Dos calendarios conservadores durante la Guerra de Tres Años: el Reaccionario y La Familia Enferma

Dimensión Antropológica
Año 27, vol. 79, México,
mayo-agosto, 2020, pp. 40-71.
ISSN 1405-776X

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Artículo

Dos calendarios conservadores durante la Guerra de Tres Años:
el Reaccionario y La Familia Enferma

Laura Herrera Serna
Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, INAH.

Resumen

Este artículo da cuenta de dos títulos de impresos de filiación ultraconservadora que vieron la luz durante la Guerra de Reforma en México. Estas publicaciones son representativas de la prensa de combate que produjeron distinguidos miembros del partido conservador para divulgar su ideario, usando un lenguaje sarcástico, en contra de las reformas y de los prohombres liberales. Debido a su utilidad, en el siglo XIX, el formato "calendario" fue una tipología documental que garantizaba una amplia circulación en todos los niveles sociales. De los ejemplares en cuestión destacan algunos temas que aún siguen vigentes y, de igual forma, se hace hincapié en la importancia de esos libros "curiosos" como fuente y objeto de estudio de nuestra cultura política y popular.
Palabras clave: calendario, almanaque, cultura política, debate público, Leyes de Reforma, México, Guerra de Reforma.


Abstract

This article observes two ultra-conservative printed media examples, born during the Reform War in Mexico. These publications are representative of combat media and produced distinguished members of the conservative party in order to divulge their mindset. The issues use a harsh sarcastic language against the reforms and liberal men. Due to its utility, the "calendar" format was the most common documental typology of the XIX Century. This guaranteed a wide distribution through all levels of society. Some themes that are still valid. Additionally, emphasis is made in these "curious" books as sources and objects of study of our popular and political culture.
Keywords: calendar, almanach, political culture, public debate, Reform Laws, Mexico Reform War.


En los últimos tiempos, en México, se ha dado en llamar a la Reforma "la segunda transformación", cuyo corolario fue la sangrienta guerra civil entre liberales y conservadores que tuvo lugar entre 1858 y 1860. Durante este periodo, la prensa de combate producida por ambos bandos adquirió un papel destacado, en tanto vehículo de difusión de sus idearios políticos.

Durante la contienda circularon periódicos, folletos, hojas sueltas, entre otros impresos, donde se defendía o atacaba las reformas liberales que quedaron plasmadas en la Constitución de 1857. En el proceso, las posturas en pugna se radicalizaron hasta el punto de alcanzar inéditos grados de denostación. Con la intención de influir en la opinión pública a favor de sus causas, se buscó la garantía de llegar al mayor público posible a través del formato "calendario".

Para difundir los agravios cometidos en contra del interés nacional, los editores y autores ultraconservadores Vicente Segura Argüelles e Ignacio Aguilar y Marocho sacaron a la luz los calendarios el Reaccionario y La Familia Enferma, respectivamente, para los años 1859-1861, mismos que al triunfo de los liberales, al igual que diversas publicaciones de aquella filiación, fueron condenadas y relegadas al olvido.

Al igual que numerosos títulos similares, estos dos se hallan sólo en algunos fondos reservados y en colecciones privadas (no necesariamente seriados ni completos), apenas accesibles para los investigadores. De ahí que este artículo esté dirigido principalmente a los estudiosos de ese álgido periodo de la historia, con el objetivo de que los consideren como fuentes de valor y de primera mano, y las utilicen. También para aquellos que se dedican a la historia de la prensa o los interesados en este tipo de "libros raros".

Para tal efecto, el texto está construido de acuerdo con el método de las publicaciones periódicas, a saber: tipología, estado de la cuestión, contexto histórico, editores/autores, temporalidad, descripción física y lenguaje. Asimismo, se da cuenta de los contenidos, sin la pretensión de ofrecer un estudio acabado, temático, lingüístico o de distinta naturaleza, sino de esbozar una idea a través de una selección de los temas de interés de sus creadores, tal y como los expresaron, que siendo reflejo de un momento histórico, sin embargo, son de actualidad.

Los calendarios

Desde el último tercio del siglo XVIII fue publicado "el calendario" en la Nueva España, entonces con el sello de Zúñiga y Ontiveros, con privilegio real, hasta que fue abolido luego de la Independencia. El modelo original duró largos años, pero después fue imitado por editores diversos, que sacaron sus propios títulos, pues era un impreso que gozaba de gran demanda y garantizaba buenas ganancias por el volumen de tiraje y su amplia distribución en el territorio.

El éxito de esta publicación de periodicidad anual radicó en su utilidad: era indispensable para normar la vida cotidiana de todos los sectores de la sociedad, pues contenía el calendario propiamente dicho, fijaba el santoral, las estaciones y eclipses, las fiestas civiles y religiosas, así como alguna ilustración de la Virgen de Guadalupe, acompañada de una oración para "rezarse" todo el año. Su impresión en papel de baja calidad y un tiro de varios millares lo hacía de bajo costo (un real el ejemplar); además, su formato de bolsillo (de 7.5 x 9.5 cm) y con apenas 32 páginas, lo ponía al alcance de cualquier sujeto.

Con el paso del tiempo, dado que creció la competencia entre los calendaristas se trató de hacer un producto más atractivo, incluyendo cubiertas de papel de color, tipos de ilustraciones distintos y artículos diversos, con lo cual aumentó el número de páginas y tamaño, no así su costo. En los años treinta del siglo XIX, algunos editores se afanaron en sacar calendarios más cuidados, aunque sin éxito debido al precio, así que en lo subsecuente prevalecieron las características tradicionales y se incrementó la oferta diversificando los títulos, los más con contenidos inocuos, y unos cuantos con una pretensión noticiosa. De cualquier forma, el calendario era "[…] un excelente indicador de la evolución del compartir social de lo escrito al ser tal vez el impreso más compartido, el único impreso presente en casi todos los hogares, hasta en regiones y provincias donde menos aptitud teórica para el acceso a la cultura escrita/impresa teóricamente existía".[1]

Durante la segunda mitad de la decimonónica centuria, la prensa experimentó un extraordinario desarrollo y, por las circunstancias que vivió el país durante la Reforma, se vivió la etapa más importante y fecunda del periodismo de combate.[2] En ese periodo es cuando se alcanzó la mayor producción de calendarios, convirtiéndose algunos de éstos en instrumentos de defensa o de ataque al gobierno liberal emanado de la Revolución de Ayutla, que decretó las Leyes de Reforma, luego incorporadas a la Constitución de 1857.

Por ello se entiende que Segura Argüelles y Aguilar y Marocho eligieran el calendario como medio para vilipendiar a sus enemigos políticos. Así, salieron a la circulación el Reaccionario y La Familia Enferma.

Estado de la cuestión

Fuera de los estudios generales de la prensa en México, que tocan de pasada a los editores, cuya labor se describe, la historiografía de los calendarios que nos ocupa es limitada: en 1969, la editorial Jus publicó un libro que contiene la biografía de Aguilar y Marocho, escrita por Victoriano Agüeros en los entonces lejanos años ochenta del siglo XIX, en la que reivindica al personaje luego de su fallecimiento; asimismo, rescata y reproduce algunos de sus escritos, entre ellos, los calendarios de La Familia Enferma.

p align="justify">Por su parte, Isabel Quiñónez, en un estudio de larga duración, aborda a Segura Argüelles, del que destaca los títulos Liberal e Impolítico y justiciero, atendiendo sobre todo a sus excelentes caricaturas políticas. A su vez, Miguel Rodríguez realiza un análisis comparativo del contenido de los calendarios La Democracia y el Reaccionario para 1859. María José Esparza escribe un artículo que versa sobre las imágenes de los calendarios mexicanos y el conflicto de 1857, y en una investigación reciente profundiza, desde la perspectiva de la historia del arte, en las ilustraciones encartadas en ese tipo de impresos a lo largo del siglo XIX, entre las que analiza las publicadas en el Reaccionario.[3]

El contexto

El triunfo de la Revolución de Ayutla en agosto de 1855 significó el derrocamiento de la última dictadura de Antonio López de Santa Anna y la instauración de un gobierno liberal encabezado por Juan Álvarez y después por Ignacio Comonfort, al tiempo que se convocó a un congreso constituyente con la misión de elaborar una nueva ley suprema.[4] En el periodo comprendido entre noviembre de aquel año y enero de 1857 se decretaron las Leyes de Reforma, que trastocaron profundamente el orden establecido, en particular, los privilegios del clero y del ejército: la Ley Juárez, o de Administración de Justicia, y la Ley Lafragua, o de Libertad de Imprenta, del 23 de noviembre y 28 de diciembre de 1855, respectivamente. Y durante el gobierno constitucional de Comonfort se expidieron la Ley Lerdo, o de Desamortización, del 25 de junio de 1856; así como la Ley Ocampo, o de Registro Civil, y la Ley Iglesias, o sobre derechos y obvenciones parroquiales, del 27 de enero y 11 de abril de 1857.

