Published 1993-03-31
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Abstract
En este ensayo se pretende analizar algunas cuestiones metodológicas sobre la producción de la historia regional y la historia nacional. Para ello se partirá de un símil que presentan las artes gráficas: la cuestión de la “figura” y el “fondo”. Douglas R. Hofstadter, profesor de Ciencia de la Computación de la Universidad de Indiana, analiza el contenido de una ilustración y señala que cuando una figura está dibujada en un cuadro, por ejemplo una forma humana o una naturaleza muerta, este “espacio positivo” tiene como consecuencia inevitable una forma complementaria, es decir, el resto del cuadro, llamado fondo o “espacio negativo”. La mayoría de los dibujos no tiene una relación figura-fondo, o esa relación no tiene especial importancia para el artista, pues se interesa más por la figura que por el fondo, dado que el tratamiento de este último está, por lo general, dominado por la necesidad de hacer destacar la figura. El tratamiento del fondo está “dominado” por una especie de imposición de la figura misma. En este sentido el fondo no es más que la consecuencia de la figura.
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References
2 Luis González y González, Pueblo en vilo. Microhistoria de San José de Gracia, México, El Colegio de México, 1968.
3 Ibid., también véanse los otros escritos del mismo autor en donde hace reflexiones metodológicas sobre la microhistoria y el quehacer del historiador. Luis González, Invitación a la microhistoria, México, Secretaría de Educación Pública, 1973; Luis González, "La sopa de archivo, maná de historiadores", Historia regional y archivos, México, AGN, 1982.
4 Enrique Florescano, "Historia local, historia regional y la formación política del país", Historia regional y archivos, México, AGN, 1982, p. 38.
5 Eric Van Young, La ciudad y el campo en el México del siglo XVIII. La economía rural de la región de Guadalajara, 1675-1820, México, Fondo de Cultura Económica, 1989, pp. 13 y 17.
6 Alejandra Moreno Toscano, como directora del Archivo General de la Nación (1976-19S2) invitó a varios historiadores y escritores para discutir acerca de la función y del sentido de los archivos y de la historia. El resultado de esta reunión se encuentra en: Carlos Pereyra et al., Historia ¿para qué?, México, Siglo XXI editores, 1980.
7 Jean Chesneaux plantea que el análisis histórico permite definirnos a nosotros mismos; su función es la de permitir el diálogo entre el pasado y el presente y no solamente se trata de recolectar datos que pertenecen a un tiempo lejano. Véase Le mouvement paysan chinois 1840-1949, París, Editions du Seuil, 1976, p. 7.
8 Para un recuento de la organización de archivos estatales y de la fundación de nuevas instituciones de historia en provincia, véase José María Muriá, "Apuntes sobre el estado actual de la historiografía regional mexicana", Panorama actual de la historiografía mexicana, México, Instituto Doctor José María Luis Mora, 1983, pp. 5-15. Un balance analítico de la historiografía regionalista mexicana se puede ver en una ponencia de Pablo Serrano Alvarez, "Perspectivas de los estudios regionales en México", ponencia presentada en la VIII Reunión de Historiadores Mexicanos y Norteamericanos, San Diego, California, octubre de 1990. Sobre la importancia de la historia regional también véase Ignacio del Río, "De la pertinencia del enfoque regional en la investigación histórica sobre México", Históricas, Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas, núm. 27, México, UNAM, diciembre de 1989, pp. 21-35; Sergio Ortega Noriega, "Proposiciones para la investigación y la enseñanza de la historia regionalizada de México", Históricas, Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas, núm. 28, México, UNAM, enero-abril de 1990, pp. 35-42.
9 Leticia Reina, Las rebeliones campesinas en México (1819-1906), México, Siglo XXI editores, 1980.
10 Para evitar confusiones, Eric Van Young define regionalidad como la cualidad de ser de una región, y regionalismo como la identidad consciente, cultural, política y sentimental, que grandes grupos de personas desarrollan con ciertos espacios a través del tiempo. Véase: Eric Van Young, "Haciendo historia regional. Consideraciones metodológicas y teóricas", Anuario del Instituto de Estudios Histórico-Sociales, núm. 2, Buenos Aires, Universidad Nacional del Centro, 1987, p. 258.
11 Una explicación más amplia de los proyectos de modernidad en los ámbitos de lo económico y de lo legal, de los intentos de secularización de la sociedad, y del proceso de conformación hasta la consolidación de un Estado-Nación a lo largo del siglo XIX, se encuentra en: Leticia Reina, "Modernidad y rebelión rural", Estado, economía y sociedad. Siglo XIX, DEH-INAH, en prensa.
12 Una síntesis de los diferentes movimientos sociales acaecidos en la década de los setenta se puede ver en: Mario Huacuja R. y José Woldenberg, Estado y lucha política en el México actual, México, Ediciones "El caballito", 1976.
