Reporte de campo
La transición de estudiante a profesional: las prácticas de campo del órgano de San Juan Tepemasalco, Hidalgo
Esteban Mariño Garza
ENCRyM-INAH, México
Correspondencia: Esteban Mariño Garza buchos@gmail.com
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Resumen
Este artículo da cuenta de las actividades y los resultados de la práctica de campo dedicada a la investigación y la conservación del órgano histórico de San Juan Tepemasalco, Hidalgo, llevadas a cabo de septiembre a noviembre de 2008, dentro del Seminario Taller Optativo de Conservación y Restauración de Instrumentos Musicales (STOCRIM), de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). A partir de una relatoría personal sobre la experiencia, este texto analiza el papel de la práctica de campo como espacio académico idóneo de inserción del estudiante en el ámbito profesional.
Palabras clave:Práctica, conservación, órgano, estudiante, Tepemasalco.
Abstract
This article reports the activities and results obtained of a field trip internship focused on the research and conservation of the San Juan Tepemasalco,s historical pipe organ, Hidalgo, which took place from September to November 2008, within the Optional Seminar of Conservation and Restoration of Musical Instruments (STOCRIM) of the Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM); Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). On the basis of personal account about the experience, this paper analyses the role of the conservation field trip internship as the perfect academic training for a student becoming a professional.
Keywords: Field trip, Conservation, Organ, Student, Tepemasalco.
Desde 2008 he tenido la oportunidad de participar en el proyecto de conservación y restauración de órganos tubulares históricos más completo y especializado de México. Cuando me volví parte de esta iniciativa enfocada en salvaguardar la evidencia histórica, tecnológica, social, estética y musical del órgano tubular del templo de San Juan Tepemasalco, estado de Hidalgo, todavía era alumno de la Licenciatura en Restauración de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). La idea de restaurar el instrumento musical más complejo que el ser humano ha construido, cuando aún no había concluido mi formación profesional, me parecía por demás inquietante. Reconozco que en aquel entonces no me era posible tener una concepción global de la importancia del bien cultural que estaba en mis manos ni de lo arduo que podía ser su proceso de conservación.
Mi primer contacto con el órgano tubular histórico de Tepemasalco y su proyecto de conservación y restauración tuvo lugar en una práctica de campo, una fórmula de enseñanza-aprendizaje clave y de gran tradición en la ENCRyM. Prácticas como ésta pueden concebirse como programas de estadía para formación profesional adicionales a los cursos formales del currículo: comprenden diversas actividades relacionadas con la conservación y la restauración del patrimonio cultural, que ejecutan los alumnos y los profesores de la ENCRyM en un contexto distinto al seminario-taller y, generalmente, en el interior de la República. Durante ellas, los alumnos intervienen bienes culturales auténticos en su ubicación real, lo que permite un entrenamiento de trabajo en condiciones y ritmos que son similares a los que se presentan en el ejercicio profesional.
Particularmente, las prácticas de campo en el Seminario Taller Optativo de Conservación y Restauración de Instrumentos Musicales (STOCRIM) de la ENCRyM han tenido el objetivo de estudiar y reconocer los contextos de producción y uso de instrumentos musicales en distintas zonas del país, con el fin de comprender muchos de los aspectos que conciernen a su conservación. Entre los bienes culturales que han sido materia de estudio y tratamiento durante los cursos y prácticas de campo del STOCRIM, destacan los órganos tubulares.
Los órganos tubulares
Los órganos tubulares son instrumentos musicales aerófonos mecanizados que comprenden una serie de artes y oficios, por cuya sofisticación no son comparables con ningún otro. Se trata de una conjunción de varios componentes y sistemas que exige una técnica de factura muy compleja: si hablamos de los órganos novohispanos, tan sólo sus muebles o cajas contenedoras pueden presentar una variedad de estilos de construcción y decoración. En nuestro país, la decoración generalmente presenta una mezcla de la tradición española con la local o indígena, lo que produce peculiares cajas con un impacto visual inigualable (Suárez 1991:77). Adicionalmente, existe una estrecha y simbiótica relación entre el espacio arquitectónico, el mueble del órgano y el significado sacro de su decoración. La razón de ello es que la expresión plástica de un mueble debe ir de acuerdo con la expresión musical de estos instrumentos musicales (Suárez 1991:79).
