NARRATIVAS ANTROPOLÓGICAS,
o 3, núm. 5, enero-junio de 2022
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RELATOS
Oratorios familiares
en comunidades mayas macehuales
Family Oratories in Macehual Mayan communities
Teresa Quiñones Vega*
Centro INAH, Yucatán / mquinones.yuc@inah.gob.mx
RESUMEN
En comunidades de la península de Yucatán donde los mayas usan el etnónimo macehual para auto-
nombrarse, hay familias que tienen oratorios para rendir culto a santos familiares. En los festejos que
se llevan a cabo en los oratorios participan las familias del linaje del fundador del culto, así como espe-
cialistas rituales y miembros de la comunidad, haciendo de esos sitios espacios comunitarios y de ex-
presión de la cultura maya macehual. El objetivo del trabajo es mostrar los oratorios familiares como
espacios de control cultural de los mayas macehuales, destacando formas de organización y maneras de
celebrar. Los datos etnográficos dan cuenta de elementos culturales, formas de organización, conoci-
mientos, saberes, prácticas culturales y cosmovisión de los mayas macehuales que se entretejen en la
constitución de oratorios familiares y en los festejos en esos espacios.
Palabras clave: mayas macehuales, oratorios familiares, especialistas rituales, formas de organiza-
ción, formas de celebración.
ABSTRACT
In some communities of the Yucatan Peninsula where the Mayans use the ethnonym 'Macehual' to
name themselves, there are families that have oratories to worship family saints. The families that are
part of the lineage of the founder of the cult, as well as people specialized in rituals and members of the
community, participate in the celebrations that take place in the oratories, turning them into communi-
ty and expression spaces of the Macehual Mayan culture. The objective of this paper is to present fami-
ly oratories as spaces of cultural control of the Macehual Mayans, highlighting their forms of organiza-
tion and celebrations. The ethnographic data gives account of cultural aspects, forms of organization,
knowledge, wisdom, cultural practices and worldview of the Macehual Mayans that are interwoven in
the development of family oratories and the celebrations that take place in those spaces.
Keywords: Macehual Mayans, family oratories, ritual specialists, forms of organization, forms of
celebration.
Fecha de recepción: 24 de marzo de 21
Fecha de aprobación: 15 de julio de 2021
*En una versión corta, este artículo fue presentado como ponencia en el X Congreso Centroamericano
de Antropología, que se llevó a cabo del 23 al 27 de marzo de 2015 en la ciudad de Mérida, Yucatán.
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n localidades mayas de la península de Yuca-
tán, en particular en donde la población se
autonombra macehual (oriente de Yucatán y centro
de Quintana Roo), algunas familias tienen una pe-
queña habitación que destinan para el culto de al-
gún santo; llaman a estos lugares oratorios familia-
res. Esos oratorios o pequeñas iglesias se ubican en
los solares o unidades domésticas, y en ellos se
llevan a cabo festejos dedicados a alguna imagen
católica “familiar”; con el paso del tiempo, la cele-
bración se vuelve comunitaria. En estas capillas u
oratorios familiares participan especialistas rituales
de la localidad (rezadores, jmeeno’ob, priostes) y se
establecen formas de organización propias, como
son los cuidadores o patrones de santos (en lengua
maya, kanan saantos) y responsables de celebracio-
nes (kuucho’ob), principalmente.
Este escrito pretende mostrar los oratorios fami-
liares como lugares de expresión de la cultura maya-
macehual, destacando formas de organización y
maneras de celebrar a alguna imagen sagrada en el
ámbito familiar y comunitario. En estos oratorios se
puede observar lo que Guillermo Bonfil denomina
control cultural o “la capacidad de decisión sobre los
elementos culturales” o “los recursos de una cultura
que resulta necesario poner en juego para formular y
realizar un propósito social”;1 entre tales recursos
están los materiales, los de organización, los cono-
cimientos, los simbólicos y hasta los emotivos. El
término control cultural, como apunta Bonfil, impli-
ca decisión, control, poder. Los oratorios familiares
pueden ser un ejemplo de control cultural, porque
las familias y comunidades mayas macehuales que
en ellos llevan a cabo sus prácticas religiosas, dirigen
y controlan los elementos culturales que se requie-
ren para su funcionamiento: espacio, especialistas
rituales, formas de organización, conocimientos y
prácticas simbólicas.
El material etnogfico que se presenta se obtuvo
de diferentes temporadas de trabajo de campo, a tra-
1 Guillermo Bonfil, Pensar nuestra cultura (México: Alianza,
1991), 49-50.
vés del Programa Nacional de Etnograa de los Pue-
blos Indígenas de xico, del Instituto Nacional de
Antropología e Historia. Los datos etnográficos co-
rresponden a la localidad de Tihosuco, Quintana Roo.
Mayas macehuales: Tihosuco
En la península de Yucatán reconocemos una por-
ción o territorio que denominamos maya macehual a
partir de considerar el etnónimo macehual. La pala-
bra macehual es de origen náhuatl: macehualli, sig-
nifica gente pobre, gente común.2 En diferentes pue-
blos de la península, en especial del centro del estado
de Quintana Roo y del oriente y sur del estado de
Yucatán (principalmente, los pueblos que se ubican
en la frontera con el estado de Quintana Roo), hay
mayas que se autonombran macehuales. Nosotros
los llamamos mayas macehuales para distinguirlos
de los demás mayas de la península de Yucatán.
Los mayas macehuales se caracterizan por sus
prácticas religiosas y formas organizativas autóno-
mas de la Iglesia católica; por su alto porcentaje de
maya-hablantes; por continuar con prácticas rituales
agrícolas y de ciclo de vida, y por la presencia y vi-
gencia de especialistas rituales, tales como “jmenes”,
maestros rezadores, priostes, y de personas mayores
conocedoras de las tradiciones y costumbres de la
cultura heredada por sus abuelos.
En ese territorio inició la llamada Guerra de Cas-
tas en 18473 y se dio la mayor resistencia de este
movimiento.4 Después del conflicto bélico, los ma-
2 Miguel Bartolomé y Alicia Barabas, La resistencia maya. Rela-
ciones interétnicas en el oriente de la Península de Yucatán (Mé-
xico: INAH, 1977), 11.
3 Sobre este movimiento armado hay una amplia bibliografía,
acá se sugieren algunas obras: Moisés González Navarro, Raza y
tierra. La guerra de casta y el henequén (México: El Colegio de
México, 1970); Nelson Reed, Guerra de Castas de Yucatán (Méxi-
co: Era, 1995); Don E. Dumond, El machete y la cruz. La subleva-
ción de campesinos en Yucatán (México: UNAM / Plumsock Me-
soamerican Studies / Maya Educational Foundation, 2005).
4 Bartolomé y Barabas, La resistencia maya..., 22, mencionan
una “zona de conflicto” en la cual se concentró la población que
hasta antes de la expansión de las plantaciones de caña habían
mantenido cierta autonomía por trabajar sus milpas, lo cual les
permitió continuar con ciertas prácticas culturales; además,
E
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cehuales mantuvieron y mantienen cierta organiza-
ción autónoma (compañías y centros ceremoniales5)
y algunas prácticas culturales que los distinguen de
los demás mayas; todavía ahora los mayas macehua-
les de Yucatán y Quintana Roo conservan y fortale-
cen relaciones sin importar las fronteras estatales,
por ejemplo, a través de las peregrinaciones a sus
santuarios o centros ceremoniales.6
Tihosuco pertenece al municipio de Felipe Carri-
llo Puerto, del estado de Quintana Roo; se ubica en
territorio maya macehual, entre dos de los centros
ceremoniales más importantes de los mayas de la
región: Xocén, en Yucatán,7 y Tixcacal Guardia, en
Quintana Roo. Durante la Guerra de Castas, el pue-
blo de Tihosuco fue abandonado y hasta principio de
la década de 1930 fue nuevamente habitado por ma-
cehuales del oriente del estado de Yucatán.
