Nuevo mundo y mundo nuevo: la Academia de los Linceos y el Tesoro mexicano (1604-1651)
Published 1993-09-30
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Abstract
Entre 1570 y 1651 un voluminoso manuscrito transmigró desde la Nueva España hacia Madrid, Nápoles y Roma. A lo largo del camino perdió tamaño para, en seguida, volver a crecer casi sin freno. Finalmente apareció a la luz, metamorfoseado, cuando todos los principales artífices de sus vicisitudes habían desaparecido y con ellos las motivaciones para realizar la obra. Así se podría resumir la azarosa historia del llamado Tesoro mexicano, o sea, de aquel monumento científico que se construyó sobre los cimientos colocados por Francisco Hernández, protomédico general de las Indias, a lo largo de su expedición por la Nueva España, realizada entre 1570 y 1577.
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References
1 Para tal fin, ver los clásicos: Baltasar Odescalchi, Memorie storico-critiche dell'Accademia dei Lincei, Roma, 1806; Salvatore Proja, "Ricerche critico-bibliografiche intorno alla Storia Naturale del Messico di Francisco Hernández. Atti dell'Accademia Pontifica dei Nuovi Lincei, Sessione VII, 10.VI, 1860; Humberto Julio Paoli, “Vicisitudes de las obras de Francisco Hernández”, Archeion, vol. XXII, núm. 2, 1942, pp. 54-170; la introducción de Germán Somolinos d'Ardois a Francisco Hernández, Obras completas, México, 1960, 3 vols., y, finalmente: Rosa Casanova y Marco Bellingeri, Alimentos, remedios, vicios y placeres, México, 1988, cap. II, del cual fueron retomadas algunas de las hipótesis centrales para el presente ensayo.
2 Pietro Redondi, Galileo eretico, Torino, 1983, p. 91.
3 El utopismo renacentista tomó sincréticamente su inspiración de diferentes experiencias: fuentes clásicas, modelos políticos occidentales, viajes y descubrimientos. Sin embargo, alejado como era de cualquier primitivismo: "One has the impression that they could all have been written even if Columbus had never set sail", como afirma contundentemente Miriam Eliav-Feldon, Realistic Utopias. The Ideal Imaginary Societies of the Renaissance, 1516-1630, Oxford, 1982, p. 24.
4 Dedicatoria de los Lincei a Urbano VIII, 20 de octubre de 1623, en Il Saggiatore, Torino, 1977, p. 3.
5 Carta de Tommaso Campanella a Galileo Galilei, 5 de agosto de 1632, en Galileo Galilei, Opere, edición nacional al cuidado de A. Favaro et al., vol. XIV, Florencia, 1890-1909, p. 367. (A partir de ahora cuando no aparezca otra indicación, la correspondencia entre los Linceos será tomada de esta edición, de la cual sólo aparecerán volumen y páginas).
6 Un texto de reciente edición ha rejuvenecido la vieja y monumental tradición de los estudios sobre aquel conflicto que se ha fincado tan sólidamente en el imaginario como el arquetipo del drama que opone fe y razón. Más allá de las controversias historiográficas que ha suscitado, Pietro Redondi ha sabido aclararen su Galileo eretico el carácter del enfrentamiento y de sus actores, formulando una sugestiva y fundada hipótesis sobre su hasta ahora escondida naturaleza. Cfr. Especialmente los capítulos V-VII.
7 A propósito de la maniera en Vasari, Borghini e Bellori ver, por ejemplo, Arnold Hauser, Historia social de la literatura y del arte, t. II, Madrid, 1969, pp. 11-12.
8 Sobre el “clasicismo arqueológico” tardo-manierista, bien representado en la pintura por Nicolas Poussin, ver Mario Praz, “Milton e Poussin”, Gusto neoclassico, Milano, 1990, pp. 23-43 (la primera edición es de 1938). Redondi profundiza la originalidad de la propuesta iconográfica de Poussin, individualizando en ella la acabada expresión de aquella corriente renovadora de la cual Galileo y los Linceos serán representantes en ciencia y filosofía y Marino en la poesía. Cfr. op. cit., cap. III y en especial los pies de las ilustraciones 11 y 12.