Un órgano tubular tiene la capacidad de producir una compleja y bella cantidad de sonidos musicales que ningún otro instrumento musical puede alcanzar. Su sonoridad varía dependiendo del contexto y el momento en que fueron producidos. Por ello, referirse al órgano tubular como el “gigante de la polifonía” (Tafall y Miguel 1876:32) o el “cautivador del oído” (Audsley 2000:11) no es una exageración.
La capacidad polifónica de este instrumento musical no sería posible sin su eficiente mecánica. El aire abastecido por los fuelles es conducido, gracias a la acción de las teclas, a través de una serie de válvulas y resortes a un arca minuciosamente trabajada, la cual es llamada secreto; esta pieza distribuye al aire a los diversos registros de tubos que pueden ser discriminados por la activación de las correderas y el teclado. Así, los órganos tubulares son ejemplos perfectos de la más compleja ingeniería musical.
Aunque los orígenes del instrumento sean profanos, desde el siglo XV, o incluso antes, el órgano ya se había convertido en el instrumento musical sacro por excelencia (Williams 1980:34). En la Nueva España, tuvo un impacto impresionante sobre la población indígena, ya que la Iglesia virreinal lo utilizó como una herramienta indispensable de propagación religiosa.1 Uno de los ejemplos más bellos de órganos tubulares novohispanos se encuentra en San Juan Tepemasalco.
El órgano de San Juan Tepemasalco
Tal como su nombre lo indica, el órgano tubular que nos ocupa pertenece al coro de la capilla de San Juan Bautista, de la comunidad San Juan Tepemasalco, que se encuentra ubicada en el municipio de Zempoala, en el sur del estado de Hidalgo.
Por un lado, los orígenes y la historia temprana de este instrumento musical son temas que aún requieren investigación; por el otro, hay muy pocos estudios sobre la propia comunidad de Tepemasalco (v. gr. Ballesteros 2000:163; Kubler 1948:678). Por esto último, ha sido necesario trazar algunas líneas históricas generales, tomando como base la historia del municipio y población de Zempoala, lo cual es posible gracias a la correlación histórica existente entre ambas poblaciones. Uno de los planos contenidos en el estudio de Ballesteros García (2005:50) sobre la Relación Geográfica de Zempoala2 (Figura 1) indica la presencia temprana de la capilla de San Juan Bautista. Ello deja en evidencia que San Juan Tepemasalco fue un punto de contacto clave de Zempoala durante los primeros años de la Colonia.
Al igual que la parroquia de Todos los Santos en Zempoala, fundada en 1553 (Ballesteros García 2003:35), es plausible que la capilla de San Juan Bautista date de la primera mitad del siglo XVI, periodo durante el cual permaneció bajo la Orden de San Agustín. Se sabe que entre las décadas de 1550 y 1580, los agustinos abandonaron Zempoala, dejándola en manos de los franciscanos (Ballesteros García 2003:35). Dichas modificaciones en el manejo administrativo podrían haber sido experimentadas de forma paralela por la capilla de San Juan Tepemasalco.
Adicionalmente, a partir de la investigación histórica llevada a cabo durante el proyecto del STOCRIM se ha podido determinar que San Juan Tepemasalco continuó manteniendo una relación cultural, social y administrativa muy estrecha con Zempoala durante el resto del periodo virreinal y aun hasta la época del México independiente. Ejemplo de ello es que durante el siglo XIX la capilla de San Juan Tepemasalco destinó uno de sus espacios para albergar a un juzgado conciliador que administraba tanto las actividades locales como las correspondientes a Zempoala.
Informes orales de la propia comunidad (Sotero Morales, comunicación personal noviembre 2008) indican que durante un largo periodo del siglo XX las condiciones de conservación del templo de Tepemasalco fueron críticas. Sin embargo, éstas se optimizaron considerablemente en el año 2005, gracias a trabajos de restauración financiados por el gobierno del estado de Hidalgo y otros patrocinadores culturales. A partir de entonces, los estudiosos del órgano en México y, en general, del patrimonio de Hidalgo, contemplaron la posibilidad de restaurar el instrumento musical materia del presente artículo. De ahí que se decidiera notificar al INAH sobre la presencia de este peculiar aerófono. Ese mismo año, Daniel Guzmán Vargas, maestro laudero, fundador del Taller de Instrumentos Musicales de la ENCRyM y restaurador de éstos, hizo un primer dictamen sobre el estado físico del caso de San Juan Tepemasalco, en el que también se registraron instrumentos de viento que, al parecer, conformaron la dotación de la banda de la comunidad en el siglo XIX3 (Figura 2).