Naturalmente, esos ordenamientos causaron grave descontento entre los afectados, pero todavía fue mayor el desacuerdo cuando se incorporaron a la Carta Magna de 1857, proclamada y jurada por el presidente Comonfort el 5 de febrero.

La indignación del partido conservador se hizo manifiesta por Félix Zuloaga, quien se pronunció unos meses después y lanzó el Plan de Tacubaya el 17 de diciembre, por el que, en principio, quedaba derogada la Constitución, se concedían facultades omnímodas a Comonfort para pacificar el país y convocar a un congreso constituyente para que elaborara una ley suprema distinta. Asimismo, la jerarquía católica giró una circular en la que amenazaba con excomulgar a todo aquel que jurara los preceptos liberales.

Al adherirse al Plan de Tacubaya, Comonfort dio un golpe de Estado; pero en breve, el 11 de enero de 1858, Zuloaga se pronunció en la Ciudadela contra el político liberal y, ante la ausencia de fuerzas leales, Comonfort abandonó el poder y se fue al exilio de manera poco airosa. Entonces, una junta nombró a Zuloaga presidente interino, cargo que alternaría con Miguel Miramón: la legislación liberal había sido abrogada. Paralelamente, en su calidad de presidente de la Suprema Corte de Justicia, en Guanajuato, Benito Juárez se hizo cargo del Poder Ejecutivo y, después de una travesía, instaló su gobierno en Veracruz.

Así inició la llamada Guerra de Reforma o de los Tres Años (1858-1860): de febrero a abril de 1858 los conservadores triunfaron arrolladoramente; durante la siguiente etapa, hasta junio de 1860, las fuerzas contrincantes mantuvieron un equilibrio en términos bélicos, pero justo durante este periodo se promulgaron en Veracruz las leyes liberales más radicales: la nacionalización de los bienes eclesiásticos y la separación de la Iglesia y el Estado, el matrimonio civil, el registro civil y la secularización de los cementerios, con fechas del 12, 23, 28 y 31 de julio de 1859. De junio a diciembre de 1860, los liberales consiguieron varias victorias y se proclamó la ley de libertad de cultos el día 4 de diciembre.

La batalla de San Miguel Calpulalpan, Estado de México, sostenida por los generales Miramón y Jesús González Ortega el 22 de diciembre de 1860, marcó el triunfo del partido liberal sobre el conservador y el fin de la guerra intestina. Los constitucionalistas entraron a la capital el 25 y, finalmente, el presidente Benito Juárez estableció su gobierno en la Ciudad de México en enero de 1861.[5]

Vicente Segura Argüelles y el Reaccionario

Escritor, impresor y editor, nació en Orizaba, Veracruz, en 1815, en el seno de una familia pudiente. Estudió en el Colegio Preparatorio para después trasladarse a la capital y asistir a la Academia de Letrán, institución donde se relacionó con los escritores de la época. Con una postura liberal moderada, inició una trayectoria como colaborador en El Museo Mexicano, en Revista Científica y Literaria de México y, posteriormente, en México y sus alrededores, entre otras publicaciones. Fue cofundador en 1845 de Don Simplicio, escribió con el sinónimo de "Cantárida" junto con Guillermo Prieto, Ignacio Manuel Altamirano e Ignacio Ramírez, así como con otros destacados liberales, hasta que al año siguiente fue a dar a la cárcel, y la publicación fue suspendida, pero volvió a salir, aunque cesó en febrero de 1847.

Pese a que no se sabe cuál fue su participación durante la guerra con Estados Unidos, es muy probable que se haya alistado en algún cuerpo de la Guardia Nacional; empero, sí se puede afirmar que ese hecho histórico fue determinante en su percepción política, que se orientó en definitiva por el conservadurismo.

Desde 1851 empezó a publicar junto con su hermano, José Sebastián, un periódico de propio cuño, El Ómnibus —título que se asocia con el transporte público que estaba en boga en países adelantados y que arrasaba con todo—, que al principio fue impreso por la Casa Murguía, pero a partir de 1852 salía de la imprenta de su propiedad, ubicada en la calle Cadena 10 (hoy Venustiano Carranza). Inicialmente fue bisemanal y se convirtió en diario para el año siguiente, excepto los domingos; registró continuidad ya domiciliado en el 14 de la calle San Andrés (hoy Tacuba), hasta que fue suspendido en noviembre de 1856, con base en la Ley Lafragua, por sus acerbas críticas al gobierno de Comonfort. A lo largo de esos años se produjo el cambio ideológico de Segura Argüelles: de liberal moderado a franco conservador.[6] Compartía esa filiación con editores de impresos diversos, como su cuñado José Joaquín Pesado de La Cruz, y José María Roa Bárcena, que dirigía La Sociedad y El Eco Nacional.

A través de su periódico se declaró abiertamente contrario al Plan de Ayutla y las reformas liberales de 1855 y 1856.[7] Lo mismo hizo en su Diario de Avisos, que sacó con una línea aparentemente comercial, pero que pronto devino en enemigo declarado de la nueva Carta Magna, y publicó las pastorales del obispo de Michoacán, Jesús de Clemente Munguía, donde se excomulgaba a todo aquel que jurara la Constitución del 57. A la caída de Comonfort, en enero de 1858, se lanzó a fondo en contra del gobierno juarista que se había asilado en Veracruz, apoyó incondicionalmente a Zuloaga y Miramón, y relevó en distintos momentos a la imprenta de Andrés Boix, a cargo de Miguel Zornoza, en la impresión del Diario Oficial del Supremo Gobierno, en el número 6 de la calle Seminario, hasta que fue asesinado trágicamente por "blusas coloradas" enfrente de la Alameda, el 25 de diciembre de 1860.[8] Pese a su desaparición, el Diario de Avisos circuló hasta el último día de ese año, seguramente por el empeño del encargado Mariano Villanueva y Francesconi.

De la imprenta de Segura Argüelles también salió un buen número de libros de autores mexicanos y extranjeros para diferentes tipos de lectores, entre los que destaca un Manual de Derecho Mercantil Mexicano y la primera versión cuidada del Himno Nacional Mexicano que data de 1854. Asimismo, como los editores de la época, también incursionó en la elaboración de calendarios, ya que era la publicación popular por excelencia y garantizaba ganancias. Si bien los maquiló en su taller con una variedad de títulos, también imprimió los de su autoría, en los que combatía a los calendarios liberales, al tiempo que difundía su postura conservadora en los de su factura. Éstos, herederos y continuación del estilo jocoserio,[9] sarcástico y de carácter doctrinario: de sus prensas salieron el Calendario Liberal. Por el Licenciado D. Liberato Garabato Panzacola (1852-1854),[10] el Calendario Caricato (1856) y el Calendario del Ómnibus (1858). Todos ostentaban en el subtítulo la leyenda arreglado al meridiano político de la federación,[11] y se distinguen por su feraz crítica a la clase política del momento y por sus excelentes caricaturas.

