Liz Hamui Sutton, Bianca Vargas Escamilla, Lucero Fuentes Barrera, Jessica González Rojas, Tomas Loza Taylor y Alfredo Paulo Maya, Narrativas del padecer. Aproximaciones teórico-metodológicas, Manual Moderno / Facultad de Medicina-UNAM, 2019.

Dimensión Antropológica
Año 27, vol. 79, México,
mayo-agosto, 2020, pp. 180-185.
ISSN 1405-776X

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Reseña

Liz Hamui Sutton, Bianca Vargas Escamilla,
Lucero Fuentes Barrera, Jessica González Rojas,
Tomas Loza Taylor y Alfredo Paulo Maya,
Narrativas del padecer. Aproximaciones teórico-metodológicas,
Manual Moderno / Facultad de Medicina-UNAM, 2019.

Josefina Ramírez Velázquez
Escuela Nacional de Antropología e Historia, INAH.


Se trata de un libro que académicos y estudiantes —antropólogos y sociólogos médicos, así como estudiosos de la salud desde una perspectiva sociocultural— tendrán avidez por conocer y abrevar de él.

Su lectura ofrece reflexiones epistémicas, conceptuales, teóricas y metodológicas que abren un horizonte a la creatividad; los autores se desmarcan con contundencia de una acción de "moda", como ha ocurrido con el uso de nociones o perspectivas que se volvieron tendencia en el ámbito de los estudios de la enfermedad desde el punto de vista del paciente, o desde su padecer, por ejemplo, "representaciones y prácticas", "construcción social" y la propia noción de "narrativa", por citar algunos conceptos convertidos en caballitos de batalla de la producción académica, por lo menos de la antropología médica, la antropología física, la antropología social y la sociología y, en general, las ciencias sociales.

Ante esta apabullante moda o interés de los estudiosos que enuncian sus supuestos a partir de la narrativa, pero sin presentar su soporte epistémico y, sobre todo, sin dar cuenta realmente de las narrativas como tales, se agradece que emerja una propuesta como la que contiene Narrativas del padecer. Aproximaciones teórico-metodológicas. Es obvio que contribuirá a ubicar a los interesados en la discusión actual, pero también a impulsar análisis sobre conceptos clave y sus formas de operar, que han orientado la producción de la antropología médica o de la antropología de la salud y la enfermedad en nuestro país.

Siguiendo la pregunta tan retórica como provocadora de Bruner,[1] sobre si realmente necesitamos un libro sobre algo tan evidente como la narrativa, concuerdo con él en que precisamente por ser la narrativa algo tan evidente y dominante en nuestra vida social, merece una explicación para nosotros mismos, pero, sobre todo, para dar cuenta de cómo estamos produciendo cierto conocimiento científico relativo a la experiencia de la enfermedad, que desde mi perspectiva sólo es posible dilucidar si abordamos un circuito hermenéutico concebido por el pensar, decir, sentir y hacer que dispara la creación de sentido y que habla de la producción de narrativas desde nuestras formas de cognición, lenguaje, sentimiento y acción.[2]

La respuesta que dio Bruner hace ya 17 años fue afirmativa, por lo que escribió Making Stories: Law, Literature, Life en 144 páginas, y muchos libros más, consistentes y estimulantes, que han orientado básicamente toda producción crítica sobre la narrativa concibiéndola como construcción de la realidad.

Desde este momento yo respondo a esa pregunta que, efectivamente, necesitábamos en el ámbito de habla hispana, un libro con aspiraciones epistémicas, teóricas y metodológicas que nos permite ubicar la importancia nodal de la narrativa, pues a menudo se ha utilizado esta herramienta sin especificar lo que significa realmente, lo cual ha llevado no sólo a confusiones sino a una práctica que llamo de estancamiento teórico, ya que, en lugar de una revisión ontológica y epistémica del concepto para destacar su razón de ser, los autores solo se limitan a incorporarlo de manera acrítica.

Por lo anterior, el libro motivo de esta reseña es bienvenido y estoy segura que trascenderá, ya que en sus páginas se advierte una reflexión acuciosa y un trabajo colectivo germinado desde el Seminario Permanente Narrativas del Padecer, actividad académica que se lleva a cabo en la Facultad de Medicina de la UNAM, donde un grupo de jóvenes investigadores, a lo largo de más de cuatro años, se dio a la tarea de leer, revisar, compartir, discutir, articular y crear propuestas para la comprensión de las narrativas del padecer y, por ello mismo, para su interpretación.