Tres años más tarde, en 2008, y a partir de este primer acercamiento, los miembros de la comunidad de San Juan Tepemasalco, así como el Fondo de Apoyo a Comunidades para Restauración de Monumentos y Bienes Artísticos de Propiedad Federal (FOREMOBA), el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes del Estado de Hidalgo (CECULTAH) y la Sociedad Defensora del Tesoro Artístico de México (SODETAM) dieron a conocer al INAH su interés por la conservación del órgano. Con base en la unión de esfuerzos de dichas agrupaciones, el STOCRIM desarrolló un proyecto de carácter interinstitucional, cuyo objetivo principal es investigar, documentar, registrar, conservar y difundir el órgano de San Juan Tepemasalco. Como parte de ello, se programó llevar a cabo una práctica de campo donde participaran profesores, investigadores y alumnos de la ENCRyM.
La práctica de campo
La práctica de campo tuvo como objetivo apoyar la primera etapa del proyecto, dirigida al reconocimiento, el inicio de la investigación y el traslado del órgano a las instalaciones de la ENCRyM para su tratamiento. Estas actividades, que se desarrollaron en la comunidad durante tres visitas, me dieron la oportunidad de incorporarme como estudiante en las fases iniciales de un proyecto real de conservación y restauración, cuya dirección corresponde a la licenciada Jimena Palacios Uribe, actual profesora titular del STOCRIM.
Primera visita: septiembre de 2008
El objetivo de la primera visita, que tuvo una duración de un día, fue conocer el instrumento y empezar su estudio. El primer acercamiento de un conservador a cualquier instrumento musical es por medio de su caracterización, que, en este caso, comenzó por levantar sus datos generales: clasificación organológica, temporalidad, procedencia, propietarios, dimensiones máximas, número de inventario, fecha de entrada, fecha de salida, destino. Asimismo, como paso previo al desarrollo de su descripción formal, se reflexionó sobre el funcionamiento del instrumento musical y el espacio arquitectónico del inmueble que lo alberga.
La realización de la descripción formal del órgano de Tepemasalco se convirtió en todo un reto, debido a diversos factores: la complejidad del instrumento en cuanto a su funcionamiento y a la naturaleza de su mecanismo; la rica iconografía involucrada en su diseño; la limitada relación de la arquitectura con el mueble, dada su inusual ubicación (en el coro); la amplia variedad de materiales constitutivos; las diversas técnicas de construcción empleadas; la compleja dinámica de deterioro que ha sufrido el instrumento, así como la cantidad y diversidad de reparaciones y alteraciones presentes. Cabe señalar que en este primer acercamiento todos estos aspectos parecían poco claros: algunos aparecían revueltos, mientras que otros se percibían como inconexos. En ese momento, para mí era imposible aprehender de un solo golpe toda la información que engloba un órgano histórico. Fue en el transcurso de la práctica de campo, y gracias a las posteriores actividades de investigación del proyecto, como muchos conceptos comenzaron a adquirir sentido. Así, el principal reto de la primera visita fue reconocer la gran complejidad y variedad de los datos inmersos del instrumento musical y su contexto, con el fin de iniciar la sistematización de información que permitiría lograr un conocimiento más amplio de la problemática general a la que se enfrentaba el proyecto (Figura 3).
Segunda visita: noviembre de 2008
Esta visita duró tres días; su objetivo fue establecer con la compañía MovArt4 la forma de embalaje y traslado del órgano a la ENCRyM, así como iniciar la investigación histórica.
