevando en brazos al Niño Dios y unas velas, para que al finalizar el oficio se les dé la bendición. Cada familia se reúne en su casa y conviven con tamales (platillo típico de la región) y chocolate o algún atole. Se invita a los vecinos y conocidos. En la iglesia también se hace el convivio entre los sacerdotes y la feligresía.
Como podrán ver, es lo mismo que en otros lugares, bueno, eso creo.

En Rayón, Chiapas:

En el templo se oficia la misa y los "tradicionalistas" tocan música de la región, es decir, sus tambores y flautas. Afuera se reza, se hacen tamales y una gran fiesta. Las familias van a misa y después hacen sus rezos.
Claro que las velas son muy importantes en este día; llevan las imágenes del Niño Dios a bendecir, lo visten de blanco y por supuesto llevan sus velas; según ellos, cuando ocurra algo o exista alguna enfermedad las usarán.
La comida de la fiesta les toca a todos los que sacaron "muñequito" el 6 de enero y por supuesto son tamales. Se preparan porque es tradición: se preparan con hoja de maíz, aquí se le llama de bola, se les pone carne ya sea de pollo, puerco, etcétera.

En Chalco, Estado de México:

Se inicia recogiendo al Niño Dios de la casa de los padrinos; vienen en procesión hasta llegar a la parroquia, echan cohetes y traen chínelos; llegan a la parroquia, los recibe el sacerdote o el obispo, según sea el caso.
La celebración es solemne, participamos en la Eucaristía y afuera del templo, porque asiste mucha gente, se hace la indicación de que vistan al Niño Dios como niño, que no lo disfracen; eso lo van manejando los sacerdotes semanas antes.
Después de la celebración, el párroco invita a los padrinos del Niño Dios a comer con algunos invitados. A las velas se le da importancia, porque son la Luz de Cristo que ilumina nuestro hogar.

En Misantla, Veracruz:

En relación con la Fiesta de la Candelaria, este año se celebró en el templo parroquial junto con la Eucaristía, a la que el pueblo acude llevando velas, la imagen del Niño Dios de pie y vestido de blanco para que sea bendecido por el sacerdote, el que asperja agua bendita a los participantes antes de salir en procesión, llevando en andas la imagen del Niño Dios, imagen que tiene 200 años de antigüedad, por las calles de la ciudad; el retablo principal es adornado con flores y velas; el altar mayor es rodeado también con velas.
En casa se mantiene encendida la vela que se portó en la procesión y se comparten tamales de dulce o de picadillo, envueltos en hoja de maíz, o bien, en hoja de "papatla", que es parecida a la de plátano, pero más pequeña y típica de esta zona del estado de Veracruz. La comida es aportada tradicionalmente por quien encontró el niño en su rosca de Reyes.

En Hacienda Ojo de Agua, Estado de México:

En el templo se oficia una misa solemne con toda la comunidad, que lleva sus imágenes del Niño Dios vestido con ropón (blanco o de manta) y sus velas para ser bendecidas. Nuestro párroco nos hizo ver que los cirios son signo de luz y por lo tanto tienen un gran significado para nosotros; se bendicen y se llevan a casa para ser utilizadas.
La ceremonia en el patio de la iglesia inicia con el rito de bendecir las velas, cantos y la lectura del Evangelio; posteriormente, en procesión solemne con el incensario, naveta, ciriales, cruz alta y monaguillos, se ingresa a la nave para continuar la celebración de la misa. Después, la familia que lleva al Niño Dios de la parroquia, comparte con la comunidad tamales y atole.
Las familias van a la celebración a la Casa de Dios. En la casa, después de ir a misa, la mayoría de la gente se reúne para recibir al Niño Dios, o para entregarlo a los dueños, si es que fueron padrinos. Se ofrecen tamales y atole por lo general. La persona que ofrece los alimentos es la madrina del Niño Dios. En el caso de la parroquia, se realizó un consenso para saber quién podría ser la madrina, tomando en cuenta los siguientes aspectos: que sea asidua a las celebraciones y a los sacramentos, y que vaya acompañada por su familia. En los casos de la familia, la persona que reparte la comida es la que se sacó el "muñeco" al partir la rosca de Reyes en enero.