De hecho, quiero destacar y remarcar la importancia del trabajo colectivo, serio y creativo de este libro, ya que el medio académico es cada vez más individualizado y competitivo. El resultado quedó plasmado a lo largo de 209 páginas que, aunque en ocasiones se siente reiterativo, hace pensar que el grupo de investigadores-autores llegó a acuerdos mínimos para orientar una propuesta compleja, conformada por una introducción, seis capítulos y un epílogo.

El hilo conductor de la obra se concentra en:

desarrollar una propuesta teórico-metodológica versátil para comprender y explicar, por medio de las narrativas, el sentido que tiene la experiencia de padecer para las personas y los colectivos. Se pretende entender la manera en que los sujetos significan la realidad en contextos intersubjetivos que permiten orientar su acción performativa en franjas de actividad específicas donde existe un imaginario social del que son parte (p. 16).

El primer capítulo arranca con una reflexión en la que se advierte una perspectiva relacional que aborda los conceptos de cuerpo, experiencia, tiempo, sujeto, acción performativa, intersubjetividad, contextos intersubjetivos y campo discursivo en el ámbito de la salud. La autora del apartado muestra su preocupación por exponer que el sujeto concebido como relacional se vincula con otros y se co-construye como consecuencia de su propia acción (XVIII). Su propuesta va más allá de la centralidad dada a la narrativa como lenguaje y diálogo, y subraya la necesidad de reflexiones ontológicas, epistemológicas, metodológicas, éticas y estéticas para destacar —como lo han hecho Garro y Mattingly (2000)— [3] la importancia de conceptualizar a la narrativa no sólo desde el lenguaje sino desde la acción y la actuación.

El segundo capítulo aborda la fundamentación ontológica de la narrativa y el padecer en las corrientes filosófico- sociales del siglo XX y hasta nuestros días. Profundiza en los elementos centrales de las narrativas y el padecer, cuyo vínculo con la experiencia es un nodo importante para explorar las formas de relación entre ambos objetos de conocimiento. Y se hace hincapié en la idoneidad de la perspectiva interpretativa orientada a la comprensión del padecer, que resalta las singularidades y la dimensión experiencial. Es un apartado central por cuanto va mostrando la inminente necesidad de reflexionar profundamente para adentrarnos en el estudio de las narrativas del padecer desde la experiencia.

El tercero de los capítulos conduce el interés hacia los paradigmas y enfoques epistemológicos propios de los métodos cualitativos, para destacar, en esta ocasión, la importancia de elaborar un diseño de investigación que aborde las narrativas del padecer. Éste es un apartado que orientará a quienes se adentran en el tema por primera vez, ya que puede verse como una guía para construir estudios con herramientas que explican las pautas generales de un proyecto de investigación sobre narrativas del padecer.

El capítulo 4 está regido por preguntas nodales que hablan del oficio del etnógrafo preocupado por ¿cómo hacer para producir las narrativas de los padecientes?, ¿qué significa producir?, ¿quién produce?, ¿qué se produce? Desde esta orientación, es un apartado que hace que el lector mire las diferentes posibilidades metodológicas para producir las narrativas del padecer, y se centra en el momento básico de la investigación de campo. Apoyada en autores cuyo trabajo nodal es pensar críticamente la narrativa, la autora de este capítulo expone que: "El acto de contar puede servir para distintos propósitos: informar, reevaluar, recordar, discutir, justificar, persuadir, participar, entretener e incluso engañar a una audiencia" (p. 90). Por esta razón, hace alusión al ir y venir de las acciones y reflexiones de los investigadores conforme lo que van encontrando en campo, y visibiliza que el trabajo del investigador-analista consiste no sólo en recabar la información que se genera, sino en ser parte del proceso de re-construcción de dicha información y, en todo caso, del proceso que llama co-construcción.

El contenido del apartado se amplía porque aborda el momento clave del trabajo antropológico, es decir, la producción de información (sin la cual toda propuesta teórica pierde sentido). Este momento es concebido también como el segundo nivel de análisis en el que tanto el investigador como los interlocutores co-construyen narrativas. Además, expone todas las herramientas posibles para producir y construir "relatos", articula los problemas que enfrentamos en campo y pone en tela de juicio el proceder de los investigadores en términos no sólo teórico-metodológicos, sino también éticos.