Embalaje y traslado
El proceso de embalaje y traslado de un instrumento musical tan complejo como un órgano no sólo es delicado, sino también clave para su conservación: todos sus elementos (mueble, sistema de fuelles, tubos, teclado, entre otros) deben manipularse con sumo cuidado para evitar cualquier daño adicional. En el caso del órgano de Tepemasalco, un problema por resolver consistió en la forma de mover y bajar el instrumento al nivel de calle, ya que las dimensiones del mueble no permitían el paso libre por la puerta del coro.
Esta fase representó un reto evidente para mí como alumno, ya que tenía incertidumbre respecto de la aprobación de mis propuestas por parte del grupo de profesionales que se encontraba a cargo de la conservación del órgano. Afortunadamente, mis inquietudes se disiparon, ya que todos los involucrados en el proyecto aportamos ideas y coincidimos en que, por las características y dimensiones del instrumento, era posible proteger el mueble con una caja de madera y bajarlo por el barandal del coro mediante un sistema de poleas y un andamio. También se acordó que los fuelles, que sólo serían protegidos por una gruesa capa de material de amortiguación, se deslizarían desde el coro mediante sogas, mientras que los tubos y demás partes del órgano se trasladarían en cajas.
Inicio de la investigación histórica
A lo largo de mis estudios había escuchado acerca de la pertinencia del trabajo conjunto con la comunidad asociada con los bienes culturales que se han de conservar. Asimismo, sabía que obtener información histórica sobre la misma comunidad era una parte esencial de los estudios que todo proyecto de conservación debe realizar. Sin embargo, este tipo de actividades me parecían poco significativas, ya que sus alcances aparentaban tener un carácter meramente didáctico e informativo.
Sin embargo, el contacto con la comunidad de Tepemasalco se convirtió en un medio fundamental para entender el devenir del órgano a través de la historia. Para esta fase del proyecto parecía muy ambicioso poder conocer tanto los antecedentes históricos acerca de la solicitud de construcción o instalación del instrumento por parte de algún miembro de la iglesia de Zempoala o San Juan Tepemasalco, así como datos sobre el nombre y el origen de su organero. Igualmente difícil se antojaba poder hallar alguna partitura del repertorio musical del instrumento o localizar información sobre sus ejecutantes. No obstante, a través de algunas entrevistas realizadas con habitantes del lugar que habían tenido vínculos con la capilla, se obtuvieron resultados valiosos. Posteriormente, estas aportaciones se complementaron con la revisión de documentos de archivo de la misma comunidad. Dada su relevancia, conviene detallar algunos aspectos de estas actividades.
Para el desarrollo de las entrevistas, se contó con el apoyo de la señora Guadalupe López (miembro de la comunidad y custodia actual del templo), quien visitó todas las casas de San Juan e identificó a las personas de más edad que aún vivían en la comunidad. Con base en este censo, se decidió entrevistar a tres de ellas5 que habían tenido una relación directa con la capilla en distintas épocas. Las pláticas giraron alrededor de tres preguntas: cómo había llegado el instrumento al templo, en qué estado se encontraba en la época en la que lo habían visto y si alguna vez lo habían escuchado. Como resultado, se pudo establecer una historia de vida general del órgano durante el siglo XX, que corresponde a la etapa previa a su dictamen de conservación (Figura 4).
De forma complementaria, se revisaron los documentos relativos a la vida de la comunidad de Tepemasalco los cuales sólo corresponden a la segunda mitad del siglo XIX, ya que no se cuenta con registros previos.6 Dado que la documentación era abundante, y sus condiciones de conservación dificultaban la lectura, las dos personas asignadas a la tarea no podían cubrir su totalidad. Por lo tanto, sólo se revisó una muestra representativa de ella. El método de selección consistió en buscar palabras clave en los documentos (órgano, bandas, organista, fuelle, entonador, entre otras). Posteriormente, se le dio prioridad a la búsqueda de documentos similares a los que albergaban las palabras clave. Así, poco a poco se fue formando una relación histórica.