En Lomas de Rosarito, Rosarito, Baja California:

El Día de la Candelaria, aquí en mi comunidad, en Rosarito Baja California, es como una tradición de antaño, en la que se celebra la presentación del Niño Jesús en el templo. Y la tradición nos muestra que se celebra el 6 de enero, que es el día de la Epifanía o manifestación de Dios a los hombres. También es conocida la fecha como el Día de Reyes; se comparte la tradicional rosca, la cual se parte y en su interior, como ya lo saben, se encuentran los niños o "monitos", que al que por suerte le toque uno de ellos, se pondrá de acuerdo con los demás agraciados para preparar una comida el Día de la Candelaria, que es el 2 de febrero. Y lo tradicional es que se preparen alimentos como tamal y champurrado o chocolate caliente. Eso es también cuando se levanta el Niño Dios del pesebre y se lleva a presentar al templo, como una remembranza de lo sucedido a la Virgen María y San José, y es cuando se presentan también niños y se traen para que los bendiga el sacerdote. Se bendicen velas y agua, las velas porque es el Día de la Candelaria, de la candela, es decir la luz que es Cristo, que es la luz del mundo. Las velas se utilizan cada primero del mes. Y se visten a los niños.

En la Ciudad de México:

La Festividad de la Candelaria, aquí en la parroquia, se prepara con tiempo, poniéndose de acuerdo con los padrinos del Niño Dios, los cuales se lo llevaron para vestirlo y el mero día la celebración, a las seis de la tarde, con la participación de los monaguillos de la parroquia, se adorna el lugar en donde se sentará al Niño; previamente los padrinos traen los presentes para la comunidad, en esta ocasión fueron dulces; todos nos preparamos para participar en la Santa Misa, mientras tanto en la calle hay mucha vendimia típica, velas, pan, antojitos, etcétera.
Se prepara la procesión con los Niños para oficiar una celebración solemne y emotiva para la comunidad y todos con gran entusiasmo entramos a la misa con velas encendidas para expresar que son la Luz de Dios. Se reparte tamales y atole en sus respectivas casas, ya que los hace la persona a la que le tocó el niño en la rosca.
Las velas son bendecidas por el párroco, el cual explica su significado y así es como lo festejamos aquí, en la comunidad.

En La Chalmita, Querétaro, México:

En mi comunidad se celebra la Candelaria con la santa misa, en donde todas las familias se reúnen, en donde llevan a sus niñitos a bendecir, también se lleva a bendecir la semilla que es el fruto de nuestro trabajo, se bendicen la ceras que es el signo de que Cristo es la luz del mundo y esas ceras se prenden cuando llueve para que no pase nada. También se realiza la tradicional cena como agradecimiento al que fue el padrino del Niño Dios de la iglesia.

En San Juan de las Huertas, Tejalpa, Estado de México:

Se realiza una misa célebre con el motivo de presentar al templo el Niño Dios. Es la Presentación del Niño Dios ante el altar, ante la iglesia y ante Dios.
Afuera lo que se ofrece en varias casas es comida, hay veces que ponen también baile para celebrar este gran día.
En el templo se llevan a misa a los Niños Dios; antes se tenía la costumbre de vestir al Niño Dios representando a diferentes santos; ahora ya no, el párroco de la iglesia ha inculcado que como cualquier recién nacido es como debe presentarse al niño Jesús; es decir, totalmente de blanco; también se llevan a bendecir, semillas, velas.
Las velas son una representación de la luz que ha llegado a nosotros; éstas sí las bendice el párroco, y cada familia las puede prender no sólo cuando se vaya la luz, sino también cuando haya algún tipo de conflicto o problema fuerte en casa: se prende y se reza un poquito; en algunas casas, cuando llueve mucho, y se ve que es una tormenta con truenos, rayos y granizo, también se acostumbra prender la vela bendita para alejar o calmar la tormenta.
La comida que se ofrece por lo regular es mole rojo o verde, arroz, frijoles, etcétera, y esta comida toca darla a las personas que les tocó "muñeco" en la rosca de Reyes, ya que es una tradición que es al que le toca "muñeco" el que prepara el mole; pero también otras y muchas familias se cooperan; también entre las personas que organizaron las posadas se coopera para realizar esta comida. Se organizan todas las personas involucradas, para que vayan a ayudar a hacer la comida.