Para 2020, según el censo, la localidad contaba
con 5228 habitantes, de los cuales el 84.9% era
católica y el 79% de la población de 5 años y más
señalan que sus sacerdotes o jmeeno’ob ejercían sus conocimien-
tos y saberes.
5 La compañía es una organización teocrática-militar surgida
durante la Guerra de Castas; tiene jefes con grados militares,
jefe de la iglesia y maestros cantores. Puede estar integrada por
hombres de diferentes pueblos y la pertenencia a una compañía
se hereda a través del padre, pero las mujeres, al casarse, se
integran como parte del grupo del marido. Para mayor informa-
ción véase Alfonso Villa Rojas, Los elegidos de Dios. Etnografía
de los mayas de Quintana Roo (México: INI, 1987); y Bartolomé y
Barabas, La resistencia maya... Actualmente los hombres que
están adscritos a esa organización tienen dos obligaciones fun-
damentales: cada cierto tiempo hacer “guardias” en el santuario
y tienen la responsabilidad de organizar las fiestas. En Quintana
Roo son cinco centros ceremoniales: Tulum, Chumpón, Chankah
Veracruz, la Cruz Parlante y Tixcacal Guardia.
6 Consultar: Gustavo Aviña Cerecer, “Santísima Cruz Yaxché:
ejercicio de la territorialidad entre los mayas macehuales del
estado de Quintana Roo, México”, en Antropología y simbolismo,
coord. por Patricia Fournier, Saúl Millán y Eugenia Olavarría
(México: INAH, 2007), 129-148; y Teresa Quiñones Vega, “La
peregrinación, una práctica religiosa de los mayas
máasewáalo’ob para conservar su territorio”, Temas Antropoló-
gicos, vol. 30, núm. 1 (marzo de 2008), 115-136.
7 Sobre la comunidad de Xocén consultar: Silvia Terán y Chris-
tian Rasmussen, Xocén. El pueblo en el centro del mundo (Méri-
da: UADY, 2005).
hablaba maya.8 Pese a que el trabajo de la milpa ya
no representa la actividad económica más importan-
te, el maíz y su ciclo agrícola siguen prevaleciendo en
la vida ritual y festiva de sus habitantes. Tihosuco
fue predominantemente agrícola hasta la década de
1970, cuando surgió Cancún y sus pobladores co-
menzaron a emigrar a dicha ciudad con fines labora-
les.9 Actualmente, hay macehuales migrantes que
pagan para que les trabajen sus milpas con el fin de
tener maíz para el autoconsumo, y hay otros que
ayudan a sus familiares a pagar las labores o los
rituales y celebraciones familiares y comunitarias.
En Tihosuco hay cuatro oratorios o capillas fami-
liares, en las que se llevan a cabo celebraciones de
alcance comunitario.
Oratorios, capillas, iglesias familiares y santos
Los oratorios familiares pueden ser pequeñas casas
elaboradas con materiales perecederos de la región:
bajareque, tierra, zacate o huano, troncos de diferen-
tes dimensiones y bejucos, principalmente, o una
pequeña habitación que destinan las familias mayas
macehuales para el culto de algún santo “familiar”.
Esas edificaciones forman parte, por lo general, del
espacio doméstico o solar familiar, en donde viven
una o varias familias en sus casas y que forman una
unidad o grupo doméstico.10
8 Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), Censo de
Población y Vivienda 2020 (México: INEGI, 2021), acceso el 29 de
enero del 2021, https://www.inegi.org.mx/app/scitel/Default?ev=9
9 Ella Quintal, Juan Ramón Bastarrachea, Fidencio Briceño,
Pedro Lewin, Martha Medina, Teresa Quiñones y Lourdes Rejón,
“Mayas en movimiento: Movilidad laboral y redefinición de las
comunidades mayas de la península”, en Movilidad migratoria
de la población indígena de México, coord. por Margarita Nolasco
y Miguel Ángel Rubio, t. II (México: INAH, 2012), 303-415.
10 Sobre unidad doméstica puede consultarse entre otros: Orlan-
dina de Oliveira, “La familia / unidades domésticas y familias
censales”, Demos , núm. 1 (1988), acceso el 6 de agosto del 2020,
http://www.revistas.unam.mx/index.php/dms/article/view/651
9/6039; Ella Quintal, Juan Ramón Bastarrachea, Fidencio Brice-
ño, Martha Medina, Renée Petrich, Lourdes Rejón, Beatriz Repe-
tto y Margarita Rosales, “Solares, rumbos y pueblos: organiza-
ción social de los mayas peninsulares”, en La comunidad sin
límites, coord. por Saúl Millán y Julieta Valle, t. I (México: INAH,
2003), 291-399.
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Por la información que se tiene, estos oratorios
familiares son propios o sólo se han encontrado en
territorio de los mayas asewáalo’ob. Autores que
han trabajado la zona maya macehual hacen men-
ción de la existencia de este tipo de oratorios: Terán
y Rasmussen los identifican en Xocén, Yucatán; Villa
Rojas y Coot, en pueblos del actual municipio de
Felipe Carrillo Puerto en Quintana Roo.11
Es posible que en el pasado los oratorios familia-
res fueran más comunes entre los mayas y, en parti-
cular, en la zona maya macehual. Redfield menciona
que en Chankom, la gente recordaba que años atrás
“todas las imágenes se guardaban en oratorios espe-
ciales”.12 En Tihosuco, un señor comentó que su
abuelo era originario de Dzitnup, Yucatán, de allí
emigró con una imagen de la Santa Cruz y se esta-
bleció un tiempo en Ekpedz, Yucatán, donde hizo
una capilla para su imagen, pero por problemas tuvo
que salirse y llegó a vivir a Tihosuco.
En la época prehispánica era una práctica común
entre la élite, ya que, según Landa: “Tenían los seño-
res sacerdotes y gente principal oratorios e ídolos en
casa para sus oraciones y ofrendas particulares”.13
Durante la Colonia, a través de las ordenanzas de
11 Terán y Rasmussen, Xocén. El pueblo...; Villa Rojas, Los elegi-
dos...; Eriberto Coot, Las fiestas de la selva maya. México:
URQOO / INAH, 2002). En otros pueblos originarios de México hay
oratorios o capillas familiares, es el caso de los otopames del
Estado de México; ver en Felipe González Ortiz, “La organización
social de los mazahuas del Estado de México”, Ciencia Ergo Sum,
vol. 8, núm. 1 (marzo, 2001), 19-29, acceso el 15 de julio del
2020, http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=10402003. Entre
los otomíes de Querétaro, consultar: Jacques Galinier, La mitad
del mundo: cuerpo y cosmos en los rituales otomíes (México:
UNAM / CIESAS / INI, 1990); Diego Prieto y Beatriz Utrilla, Ar ngú,
ar hnini, ya meni. La casa, el pueblo, la descendencia (los oto-
míes de Querétaro”, en La comunidad sin límites, coord. por Saúl
Millán y Julieta Valle, t. II (México: INAH, 2003) 143-210; y en el
blog del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), “Las
capillas familiares otomíes en el semidesierto queretano” (julio
de 2017), acceso el 15 de julio del 2020, https://www.gob.mx/inpi/
articulos/las-capillas-familiares-otomies-en-el-semidesierto-queretano.
