Delirios de progreso y extravagancias bucólicas (ideología e industrialización en 1950)
Abstract
Así como Adorno y Horkheimer se propusieron “nada menos que comprender por qué la humanidad, en lugar de entrar en un estado verdaderamente humano, desembocó en un nuevo género de barbarie”, 1 cabría preguntarnos por qué México, en lugar de lograr con su revolución un desarrollo más humano, adoptó el camino que todos conocemos. Existen, respecto a este último punto, más preguntas que respuestas. Aún no se ha realizado una reflexión sobre las condiciones culturales y las determinantes ideológicas que sustentaron el proyecto fallido de modernización mexicana. ¿Cómo cobraron vigencia los mitos universales del progreso y de la evolución en nuestra realidad de caciques y caudillos? ¿De qué manera se conjugó nuestra cultura política premoderna (el cañonazo de 50 mil pesos y el “mátalos en caliente”) con el sueño del progreso y la industrialización capitalista? ¿Cómo se conformó esa curiosa dialéctica mexicana del iluminismo?
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References
2 Frank Tannenbaurn, "La lucha por la paz y por el pan", Problemas agrícolas e industriales de México, México, octubre-diciembre de 1951, vol. III, núm. 4, p. 130.
3 Ibid., p. 131.
4 Ibid., p. 133.
5 Lo que proponía era lograr "la colectividad del campo en su plena extensión, vigorizándola con la técnica y la destreza de la ciencia moderna en su aplicación a pequeños sectores". Ibid., p. 133.
6 Ibid., p. 133.
7 Ibid., p. 132.
8 Resulta sorprendente la semejanza de algunos de los planteamientos de Tannenbaum con los de quienes hoy, teniendo a la luz los resultados de la industrialización y los cada vez más evidentes límites al crecimiento económico, han cuestionado su desarrollo, tanto en el sistema capitalista como en el socialista. Dice Schurnacher: "La sabiduría convencional de lo que ahora se enseña como economía pasa por encima de los pobres, precisamente aquellos que necesitan el desarrollo. La economía del gigantismo y de la automatización es un remanente de las condiciones y del pensamiento del siglo XIX, totalmente incapaz de resolver ninguno de los problemas de hoy. Se necesita un sistema totalmente nuevo de pensamiento, un sistema basado en la atención a la gente y no a las mercancías (...). Debemos aprender a pensar en términos de una estructura articulada que pueda dar cabida a una variada multiplicidad de unidades de pequeña escala". Lo pequeño es hermoso, Madrid, Hermann Blume, 1978, pp. 62 y 63. Y agrega más adelante: "Las unidades de producción descentralizadas, de relativamente pequeña escala, que faciliten a un gran número de gente el obtener trabajos más productivos, pueden maximizar la autosuficiencia local (y nacional) y abrir el camino para el desarrollo futuro de las capacidades locales". Ibid., p. 305. Andre Gorz, por su parte escribe: "¿Por qué, por otra parte, nadie se preocupa de evaluar el costo real del gigantismo industrial del que generalmente se asegura que permite 'economías de escala', mientras que también es cierto que engendra enormes costos indirectos? Como señala Jean Marie Chevalier, el gran tamaño, que evidentemente obstaculiza la autogestión, responde ante todo a la voluntad de una empresa de centralizar y de monopolizar una producción. El tamaño óptimo, desde el punto de vista de los precios de costo, es frecuentemente inferior al tamaño real." Adiós al proletariado, Barcelona, El Viejo Topo, 1981, p. 139. Desde las más diversas perspectivas se ha comenzado a reconocer la necesidad de modificar los patrones de crecimiento y de romper la dinámica de los modelos de industrialización tradicionales, ante el agotamiento de los recursos y la depredación de la naturaleza que producen. Una de las bases de este sistema ha residido en la apropiación estatal de empresas.
9 Respecto a este punto escribía Tannenbaum: "Las inversiones en acciones y bonos de treinta y una empresas revelan que apenas existe un campo de actividad económica en que el Gobierno no esté participando. Estas inversiones se han hecho en empresas que incluyen la producción cinematográfica, la manufactura de películas, una compañía de teatro, una empresa deshidratadora, distribución de aguas, molinería, artes gráficas, un semanario, una fábrica de cerveza y un consorcio marítimo. Las inversiones mayores han sido en acero, cobre, fertilizantes, azúcar, cemento, electricidad y artisela". Op. cit., p. 129.
10 Ibid., p. 166.
11 Ibid., p. 168.
12 Ibid., p. 169.
13 Ibid., p. 178.
14 Ibid., p. 182.
15 Ibid., pp. 212 y 213.
16 Ibid., p. 225.
17 Ibid., p. 231.
18 Ibid., p. 232.
19 Ibid., p. 267.
20 Ibid., p. 280.
21 Idem.
22 Ibid., p. 298.
23 Ibid., p. 310.
24 Dice al respecto: "El mexicano de hoy, a quien poco le falta para condenar al patíbulo a todo aquel que se permita disentir, no del credo político, jamás expuesto, sino del autobombo de eso que se llama, entre misterio y amenaza, 'el régimen', tiene que hallar fatal el libro de Tannenbaum: viene a decirle, con palabra ceñida, y, a veces, vívida y brillante (...) la historia, después de todo conocida, de cuándo y por qué este país sin ventura ha vagado como alma en pena antes de bailar su camino; por qué lo encontró con la Revolución; y porqué, falto de hombría, abandonó la solución penosa, pero firme y segura, cambiándola por la brillante y fácil, a pesar de la falsedad que denunciaba a leguas su propio oropel. No sólo dice el libro de Tannenbaum que México ha errado el camino, sino algo más grave y que tiene que revolver y rebelar al mexicano, y hacerlo saltar, corno de muerte herido. La tesis principal de Tannenbaurn es que México no puede jugar con éxito la carta del grande, del fuerte y del rumboso, sino la del alerta, del modesto y del equilibrado; que jugar a aquélla lo ha metido ya en una ratonera sin salida". Ibid., p. 157.
25 Ibid., p. 158.
26 Ibid., p. 159.
27 Ibid., p. 161.
28 Ibid., p. 220.
29 Ibid., pp. 220 y 221.
30 Ibid., p. 158.
31 Ibid., p. 158.