El Calendario del Ómnibus para 1858, que se asocia con el nombre del primer periódico de Segura Argüelles, es antecedente inmediato, por contenido, estilo y formato, de la serie el Calendario Reaccionario, que apareció de 1859 a 1861. El cambio del título respondió a la radicalización de los conservadores, que se convirtieron en "reaccionarios" después de 1857[12] y, a manera de burla, aceptaron el epíteto que les endilgaron sus adversarios. En los dos primeros años aparece en el subtítulo "calculado al meridiano político de México", y en el último, únicamente "calculado al meridiano de México". El formato de los ejemplares es de 9 x 13 centímetros en promedio, aunque se aprecian variantes en alguno, lo que sugiere que se tiraba más de una edición. El número de páginas también es irregular: 64 en el calendario de 1858, 80 en el de 1859, 68 en el de 1860 y 56 en el de 1861. La calidad del papel es superior a la de algunos que se imprimieron en su prensa, más cuidada la edición, con cubiertas de papel en color y a un real por ejemplar.

Tanto en el Ómnibus como en el Reaccionario, el calendario y el santoral aparecen en la contraportada en modo de encarte, que incluye publicidad de los libros en venta. En el primero no se insertaron notas cronológicas, quizá para no dar cuenta de los sucesos recientes; en cambio, en el Reaccionario, en las ediciones de 1859 y 1860 se siguió el modelo tradicional de incluir el cómputo eclesiástico y las témporas; y en cuanto a las notas cronológicas, refiere "desde la creación del mundo" hasta la "erección del último arzobispo de México", con la deliberada intención de ignorar todo lo ocurrido en materia política en los últimos 10 años, excepto en el calendario para 1861, en el que las notas cronológicas aluden íntegramente a los acontecimientos relacionados con "los demagogos".

El editor Segura Argüelles, conservador "intransigente", defendió a ultranza la religión católica, a la que concebía como elemento de identidad indispensable de la nación mexicana, así como la propiedad y restitución del orden: nada propositivo en cuanto a un sistema diferente al del pasado. A través de sus diarios se dirigía a las minorías letradas con un tono propagandístico y burlón, línea que continuó en sus calendarios, con los cuales pretendió llegar a todos los sectores y para lo cual utilizó diferentes recursos literarios: poema, narración corta, epigrama, diálogo, comedia, zarzuela, epístola, preguntas y respuestas, pronóstico, himno, canto, parodia, entre otros, y con ellos, ridiculiza, critica y materialmente destroza a los puros. En contraparte, en todo momento exalta al gobierno conservador por los triunfos militares obtenidos sobre el enemigo, en particular el de Ahualulco, donde Santiago Vidaurri fue derrotado por Miguel Miramón en septiembre de 1858, y el de Tacubaya, en que Leonardo Márquez venció a Santos Degollado en abril de 1859 (figura 1).

Figura 1. Calendario Reaccionario, para el año de 1859, arreglado
al meridiano político de México,
1858.

Es de subrayar que en el Calendario Reaccionario para 1859, Segura Argüelles publicó remitidos de ciudades como Puebla, Morelia, San Luis Potosí, Guanajuato y Guadalajara, por ejemplo, en los que predomina la ausencia de firmas, por lo cual es posible que fueran escritos por el mismo editor o sus colaboradores, y así dar la impresión de que su partido contaba con simpatizantes en el interior del país. Sólo figuran signados cuando se trata de un artículo laudatorio, como el de Ignacio Sierra y Rosso, que hace una apología del general Luis G. Osollo, fallecido en 1858, y para completar la nota reproduce un inserto del periódico La Sociedad; o en el caso de José María Roa Bárcena, que escribe un artículo de carácter religioso sobre la historia del Señor de Santa Teresa. En el calendario para 1860, sólo en el artículo "Canto encomiástico dedicado a la Familia Enferma".

Figura 2. Calendario Reaccionario, para el año bisiesto de 1860,
arreglado al meridiano político de México,
1859.

se observa una firma, la de "D. Alvamina", un seudónimo que seguramente utilizó Aguilar y Marocho, que como se verá más adelante, es el autor de dicho opúsculo; en cambio, en el calendario correspondiente a 1861 ningún artículo lleva crédito (figura 2).

Los personajes más criticados son, desde luego, Benito Juárez, Melchor Ocampo, Santos Degollado, Manuel Doblado, Santiago Vidaurri, Miguel Lerdo de Tejada, Manuel García Pueblita, Antonio Rojas, Miguel Cástulo de Alatriste, José María Arteaga, Miguel Blanco, Juan José de la Garza, Epitacio Huerta, Manuel Fernández Soto, Anastasio Trejo, Esteban Coronado, Juan Zuazua, Manuel Gutiérrez Zamora, Javier Lagarde, José María Blancarte, Antonio Carbajal, Porfirio Díaz, Juan Álvarez, Juan José Baz, Ignacio Comonfort y Manuel Menocal, entre otros jefes liberales. A ellos y a su actuación política y militar se refiere con "alias" denostadores.

Las diversas entradas están escritas en un lenguaje cáustico e irónico, que Segura Argüelles ya había ensayado en sus diarios y calendarios anteriores, y que dan cuenta del concepto en que tenían los conservadores a los "demagogos": una camarilla de ignorantes, vulgares, inmorales y rateros que se habían apropiado de los bienes de la Iglesia y despojado al clero de sus fueros con las Leyes de Reforma y la Constitución de 1857. Ejemplos de ello lo encontramos en los párrafos siguientes:

El partido puro sólo se compone de hombres que atacan la propiedad y el que no le ataca, no puede pertenecer a él, es condición indispensable. En fin, el que se dice puro y no roba es retrógrado, y viceversa, el retrógrado que roba, por ese mismo hecho se hace puro.[13]
[…]
Es una verdad innegable, y no nos cansaremos de decirla, que liberal y progresista son sinónimos de impío y comunista. Los liberales son enemigos encarnizados del catolicismo y los liberales progresistas del catolicismo y del derecho de propiedad.[14]

Es interesante el uso del término "comunismo", lo cual no es novedad en la prensa de la época, ya que al igual que el término socialismo, son conceptos satanizados por los conservadores, porque éstos ya tenían conocimiento de los movimientos que se producían en Europa, y que ese "ismo", hijo del mismísimo demonio, que iba a destruir a la nación, debía erradicarse absolutamente,[15] arengando por ello a los católicos a triunfar sobre los impíos del modo siguiente: "¡Mejicanos! El triunfo glorioso/ De la Patria, a una voz proclamad,/ Pues es noble, sublime y grandioso/ De orden, paz Religión y Libertad".[16]

Sin duda, las peores invectivas estuvieron dirigidas "al gobierno legítimo" refugiado en Veracruz. Varios artículos denuncian que Juárez lucra y roba todo lo que puede de la aduana del puerto, protegido por el gobernador Gutiérrez Zamora. En uno de ellos se dice que mientras en algunos puntos de la República algunos liberales lidiaban con bravura, "el imbécil de Juaritos se divierte en la heroica, mamando plata pura".[17] Y peor todavía, cuando se tuvo noticia de la firma del tratado con Estados Unidos en diciembre de 1859, conocido como McLane-Ocampo, por el que, a cambio del reconocimiento de aquel país al gobierno juarista, México cedía su soberanía sobre el Istmo de Tehuantepec y el paso franco a los estadounidenses por la frontera norte. Aunque el acuerdo había sido rechazado por el Senado de aquel país, no obstó para que "los reaccionarios" lo utilizaran como tema central de su discurso contra los constitucionalistas: "Pretende el demagogo,/ Pueblo inocente,/ Que del yankee tu seas/ Víctima inerme./ No lo consientas:/ ¡Prefiere antes la muerte/ Que las cadenas!/ Juárez, capitancillo/ De inicua farsa,/ Hizo audaz con el yankee/ Pacto de alianza./ ¡Cuánto me alegro!/ Indio que mira al Norte/ Se vuelve negro".[18]