12 Robert Redfield, Yucatán: una cultura de transición (México:
FCE, 1944), 293.
13 Diego de Landa, Relación de las cosas de Yucatán (México:
Porrúa, 1973), 48.
Tomás López Medel, se prohibió a los señores y
principales mayas establecer oratorios o capillas.14
¿Qué santos o imágenes son veneradas en los
oratorios familiares?, tanto en Xocén como en pue-
blos de Quintana Roo, la Santa Cruz es la imagen
más común.15 En Tihosuco, a los santos a quienes se
les rinde culto en los oratorios se los vincula con la
actividad agrícola, la milpa y especialmente con la
lluvia, éstos son: san Antonio de Padua, san Miguel
Arcángel y la Santa Cruz.
Cada una de estas imágenes católicas, los mayas
como otros grupos mesoamericanos se las apro-
piaron y resignificaron. San Antonio de Padua, cuya
celebración es en el mes de junio, coincide con el
inicio de la época de lluvia, de la cual depende el
maíz de la milpa.16 En el caso de san Miguel y otros
arcángeles, se les asoció con los pauahtunes, anti-
guas deidades que eran los guardianes de los cuatro
puntos cardinales; a san Miguel se le reconoció
todavía hoy es así como el más poderoso y que
dirige a los chaques17 (señores de la lluvia); según su
iconografía porta una espada, y los mayas creen que
su brillo es el relámpago.18 Entre los mayas, la cruz
en especial la cruz verde se relaciona con la ceiba
oyaxche’, el axis mundi maya19, y en esta región son
las cruces verdes las más veneradas.
14 Nancy Farriss, La sociedad maya bajo el dominio colonial
(México: Artes de México / Conaculta / INAH, 2012), 415.
15 Hay que considerar que la Santa Cruz fue muy importante
durante la Guerra de Castas, en particular la conocida como la
Cruz Parlante.
16 En algunas comunidades mayas de Yucatán, como Pocoboch,
la celebración a san Antonio incluye el ritual de petición de lluvia
(ch’aa cháak); ver en Ella Quintal, Martha Medina, Teresa Qui-
ñones, Lourdes Rejón y María Cen, “Los que son como nosotros:
santos y pixanes en la cosmovisión de los mayas peninsulares”,
en Creando mundos entrelazando realidades. Cosmovisiones y
mitologías en el México indígena, coord. por Catharine Good y T.
V. Marina Alonso (México: INAH, 2014), 29-95.
17 Mario H. Ruz,La familia divina. Imaginario hagiográfico en
el mundo maya”, en De la mano de lo sacro. Santos y demo-
nios en el mundo maya, ed. de Mario H. Ruz (México: UNAM,
2006), 21-66.
18 Quintal et. al, “Los que son como nosotros...”, 54.
19 Mercedes de la Garza, Rostros de lo sagrado en el mundo maya
(México: Paidós / UNAM, 1998).
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De acuerdo con la información de campo, el pri-
mer oratorio en Tihosuco fue para san Antonio. El
primer patrón del santo salió de su pueblo natal, Dzi-
tnup, junto con la imagen del santo en busca de tie-
rras que encontró en Tihosuco, donde se establec
para vivir en 1932; y construcontiguo a su casa el
oratorio a san Antonio. Algunos años después se inició
el culto a la Santa Cruz Tun o de piedra, imagen que
fue encontrada en un cenote y que sus devotos la
consideran “hermana” de la Cruz Tun de Xocén. El
patrón de la Cruz Tun de Tihosuco y otros señores de
la localidad eran parte de una compañía del centro
ceremonial de Tixcacal Guardia y solían acudir a visi-
tar la Cruz también de piedra (tun) de Xon, y allí
aprendieron cómo hacer rezos y novenas; por eso en
algunos rituales y ofrendas que se hacen en los orato-
rios de Tihosuco se observan elementos o aspectos del
culto a la Santa Cruz de Xocén. Cabe señalar que, al
morir el primer patrón de la Santa Cruz Tun, hubo
problemas entre sus dos hijos y se dividieron. Cada
uno siguió el culto al santo en oratorios diferentes; en
uno se conserva la imagen, y en el otro, en el altar hay
una foto de la cruz de piedra. El último oratorio en
establecerse en Tihosuco fue el de san Miguel, en el
que nos centraremos en este trabajo. Los oratorios
mencionados, con excepción del de san Miguel, se
ubican en el solar o unidad doméstica de las familias
fundadoras al culto.
Sobre el oratorio a san Miguel, el patrón,20 nieto
de quien inició el culto y construyó el oratorio, contó
la historia de cómo inició la veneración a san Miguel
en su oratorio: como la Santa Cruz Tun se considera
“Dios de todos los campesinos, de los que hacen
milpa”, en aquel tiempo un señor que era jmeen o
especialista ritual (chaman) dijo que hacía falta san
Miguel, “el jefe de los chakes, el que manda a los
yumtsiles”.21 Todavía ahora, para los mayas ma-
20 Al escribir este artículo ya había fallecido el patrón don Pedro
Pablo; murió en 2016, y una de sus hijas heredó la responsabili-
dad de continuar con los festejos a san Miguel, pues sus hijos
varones viven en Cancún.
21 En lengua maya lluvia se dice cháak; “chaques” (forma castella-
nizada) se refiere a los señores de la lluvia, y yumil puede signifi-
cehuales san Miguel es el jefe de los señores de la
lluvia, el que manda a los espíritus protectores de las
milpas (figura 1). Por las cualidades que le reconocen
a san Miguel, durante su fiesta los milperos asisten-
tes suelen ofrendar semillas o frutos de la milpa:
maíz, calabaza, sandía, entre otros, algo similar se
observó en los gremios que se celebran en Xocén en
el mes de febrero.22
Figura 1. Altar de san Miguel en oratorio familiar. Foto-
grafía: Teresa Quiñones V., 2006.
Al principio, contó el patrón, el culto a san Miguel
se hizo en un terreno de su abuelo, con una imagen
impresa del santo; poco después consiguen la actual
imagen de bulto y para entonces su abuelo (que era
también jmeen) había construido un oratorio en un
terreno de su propiedad. El primer custodio de san
Miguel tenía varios hijos, pero ya anciano le heredó
el santo al padre del actual patrón, quien al morir,
por petición del primer cuidador se lo heredó a uno
de sus hijos, nieto del primer patrón, porque no
confiaba en sus otros hijos. Incluso uno de ellos acu-
dió a las autoridades para demandar a su sobrino de
quererse apropiar del santo y del terreno, pero la
queja no procedió; sin embargo, otra hija del primer
patrón, al casarse, se quedó a vivir en el lugar donde
está el oratorio y su esposo vendió parte del terreno.
car: dueño, señor, protector o espíritu (en plural yuumtsilo’ob);
así, “yumtsiles” (forma castellanizada) son espíritus protectores.