9 Cfr. la introducción de Delio Cantimori a Erasmo de Rotterdam, Elogio della Pazzia, Torino, 1964. p. VII.
10 Para un aporte muy reciente ver la introducción de Paolo Possi en P. Rossi (ed.), La magia naturale nel Rinascimento, Torino, 1989, pp. 7-32 y la nota bibliográfica en las pp. 33-39. Para un balance, desde Thorndike a Cassirer, ver la introducción de Carlo Vasoli en C. Vasoli (ed.), Magia e scienza nella civiltà umanistica, Bologna, 1976. Sobre la continuidad y el desarrollo de la tradición hermética ver los trabajos ya clásicos de Frances A. Yates, "The Hermetic Tradition”, Reinaissance Science en Charles S. Singleton (ed.), Art, Science and History in the Renaissance, Baltimore, 1967; Giordano Bruno and the Hermetic Tradition, Londres, 1971 y The Rosacrucian Enlightenment, Londres, 1972.
11 Cfr. Jaen-Michel Gardair, “I Lincei, i soggetti, I luoghi, le attivitá", Quaderni Storici, 44, diciembre de 1981, p. 776. De cualquier manera, el papel activo que la Academia hubiera debido jugar en la investigación y, especialmente, en la difusión del conocjmjento, distingue el proyecto de Cesi de aquellos casi contemporáneos de Campanella, Andreae y Bacon. Cfr. M. Eliav-Feldon, op. cit., p. 29. Diferente asunto es reconocer en esta actitud, que nos parece novedosa, una ruptura con la tradición, o más sencillamente, destacar en ella una continuidad con el enciclopedismo anterior.
12 Cfr. Gianni Micheli, "L'assimilazione della scienza”, Annali 3, Storia d'ltalia, Torino, 1988, pp. 209·258.
13 Como consecuencia de la persecución familiar a la cual fue de inmediato sujeta la Academia, Eck, acusado además de homicidio, inició un largo peregrinaje por ciudades y países de media Europa, cumpliendo la importante función de corresponsal viajante de su institución. Finalmente llegó, como era lógico, a la corte praguense de Rodolfo II, centro cultural de tradición mágica y hermética. Desde allí, según Redondi, envió a Cesi libros de alquimia, filosofía y botánica. En 1616 fue suspendido como Linceo por supuestos problemas de salud mental. Cfr. P. Redondi, op. cit., p. 103.
14 Cit. Giovanni Pugliese, introducción a Federico Cesi e la fondazione dell'Accademia dei Lincei, Nápoles,1988.
15 En éste destacaban Ferrante lmperato –famoso hoy en día por su museo natural, reproducido innumerables veces-, Bartolomeo Maranta. Donato Altimaro, Nicolo Antonio Stigliola -en años posteriores-, el portugués, arabista y orientalista Diego de Urrea Couca y, sobre todo, Fabio Colonna, naturalista que tendrá uno de los papeles más destacados en la realización del Tesoro mexicano.
16 En 1613 Cesi escribía a Galileo a propósito de una dudosa candidatura de un médico spagirico a linceo, probablemente un mago, propuesto por Della Porta. Cfr. la carta del 29 de junio de 1613, vol. XI, p. 529. "Quanto all'istesso Porta, é necessario che in questo fatto del mandar secrete, et in molte altre cose, ella meco compatisca alla sua etá ottogenaria...” Carta del 19 de julio de 1613, Idem, p. 538. Galileo, que, por su parte, había desplazado la fama del mago como máximo exponente italiano en el arte de la óptica en 1614. Afirmaba irónicamente que el nuevo telescopio que Della Porta estaba construyendo con la ayuda de Fabio Colonna, supuestamente cien veces más potente que los que se usaban entonces, hubiera alcanzado la octava esfera de los cielos y el Empireo mismo, permitiendo al viejo napolitano escribir finalmente un Nunzio Empireo con una evidente relación jocosa con su Sidereus Nuncius copenicano de 1610. Cfr. carta de Della Porta a Galileo, 26 de septiembre de 1614, vol. XI, p. 538. Por su parte, Della Porta continuó hasta su muerte vanagloriándose de la “secreta multa” que revelaban a él todos los sabios de paso por Nápoles y a seguir sus experimentos de alquimia, de animantia -el arte numerológico-y hasta de criptología, un ritual ceremonial condenado por demoníaco. Carta del 19 de julio de 1613, vol. XI, p. 611.