En Paraíso, Cartago, Costa Rica:

Al templo, la gente llega con mucha anticipación para escuchar misa; se presentan para que sean bendecidos los Niños Dios, las velas y los niños.
Fuera del templo, los padrinos del Niño Dios de la capilla ofrecen a los vecinos tamales y café, para convivir un ratito en comunidad; a este evento se suman las personas que habitan en las comunidades vecinas.
En el templo se suele ver completas y atentas a misa a algunas familias; algunas otras, la mayoría, sólo van por tradición o costumbre. En casa, algunas familias colocan a su Niño Dios en un lugar especial, el lugar que se merece como representación del Hijo de Dios.
El papel que tienen las velas es el de iluminar el camino, iluminar tu vida con la presencia de Dios; antiguamente, para algunos pueblos indicaba el principio de año y acostumbraban bendecir sus mazorcas y semillas para la futura cosecha.
En nuestra comunidad acostumbran bendecir las velas al final de la misa. En casa suelen usarse cuando toda la familia está reunida, puede ser en el desayuno, comida o cena, prenderla mientras se ora. Y en el templo se prenden cada que hay misa o alguna celebración.
La comida que acostumbramos son tamales y café o atole; algunas familias acostumbran preparar comida, y hacen arroz, mole. La forma de preparación es muy variada y depende de cada familia.
A los que les toca dar la comida son a aquellas personas que participaron partiendo la rosca el Día de Reyes y les salió la figura representativa del niño Jesús y ello significa convertirse en su madrina o padrino y es una obligación que se cumple el día 2 de febrero, Día de la Candelaria.

En la comunidad China de Lima, Perú:

En algunas casas de personas descendientes de Puno, los que no han podido viajar se circunscriben a reunirse para tomar cerveza y comer unos piqueos[13] y bocaditos; tomar su sopa de mote con cabeza de carnero[14] en la madrugada; acompañando de un mondonguito[15] o cuy picante,[16] al terminar la reunión.
En Lima, a nuestro cardenal no le agrada la extensión de festividades regionales (por el consumo que se hace de bastante cerveza), razón por la cual la Festividad de la Candelaria es celebrada en forma privada en el Club Puno y en los asentamientos humanos donde viven familias puneñas; puesto que las familias de puneños con medios económicos prefieren viajar a su tierra, por tal motivo, en la Comunidad China no se celebra esta festividad.
Las familias en Lima no celebran esta fiesta como en Puno; incluso recuerdo que en provincias del norte (Piura y Chiclayo, que he conocido cuando he trabajado en estas ciudades, cuando tuve entre 14 y 18 años), algunas comunidades llevan sus imágenes a la misa para que el padre les dé su bendición y salen en procesión, acompañados con una banda de pueblo, pero las comidas que comparten son norteñas; en cuanto a las velas no son como los cirios de Puno, son velas simples o cirios que se ofrecen con motivo de la Fiesta del Señor de los Milagros, que en Lima se celebra con bastante devoción y belleza.

En Mixco, Guatemala:

En nuestra parroquia se celebra de forma solemne; nuestra parroquia cuenta con cuatro sectores, cada uno tiene su propia capilla donde se celebra la Eucaristía en distintas horas. Pero estos días de fiesta se celebra ésta de manera conjunta, habiendo una sola celebración en uno de los sectores, donde los demás concurrimos.
En este día se realizan las presentaciones de los niños, tanto recién nacidos como de los Niños Dios adquiridos para los nacimientos, y también la bendición de las candelas: se les da a conocer el significado de la luz que Cristo nos brinda, y éstas sirven en las casas cuando uno quiere rezar o hacer algunas peticiones. En la tradición de comidas, los platos para este tipo de fiestas son los buñuelos en miel, los que se venden en las afueras del templo. En las casas no se hace nada en especial.