13 Jorge Zepeda Patterson señala lo siguiente: "Es significativo que la autorreflexión de una provincia o de una región sobre ella misma se reafirma en los tiempos de opresión y crisis, cuando el grupo se siente amenazado y en peligro". Este autor tiene un magnífico análisis de los regionalismos a través de la historia, véase: "La nación versus las regiones", La Jornada Semanal, México, 25 de enero de 1987; y "Los auges del regionalismo", La Jornada Semanal, México, 1o. de febrero de 1987.
14 Van Young, op. cit., 1987, p. 257.
15 Mario Cerutti desarrolla los conceptos de "visión regional" y de "enfoque regional" como parte de una metodología contrapuesta a los análisis centralistas. En este sentido estoy de acuerdo, pero yo no lo utilizo como sinónimo de historia regional. Véase: "Monterrey y su ámbito regional (1850-1910). Referencia histórica y sugerencias metodológicas", Secuencia. Revista Americana de Ciencias Sociales, núm. 15, México, Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora, septiembre-diciembre, 1989, pp. 97-113.
16 Luis González, op. cit., 1968; Antonio García de León, Resistencia y utopía. Memorial de agravios y crónicas de revueltas y profecías acaecidas en la provincia de Chiapas durante los últimos quinientos arios de su historia, 2 tomos, México, Ediciones Era, 1985.
17 Margarita Dalton (comp.), Oaxaca. Textos de su historia, V vols., México, Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora, Gobierno del Estado de Oaxaca, 1990, vol. 1, p. 3.
18 Rodolfo Pastor, Campesinos y reformas: la Mixteca, 1700-1856, México, El Colegio de México, 1987; William B. Taylor, Embriaguez, homicidio y rebelión en las poblaciones mexicanas, México, Fondo de Cultura Económica, 1987; Brian R. Hamnett, Política y comercio en el sur de México, 1750-1821, México, Instituto Mexicano de Comercio Exterior, 1976.
19 No presento una lista de los trabajos que se han hecho sobre las diferentes regiones de Oaxaca porque recientemente se publicaron dos antologías en donde están ampliamente citados.
20 Leticia Reina (coord.), Historia de la cuestión agraria mexicana. Estado de Oaxaca, II vols., México, Juan Pablos Editor, Gobierno del Estado de Oaxaca, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca y Centro de Estudios Históricos del Agrarismo en México, 1988.
21 Marcus Winter (comp.), Lecturas históricas del estado de Oaxaca, vol. I, Epoca prehispánica, Colección Regiones de México, Instituto Nacional de Antropología e Historia y Gobierno del Estado de Oaxaca, 1990; Ma. de los Angeles Romero (comp.), Lecturas históricas del estado de Oaxaca, vols. II, III y IV, Colección Regiones de México, Instituto Nacional de Antropología e Historia y Gobierno del Estado de Oaxaca, 1990.
22 Margarita Dalton (comp.), Oaxaca. Textos de su historia, V vols., México, Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora y Gobierno del Estado de Oaxaca, 1990.
23 Leticia Reina, "De las Reformas Borbónicas a las Leyes de Reforma", Leticia Reina (coord.), op. cit., 1988, pp. 181-267.
24 Francisco de Oliveira define y delimita la región en su dimensión política. Dice así: “... el control de ciertas clases dominantes 'cierra' la región. Esa dimensión política no es una instancia separada de la economía; por el contrario, es o será de la imbricación de las dos instancias que podrá surgir más completo el concepto que aquí se propone, por lo menos en la tradición teórica del marxismo. El 'cierre' de una región por sus clases dominantes requiere, exige y solamente se da por lo tanto, en cuanto esas clases dominantes consiguen reproducir la relación social de dominación, o más claramente las relaciones de producción. Y en esa reproducción, obstaculizan y bloquean la penetración de formas diferenciadas de generación de valor y de nuevas relaciones de producción. La apertura de la región y la consiguiente 'integración' nacional, en el largo camino hasta la disolución completa de las regiones, ocurre cuando ya no es posible seguir reproduciendo la relación social, y por esa imposibilidad se cuela la pérdida de hegemonía de las clases dominantes locales y su sustitución por otras, de carácter nacional e internacional. Véase: Francisco de Oliveira, Elegía para una re(li)gión. Sudene, Nordeste. Planificación y conflictos de clases, México, Fondo de Cultura Económica, 1982, p. 35.
25 Jorge Zepeda Patterson, op. cit., 1987.
26 Douglas R. Hofstadter, op. cit., p. 67.
27 Alan Knight, "Interpretaciones recientes de la Revolución mexicana", Secuencia. Revista Americana de Ciencias Sociales, núm. 13, México, Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora, enero-abril de 1989, p. 39.
28 Pablo Serrano dice que: "la definición de región involucra otro principio metodológico que todo regionalista debe poseer, como punto de partida y como constante del análisis, y que se refiere a la concepción de la región como un todo concreto y específico (no sólo en cuanto al escenario espacial, sino en cuanto a los fenómenos que se analizan o estudian)". Pablo Serrano, op. cit., p. 9.