Debe subrayarse la fuerte carga racista hacia el oaxaqueño; pero el autor también se lanza violentamente contra Melchor Ocampo quien, por su desempeño como ministro, en su percepción, es un servil del gobierno estadounidense:

Si el ínclito Don Melchor, Ministro de relaciones,/ De Lane a las instrucciones/ Se muestra amigo el mejor,/ Cegado por su ignorancia,/ Esclama con voz de trueno:// "Lo del Norte es sólo bueno/ Y el cuerno de la abundancia"./ No hay remedio, mexicanos;/ No más ya tanto cinismo, Y aceptad el comunismo/ Con que os brindan los villanos…/ Calma, paciencia y constancia,/ Que aunque al Norte seáis vendidos,/ Deberéis vuestros gemidos/ Al cuerno de la abundancia.[19]

En contraste, Segura Argüelles incluyó la lámina "Toma del Arzobispado de Tacubaya por la división del Gral. Márquez (el 11 de abril de 1859)",[20] en un encarte al final del calendario para 1860, salida del taller litográfico del francés José Decaen, con la cual se regocija del triunfo conservador, obviamente sin mencionar la masacre de civiles que ordenó el luego llamado "Tigre de Tacubaya" y que conmovió profundamente a la sociedad (figura 3).

Figura 3. Toma del Arzobispado de Tacubaya por la división del general Márquez (11 de abril
de 1859), encarte en Calendario Reaccionario, para el año bisiesto de 1860, arreglado al
meridiano político de México,
1859 (litografía de José Decaen).

El ejemplar para 1861, como lo anunció en su Diario de Avisos (figura 4), quedó listo a finales del año anterior y es posible que haya circulado sin mayor restricción, pues con el triunfo liberal se restituyó la libertad de imprenta. Este número está escrito en su totalidad para atacar a los liberales; por ejemplo, aparece una obra de teatro cuya moraleja es que aquellos que se volvieron puros, acabaron mal, solos y en calidad de criminales; en tanto que los que conservaron su religión y actuaron en consecuencia, terminaron bien y fueron felices. Se halla también un sainete jocoserio en el que el personaje es Juárez, quien primero ordena la pena de muerte para un traficante de esclavos, pero temiendo que él mismo caiga en esa condición, acaba por indultarlo y su "corte" le califica de "hombre grande, generoso y magnánimo". Una entrada más da cuenta de la rebelión de los veracruzanos ante tantas contribuciones de guerra impuestas por el gobierno juarista y que, para calmarlos, el gobernador Gutiérrez Zamora y "Mr. Dorador de Píldoras" (McLane) ofrecen acciones para construir el ferrocarril que vaya del puerto a Medellín, que les servirá de paseo. Ante la negativa de la gente a comprar títulos, Gutiérrez Zamora utiliza un garrote para obligarla, que al final lo hace, aunque con gran indignación[21] (figura 5).

Figura 4. Anuncio de Calendario Reaccionario para 1861,
arreglado al meridiano de México, 1860 (Diario de Avisos,

21 de noviembre de 1860).

Igualmente, se presenta la composición "El guerrillero", datada en 1847, cuyo propósito es incentivar a los lectores para que defiendan a la patria en caso de una nueva invasión norteamericana.[22] Y, más adelante, un "Himno patriótico", que en algunas partes dice lo siguiente:

A la lid, mexicanos, volemos/ Hasta el campo de Marte sangriento,/ Pues llegó ya el dichoso momento/ En que al yankee orgulloso humillemos.// Una vil y traidora facción/ Criminal, en su auxilio lo llama,/ Por lo cual hoy la patria reclama,/ De sus hijos sin par decisión./ Es más grato perder la existencia/ Sucumbiendo en la lid como bravos,/ Que sufrir cual abyectos esclavos/ De un tirano la odiosa presencia.// Hubo un tiempo horroroso y fatal,/ En el que esa facción permitiera/ Que del yankee la planta altanera/ Mancillara el honor nacional./ Porque entonces faltaba la unión/ Que Iturbide e Hidalgo legaron,/ Cuando a México libre dejaron/ De afrentosa y horrible opresión […] // Y de lauros cubriéndoos y gloria/ Vuestros hechos serán respetados,/ Y serán vuestros nombres grabados/ Para siempre también en la historia./ Y la patria con grata

Figura 5. Portada de Calendario Reaccionario para 1861,
arreglado al meridiano de México,
1859.

emoción/ Libre ya de intestinas pendencias,/ Os dirá: "Salvasteis mis creencias, Me salvaste de infame traición".[23]

Una más de las graves afrentas que experimentaron los conservadores fue la Ley de Matrimonio Civil del 23 de julio de 1859. A propósito, en el calendario para 1861 se incluye la composición "La Ley de Concubinatos", de la cual transcribimos unas líneas representativas: "Sobre civil matrimonio,/ O mejor concubinato./ Declarando que la unión/ De las hembras y los machos,/ Sin necesidad de cura,/ Ni de los ritos sagrados,/ Que hacen que el matrimonio/ Sea respetable, sea santo,/ Valiera, si no como antes,/ Como vale otro contrato".[24]

Y, claro, la Constitución de 1857 mereció hasta dos entradas para cerrar el círculo. En "Pruebas de amor a la Constitución" se narra que un general liberal había llevado ejemplares de la Carta Magna, la obra luminosa, a un pueblo para civilizarlo, pero el documento acabó en las tiendas en calidad de "cucuruchos de pimienta y cominos…o sufrían la reimpresión que por sabida se calla". La también denominada Arca feliz de la alianza fue desdeñada por los habitantes, y uno de los pocos que la conservaron fue un juez de paz "que creyéndolo papel inútil lo puso en su carpeta y de allí había salido para ciertas necesidades imperiosas".[25]

La segunda inserción, escrita en verso y que refleja el conocimiento jurídico del autor anónimo, es "La Constitución animada", a la que también denomina Cuerno de la abundancia o Arca feliz de la alianza. Allí cita nueve artículos constitucionales que los propios congresistas y los jefes liberales violaban sistemáticamente según su conveniencia, manteniendo a la población inerme y siempre amenazada.[26] El calendario para 1861 contiene al final una lámina encartada que lleva el mismo título del artículo y que da cuenta desde el Congreso de 1857 "hasta el incendio de Xochimilco por los demagogos". Este grabado, al decir de Esparza Liberal, se resguarda en una colección privada y deduce que podría ser obra de Decaen. La autora realiza un análisis detallado de las escenas que aparecen en la composición: una sesión de congresistas que figuran con cabeza de distintos animales, así como 12 círculos más con leyendas que describen los acontecimientos que prueban los agravios que cometen los liberales a la Constitución[27] (figura 6).

El impresor y editor Vicente Segura Argüelles fue uno de los más connotados divulgadores del ideario del partido conservador durante la Guerra de Reforma, del grupo de los "intransigentes", como los caracteriza Lilia Vieyra.[28] Su final, disparando su pistola contra los

Figura 6. La Constitución animada, encarte de Calendario Reaccionario para 1861, arreglado
al meridiano de México,
1860.

"blusas coloradas" y gritando vivas a la reacción, da cuenta de una voluntad inquebrantable y, podríamos decir, heroica.

Ignacio Aguilar y Marocho, y La Familia Enferma

La Familia Enferma es el título del segundo calendario conservador que analizo, y que salió a la luz en 1860 y 1861. Su autor, Ignacio Aguilar y Marocho, de acuerdo con lo que señala Conrado Hernández, pertenece al grupo de conservadores "filosóficos"; es decir, aquellos que poseían un conjunto coherente de ideas sobre el hombre, la política y la sociedad, además defendía las tradiciones, especialmente de la religión católica.[29]

Aguilar y Marocho nació en Morelia, Michoacán, en 1813. Estudió en el seminario de esa ciudad, donde fue compañero de Jesús de Clemente Munguía y de Pelagio Antonio Labastida y Dávalos, quienes llegarían a ser arzobispos de Michoacán y de México, respectivamente.