17 Carta de Cesi a Galileo, 11 de mayo de 1613, vol. XI, p. 507. Es sabido que, en aquellos tiempos, el príncipe pensaba acabar el borrador de lo que hubieran sido las Prescriptiones Lynceae, o sea, el estatuto definitivo de la institución, texto que sin embargo nunca apareció. Cfr. la carta de Cesi a Galileo de 11 de mayo de 1623, vol. XI, p. 507.
18 GiuseppeGabrieli, "Verbali delle adunanze e crónica della prima Accademia Lincea", Atti, en Memorie, serie V, vol. II/6, 1926, p. 446.
19 Según Redondi, en la alabanza hecha a una lectura directa del libro de la naturaleza, liberado de aquella cárcel de la razón que se había vuelto el aristotelismo, se hacía evidente la oposición de Galileo y de su Academia al intento jesuita de actualizar la tradición escolástica católica. Por otro lado, no faltaban indicios que podían recordar las tesis reformadas de una lectura directa de las escrituras. Cfr. P. Redondi, op. cit., pp. 45-46.
20 Cfr. El Discorso del natural desiderio di sapere et Institutione de Lincei per adempimento di esso, un texto de carácter constitucional y que marca la etapa madura de la Academia, analizado recientemente por J.M. Gardair, op. cit., pp. 765-767 y vuelto a editar en M.L. Altieri Biagi (ed.), Scienziati del Seicento, Milán, 1969, pp. 49-9.
21 Cfr. P. Redondi, op. cit., pp. 103-105 y nota 30, p. 131.
22 Carta de Cesi a Stelluti, 30 de abril de 1611. Cuando en 1616 la teoría copernicana fue condenada en filosofía y Galileo fue amonestado, declarándose que no debía seguir defendiéndola, la Academia se atrincheró en defensa del nuevo saber, expulsando a uno de sus miembros, el médico romano Luca Valerio, que se había alineado a las nuevas directrices oficiales.
23 Johannes Schereck, originario de Constanza, médico y científico, abandonó en 1611 su milicia lincea por otra, ad mayorem Dei gloriam. "Finalmente si trova a pregar Dio per noi fra i Gesuiti", escribía irónicamente Cesi a Galileo (carta del 3 de diciembre de 1611, vol. XI, p. 236): En 1618, desde Madrid, pidió a Cesi cartas credenciales para revisar el original de aquel asunto sobre el cual había trabajado en Roma. Nunca las recibió y en 1622 partió para China, donde murió en 1630, dejando importantes obras de astronomía y de historia natural. Cfr. Rosa Casanova y Marco Bellingeri, op. cit., p. 70, y P. Redondi, op. cit., p. 109.
24 Es ésta la tesis de J.P. Gardair, op. cit., p. 776. Nosotros mismos repetimos el error del autor, seguros de su lectura de la fuente citada (cfr. Rosa Casanova y Mareo Bellingeri, op. cit., p. 69). Se trata de una carta de Galileo a Piero Dini, del 21 de mayo de 1611, borrador corregido tiempo después por el mismo Galileo -lo que de paso subraya su importancia-y publicada en Obras, vol. XI. En ésta el florentino hace patente a su corresponsal -famoso sobre todo por otro texto posterior de Galileo dirigido a él- su indignación, el rechazo al descubrimiento de los pianeti medicei, por parte de sus adversarios. Estos, confundiendo su ignorancia con la inexistencia, o insignificancia de las manifestaciones de la naturaleza, se comportaron como si él hubiera rechazado, por ignorancia, la importancia de las plantas mexicanas observadas en los dibujos en casa de Cesi. El claro sentido de la carta puede ser resumido en la afirmación de Galileo de que: “L'intendere degli uomini non é cagione dell'esistenza della cose", p. 108.
25 P. Redondi, op. cit., p. 149.
26 El autor del entonces muy difundido De natura novi orbis... (cuya primera edición castellana completa fue en Salamanca en 1588) pecaba por defecto; el número de los ejemplares botánicos descritos por Hernández fue de casi 3,000, de los cuales Recchi eligió 1,200 dejando 300 más solamente dibujados. Cfr. Rosa Casanova y Marco Belligeri, op. cit., p. 66.