22 Quiñones, “La peregrinación...”.
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Ante esta situación, el patrón del santo (nieto del
primer cuidador), en presencia de la autoridad ejidal
y los especialistas rituales (maestros rezadores,
“jmenes” y priostes) que lo apoyaban en la organiza-
ción de la fiesta a San Miguel, hizo un acta en la que
se asentó, según un maestro rezador. que: “El te-
rreno donde está el oratorio pertenece a san Miguel
y cualquier persona que venga, venga de donde ven-
ga puede entrar a encender vela, así el lugar no es de
nadie, es de toda la humanidad (sic)”.
El oratorio de san Miguel se ubica al suroriente
de la localidad, en la colonia homónima del santo. En
el terreno hay varios árboles y dos construcciones:
una elaborada con materiales de la región, que sirve
de cocina y lugar de descanso durante la fiesta; y la
otra es el oratorio, hecho de materiales no perecede-
ros. En el oratorio, el altar del santo se ubica al
oriente y san Miguel se encuentra en un nicho junto
con dos cruces verdes.
Durante toda la fiesta el santo permanece con
flores, velas o veladoras encendidas; alrededor del
nicho colocan series de luces como las que se usan
para Navidad y que al encenderlos se escucha la
melodía “Navidad, Navidad”. Enfrente de la bóveda
donde están las imágenes sagradas se ubica una
pequeña mesa de madera en la que se disponen las
ofrendas. La mesa está cubierta con un mantel blan-
co, que al frente tiene bordado: “San Miguel. Fam.
Pat. septiembre de 2008”; esta inscripción da cuenta
de la familia que donó el mantel y la fecha en que lo
hizo. Frente a esa mesa hay otra casi de la misma
altura, aunque muy delgada que sirve para colocar
las velas; enseguida hay un reclinatorio y luego una
banca larga de madera, la cual se destina para los
maestros rezadores. Tanto al norte como al sur del
nicho hay en cada lado una ventana pequeña.
A cuatro o cinco metros de donde están las imá-
genes hay un espacio un poco más grande de la ya
descrita, en donde hay bancas de madera y sacos con
enseres. En ese lado hay tres puertas: la principal
está al norte y en ella se reciben a los santos que
acompañan a san Miguel en su fiesta, la puerta del
sur colinda con el solar del vecino y la puerta del
poniente da al espacio donde trabaja la gente. El
techo de la primera parte del oratorio, donde está el
santo y se disponen las ofrendas, suele estar decora-
do con papel picado de colores.
Por los antecedentes históricos que conocemos es
posible que el establecimiento de oratorios constitu-
ya entre los mayas macehuales una forma de resis-
tencia de la cultura autónoma.23 Ya hemos señalado
que en esta porción de la península se inició la Gue-
rra de Castas y fue donde mayor resistencia hubo y
que generó, entre macehuales del centro de Quinta-
na Roo, formas de organización autónomas y el es-
tablecimiento de sus centros ceremoniales.
En Tihosuco, varios son los aspectos que posi-
blemente favorecieron el desarrollo de los oratorios:
algunas familias que llegaron a poblar el lugar tenían
santos familiares y quizá la tradición de los orato-
rios; varios repobladores eran maestros rezadores y
“jmenes” (especialistas rituales); no hubo sacerdotes
católicos varios años después de que se repobló
Tihosuco, fue hasta 1950 cuando sacerdotes de la
misión Maryknoll se establecieron en el lugar;24 y
varios jefes de familia formaron parte de alguna
compañía del centro ceremonial de Tixcacal Guardia
o rendían culto a la Cruz de Xocén.
Habría también que considerar las ideas que los
mayas peninsulares tienen en torno a los santos. Hay
algunos santos, como vimos, que se les vincula con la
lluvia y la milpa; pero una de las ideas que más pre-
valece entre los mayas es la acción del santo como
agente con poder, lo cual puede expresar mediante
hechos que la población califica como milagro y que
23 En términos de la capacidad de respuesta que han tenido y
tienen los mayas de convertir la cultura impuesta en cultura
apropiada e integrarla con la cultura propia. Ver Bonfil, Pensar
nuestra...
24 Luz del Carmen Vallarta, “La producción de artesanías. Mercan-
cías de consumo interno en el Estado de Quintana Roo. El caso de
Tihosuco, Q. Roo” (tesis de licenciatura, UAM-Iztapalapa: México,
1985). Antes de 1950, sacerdotes de Valladolid, Yucatán, acudían a
la localidad sólo cuando los lugareños lo solicitaban, especialmente
para que oficiara la misa de los gremios de “40 horas”, que fue la
primera organización gremial en formarse en Tihosuco en 1940.
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al parecer es un motivo para construirle su capilla,
como nos dijo en Tihosuco un maya macehual: “Si
uno pide algún favor con fe y todos eso se cumple,
uno mismo va ir viendo que lo que pide se cumple y
dices: pues voy a pedir otra vez, pues ya vi que ese
santo vive, es muy milagroso; entonces depende de
lo milagroso que es (se) le va haciendo su capillita”.
Quintal y colaboradores25 indican que para los mayas
de la península un santo es milagroso no sólo por los
favores que concede sino también y, sobre todo, por
las capacidades que muestra como agente de poder
para castigar a quien no cumple una promesa o lo
hace de mala manera o inapropiadamente. Además,
los mismos autores mencionan que entre los mayas
se suele concebir a los santos como personas, esto es,
con características físicas, emocionales y sociales
propias de su cultura: comen, salen de paseo, se
enojan y hasta pueden llorar, tienen hermanos/as,
entre otras cuestiones; y como las personas, los san-
tos deben tener un espacio privado o su casa. Así lo
explicó un rezador de la comunidad:
Es como tú, en tu casa vienen otras gentes y entran a
dormir allá, tal vez no te cause ninguna molestia, pero
es tu lugar privado, es tu casita, es como (que yo) en-
tre a tu casa a dormir y vas a decir “¿por qué estás
acá?”. (El oratorio) es su casa del santo y es para él...
es más formal tenerle una capillita, y le dices: “éste es
para ti, para usted, un espacio” (Testimonio EDP,
Tihosuco, Q. Roo, 2015).
Hubo personas que dijeron que se hacen oratorios
porque no es bueno dormir donde está el santo”.
Villa Rojas menciona que en Tusik, a las cruces que se
distinguen por su calidad de milagrosas, se les suele
edificar su chan o pequeña iglesia y se le destina su
fiesta particular, y las cruces que no logran destacar
se depositan en esas iglesias porque “no se permite
tener en las casas cruces ni santos de ninguna cla-
se”;26 si bien el autor no da cuenta del porqué de esta
25 Quintal et al., “Los que son como...”.
26 Villa Rojas, Los elegidos de Dios..., 279-280.
restricción, quizá tenga que ver con la idea de milagro
que se le atribuye a los santos o su capacidad de agen-
te con poder, aunque también podría ser para que el
santo no “presencie” la vida íntima de los que en la
casa habitan y cohabitan sexualmente.27 En Tihosuco
hace 25 años pocas personas solían tener alguna ima-
gen, no sólo porque era difícil tener acceso a éstas,
sino que poseer una implica un compromiso: rendirle
culto al santo. En la comunidad se ha observado que
algunas familias tienden a ubicar sus igenes de
santos o “vírgenes” en nichos que construyen fuera de
la casa, por lo general en terrazas.
En el siguiente apartado se tratarán las formas de
organización y las relaciones sociales que hacen po-
sible la existencia de los oratorios.