El quinto capítulo parece ser el corazón de la propuesta del libro en donde se cristaliza la reflexión que, sin decirlo propiamente, se ha instalado en una perspectiva relacional que ofrece a los estudiosos del tema una manera claramente descrita para acceder a la comprensión del proceso de interpretación del corpus narrativo a través de la metáfora del andamiaje.

La importancia del apartado es vital porque se instala en el momento mismo en que nos preguntamos: ¿qué hacer con lo narrado? El autor de la propuesta nos ayuda a responder colocando su reflexividad y creatividad, paso a paso, para hablarnos ya no de narrativas a secas, sino del corpus narrativo, definido por él como: "el cúmulo de materiales diversos, resultado de la interacción durante la investigación, los cuales pueden ser narraciones orales, cartas, dibujos, diarios de campo y videos con una orientación teórica" (p. 137).

Desde la metáfora del andamio se nos invita a considerar la narrativa como movimiento constante dentro del flujo de la experiencia social (p. 135), y se aclara que:

el andamio es un conjunto de elementos teóricos-metodológicos que toma en cuenta los procesos de la investigación para acercase al corpus narrativo y realizar el análisis interpretativo. Dentro de este conjunto encontramos teorías, conceptos, diseños, herramientas y técnicas que permiten crear diversas estrategias que transforman a la narrativa del padecer al ser interpretada, es decir se pretende desvelar aquello que ya está dado, pero no es tan evidente (p. 136).

El andamio remite a la idea de movimiento, y por ello, al ir y venir del investigador armando su "obra" en un claro proceso analítico; refiere el ordenamiento de ese proceso razonado en el que se articulan multiplicidad de voces, temporalidades, diálogos de varias escrituras u oralidades del escritor, del destinatario —de los actores, sujetos o agentes— y del contexto sociocultural. Con esto, el autor apunta a la importancia de la intertextualidad, que advierte se conforma por cuatro fuentes de información particulares: 1) la de campo, 2) la teórica, 3) la que revela el acto interpretativo, y 4) la proveniente de las audiencias.

Si bien concuerdo con esta propuesta, que dibuja ése ir y venir como un tránsito que revela la importancia de relacionar la teoría y el dato para lograr la interpretación, me parece que en la producción de la intertextualidad, en el punto 3, que habla del acto interpretativo, no se problematiza la producción de interpretaciones de primer y segundo orden, a efecto de comprender a quién se le adjudica cualquier glosa. Tema que sin duda será motivo de nuevas cavilaciones.

Por otra parte, se abre una nueva veta de reflexión que se desarrolla en el siguiente capítulo, al concebir todo proceso de interpretación, incluyendo a las audiencias, como nuevos contextos interpretativos. Sin duda, el apartado es propositivo, creativo y revelador, pero complejo, pues refiere diferentes momentos y elementos que tal vez requieran de una mejor descripción, y mayor claridad y profundidad, para comprender, como se ha apuntado en el primer capítulo, que el alcance de las narrativas del padecer se observará al relacionarlas con propuestas teóricas que profundicen el análisis de los textos, intertextos y contextos que de ellas se derivan.

El sexto despliega la manera en que ese proceso hermenéutico, que ha puesto interés en el sentido producido sobre las narrativas del padecer, no se estanca en la interlocución del sujeto-investigador y el sujeto investigado, sino que transita hacia las audiencias que también forman parte de las tramas de interpretación. Aunque se advierten algunas reiteraciones, lo notable del capítulo es que evidencia algo que quizá no todos los investigadores, como autores, han pensado analíticamente: para quién se escribe y cómo serán recibidos sus textos. El autor del apartado pone énfasis en la textualidad, concebida como la intención de transmitir significados, producir conocimientos y comprensión a través de las entidades que constituyen los textos. Y desarrolla una argumentación sobre cómo transformar el corpus narrativo en un corpus transtextual orientado a las audiencias, con el objetivo de transmitir los hallazgos de la investigación.

El tema se despliega debatiendo sobre el investigador como autor que es leído y evaluado por una audiencia. Sin embargo, me parece que no considera un aspecto importante. Me refiero a la posible tensión que existe cuando el investigador presenta resultados a los participantes en su investigación, pero éstos manifiestan desacuerdo por lo planteado.

Finalmente, en el epílogo encontramos la reafirmación de varias cuestiones anotadas a lo largo del libro, pero también una actitud de apertura del grupo de investigadores, que admite mostrar un texto que sigue en construcción.