27 Sobre la importancia que al conocimiento de las plantas indianas prestaban los botánicos europeos y en especial los italianos, ver idem, pp. 25-60.
28 El cavalier Dal Pozzo, linceo desde 1622, secretario del cardinal nipote Francesco Barberini -él mismo linceo desde el año siguiente-fue mecenas, coleccionista y patrocinador del pintor Poussin; en fin, uno de los exponentes más destacados de aquel nuevo estilo que pareció triunfar en Roma hacia la mitad de la década de los veinte. Cfr. P. Redondi, op. cit., p. 333.
29 Por ejemplo, en octubre de 1611, en Tivoli, investigó la flora de los alrededores en compañía de otros, "eruditissimi~, botánicos. Carta a Galileo, 21 de octubre de 1611, vol. XI, p. 224. El jardín botánico estaba situado en la via Della Maschera d'Oro, junto a la biblioteca, el herbario y una colección de fósiles y curiosidades científicas. Una significativa muestra de antigüedades había sido reunida por su tío, el cardenal Bartolomeo, en la aldea Santo Spirito. Sin embargo, fue en el palacio de Acquasparta, residencia señorial de la familia Cesi, en donde el príncipe, con sus colaboradores personales, encontró el refugio necesario a sus investigaciones hasta volverla, entre 1618 y 1624, su residencia habitual. Cfr. P. Redondi, op. cit., p. 112; Giuseppe Gabrieli, “Galileo en Acquasparta", Atti, en Memorie, serie VIII, vol. III/I, 1943.
30 Cartas a Galileo, 17 de septiembre de 1611, vol. XI, p. 221; 21 de octubre de 1611, vol. XI, p. 223; 3 de diciembre de 1611, vol. XI, p. 236.
31 Carta a Galileo, 2 de junio de 1612, vol. XI, p. 312. Cfr. además las cartas del 4 de febrero de 1612, vol. XI, p. 272.
32 Carta de Cesi a Galileo, 2 de marzo de 1613, vol. XI, p. 488. Proja indica erróneamente 1611 como la fecha de esta primera edición. Cfr. Proja, op. cit., p. 432.
33 Carta de Galileo a Curzio Pichenna, 19 de abril de 1618, vol. XII, p. 381.
34 Carta de Galileo a Cesi, 9 de octubre de 1623, cit. en Gabrieli, "Galileo in Acquasparta", op. cit., p. 4.
35 Cfr. ibid. y las cartas de Cesi a Galileo: 6 de octubre de 1624, p, 220; 266 de abril de 1625, p. 270 y 26 de septiembre de 1625, p. 280, todas en el vol. XII.
36 Carta de Cesi a Galileo, 4 de septiembre de 1627, vol. XII, p. 376.
37 Cartas de Stelluti a Galileo, 2 de diciembre de 1628, vol. XII, p. 459.
38 Cfr. la carta de Fabri a Cesi del 25 de abril de 1628, en la cual el religioso encargado de conceder la autorización exigía algunas cautelas que el príncipe debía necesariamente acatar. Cit. en Proja, op. cit., p. 476. Es posible que las dificultades hayan nacido de la celebración de loe descubrimientos astronómicos de Galileo, contenida en una sección del texto, como veremos más adelante.
39 Cfr. Proja, op. cit., p. 442.
40 Carta de Stelluti a Galileo, 2 de agosto de 1630, vol. XIV, pp. 126-127.
41 Dedicatoria de Stelluti a las tablas de Cesi, elaborada para la edición de 1651 del Rerum medicarum Novae Hispaniae Thesaurus seu Platarum Animalium Mineralium Mexicanorum Historia ex Francisci Hernandez..., Roma, en la imprenta de V. Mascardi, -a partir de ahora; en notas: Tesoro (1651)- p. 904.