Formas de organización
y relaciones sociales en los oratorios
Los santos de los oratorios tienen patrón o custodio,
por lo general, se trata del dueño de la imagen vene-
rada. Algunos autores28 mencionan que los santos
patrones de los pueblos tenían patrón, cuya enco-
mienda era cuidar al santo y sus bienes (ropa, velas,
ofrendas y demás enseres). El patrón o cuidador de
santo, en lengua maya kanan saanto,29 es un perso-
naje n vigente en comunidades mayas, y al pare-
cer hay dos tipos: Quintal30 menciona que, en el
oriente de Yucatán, el patrón es el dueño de una
imagen particular que por su trayectoria de milagros
27 Quizá podría ser reminiscencia del pasado colonial. En las orde-
nanzas dispuestas por Tomás López Medel, a las que ya hicimos
referencia, una de las órdenes fue edificar sólo una iglesia en cada
pueblo, y que esta debía permanecer cerrada para evitar que
ninguno sea osado de dormir en ellas, ni meter cosa alguna, so
pena”. Diego López de Cogolludo, Historia de Yucatán, t. II (Cam-
peche, Talleres Gráficos del Gobierno del Estado, 1955), 90-91.
28 Farriss, La sociedad maya..., 438-441; Stephens, citado por
Ella Quintal, “Según su fe de cada uno: patrones poderosos y
control cultural en el oriente de Yucatán”, en Religión popular de
la reconstrucción histórica al análisis antropológico (aproxima-
ciones casuísticas), ed. de Genny Negroe y Francisco Fernández
(Mérida: UADY, 2000), 227-258.
29 El vocablo maya kanan significa: “guardar y tener cargo de algo;
guardador, el que cuida o vela santos; cuidador”. Alfredo Barrera
V, Diccionario maya Cordemex (Mérida: Cordemex, 1980).
30 Quintal, “Según su fe...”, 236.
NARRATIVAS ANTROPOLÓGICAS,
o 3, núm. 5, enero-junio de 2022
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Oratorios familiares...
T. Quiñones Vega
es venerada por toda la comunidad (caso Tihosuco);
otro tipo de patrón es el que custodia a alguna ima-
gen de la iglesia de la comunidad, en especial aque-
llas que peregrinan; es el caso de la Virgen de la
Asunción de Yaxcabá.31
En el caso que nos ocupa, se observa que las imá-
genes de los oratorios tienen patrón. El primer cui-
dador fue quien inició la celebración en el oratorio,
ya sea porque poseía (quizá por herencia) o compró
o encontró la imagen venerada, y por lo general, al
morir la heredó a alguno de sus hijos. Actualmente
son la tercera y cuarta generación de las familias
involucradas las que están llevando a cabo los feste-
jos en los oratorios; en todos los casos el abuelo o el
bisabuelo paterno de los implicados inició el culto,
entre 1935-1940, aproximadamente, cuando la acti-
vidad predominante era la milpa.
Entre los mayas macehuales perviven, aunque de
manera redefinida, prácticas y costumbres en torno al
culto a los santos y formas organizacionales derivadas
de la época prehispánica, de la colonia y del siglo
XIX;32 y algunas de éstas ya no se observan entre los
mayas de otras partes de la península. En Tihosuco, la
forma de organización que predomina en el culto a los
santos es el kuuch, en español significa cargo u obliga-
ción. Ella Quintal señala que la palabra kuuch puede
referirse a diferentes situaciones:
Primero, hace referencia a una forma organizativa a
partir de la cual se reúne un conjunto de jefes de fami-
lia para rendir culto al santo, a la santa o la virgen pa-
tronos de un pueblo, de un barrio o de una familia.
Segundo, quien lleva la mayor responsabilidad, “car-
31 Esta virgen la llevan en peregrinación al pueblo abandonado
de Mopilá. Teresa Quiñones Vega, “Peregrinar con la virgen para
volver al propio territorio”, Temas Antropológicos, vol. 24, núm.
2 (septiembre, 2002), 144-165.
32 “En la península de Yucatán, las organizaciones religiosas-
ceremonial de nivel comunitario, derivan de cuando menos
cuatro instituciones: el llamado kuuch (de origen prehispánico),
la cofradía (de origen colonial), el sistema de guardias o compa-
ñías (primera mitad del siglo XIX) y el gremio (segunda mitad del
siglo XIX). Ella Quintal, “Identidad étnica y organización religiosa
en el oriente de Yucatán, México” (tesis de doctorado UAM-
Iztapalapa: México, 2011), 191.
ga” u obligación (en maya, kuuch) es llamado a veces
el kuuch y es el anfitrión y encargado de la celebra-
ción. Esto es, la palabra kuuch hace referencia también
al encargado y a cualquiera que esté al frente de un
conjunto de personas reunidas para cumplir una obli-
gación ritual [...] Tercero, kuuch, alude también a la
ceremonia, al ritual en honor del santo patrón.33
En Tihosuco, el kuuch es la persona que tiene la
mayor parte de las obligaciones de la celebración y
coordina las actividades del festejo del santo. El
kuuch o la persona que tiene el cargo, por lo general,
cambia cada año; a ella corresponde buscar a la per-
sona que lo sustituirá en la fiesta del siguiente año.
Cada kuuch busca e invita a personas de su familia,
vecinos o de otras colonias a participar en la festivi-
dad, quien acepte puede colaborar en especie, dinero
o trabajo; estas personas conforman lo que en
Tihosuco llaman “la junta” y con su colaboración
hacen posible que se lleve a cabo la celebración al
santo, aunque el kuuch aporta más que los demás y,
en caso de que alguien de “la junta” no cumpla, él
tiene que ver cómo resolver lo que esa persona no
cumplió. El kuuch también está presente en los gre-
mios,34 los cuales son grupos independientes de la
iglesia que se encargan de organizar y realizar los
festejos en honor a una imagen sagrada por lo gene-
ral de la iglesia, y en los oratorios, aunque con sus
particularidades.
En el oratorio de san Antonio no hay propiamen-
te un kuuch, es el patrón del santo (nieto del primer
kanan saanto) y sus familiares (hermanos, hijos y
sobrinos) quienes se hacen cargo del festejo, aunque
por la responsabilidad que tiene, podríamos conside-
rar que el patrón es el kuuch de la celebración. En
este oratorio ocurre algo muy similar a lo registrado
entre los otomíes: “La capilla [familiar] representa el
33 Quintal, “Identidad étnica...”, 209.
34 Puede consultarse sobre esta organización a Francisco Fer-
nández, “Gremios y fiesta en Chuburná de Hidalgo, Mérida,
Yucatán. Un esbozo etnográfico”, Revista de la Universidad
Autónoma de Yucatán, núm. 167 (1988), 26-34; Ella Quintal,
Fiestas y gremios en el oriente de Yucatán (Mérida: Gobierno del
Estado de Yucatán / INAH, 1993).
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T. Quiñones Vega
espacio de la fundación de un grupo familiar, lugar
donde la pertenencia y el derecho a participar en los
ritos y el cuidado de la misma mantienen a un grupo
de familias aglutinado en torno a su antepasado
común”.35 Y es que el festejo a san Antonio es la oca-
sión para reunir a “toda la familia”, llegan los que
están fuera, incluso los que han cambiado de resi-
dencia, para encontrarse con quienes permanecen en
el pueblo para convivir y seguir con la tradición he-
redada del “abuelo” de festejar y cumplirle al santo.
En los dos oratorios a la Santa Cruz Tun, la cele-
bración se hace en los mismos días y de la misma
forma en que el patrón fundador la organizó: con
tres “kuches” o encargados, uno por cada día de
festejo. Por lo general, esos “kuches” cambian cada
año y no necesariamente son miembros de la familia
fundadora, aunque es posible que estén ligados por
lazos de parentesco ritual.