Se graduó de abogado en 1838 y se desempeñó como catedrático de gramática, latín, filosofía y derecho. Asistió ocasionalmente a las reuniones de la Academia de Letrán.[30] Con residencia en San Luis Potosí, se trasladó a la Ciudad de México para ocupar la curul de diputado por Michoacán en el Congreso Extraordinario instalado a finales de diciembre de 1846 y que sesionó bajo la presión del inminente avance del ejército invasor hacia la capital. Durante la dictadura de Antonio López de Santa Anna fue ministro de Gobernación. Colaborador de El Universal, miembro destacado del partido conservador, alternó con personajes de la talla de Lucas Alamán, José María Roa Bárcena, Manuel Díez de Bonilla y Anselmo de la Portilla, por citar algunos.

Con el triunfo del Plan de Ayutla sufrió persecución y trató de huir del país, pero fue detenido en Oaxaca por órdenes del entonces gobernador Benito Juárez y luego trasladado a la capital donde estuvo poco tiempo en prisión. Fue fiscalizado siempre por los liberales, sobre todo a partir de 1856; durante la Guerra de Reforma fue ministro propietario de la Suprema Corte de Justicia en el gobierno de Miramón. Entre tanto, continuó escribiendo con seudónimos en contra de las Leyes de Reforma y la Constitución de 1857. Posteriormente, al considerársele sospechoso de haber participado en las gestiones para la intervención francesa, fue recluido en la prisión de Granaditas, en Guanajuato, de donde fue liberado poco antes del sitio de Puebla de 1863, y consumada la ocupación de la capital, formó parte de la Junta de los Treinta y Cinco, y luego de la de Notables. Como presidente de la comisión que debía determinar la forma de gobierno, de su pluma salió el Dictamen en el que se establecía la Monarquía y se ofrecería el trono a Maximiliano de Habsburgo.

Nombrado representante diplomático, viajó a Europa para agradecer a Napoleón III su intervención en México, pasó después a Miramar a ofrecer la Corona a Maximiliano. Durante el Imperio, fue enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en la Santa Sede y posteriormente ante la reina de España. Atacado por una enfermedad, tuvo que regresar a México justo cuando evacuaban a las tropas francesas, por lo que se refugió en Puebla, donde vivió el sitio del 2 de abril de 1867.

Fue integrante de Sociedad Católica y redactor de La Voz de México, entre otros periódicos. De sus publicaciones destacan Dictamen, Batalla del Jueves Santo, Ligero bosquejo de la situación en México; fue coautor del Código de Marina, de los calendarios La Familia Enferma para 1860 y 1861, así como los de Ángel de la Guarda para 1872 y de Sociedad Católica de México para 1871-1873. Apoyó al gobierno de Manuel González, y casi al final de su vida, en 1880, se le reconoció su calidad de escritor e ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua. Murió en la Ciudad de México en 1884.[31]

Resulta difícil abordar un personaje tan complejo, como lo refleja la breve semblanza esbozada. Pero nuestro propósito aquí es dar cuenta de los calendarios de 1860 y 1861, a los que tituló La Familia Enferma, mote que le adjudicó a la dirigencia del Partido Liberal a partir del triunfo de Ayutla. Ambos presentan las mismas características que los publicados por Segura Argüelles, y concluyo que se imprimieron en el establecimiento de este último porque los dos que corresponden a 1861, tienen idéntica cubierta, en uno de los forros de La Familia Enferma figura la publicidad de los libros en venta en Seminario 6, y el anuncio de su puesta en circulación aparece en el Diario de Avisos, en cuyo local se vendería. Conocemos por ese anuncio que el primer calendario (1860) tuvo tres ediciones, y que para finales de ese año existían ya sólo unos cuantos ejemplares debido al interés con que había sido leído; ahí mismo se afirma que había sido calificado por algunos periódicos por exponer "el proceso de la demagogia".[32] En efecto, La Familia Enferma seguramente circuló en zonas controladas por los conservadores, e incluso, quizá fue adquirido por quienes detentaban una posición ideológica distinta, a efecto de enterarse de las andanzas de los puros por el país, desde el inicio de la revolución; igual pudo atraer el interés de los liberales para ponerse al corriente de lo que escribían en su contra. De formato portátil, el de 1860 tiene una medida de 9.0 x 13.7 centímetros y 72 páginas, y el de 1861 es de 9.3 x 13.6 centímetros y 68 páginas. El primero de ellos ofrece el calendario en encarte al principio y el segundo lo presenta por meses en cada página, ambos con forros de papel de color en rústica, y por un real cada ejemplar. En los dos, en plan de sátira, se observa que salieron de la "Imprenta de la Crónica Federal a cargo de Cide Hamete Benengeli", personaje sacado de la

Figura 7. Primer Calendario de La Familia Enferma,
para el año bisiesto de 1860,
1859.

chistera por Aguilar y Marocho con la finalidad de despistar a los curiosos o los vengativos. Igual de ficticia es la leyenda que señala que lo publica "El Dr. Miguel Recio Macías, médico de cámara de Don Quijote de la Garra", y en el subtítulo del calendario de 1860 se anota que "contiene el diario de la enfermedad y las recetas propinadas". Ninguno cuenta con ilustraciones (figura 7).

Cuando abordamos al Reaccionario, señalamos que en varias composiciones aparece el enunciado "Familia enferma", lo cual nos remite necesariamente a que Aguilar y Marocho pudo ser el autor de esos artículos y, quizás, a partir de ellos decidiera publicar un calendario ideado y escrito enteramente por él. En cuanto a la distribución de los textos, la única diferencia es que en el de 1860 aparecen dos entradas más que en el de 1861, que son acres composiciones contra los puros, pero guardan continuidad con la historia a la que inicialmente titula "El ingenioso empleado Don Quijote de la Garra. Fragmentos hallados milagrosamente entre varios papeles recogidos en Tacubaya", y al año siguiente "Ingenioso caballero D. Quijote de la Garra y de las fazañas de su familia". El personaje protagónico lo representa Santos Degollado, a quien el autor detesta profundamente por los atropellos que había cometido en Michoacán.

Don Ignacio Aguilar y Marocho comienza el artículo pidiendo perdón a Miguel de Cervantes Saavedra por utilizar a sus personajes en una analogía de los liberales mexicanos, pero sostiene que son los más apropiados para contar la historia. Escribe en prosa e inserta algunos versos, en un lenguaje arcaico y retórico que combina con expresiones y precisiones jocosas, por ejemplo, cuando se permite hacer un alto en la narración aduciendo que los papeles están mutilados por efecto de que las ratas los han carcomido.

Aguilar y Marocho abre esta historia con un supuesto breve diálogo entre el representante del gobierno estadunidense, Robert H. M. Mac-Lane [sic], y del gobierno mexicano, Melchor Ocampo:


        Mac-Lane              ¿Cómo estáis, Don Melchor tan estenuado?
        Melchor                 Porque trabajo mucho y ando encueros.
        Mac-Lane              ¿Pues y los eclesiásticos dineros?
        Melchor                 No me deja Benito ni un bocado.
        Mac-Lane               Vaya, Melchor, que estáis muy malcriado, ¡y a Juárez ca-
                                    lumniáis con desafueros!
        Melchor                 Es un grande animal. Los patrioteros nunca olvidan lo
                                    mucho que ha robado.
        Mac-Lane              ¿Es necedad robar?
        Melchor                 No es gran prudencia.
        Mac-Lane              Escrupuloso estáis.
        Melchor                 Razón me sobra.
        Mac-Lane              Quejaos al buen Tejada.
        Melchor                 ¡Linda tranza!/ ¿Cómo me he de quejar, si en mi dolencia/
                                    me hacen esos ladrones mala obra,/ y me quedo yo siem-
                                    pre a la pelaza?[33]

Continúa con los "Capítulos inéditos", en donde narra que Degollado, quien nació sólo para ser sacristán de iglesia, de tanto leer a Fournier, a Saint-Simon y a Proudhon, enloqueció y decidió convertirse en Don Quijote de la Garra (la garra, evidentemente, por ratero), y nombró como su Sancho a Epitacio Huerta, que fácilmente aceptó el empleo por la jugosa oferta de tomar lo que quisiera, y aun por la promesa de darle una ínsula para gobernar, que al final resultó ser Guanajuato.