42 Dedicatoria de De Torres en Francisco Hernández, Obras completas, t. I, Germán Somolinos d'Ardois (ed.), México, 1960, p. 302. La edición en tres tomos de la Universidad Nacional Autónoma de México, en traducción al castellano, es la de referencia obligada, gracias al puntual cuidado y doctas introducciones de Somolinos. Es necesario mencionar además la edición matritense de 1790, elaborada gracias a una copia manuscrita de los textos de Hemández, encontrada entre los fondos de la ex-biblioteca de la Compañía de Jesús. Los originales habían desaparecido desde hacía tiempo en un incendio en la Biblioteca Real, acaecido en 1671.
43 Tesoro (1651), pp. 459-461, traducción de Marco Bellingeri.
44 Proja, que al parecer fue el único, antes de nosotros, en cotejar las dos ediciones de la obra, afirmaba hace un siglo: "'Troppe lodi al sommo Tosco e improntate alle sue dottrine" y conjeturaba que Stelluti había temido proseguir la edición. Este motivo, según Proja, y no la inversión faltante -según él de sólo 200 o 300 escudos-, hubiera sido la causa de la prudente renuncia a la difusión del Tesoro después de lo muerte de Cesi. Cfr. Proja, op. cit., p. 464 y nota 65 en la p. 476. Sin embargo, el mismo autor afirmaba en otro texto que: “Nel Tesoro vi è ad ogni passo I'omaggio ai Barberini per cento luoghi'', vislumbrando un diverso motivo de Ja interrupción de la obra. Cfr. Salvatore Proja, Urbano VIII e gli Accademici Lincei, Roma, 1858, pp. 40-41.
45 Faber, por ejemplo, con orgullo recordaba, en la primera versión de la dedicatoria, cómo el mismo cardenal no desdeñaba ninguna vez asistir a sus clases en el Ateneo Romano. Cfr. Tesoro (1630), p. 463.
46 La duda se fundamenta sobre un error de encuadernación que hizo coexistir las dos versiones en un solo tomo del Tesoro, en su edición de 1651, tomo ahora depositado en la Biblioteca Angélica de Roma. En éste las dos versiones tienen una doble y repetida numeración.
47 Cfr. Tesoro (1630), p. 904, con Tesoro (1651), pp. 903-904. Sin embargo, en otra copia del Tesoro (1651), conservada en la Biblioteca Nacional de Turín, aparecen ambas dedicatorias sucesivamente, lo que, como en el caso citado en la nota anterior, hace pensar en la existencia de diversas versiones contemporáneas.
48 Al parecer, no en todas las versiones del Tesoro (1651) fue reproducido el imprimatur de las tablas de 1628. Sin embargo, en el frontispicio interior de las tablas, el uso de un verbo en tiempo imperfecto para explicar cuál era la intención original de Cesi, podría indicar que las primeras tablas, y con ellas toda la primera versión del Tesoro, se había acabado de imprimir en el otoño-invierno de 1630. Cfr. Tesoro (1630), p. 901.
49 Cfr. P. Redondi, op. cit., p. 123.
50 Cfr. Tesoro (1630), p. 901.
51 Tesoro (1651), p. 951, traducción de Marco Bellingeri.
52 Se ha afirmado que el Speculum contenía una tabla sinóptica de las materias a tratar en la enciclopedia o Teatro. Este, a su vez, estaría dividido en secciones: física, cosmología, meteorología, biología. En esta última sección hubiera tenido cabida la botánica y, por lo tanto, se puede pensar que las tablas habrían sido elaboradas para aparecer allí. Cfr. P. Redondi, op. cit., pp. 105-107 y G. Gabrieli, “L'orizzonte intellettuale e morale di Federico Cesi illustrato da uno Zibaldone inédito”, Rendiconti della Regia Academia Nazionale dei Lincei, Classe di scienze morali, serie IV, núm. 14, 1938, pp. 663-725.
53 Il Seicento é anche il grande secolo in cui il teatro, nella vasta estensione del termine, ha avuto la sua più alta esaltazione. E' il teatro a stabilire un eterno confronto con il mondo”. Giovanni Macchia, Tra Don Giovanni e Don Rodrigo. Scenari secenteschi, Milano, 1989, p. 79.
54 Cfr. G. Gabrieli, "L'orizzonte..., op. cit., p. 721.
55 Es nuevamente Redondi, particularmente atento a las nuevas teorías galileanas, el primero en destacar el carácter-de ruptura del proyecto de Cesi. Cfr. op. cit.