En Chilecito, provincia de la Rioja, Argentina:

Bueno, les cuento: en mi parroquia se hace la procesión con las candelas desde el atrio del templo hasta el altar mayor; no es nada fuera de lo común; cerca de mi pueblo está la iglesia de la Virgen de la Candelaria, ahí se realizan procesiones nocturnas con velas y los ritos propios de ese día.

Conclusiones

El conjunto de prácticas establecidas por la religión católica para la celebración del Día de la Candelaria se arreglan, en la vida cotidiana de las personas y de sus comunidades, conforme a dos aspectos: el primero tiene lugar en el ámbito sacro, espacio delimitado por el templo y por las expresiones de la liturgia, y el segundo se lleva a cabo en el territorio de lo secularizado, como son plazas, calles y viviendas, y donde se introduce y celebra la presencia de los signos de lo sagrado que llegan a dicho ambiente. Cada espacio conserva sus discursos y prácticas específicas, a los que se reconocen al mismo tiempo como expresiones de la misma festividad, pues lo sacro irrumpe e interrumpe la cotidianidad de los actos seculares.

La importancia de esta celebración para las distintas comunidades, tanto de México como de otros países latinoamericanos, tiene como base su complejidad simbólica, por la que logra atraer a un elevado número de seguidores desde distintos ángulos: 1) Presentación del Niño Jesús al templo, 2) Jesús, Luz del Mundo, 3) Fiesta de la Luz, 4) Fiesta de la Candela, 5) Purificación de María, 6) conexión con la cuarentena de María después del parto, 7) Epifanía de Jesús y 8) rechazo a su mesianismo. Resalta de manera singular el amplio simbolismo de la misma cuarentena, que es clave en la historia de los pueblos judío y cristiano, ya que son copiosas en la Biblia las referencias a dicho número: cuarenta años duró el éxodo de los israelitas que vagaron en el desierto, cuarenta días duró la lluvia del diluvio, al igual que duró cuarenta días el viaje de Elías al monte Horeb, cuarenta días se retiró Jesús al desierto y cuarenta días tiene de duración la cuaresma. La cuarentena siempre irrumpe en dichos pueblos, como el tiempo que es dedicado al acercamiento a lo sagrado, y su acción se manifiesta como un gran cambio en la vida de aquellos que lo guardan.

Por la gran cantidad de símbolos que se congregan en dicho día, es que numerosos y distintos grupos de individuos se sienten identificados en mayor o menor grado con algunas de las características de la festividad de La Candelaria; no obstante, aunque todos ellos son convocados a la celebración en la misma fecha, no todos buscan, recuerdan y actualizan los mismos motivos simbólicos.

De la misma manera que desde la liturgia de la Iglesia se contemplan una variedad de expresiones, lo mismo sucede desde el terreno de lo secular, que resalta uno u otro de los signos que desde lo sagrado le son ofrecidos: niños y semillas, velas y luz protectora, flores y rezos, procesiones y danzas, música y cohetes, cera bendita y sembradíos, padrinos y vestidos, pero también alimentos y bebidas, entre los cuales sobresale el tamal, pero no falta el atole, el chocolate, el café, el mole, los buñuelos. También se advierten las tensiones que lo profano provoca entre los especialistas de lo sagrado, lo que los lleva a "corregir" y "purificar" los extravíos sentimentalistas, que desde su punto de vista amenazan la liturgia racional de la conmemoración. Los que proceden de las prácticas que se originan no sólo del espacio de lo profano, sino también en la liturgia que elabora el pueblo desde sus propias experiencias cotidianas. Sin embargo, no se presentan en contraposición, entre lo que podría ser por un lado lo cristiano y por el otro lo pagano, sino como expresiones continuas de las distintas dinámicas cotidianas que surgen y confluyen en una misma celebración. Las que sin duda dan forma a las identidades colectivas en las variadas regiones de Latinoamérica, que se basan en una dinámica muy distinta a las que se van produciendo en los muy amplios sectores de las sociedades que han ido cediendo sus identidades, sus diversidades, ante las fuerzas uniformadoras de la razón instrumental,[17] que alienta el avance del capitalismo globalizador.