Ahora bien, y hablando de producción de narrativas, como se aprecia, también estoy contribuyendo con un relato expandido, incorporando mi mirada e interpretación, ya que de alguna manera elegí contar esta historia. Resalto que mi tarea intelectual, por casi 30 años, la he centrado en narrativas del padecer, y por ello, el libro me resultó muy ilustrativo, y esperaría que también para los interesados.

La lectura de los textos se convierte, como se apunta en el epílogo, en una vuelta a la reflexión; soy lectora y audiencia que me apropio, critico y comparto el conocimiento que se ha expuesto. En este sentido, hago un apunte final para apropiarme de lo que considero más importante del volumen.

En cuanto a orientación conceptual, yo esperaba que se hubiera definido con contundencia, amplitud y claridad qué es la narrativa, y particularmente, qué son las narrativas del padecer. Considero que hubiese sido de gran utilidad contribuir formulando una definición, que permitiera a los lectores y estudiosos comprender sus alcances y límites. Y aunque en las páginas se van agregando breves definiciones que se antojan compartidas, vale la pena proponer una síntesis de lo dicho.

Hablando particularmente de la narrativa, Hamui Sutton afirma: "la narrativa es una herramienta heurística" (p. xv), y abunda Vargas Escamilla, en el segundo capítulo, que posibilita la aproximación al "fenómeno de estar-en-el-mundo, que implica el hecho de que el mundo es ocupado por un ser (sí mismo) que lo habita, siempre en una solicitud de alteridad (co-estar en el mundo) que posibilita el sentido" (p. 42). Es decir, permite dar cuenta del sí mismo y del otro en una coproducción de sentido: "las narrativas no son métodos o herramientas —instrumentos—, sino acercamientos teórico-metodológicos que utilizan estrategias propias de la investigación cualitativa" (XIX). Son formas de conocimiento y de acción que proporcionan sentido a la experiencia, principalmente a partir del lenguaje, y dan cuenta de la subjetividad e intersubjetividad de quien narra, de quienes aparecen en la trama e incluso del investigador o de la audiencia (p. 4).

Particularmente, las narrativas del padecer constituyen una aproximación a la dimensión subjetiva de la enfermedad, que brinda información corporal y discursiva sobre "la experiencia, la identidad, la memoria y las expectativas, la intersubjetividad de los sujetos posicionados social e históricamente en franjas de actividad, el tiempo, los espacios sociales, el lenguaje, los saberes, las emociones, las creencias, los valores, las acciones sociales, las expresiones retóricas y los contextos" (p. 3).

Las narrativas del padecer deben relacionarse con propuestas teóricas que profundicen en el análisis de los textos, intertextos y contextos que de ellas se derivan. Por ello, para su comprensión es preciso recurrir al análisis interpretativo desde un posicionamiento hermenéutico o fenomenológico, que exponga la relación entre existencia, experiencia y relato, los cuales se articulan en la idea de cuidado y conocimiento de sí (p. 42).

En síntesis, la propuesta que encontramos en este libro tiene una gran validez teórico-metodológica porque logra posicionarse tomando en cuenta los trascendentales giros epistémicos de las últimas décadas que, en torno a la narrativa, han dejado en claro que no puede integrarse exclusivamente a la producción del discurso. Enunciado de esta manera, encontramos una propuesta más integradora que permite ir más allá de la centralidad que ha manifestado la antropología médica o la antropología de la salud y la enfermedad. Por ello considero que la narrativa surge no sólo de la relación del sujeto y el lenguaje, sino de la acción del circuito hermenéutico pensar, sentir, decir, hacer que proyecta la creación de sentido.

Sin duda, este libro marcará un hito en el ámbito de la investigación cualitativa en salud, sobre todo por la escasa producción de reflexiones de este tipo que se han hecho en nuestro país.


Citas

[1]Jerome Bruner, Making Stories. Law, Literature, Life, Nueva York, Farrar, Strauss and Giroux, 2002.

[2]Josefina Ramírez, "Las emociones como categoría analítica en antropología. Un reto epistemológico, metodológico y personal", en Oliva López y Rocío Enríquez (coords.), Cartografías emocionales. Las tramas de la teoría y la praxis, vol. II, UNAM / ITESO (Colección Emociones e Interdisciplina), 2016, pp. 97-126.

[3]Cheryl Mattingly y Linda C. Garro (eds.), Narrative and the Cultural Construction of Illness and Healing, California, University of California Press, 2001.