En el oratorio de san Miguel, el custodio del santo
comparte la responsabilidad con dos “kuches”, cada
uno cubre el cargo por un día, la fiesta dura tres
días. Cada vez es más común que “kuches” o inte-
grantes de “la junta” trabajen fuera de la comunidad
o sean migrantes, pero hacen su promesa y regresan
durante la celebración para cumplir su compromiso
o colaboran con algún miembro de la familia que
haya asumido alguna obligación con el santo.
Si bien en Tihosuco las imágenes que tienen ora-
torio y fiesta se ubican en una unidad doméstica o en
el terreno de una familia en particular, éstas perte-
necen al patrilinaje de los primeros patrones de esos
santos, tal y como me dijo un joven rezador sobre el
primer guardián de san Miguel: “(Isabel Tuz Pat, el
primer patrón) es un pariente muy lejano, no qué
tan lejano, pero tiene que ver con la descendencia
[ascendencia] de nosotros [...] La persona que co-
menzó a levantar el rezo a san Miguel es de nuestra
sangre, fue un pariente de nuestros padres... de esa
familia Tuz (el patrón del santo) salió mi abuela
(Paulina Pat Tuz), por eso nosotros formamos parte
35 INPI, “Las capillas familiares...”.
de esa tradición” (Testimonio de rezador de
Tihosuco, Q. Roo, 2015).
Así como varias familias se reconocen como parte
de las que iniciaron el culto a los santos de los orato-
rios, la forma en que se han organizado ha permitido
el fortalecimiento no sólo de las familias del linaje del
“fundador” sino de la comunidad, pues como indica-
mos, en el caso del patrón actual de san Miguel para
“asegurar” la continuidad del culto al santo, donó el
terreno al mismo san Miguel, lo que hace intocable
dicho terreno, pues es posible que se crea que, quien
no respete dicha disposición, corre el riesgo de probar
la agencia del santo. Ya Farriss documentó que las
reses de la cofradía se consideraban propiedad de los
santos y eran, por tanto, intocables.36
Los cuidadores de los santos, “kuches”, especialis-
tas rituales y demás participantes de los oratorios
saben que cuentan con la protección de los difuntos,
en especial con los que de una u otra forma colabo-
raron en vida en la capilla, por tal razón se les “invi-
ta”. En el oratorio a san Miguel el cuidador de la
imagen indicó que antes del festejo se hace un rezo
para los difuntos “para darle [a] saber [que] los
rezos que tienen dejado no está olvidado, parece
como una invitación”. En ese rezo se nombran a más
de 30 finados, de esa manera no sólo se les recuerda
por su contribución en el oratorio y en el culto al
santo que se festeja, sino también para pedirles en
su calidad de “pixanes” (espíritu de los difuntos)
intercedan con las divinidades para que la fiesta
próxima a celebrarse se lleve a cabo de manera ar-
mónica y en paz. Cabe señalar que entre los mayas
peninsulares se tiene la idea de que lo que más les
molesta a las almas de los difuntos es que su familia
los olvide;37 se cree que los difuntos quieren perma-
necer en la memoria de sus familiares y de la comu-
nidad en general, por eso quien no los recuerda pue-
de ser castigado. Incluso se piensa que si los vivos no
olvidan a sus difuntos; ellos pueden ayudarlos a
resolver sus problemas, porque pueden interceder
36 Farriss, La sociedad maya..., 356.
37 Quintal et al., “Los que son como nosotros...”.
NARRATIVAS ANTROPOLÓGICAS,
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ante Dios.38 El mismo patrón de san Miguel contó
cómo su abuelo le hizo jurar frente al santo en el
oratorio familiar que continuaría con el culto al san-
to, pero también le dijo que, aunque muerto, él le
seguiría apoyando para cumplir su cargo:
Aq[en el oratorio] te vas a quedar [como respon-
sable], pues yo en un tiempo no estoy acá, pero no te
preocupes, ves que estoy muriendo pero yo no te voy
a dejar solito, yo me voy a quedar acá, pero háblame
a la hora que ya te quedaste solito. Yo sólo te voy a
decir una cosa: hay que comprar tres velas, pero no
son blancas; tú sabes, deben ser negras, y vienes [al
oratorio] y enciendes [las velas] frente a san Miguel,
y entrégaselo a san Miguel y después, pues háblame,
pero si piensas: “¿Para qué yo estoy hablando si yo
que ya se murió?”, eso no te va a servir [de] nada,
hay que pensar lo lo que vas a pedir y estoy acá,
aunque no ves que no te contesto, pero te estoy escu-
chando, vas a ver, aunque venga cualquier perso-
na y quiere hacer mal a ti, pero no lo va hacer porque
yo allí estaré (Testimonio de don Pedro, Tihosuco,
Q. Roo, 2007).
En los oratorios son varios los especialistas ritua-
les que hacen posible las celebraciones y la continui-
dad de los oratorios: maestros rezadores, “jmenes” y
priostes, principalmente. Los maestros rezadores
hacen rezos y cantos en las novenas; al parecer, esos
especialistas aparecen con las cofradías, aunque
afirma Farris que tienen antecedentes prehispánicos,
con el título de ahcanbezah.39 El jmeen, según el dic-
cionario, significa: “el que hace o entiende algo, cu-
randero, hierbatero, diestro en casi cualquier arte y
profesión”;40 y de acuerdo con Bartolomé, es herede-
ro del alto conocimiento del sacerdocio prehispáni-
38 Se cree que las almas de los difuntos, después de cierto tiem-
po, se convierten en “santos”. Quintal et al., “Los que son como
nosotros...”, 86.
39 Farriss, La sociedad maya..., 308-310. En Xocén, Yucatán, a
estos especialistas los llaman maestros cantores. Terán y Ras-
mussen, “Xocén. El pueblo...”, 246.
40 Barrera, Diccionario maya..., 520. En Tihosuco las personas
mayores suelen llamar a este especialista aj kin, que significa
sacerdote, según el mismo Barrera, 401.
co.41 Por lo general, el jmeen preside rituales agríco-
las y de curación, pero en esta localidad también está
presente en las celebraciones de los oratorios, en las
que se encarga de dirigir los rituales, “entregar” las
ofrendas a diferentes entidades sagradas, santiguar a
los asistentes y “leer” el sáastun (piedra adivinato-
ria) para saber si las ofrendas fueron bien recibidas
por los entes sagrados.
Otros especialistas son los priostes, que entre sus
responsabilidades tienen: limpiar el oratorio, cuidar
los objetos del santo, preparar ofrendas (comida,
velas) y disponer éstas sobre las mesas y altares,
principalmente. Farriss menciona al prioste como
parte de los funcionarios de la cofradía y que no
tenía equivalente prehispánico;42 aunque por las
funciones actuales que realiza en Tihosuco, se ase-
meja al personaje que registró Redfield como Kub-
mesa o entregador de mesa (k’uub, significa entre-
gar) y una de sus tareas es indicar el modo de prepa-
rar las ofrendas.43
En el siguiente apartado se tratan las diferentes
pcticas religiosas que se llevan a cabo en los oratorios.