El ritual condensa un sistema de rasgos que se caracterizan porque unos son orales y otros son sensoriales, pero en ambos casos son siempre vehículos llenos de significados que hacen presente lo que se encuentra inmediatamente ausente. Como se advirtió en la descripción etnográfica, los orales tienen que ver con el rezo, la música y el canto, tanto en casa como durante la procesión y en el templo; con la invitación y agradecimiento a los padrinos del "niño" y con la conversación con los parientes, amigos, vecinos y feligreses en el festejo comunitario. Los sensoriales presentes en el movimiento y en el tacto, se manifiestan durante la procesión al caminar de casa al domicilio de los padrinos y de este último al templo; con portar al Niño, las velas, las semillas y el recibir el calor de las velas, la aspersión del agua bendita y los movimientos del baile. Las que son visuales se dirigen a la indumentaria blanca del "niño" y de los niños, a la luz de las velas, al colorido de las flores, a la presencia del agua bendita, al humo del incienso y a los alimentos de la fiesta. Las sensaciones olfativas giran en torno a la cera de las velas, al ropón del "niño", a las flores, al incienso y a los aromas de los víveres a consumir durante el festejo. Por último, las que se dirigen al gusto se centran en el sabor de los alimentos propios del rito, en el recuerdo del pan de la rosca compartida en la Epifanía, en el ingerir café, atole, chocolate, tamales, buñuelos, arroz y mole.

Hablan de la necesidad perenne del ser humano por dar sentido a su vida, por protegerla y por prolongarla, incluso más allá de la muerte. Por tanto, los rituales no se mezclan, es decir, que las visiones, por un lado, de lo que dicen de ellos los especialistas y, por el otro, de lo que de ellos piensan los del pueblo, para unos y otros lo importante es que se viven, siempre de una manera distinta, al mismo tiempo que consideran que gracias a la tradición y al rito se mantienen igual en su aquí y en su ahora, a lo que han sido desde el principio. No son ni acciones sincréticas ni siempre exactamente iguales en su forma, lo son, en cambio, perennemente simbólicas.

No son aquellas liturgias de poder social, económico o político presentes en las descripciones de los "sistemas de cargos", que durante un tiempo acapararon la atención de la antropología y de los antropólogos en México,[18] sino relatos expresivos de la interminable búsqueda del sentido vital de lo simbólico expresado en los signos de las formas, de las luces y colores, de los sonidos, de los olores, de los movimientos y de los sabores del ritual, que disponen a todo participante, aunque sea sólo por algunas horas, a sentir su gozo en el contacto festivo con la trascendencia. Pues la vida cotidiana y lo que la trasciende sólo pueden encontrarse y convivir en el desarrollo del ritual y de la tradición.

Bibliografía

Aguilar Medina, José Íñigo, Archivo de entrevistas. El Día de la Candelaria, México, DEAS-INAH, 2008.

Biblia de América, Madrid, PPC, 2015.

Díaz Cruz, Rodrigo, Archipiélago de rituales. Teorías antropológicas del ritual, Barcelona, Antropos / UAM, 1998.

Duch, Lluis, Antropología de la vida cotidiana. Simbolismo y salud, Madrid, Trotta, 2002.

Horkheimer, Max, Crítica a la razón instrumental, abril de 1973, recuperado de: [http://www.olimon.org/uan/horkheimer-critica_de_la_razon_instrumental.pdf], consultada el 26 de agosto de 2015.

Mardones, José María, La vida del símbolo. La dimensión simbólica de la religión, Santander, Sal Terrae, 2003.

Oseguera, Andrés, "De ritos y antropólogos. Perspectivas teóricas sobre el ritual indígena en la antropología realizada en México", Cuicuilco, vol. 15, núm. 42, México, enero-abril 2008, pp. 99-118.

Pelcastre, Blanca et al., "Embarazo, parto y puerperio: creencias y prácticas de parteras en San Luis Potosí, México", Revista da Escola de Enfermagem da USP, núm. 39, São Paulo, 2005, recuperado de: [http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=361033283002.]