A lo largo de su historia, el autor hace desfilar a los jefes liberales; por ejemplo, Santiago Vidaurri, Manuel Doblado, Juan José Baz y Benito Juárez, a quien le hace decir: "No más bonete y carbón: soy el jefe de la Nación". De Jesús González Ortega, entre otros "patrioteros", les destaca sus atributos, siendo los más notables: cobardía en el campo de batalla, violadores de mujeres, consumidores asiduos de charape y chinguirito, y empedernidos jugadores, por citar algunas linduras. Uno de los brindis, en la supuesta toma de posesión de Huerta, dice: "Brindo porque llegue el día/ En que Vidaurri severo/ Convierta en puro dinero/ Los cálices y crujía./ Y también brindo a porfía,/ Porque dentro de mi brasero/ Arda nuestro inmundo clero,/ Teniendo en medio a Munguía".[34]

“Recio” concluye esta primera entrega, y promete que seguirá con sus investigaciones de Don Quijote de la Garra, para al año siguiente emprender nuevos trabajos de historiador. Añade una receta firmada por el susodicho doctor, que en parte dice:

¡A la horca el cura/ Fraile pendenciero,/ Que acabar procura/ Con el patriotero!/ Sufra mil tormentos/ Entre el enemigo;/ De los turbulentos/ Severo castigo./ Y a los sacerdotes/ De vida ejemplar/ Que a los sansculotes/Saben ayudar,/ Tengan mil respetos,/ Porque están benditos;/Cuando pitos flautas,/ Cuando flautas pitos.// Los conservadores/ Tratan de perdernos;/ Son unos traidores/ Que quieren vendernos./ Por tener holgorio/ Y oro que gastar/ Nuestro territorio/ Quieren desmembrar;/ Mas no permitimos/ Semejante porte,/ La prueba es que al Norte/ Antes nos vendimos/ Hagámonos sordos/ ¿Y qué valen gritos…?/ Cuando pitos flautas,/ Cuando flautas pitos[35] (figura 8).

Figura 8. Anuncio de Calendario de la Familia Enferma
para 1861, arreglado al meridiano de México,
1860
(Diario de Avisos, 21 de noviembre de 1860).

En el calendario para 1861, Aguilar y Marocho ofrece la segunda parte del "Ingenioso Caballero D. Quijote de la Garra y de las fazañas de su familia". Aquí continúa la historia de Degollado (Don Quijote), quien para formar sus fuerzas, suelta de las cárceles a salteadores, asesinos, incendiarios y promiscuos, a los que arenga a la hora de liberarlos:

De hoy mas todos los bandidos/ Víctimas de la justicia/ Han de formar la milicia/ Del partido liberal./ Los que roben y asesinen,/ Los afectos a las niñas,/ Los que no viven sin riñas/ Ni en la cara la señal,/ Serán los bravos soldados/ Y los fieros adalides/ Que sostendrán nuestras lides/ Con la soga y el puñal./ ¡Sus valientes! ¡A la lucha!/ Nuestras hachas aprestemos:/ Nuestros instintos cebemos/ En la honra, la hembra, el caudal.[36]

El artículo cierra con una composición titulada "Don Quijote perdido en la sierra", en donde Aguilar y Marocho hace parecer a don Santos como un verdadero asno. Después incluye una narración sobre las andanzas de su personaje que añora tiempos pasados, cuando gobernaban los liberales:

Todo era entonces robo, todo desarrollo de la mano, todo buscas honrosas y productivas. Aun no se había atrevido la justicia a perseguir nuestras honradas cuadrillas, porque los hombres que la administraban andaban con nosotros, y por eso por todas partes éramos libres y disponíamos francamente de todo lo que se nos ofrecía a la vista y que pudiese hartar y deleitar a nosotros los hijos mimados de Caco[37] (figura 9).

El contenido del artículo "Hazañas gloriosas que deben tenerse presentes para la historia de Ayutla", guarda continuidad con los calendarios de 1860 y 1861. Se trata de una cronología de los abusos, robos y desastres cometidos por los liberales a partir del estallido de la revolución. En la primera entrega aborda el asunto desde marzo de 1854 hasta junio de 1859; y en la segunda, da cuenta de las ocurrencias de julio a diciembre precisamente de 1859. Es posible que Aguilar y Marocho haya tenido la intención de continuarla en una siguiente edición, pero las circunstancias de la guerra se lo impidieron.

Aunque el autor advierte que esa cronología es imperfecta e incompleta, su factura seguramente implicó un trabajo exhaustivo, empezando por las fuentes de que echó mano,[38] de las cuales debió tomar nota acuciosa día por día para, finalmente, sistematizar la información y hacerla accesible a sus lectores. Por la importancia que le otorgó, este artículo ocupó la mayor parte de las páginas 54 y 55 del calendario. Ahí, además de los héroes de bronce que nos son familiares, campean también nombres y apodos de personajes todavía no registrados de la guerra reformista.

Para terminar, debo mencionar que Aguilar y Marocho, precisamente por la tarea de historiar a la que se dedicó a fondo, insertó una "Nota importante". En ella arguye que aunque había trabajado escrupulosamente para formar estos papeles, confiesa que se le es-

Figura 9. Segundo Calendario de la Familia Enferma para el año
de
1861, 1860.

caparon muchos "hechos gloriosos de los defensores del Cuerno de la abundancia" y cita:

Siento no poder presentar completo el cuadro de maldades, infamias y atrocidades cometidas por la gran familia liberal de la que tan dignamente es cabeza, guía y maestra la familia enferma, que como prueba de su virtud y glorias acaba de espedir el célebre decreto de robo por mayor, absoluto y completo de los bienes de la Iglesia, en honra, gloria y provecho de sus hermanos los norte-americanos, a quienes según Zuazua, ha jurado el partido liberal la más fiel unión, porque el yugo yankee es más suave y su carga más ligera que la del gobierno de Tacubaya.

Como la familia enferma, a pesar de contar con las plumas bien cortadas de Tata Dios, o sea Ocampo, de Pantómetra de sacristía, o sea Degollado, del Pillo Madera, o sea Lerdo, y otras así, no tienen escritas tantas proezas y carece de sus importantísimos anales; yo, aunque indigno de ser elevado al rango de Cronista de tal y tan distinguida familia, presento a su capacidad excelentísima este pequeño ensayo, para que, aceptándolo como una muestra del paño que corto, se digne estenderme el diploma, despacho, o nombramiento de Cronista de la familia enferma.—Vale. Cide-Hamete-Benengeli.[39]

Cabe subrayar el afán histórico del autor de esta cronología para dejar testimonio a las generaciones futuras de los excesos de los liberales, de lo que le tocó vivir, con el propósito, tal vez, de que los historiadores tuvieran el punto de vista distinto del partido que pronto sería derrotado, aunque, como sabemos, luego se reorganizaría como lo demuestra Lilia Vieyra.

Consideraciones finales

La revisión de las dos publicaciones objeto del presente artículo, permite observar, de manera mínima, ciertos temas de interés y actualidad. En primer lugar, el tránsito ideológico que algunos personajes hicieron entre posturas distintas, como es el caso de Segura Argüelles, que de liberal trocó a conservador, y se le ubicó como parte del grupo "intransigente", por irreductible y aguerrido en la defensa de su ideología; en esta actitud coincidió Aguilar y Marocho, quien siempre estuvo en contra de los revolucionarios de su tiempo, pero a quien por su formación y su actuación en diversos ámbitos se le ubicó como miembro del grupo "filosófico".