Se revisó una cantidad considerable de registros propios de la capilla: inventarios de objetos, padrones de habitantes, listas de electores para puestos importantes en la comunidad, relaciones de contribuyentes (personas con un nivel socioeconómico alto que participaban activamente en la comunidad).7
De los registros elegidos: listas de causantes de contribución y padrones generales de habitantes, resaltó el nombre de Cleofas Sousa, quien fue juez auxiliar y benefactor de la comunidad a finales del siglo XIX. Este nombre apareció, asimismo, en dos documentos relacionados con el órgano. Un inventario fechado hacia 1868 contenía la siguiente información: “un órgano servible repuesto por el C. Cleofas Sousa que le costó 20 pesos”. Entre la descripción de diversos objetos, otro inventario, datado en 1872, hace mención de “cinco llaves, la primera de la puerta mayor de la iglesia, la segunda de la sacristía, la tercera de la antesacristía, la cuarta del coro y la quinta del órgano”.
Muchos documentos eran ilegibles y no pudieron revisarse en ese momento. Sin embargo, el empleo combinado de diversas fuentes, tanto orales como documentales, ha permitido recuperar información, por demás valiosa, de la historia reciente del instrumento. Asimismo, los datos recabados representan un paso fundamental para generar una investigación histórica más profunda,8 que contribuirá al entendimiento de la problemática de conservación de esta pieza.
Tercera visita: noviembre de 2008
Durante la tercera visita se llevó a cabo el traslado del órgano, un momento esperado y presenciado por todos los involucrados: restauradores, integrantes de la comunidad y miembros de FOREMOBA, CECULTAH y del SODETAM. El embalaje del órgano fue un proceso minucioso, ya que cada pieza se envolvió con material aislante y amortiguante. El teclado se aseguró al mueble y se protegieron molduras y partes delicadas. Se bajaron los fuelles y después se embaló el mueble en una caja de madera para bajarlo del coro (Figura 5). Durante este proceso fue necesario consensuar soluciones técnicas a través del diálogo. Bajo la coordinación de la licenciada Palacios, el equipo de MovArt realizó el movimiento de la obra.
El mueble, los fuelles, las cajas con tubos y otras partes se trasladaron en el vehículo de MovArt con destino a la ENCRyM. Cabe mencionar que este proceso fue un ejemplo claro de que el trabajo de un equipo de varios especialistas es la clave para la resolución de problemáticas de conservación, imposible de alcanzar por la intervención de una sola disciplina.
Con el traslado terminó la práctica de campo. Sin embargo, para mí fue claro que en este momento ya me encontraba inserto en un proyecto que superaba los objetivos de la formación académica de un estudiante: estaba, por fin, viviendo el papel de un conservador en pleno ejercicio profesional, transición a la cual quisiera dedicar unas líneas de reflexión.
Reflexiones finales
Como alumno, es difícil estar inmerso en un proyecto de conservación tan complejo como el del órgano de San Juan Tepemasalco. Durante éste me planteé varias dudas y preguntas: ¿Qué representa un órgano tubular histórico? ¿Ésta es la pieza que me tocó restaurar en el semestre? ¿Por qué no trabajo uno de esos aerófonos de cerámica prehispánicos que puedo restaurar en un par de semanas? ¿Cuento con el conocimiento o las habilidades suficientes para afrontar este reto? Cuando ingresé en el STOCRIM, concebía los órganos como “plantas exóticas impropias de un lugar” (Tafall y Miguel 1876:4). Jamás pensé que se trataba de instrumentos musicales de una gran complejidad y que ésa era la clave de su valor patrimonial.
Esta práctica de campo fue completamente distinta de las anteriores que había vivido como estudiante. No sólo fui en visita de reconocimiento de un bien con una riqueza cultural impresionante, sino que tuve como tarea parte de la investigación histórica y el traslado. Reflexioné sobre las consecuencias de mis acciones y la forma en que podían afectar el bienestar del proyecto, preocupaciones que iban más allá de mi calificación semestral.
Cada una de las etapas de la práctica fue articulándose en un proceso sólido de aprendizaje en donde mis capacidades se pusieron a prueba y mi conocimiento se amplió conforme pasaba el tiempo. La falta de experiencia fue afrontada con paciencia y con la seguridad de ir creciendo profesionalmente en la disciplina. No puedo imaginar un mejor entrenamiento para un alumno al final de su carrera.
Actualmente, como conservador de instrumentos musicales y como profesor, reconozco que mi formación no hubiera sido tan completa si no hubiera tenido la experiencia de estas tres visitas a San Juan Tepemasalco. Considero que estas prácticas de campo se convirtieron en el punto de la transición de alumno a profesional.