Formas de celebración
En Tihosuco a los santos se les celebra a través de
“novenas”, éstas son rezos, oraciones o cantos que se
llevan a cabo durante nueve días, y pueden ser más
de nueve, pero no menos. En el oratorio de san Mi-
guel, antes de la fiesta se hacen “novenas” que devo-
tos ofrecen como promesa al santo; a veces llegan a
18 o 20. Para la gente la fiesta inicia el día 27 y ter-
mina el 29 de septiembre. Las “novenas” previas a la
fiesta las hace un solo rezador y durante la fiesta son
41 Miguel Bartolomé, La dinámica social de los mayas de Yuca-
tán. Pasado y presente de la situación colonial (México: INI,
1988), 219-221.
42 Farriss, La sociedad maya..., 311-312. En Xocén registramos que
al prioste le dicen también sacristán. En Popolá (Valladolid) este
especialista se encarga de cuidar las pertenencias del santo, de
registrar lo que las personas ofrecen a la imagen y dirige el ritual
de cambio de obligación. Ella Quintal, “Sistema de normas, reci-
procidad, reproducción cultural: fiestas en el oriente de Yucatán”,
en Aspectos de la cultura jurídica en Yucatán, coord. por Esteban
Krotz (Mérida, Maldonado Editores / Conaculta, 1977), 161-175.
43 Redfield, Yucatán..., 340.
NARRATIVAS ANTROPOLÓGICAS,
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cuatro maestros rezadores, porque se dividen el
trabajo: rezos, oraciones y cantos, con la interven-
ción del jmeen, que se encarga de santiguar y entre-
gar las ofrendas a las divinidades. Cada “novena
dura una hora, aproximadamente.
Durante los tres días de fiesta a san Miguel se ha-
cen tres “novenas” al día, en cada una se ofrece co-
mida. La celebración está a cargo del patrón del san-
to y dos “kuches”, cada uno tiene la responsabilidad
okuuch por un día. Al cuidador de la imagen le co-
rresponde el primer día, el 27 de septiembre y se
hace el k’am bej o recibimiento a los santos que
“asisten” al festejo; para ello, los principales de la
celebración —o sea, “kuches”—, con sus esposas,
maestros rezadores y priostes, van a buscar a los
santos “invitados” a las casas u oratorios en los que
cotidianamente son venerados en la misma locali-
dad, ellos son: tres arcángeles (san Rafael, san Mi-
guel y san Gabriel), santa Ana, Tres Cruces Verdes
de madera o Tres Personas, la Cruz Verde del “ca-
mino”, la foto de la Santa Cruz Tun y una Virgen de
Fátima. Cuando los principales de la celebración van
por esas imágenes, en cada lugar donde se encuen-
tran se hace un rezo con saka’, bebida ritual que los
señores mayores suelen llamarla saanto uk’ul o be-
bida santa, que se elabora de maíz y se endulza con
miel; por lo general, en ceremonias agrícolas se pre-
senta como ofrenda. Ya con las imágenes, se dirigen
los participantes al oratorio; a lo largo del trayecto,
el prioste toca una campanita y los maestros rezado-
res entonan (en español) un canto religioso; al llegar
al oratorio son recibidos por el jmeen y se les ofrece
un rezo acompañado de la bebida de saka’.
El primer día del festejo, en la mañana el patrón
del santo brinda a san Miguel una novena y comida:
chicharra o chicharrón de cerdo. Al mediodía se lleva
a cabo la novena principal y el cuidador da la bien-
venida a los santos visitantes, ofreciéndoles el guiso
por excelencia en los festejos y rituales: relleno ne-
gro cocinado en píib o enterrado bajo tierra, tortillas
de maíz torteadas a mano, bebida de saka’ y velas;
también brinda balche’ (Lonchocarpus violaceus),
oostias y ch’ujuk saka’.
El báalche’ se hace con la corteza del árbol del
mismo nombre y se pone a fermentar, aunque en
esta celebración el jmeen la elabora con agua purifi-
cada endulzada con miel.
Las oostias las confecciona el jmeen con masa de
maíz y pepita molida de calabaza que revuelve con
miel; el especialista elabora esta ofrenda sin tocar
la masa, para ello usa una bolsa de plástico trans-
parente y con ella toma una cantidad de la masa
preparada y hace una tortilla pequeña, a la cual
dibuja una cruz con el dedo índice, luego la envuel-
ve en una hoja de boob (Coccoloba aff. barbadensis)
para cocer en el píib. En Xocén observamos que se
ofreció oostia en un ritual a la Cruz Tun; también
otros autores hacen referencia de esta ofrenda:
Villa Rojas en Tusik y Tixcacal Guardia,44 Coot en
Xpichil,45 Love en Xuilub46 y Terán y Rasmussen en
Xocén.47 La forma de nombrar esta ofrenda varía,
así como los materiales para su elaboración y el
contexto en que se ofrenda, aunque se ofrece a san-
tos y a “yumtsiles”; se puede apreciar que la ofren-
da no es común en otras regiones de la península,
más bien se encuentra en rituales de comunidades
mayas macehuales, en particular en el santuario de
Xocén y en pueblos pertenecientes a los centros
ceremoniales de Quintana Roo.
La otra ofrenda que brinda el patrón del santo
es el ch’ujuk saka o dulce de saka’, se elabora con
masa de saka y miel; se coloca en una jícara y se
decora con hojas de ruda (Ruta chalepensis L.) o
con flores de mayo (Plumeria spp.); esta ofrenda la
lleva el prioste cuando van por los santos invitados
y con ella el jmeen da la bienvenida a los santos en
el oratorio (figura 2). Los mayas de Xocén hacen
una ofrenda similar (con masa de maíz, cacao y
44 Villa Rojas, Los elegidos de Dios...
45 Coot, Las fiestas...
46 Bruce Love, Maya shamanism today. Connecting with the cos-
mos in rural Yucatan (Lancaster: Labyrinthos. 2004).
47 Silvia Terán y Christian Rasmussen, Jinetes del cielo maya.
Dioses y diosas de la lluvia (Mérida: UADY, 2008).
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azúcar) a la que nombran puksi’ikal, que en español
significa corazón.
Figura 2. Ofrenda de ch’ujuk saka’. Fotografía: Teresa
Quiñones V., 2006.
Todas las ofrendas descritas se disponen en la
mesa con mantel blanco que está frente al altar. Una
vez puesta la mesa, los maestros rezadores inician la
novena, y en el momento de entregar los regalos a
las entidades sagradas, el jmeen se ubica frente a la
mesa, asperja las ofrendas con hojas de ruda o al-
bahaca (Ocimum micranthum Willd.), que previa-
mente humedece con agua, y presenta las ofrendas
en lengua maya y español.
En la novena de la noche, la tercera y última del
día, por lo general se ofrece gallina guisada con torti-
llas y el saanto uk’ul, el saka’.
Entre los mayas se concibe a los santos y a los
“yumtsiles” como seres que pueden ser benévolos o
malignos, procuran estar bien tanto con unos como
con otros; por eso, en cualquier ritual agrícola se
menciona de alguna manera a los santos, y en los
festejos de los santos, como en este caso, se suele
ofrendar a los yumtsiles” o dueños, para evitar su
enojo y para tener sus favores. En todas las novenas
se ponen cuatro ofrendas a los “yumtsiles”, una en
cada esquina del solar.