Ambos personajes, "hombres de bien", honrados y coherentes con sus creencias, sufrieron las consecuencias de pertenecer al partido derrotado. Segura Argüelles asesinado por los "blusas coloradas", y Aguilar y Morocho ignorado y repudiado por los triunfadores de aquel momento, y luego de la Intervención francesa y el Segundo Imperio, señalado como traidor a la patria.

En segundo lugar, resalta el uso de los medios de información disponibles como armas en la guerra ideológica que por aquellos años se libraba no sólo en México. Con oportunidad, los calendarios el Reaccionario y La Familia Enferma vieron la luz al fragor de la guerra civil de 1858-1860, lo que revela la importancia que dichos autores adjudicaron a este tipo de impresos: herramientas de adoctrinamiento y canales de comunicación para divulgar su ideario frente a sus enemigos liberales y su legislación.

De "combate" o de "circunstancia", dichas publicaciones, como parte de la prensa de la época, también enfrentaron a sus pares a partir de sus contenidos: los conservadores, empeñados en destruir las leyes reformistas que afectaban directamente a los sectores privilegiados, y los liberales, acérrimos luchadores por realizar el cambio radical de las estructuras tradicionales del país.

Al Reaccionario se le puede caracterizar como "de circunstancia" o de "ocasión", ya que no fue polémico sino sólo descalificador, pues se dedicó a ser contestario y a denostar al adversario; en tanto que La Familia Enferma, además de las actitudes anteriores, trasciende ese momento para convertirse en testimonio histórico para la posteridad. Si bien ambos son producto de profundas reflexiones, debe considerarse que su preparación significaba un largo año, y en cuanto salían, tomaba a sus lectores el mismo tiempo para digerirlos.

Aguilar y Marocho utilizó este género tiempo después para publicitar su acendrado catolicismo, aunque en competencia con una variedad de títulos, carentes de crítica política y con contenidos superficiales, pero que subsanaban la necesidad de los habitantes de regular la vida cotidiana.

Los títulos de marras no tuvieron continuidad dado el triunfo del partido liberal y apenas circularon los elaborados para 1861, luego fueron denostados y olvidados. Pese a ello, estos documentos merecen revalorarse per se, como objeto "curioso" y como fuente auxiliar de la historia.

Resulta difícil establecer el alcance y el impacto producido por los calendarios —ignoramos el tiro, las ediciones reales y su distribución— y, si bien, el formato era el más "popular", su estilo jocoserio, y el lenguaje retórico y lleno de culteranismos, exigía que el lector tuviera un mediano bagaje intelectual para comprenderlos y que estuviera informado de los acontecimientos, a efecto de reconocer los alias y motes que campean en los textos. De tal forma, se puede suponer que lejos de llegar a las masas —como era su objetivo—, los textos se hayan circunscrito a una élite afín a sus ideas, entre ellos los miembros del clero, ejército y la clase propietaria; y, probablemente también, los políticos liberales que buscaban elementos del discurso de sus contrincantes para combatirlos.

Por último, y a propósito de los 160 años de aquella cruenta Guerra de Reforma, viene al caso rescatar del baúl del olvido a los calendarios el Reaccionario y La Familia Enferma, representativos de esa tipología documental. Además de apreciar en ellos las continuidades y rupturas experimentadas a lo largo de ese proceso histórico, es oportuno destacar la actualidad de algunos de los asuntos que allí se abordaron: la amenaza permanente de Estados Unidos a México, la corrupción e impunidad del partido en el poder, la incapacidad de la clase política para construir una verdadera identidad y unidad nacionales, el predominio de los intereses de clases sociales, grupos de poder y partidos por encima de las necesidades del pueblo, así como de diversos factores que desde entonces inciden en la desventura de la República.

Archivos

Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH), Diario de Avisos, noviembre de 1860.

Hemeroteca Nacional de México-Biblioteca Nacional de México (HNM-BNM), Boletín de Noticias. Libertad y Reformas, 27 de diciembre de 1860.

____________, Diario Oficial del Supremo Gobierno, noviembre de 1860.

Bibliografía

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Apéndice. Algunos alias y motes utilizados por los "reaccionarios"



Juan José Baz
Ignacio Comonfort
Constitución de 1857

Santos Degollado

Manuel Doblado
Familia enferma
Benito Juárez






Miguel Lerdo
Liberal

Liberales




Liberal progresista

Robert H. Mac-Lane
Ley de matrimonio civil
Melchor Ocampo
Santiago Vidaurri

el duque del Jueves Santo
el héroe de Ayutla
la obra luminosa, el Cuerno de la abundancia,
el Arca feliz de la alianza [papel de baño]
el Sacristán, Pantómetra de sacristía, don
Quijote de la Garra
el doblado, Manuel sin tierras
la dirigencia del partido liberal, el partido puro
Juaritos, representante del gobierno legítimo",
imbécil que se divierte mamando plata pura,
grande animal, capitancillo de inicua farsa, el
indio que mira al Norte y se vuelve negro, el
cacique, el indio o el príncipe de Ixtlán, el negro
sensible
Pillo Madera
puro, blusa colorada, sansculotte, patriotero,
demagogo, chusma comunista
bandidos, rateros, mano larga, asesinos, villanos,
salteadores, hijos mimados de Caco, criminales,
incendiarios, cobardes en el campo de batalla,
violadores de mujeres y de templos, promiscuos,
borrachos jugadores empedernidos, comecuras,
vendepatrias, lacayos de Estados Unidos
impío, comunista, enemigo del catolicismo y del
derecho de propiedad
Mister Dorador de Píldoras
ley de concubinato
Tata Dios
el cíbolo, el siete leguas




Citas

[1]Jean-François Botrel, "Para una bibliografía de los almanaques y calendarios", Elucidario, vol. 1, núm. 1, 2006, p. 36.

[2]María del Carmen Ruiz Castañeda, Periodismo político de la Reforma en la Ciudad de México, 1854-1861, 1954, p. 11.

[3]Victoriano Agüeros, "Aguilar y Marocho, Ignacio", en Antonio García Cubas, Diccionario geográfico, histórico y biográfico de los Estados Unidos Mexicanos, 5 vols., 1888, vol. 1, pp. 78-81. Texto que posteriormente fue reproducido en Ignacio Aguilar y Marocho, La Familia Enferma, 1969; Isabel Quiñónez, Los mexicanos en su tinta: calendarios, 1994, pp. 79-84; Miguel Rodríguez, "La Democracia y El Reaccionario, calendarios mexicanos de la época de la Reforma (1855-1861)", en Centros y periferias: prensa, impresos y territorios en el mundo hispánico contemporáneo. Homenaje a Jacqueline Covo-Maurice, 2004, pp. 19-33; y María José Esparza Liberal, "Calendarios mexicanos en torno a 1857: imágenes del conflicto", CAIANA. Revista de Historia del Arte y Cultura Visual del Centro Argentino de Investigaciones de Arte, núm. 3, 2013, así como "La gráfica en los calendarios mexicanos del siglo XIX. El despliegue de las imágenes", 2017.

[4]Véase Agustín Rivera, Anales mexicanos: la Reforma y el Segundo Imperio, 1994, pp. 9 y ss.

[5]Alfonso Noriega, El pensamiento conservador y el conservadurismo en México, 2 tt., 1993, t. II, pp. 423-431.

[6]Guillermo Prieto expresó del personaje: "Guapo chico era Vicente Segura, rechoncho y expedito, franco y campechano, muy valiente y sin presunción alguna como literato, no obstante tener talento despejado e instrucción, aunque desordenada, bastante notable./ Segura era liberal moderado; pero sean sus reminiscencias de educación, sea que en el personal del partido exaltado había verdades y capitales defectos, Segura odiaba a los puros y afrontaba disgustos particulares con mucha frecuencia […] personas como Pesado, Carpio y Couto determinaron su cambio con la exaltación que vimos, porque en Vicente era todo pasión" (Guillermo Prieto, Memorias de mis tiempos, 1976, p. 380). Otro contemporáneo decía de él: "[…] D. Vicente, dedicado principalmente a la política, ha descuidado el cultivo de la poesía, pero tiene bellas composiciones que respiran gracia y frescura, y fueron escritas hace mucho tiempo" (Marcos Arróniz, Manual del viajero en Méjico o compendio de la Ciudad de México, 1858, p. 207).