Para mí, la importancia de este órgano radica no sólo en su peculiaridad histórica, sino en las decisiones de conservación y restauración que se están tomando y ejecutando. El equipo se encuentra actualmente terminando los análisis de los materiales constitutivos del instrumento. La documentación gráfica sigue en proceso, y se han realizado algunas intervenciones de estabilización y limpieza en el mueble. Se continúa, asimismo, con la investigación histórica. Además, se está introduciendo a los nuevos alumnos del STOCRIM al proyecto, con lo que se espera ampliar el equipo de conservadores.
La restauración del órgano propiamente dicha aún no se ha iniciado, ya que requiere una evaluación del significado histórico y musical del instrumento, proceso que sólo puede ser gestado con base en una investigación y una documentación amplias. Una nueva complejidad se hace presente: la pieza cuenta con una evidencia material impresionante. El simple hecho de ser un bien con una función específica ha llevado a lo largo de su vida a una multitud de alteraciones, reparaciones y restitución de materiales. Cada una de estas intervenciones puede ser parte de su significado como testigo del pasado. Por ello, la preservación de todos los valores del órgano no depende exclusivamente de la recuperación de su sonoridad. Los instrumentos musicales son más que la música que producen. Desde esta perspectiva, el órgano de San Juan Tepemasalco hoy parece convertirse en una auténtica máquina del tiempo.
Agradecimientos
Quisiera agradecer a la licenciada Jimena Palacios Uribe, coordinadora del Proyecto de Conservación del Órgano de San Juan Tepemasalco, la oportunidad de participar en dicha iniciativa. Colaborar conjuntamente en este reto ha sido esencial para mi formación y el inicio de mi vida profesional, así como para la elaboración del presente artículo.
Referencias
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Ballesteros García, Víctor Manuel 2000 Los conventos del estado de Hidalgo, Pachuca, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
2003 La iglesia y el convento de Todos los Santos de Zempoala, Hidalgo, y su comarca, Pachuca, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
2005 La pintura de la Relación de Zempoala de 1580, Pachuca, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
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Tafall y Miguel, Mariano 1876 Arte completo del constructor de órganos, o sea guía manual del organero, Santiago de Compostela, Fernández y Companía.
Williams, Peter F. 1980 A New History of the Organ from the Greeks to the Present Day, Indiana, Indiana University Press.
1Incluso el Concilio Mexicano (1555) decreta que la música de órgano sea escuchada exclusivamente en los templos (Suárez 1991:73).
2Una Relación Geográfica es un conjunto de documentos realizados en el continente americano a petición de las autoridades españolas en la época de contacto. Estos textos presentan planos que hablan sobre la geografía física y humana de los territorios conquistados (Ballesteros 2005:43).
3Se trata de dos oficleides y dos clarinetes. Los primeros son instrumentos variantes del serpentón, diseñados por un constructor de cornetas llamado Jean-Hilaire Asté, conocido como Halary, en 1821 (Green 2005).
4Esta compañía fue contratada por el proyecto por ser una de las más especializadas en el manejo y traslado de patrimonio cultural. Entre sus trabajos destaca haber sido responsable del embalaje y el movimiento del órgano monumental de la Catedral Metropolitana para su reciente restauración.
5Se agradece a los señores Sotero Morales, de 90 años de edad, que fue custodio del templo en 1939; a su hijo, Esteban Morales Cruz, comisario ejidal que participó en la remodelación de la iglesia en 2005, y a Ángel Gómez Martínez, de 68 años de edad, por sus aportaciones a la investigación del bien musical.
6Estos textos se encontraron en 2005 en un baúl del coro de la capilla de San Juan Bautista y se trasladaron a las instalaciones de CECULTAH, donde hoy permanecen resguardados.
7Como se mencionó, durante la segunda mitad del siglo XIX, el templo de San Juan Tepemasalco contaba con un anexo, en el cual fungía un juzgado conciliador de Zempoala, autoridad que fue la principal gestora de los documentos que se revisaron.
8La investigación histórica ha continuado con los nuevos alumnos del STOCRIM, en noviembre de 2009.