Tito Mamami, Charo, "Representaciones de identidad local en la fiesta de la Virgen de la Candelaria en Puno: dos mundos, dos encuentros", Virajes, julio-diciembre, vol. 14, 2012, pp. 213-229.

Turner, Victor, La selva de los símbolos. Aspectos del ritual Ndembu, México, Siglo XXI, 1980.


Citas

[1] Lluis Duch, Antropología de la vida cotidiana. Simbolismo y salud, Madrid, Trotta, 2002.

[2] Rodrigo Díaz Cruz, Archipiélago de rituales. Teorías antropológicas del ritual, 1998.

[3] Victor Turner, La selva de los símbolos. Aspectos del ritual ndembu, 1980.

[4] Lucas, 2: 22:24. La Biblia se cita a partir de la edición: Biblia de la Iglesia de América, 2015.

[5] Lucas, 2, 27:39.

[6] Mateo, 2:7-12.

[7] Mateo, 2:13.

[8] Como puede observarse en casi todos los estudios sobre embarazo, parto y puerperio, éste se fija en una duración de 40 días, es decir, entre cinco y seis semanas. Vid., por ejemplo: Blanca Pelcastre et al., "Embarazo, parto y puerperio: creencias y prácticas de parteras en San Luis Potosí, México", Revista da Escola de Enfermagem da USP, vol. 39, núm. 4, 2005.

[9] Charo Tito Mamami, "Representaciones de identidad local en la fiesta de la Virgen de la Candelaria en Puno: dos mundos, dos encuentros", Virajes, vol. 14, núm. 2, julio-diciembre de 2012, pp. 213-229.

[10] José Íñigo Aguilar Medina, Archivo de entrevistas. El día de la Candelaria, 2008. (Para la realización del estudio etnográfico se contó con la ayuda de la Arquidiócesis de México, que nos proporcionó los correos de 148 coordinadores laicos de un grupo de liturgia, quienes al momento de la entrevista colaboraban en algún templo situado a lo largo del mundo de habla hispana. A la invitación respondieron 21, de ellos radicaban 15 en México: Jesús Pablo Saldívar Castillón, de Monterrey; Nereo Andrés González Salazar, de Misantla; Yolanda Reyes Ortiz, de Hacienda Ojo de Agua; Magdalena Barrera García, Tonatiuh Salas Rivera, Ana Margarita Olivos Espinosa y Pedro Holguín Peña, de la Ciudad de México; Rubén Suarez, de Lomas de Rosarito; Ismael Guzmán Valencia, de La Chalmita; Irma Ap, de San Juan de las Huertas; María de Cervantes, de Anáhuac, Nuevo León; Cindy Guadalupe Lagunas Díaz, de Rayón; José Luis Ramírez Alaña, de Tezoyuca; Óscar Miguel Calderón Ortiz, de Ciudad Valles, y Luis Alfonso Zaragoza, de Ciudad Obregón. Y seis vivían en países latinoamericanos: Maximiliano Chade, de Chilecito, Argentina; Diego Jiménez y Liliana Godínez Cervantes, de Paraíso, Costa Rica; Walter Letrán, de Mixco, Guatemala, así como Ismael Chong Li y Paul Popol, de Lima, Perú.).

[11] Arbusto del género Heliconia.

[12] Impreso distribuido en algunos templos de la Ciudad de México con motivo de la Fiesta de la Candelaria (2018).

[13] En Perú se nombra así al momento del aperitivo.

[14] Caldo de cabeza de carnero, con maíz desgranado (mote), papa y tunta (papa amarga).

[15] Platillo peruano a base de maíz desgranado (mote), vísceras de vaca o carnero, hierbas aromáticas y verduras.

[16] Alimento peruano a base de carne de cuyo (Cavia porcellus) frito y enchilado con salsa de jitomate, acompañado con tortitas de papa.

[17] Max Horkheimer, Crítica de la razón instrumental, 1973.

[18] Andrés Oseguera, "De ritos y antropólogos. Perspectivas teóricas sobre el ritual indígena en la antropología realizada en México", Cuicuilco, vol. 15, núm. 42, enero-abril de 2008, pp. 99-118.