[7]Según lo asienta María del Carmen Ruiz Castañeda (op. cit., pp. 117-119), Segura Argüelles muy probablemente fue algo más que el impresor de La Espada de don Simplicio, periódico que constaba de una hoja y cuyos artículos satíricos, escritos en parte en verso, tendían a denostar las leyes reformistas y a personajes liberales. Señala que este impreso, sin embargo, apareció firmado por Niceto de Zamacois, que vio la luz en noviembre de 1855, y desapareció en marzo de 1856.

[8]Se sabe, por diversas fuentes, que Vicente Segura Argüelles fue asesinado el 25 de diciembre cuando huía de la persecución de una partida que lo confundió con el general Juan B. Lagarde, comandante en jefe de la policía en la Ciudad de México, al que se pretendía fusilar en el acto. Sin embargo, un oficial de nombre Miguel Marín dio cuenta de los hechos para evitar que se especulara sobre el suceso, ya que estaba siendo utilizado como "una nueva arma de calumnia". Marín escribió que trató de impedir que los "blusas" cometieran un crimen y le pidió a Segura Argüelles que lo acompañara hasta Palacio para protegerlo, a lo cual el editor se negó e insistió en que le condujera a la plazuela de Guardiola para reunirse con su familia. Mencionó que ante la imposibilidad de acceder a ello, paró un coche que pasaba por ahí y ordenó a Segura Argüelles que lo abordase, pero en ese momento ya no pudo controlar la indignación del pueblo que gritaba y se oponía a que el hombre se fuera, hecho que exasperó a don Vicente, que sacó su pistola y "prorrumpiendo en vivas a la reacción", disparó a Marín que iba desarmado, provocando que uno de los presentes le asestara una puñalada en el costado, acción que fue seguida por tres disparos y con lo cual Segura Argüelles quedó muerto en el acto ("La muerte de D. Vicente Segura Argüelles", Boletín de Noticias. Libertad y Reformas, 27 de diciembre de 1860, p. 4).

[9]Término literario de la tradición española que se remonta al siglo XVII y que sobrevivió hasta el XIX, cuando se hizo uso de él en los textos de combate durante la guerra de "Independencia" de España entre 1808 y 1814, aunque también en diversos productos editoriales. Un estilo que posibilita tratar asuntos serios de una manera graciosa y divertida; se asocia con la palabra "burlesco" y fue utilizado por autores reconocidos. Véase Jean-Pierre Étienvre, "Primores de lo jocoserio", en Bulletin Hispanique, vol. 106, núm. 1, 2004, pp. 235-252.

[10]En el correspondiente a 1853, en el pie de imprenta figura como editor "Vicente García Segura", quizá para desviar la atención de la censura gubernamental, aunque aparece la dirección de Cadena 10. Hay que tener presente que El Ómnibus ya había sido acusado de difamación y penalizado. Véase Elba Chávez, Lo público y lo privado en los impresos decimonónicos. Libertad de imprenta (1810-1882), 2009, pp. 303 y ss.

[11]Los calendarios siempre se calculaban de acuerdo con meridiano de una ciudad, es decir, el círculo máximo de la esfera terrestre que pasa por los polos y que cruza por un lugar en particular, lo que permite determinar la hora, el año y las estaciones, entre otras cuestiones. En este caso, al poner "calculado al meridiano político de la federación", se sugería burlonamente que el contenido del calendario trataría sobre el gobierno en turno y que involucraba a todo el país, no sólo a una ciudad.

[12]Gerald L. McGowan, Prensa y poder, 1854-1857: la Revolución de Ayutla, el Congreso Constituyente, 1978, p. 232.

[13]Calendario Reaccionario, para el año de 1859, arreglado al meridiano político de México, 1ª época, ed. responsable Mariano Villanueva, 1858, p. 14.

[14]Ibidem, p. 15.

[15]Gerald L. McGowan, op. cit., p. 119.

[16]Calendario Reaccionario, para el año de 1859, p. 3.

[17]Calendario Reaccionario, para el año bisiesto de 1860, arreglado al meridiano político de México, 2ª época, ed. responsable Mariano Villanueva, 1859, p. 25.

[18]Ibidem, p. 27.

[19]Ibidem, pp. 42-43.

[20]Ibidem, encarte (p. 68 bis).

[21]Calendario Reaccionario para 1861, arreglado al meridiano de México, 3ª época, 1860, pp. 3-17 y 20-23.

[22]Ibidem, pp. 17-20.

[23]Ibidem, pp. 31-32.

[24]Ibidem, pp. 33-34.

[25]Ibidem, p. 51.

[26]Se trata de los artículos 4, 5, 7, 12, 16, 23, 25, 27 y 123 (ibidem, pp. 53-56 y [68 bis]).

[27]María José Esparza Liberal, op. cit., 2017, pp. 183-193. Agradezco a la doctora Esparza Liberal que me haya proporcionado una copia de dicha estampa.

[28]Aunque la autora usa el término para hablar de los conservadores después de los años setenta, en este caso me parece aplicable (Lilia Vieyra Sánchez, La Voz de México (1870-1875). La prensa católica y la reorganización conservadora, 2008, p. 41).

[29]Conrado Hernández, "El efecto de la guerra en el conservadurismo mexicano (1856-1867)", en Renée de la Torre, María Eugenia García Ugarte y Juan Manuel Ramírez Sáiz (comps.), Los rostros del conservadurismo mexicano, 2005, p. 73.

[30]Este dato lo proporciona Guillermo Prieto, quien recuerda que la presentación de Aguilar y Marocho consistió en una disertación sobre Jaques Bénigne Bossuet. También describe al personaje: "enteco [enfermizo, flaco, débil], todo arrugas, con una nariz puntiaguda que danzaba sobre una boca ancha e insolente, cuello plegado que parecía quebrarse, y ojos pequeños, observativos y burlones, revelaba en sus palabras más insignificantes un talento de primer orden, tan claro como bien cultivado" (Guillermo Prieto, op. cit., pp. 133-134).

[31]Victoriano Agüeros, op. cit.

[32]Diario de Avisos, núm. 279, México, 21 de noviembre de 1860, p. 4.

[33]Primer Calendario de la Familia Enferma, para el año bisiesto de 1860, 1859, p. 3.

[34]Ibidem, p. 15.

[35]Ibidem, p. 18. Cuando pitos flautas, cuando flautas pitos, es una expresión coloquial, ya casi en desuso en España, que remite a que a veces las cosas resultan al revés de lo que se espera (DRAE, recuperado en: [https://dle.rae.es/?id=TFgXxb5]). Es muy probable que Aguilar y Marocho la haya copiado de un poema de Luis de Góngora que justo lleva ese título (véase el link recuperado en: [www.poemas-del-alma.com/luis-de-gongora-cuando-pitos-flautas.htm], consultada 29 de marzo de 2019).

[36]Segundo Calendario de la Familia Enferma para el año de 1861, pp. 5-6.

[37]Ibidem, p. 11.

[38]Cita las siguientes fuentes: El Picayune de Nueva Orleans; El Progresista de Oaxaca; La Bandera Roja y Boletín Oficial de Monterrey; Boletín Oficial y El Liberal de San Luis Potosí; Diario Oficial de Zacatecas; Don Junípero, El Progreso, La Reforma, El Duque del Jueves Santo y Guillermo Tell de Veracruz; La religión, La Patria y la Libertad, Journal of Commerce, Baltimor Clipper y The Herald de Nueva York.

[39]Primer Calendario de la Familia Enferma para el año bisiesto de 1860, 1859, p. 73.