El segundo día está a cargo de uno de los “ku-
ches”, quien también hace tres novenas con diferen-
tes ofrendas; la comida principal se ofrece después
del mediodía y se elabora con maíz: noj wajo’ob o
panes grandes de maíz, están hechos de grandes y
gruesas tortillas sobrepuestas, entre una y otra se
espolvorea pepita molida de calabaza; estos panes se
preparan con diferentes cantidades de tortillas (tre-
ce, nueve, siete) y en la de más arriba, el jmeen dibu-
ja algún símbolo: arco con cruz o cruces, y en el di-
bujo el especialista vierte pepita molida y “agua
bendita”. Además de esos panes grandes se elaboran
otros aún más grandes, en los cuales la masa de
maíz se revuelve con pepita molida. Todos los panes
se envuelven en hojas gruesas de algún árbol, por lo
general del boob, y se cuecen en el píib.
Parte de la comida es el k’ool, aves guisadas y
“sopa” o chok’ob. El k’ool es un caldo espeso hecho
con agua y masa de maíz, especias (sal, pimienta,
entre otras) y achiote, este último para darle color
rojo. El k’ool sirve para hacer la “sopa”, la cual se
prepara con el meollo desmenuzado de los panes
más grandes y carne deshebrada de las aves; ambos
se vierten en el k’ool y se revuelve todo para así for-
mar la sopa, en maya ya’ach’ o chok’ob, que tiene
una consistencia pastosa.
A ese día del festejo se le llama Bolon Graacia,
porque según milperos del lugar se hace una especie
de ch’a’ cháak o petición de lluvia, esto porque las
ofrendas de comida son propias de los rituales agrí-
colas. Bolon Graacia es la manera en lengua maya
para referirse al maíz, en español se dice “santa gra-
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T. Quiñones Vega
cia”. Bolon, significa nueve, novenario. Según Mor-
ley,48 los antiguos mayas lo consideraban un número
afortunado; por su parte, Roys49 señala que durante
la Colonia los mayas usaban Bolon Pixan para refe-
rirse a los santos. Así, el Bolon Graacia puede tradu-
cirse como el santo o bendito maíz, que constituye la
ofrenda principal del día o es el elemento principal
de todas las ofrendas (comidas y bebidas) que se
brindan a las entidades sagradas.
Así como las ofrendas son propias de los rituales
agrícolas como el ch’a’ cháak, la mesa donde se dis-
ponen las ofrendas se decora como en las ceremo-
nias agrícolas. Este día a la mesa le adaptan dos ar-
cos cruzados, formando una bóveda; los arcos están
hechos con ramas del árbol de jabín; también la
superficie de la mesa está cubierta con hojas del
mismo árbol. Como en los rituales agrícolas, en el
oratorio el jmeen es el que “bendice” o purifica los
alimentos y la “materia prima” con que se elaboran
las comidas. Para ello usa báalche’ o “vino” y “agua
bendita”. Para el agua bendita, el especialista usa
agua purificada que “santifica” mediante oraciones, y
con su mano teniendo entre sus dedos hojas de
ruda o albahaca hace una serie de movimientos
formando la señal de la cruz. El jmeen se coloca de-
lante de los santos y purifica las aves, para ello abre
el pico a cada animal y vierte agua “bendita” con una
hoja de jabín; también “bendice” la masa de maíz
que se usa para elaborar los panes, el horno, los
panes antes de cocerlos y ya cocidos.
En la mesa decorada con arcos se disponen las
ofrendas: varios noj waajo’ob o panes, tazones con
k’ool, ave guisada y jícaras con saka’, también un
vaso con báalche’, una oostia, trastes con aves y con
“sopa”, una jícara con agua, ramitas de albahaca y
flores de mayo; debajo de la mesa se acomodan cu-
bos con sopa y un mantel que contiene lo que sobró
de los panes con que se elaboró la sopa; se encienden
velas de cera e incienso. También en el altar donde
48 Sylvanus Morley, La civilización maya (México: FCE,1980), 52.
49 Ralph Roys, The Titles of Ebtun (Washington: Carnegie Insti-
tution of Washington, 1939), 428.
están los santos y en el solar se colocan ofrendas de
comida y bebida de saka’. Ya dispuestas las ofrendas
inicia la novena. Como en las demás novenas, es el
jmeen quien se encarga de “entregar” las ofrendas a
las divinidades, mientras los rezadores cantan y
rezan. Al terminar la novena se reparten las ofren-
das de comida.
Otro k’uuch o responsable se hace cargo del ter-
cer y último día de la celebración, al cual se le llama
en lengua maya noj láaj o noj kin, que significa día
principal porque “es el mero día” del santo, 29 de
septiembre. Ese día las ofrendas de comida son las
que comúnmente se brindan a los santos, siendo la
comida principal el relleno negro, cocido en píib. La
mesa de las ofrendas se decora; se le adapta un arco
hecho con ramas de jabín y se adorna con distintas
flores. Sobre la mesa, además de los platos con co-
mida se disponen tortillas y jícaras con saka’, vasos
con báalche’ o “vino”, oostia, jícara con “agua bendi-
ta”, ramas de albahaca y varias flores de mayo. La
novena es similar a las anteriores y al terminar el
rezo se regala la comida entre los asistentes, en ma-
ya dicen máatan.
Por la tarde se hace el ritual que llaman “despedi-
da”. Los “kuuches” y sus esposas se colocan al sur del
altar en fila, se hincan y en esta posición avanzan
hacia el altar, deteniéndose unos instantes frente a
cada imagen; cuando la persona llega al otro extremo
del altar se pone de pie; allí, un prioste le coloca a la
persona en su mano un poco de ch’ujuk o dulce de
saka’, y otro especialista le brinda una porción de
oostia y un vaso con báalche’ para que dé unos sorbos
al “vino”. También participan en el ritual: el patrón
del santo y su esposa, los rezadores y el jmeen, los
priostes y todas las personas que alo quieran. Un
ritual similar, xolan píix (andar de rodillas), lo obser-
vamos en Xocén,50 y Villa Rojas51 describe uno pareci-
do en el centro ceremonial de Tixcacal Guardia.
El cambio de kuuch o de responsable se lleva a
cabo después de las comidas, tanto el día del Bolon
50 Quiñones, “La peregrinación...”.
51 Villa Rojas, Los elegidos de Dios....
NARRATIVAS ANTROPOLÓGICAS,
o 3, núm. 5, enero-junio de 2022
50
Oratorios familiares...
T. Quiñones Vega
Graacia como en el noj kin, en ambos casos es el
patrón del santo quien dirige la entrega-recepción y
se hace en presencia de los especialistas rituales y
familiares de los “kuches” que entregan y de los que
reciben el compromiso.
El último ritual de la fiesta en el oratorio es la san-
tiguada o “limpia que practica el jmeen a los que
participaron en la celebración. Antes de iniciar el ri-
tual, los priostes disponen ofrendas en la mesa: platos
con algún guiso de pavo y su respectivo paquete de
tortillas, jícara con agua y debajo de la mesa ramas del
árbol de siipche’ (Bunchosia swartziana). El especia-
lista con una rama de siipche’ va dando leves golpes a
cada persona en la cabeza y en otras partes del cuer-
po. El ritual tiene la intención de eliminar los malos
vientos o k’aak’as ik’o’ob que las personas hubieran
podido “cargar” durante la celebración; y es que los
malos vientos se consideran seres intangibles con
voluntad y principales causantes de enfermedades.52
Cabe señalar que en los rituales agrícolas el jmeen
santigua a los asistentes, según la gente debido a que
“baja” a muchas entidades con poder para que tomen
la “gracia” o esencia de las ofrendas, y algunos de
estos seres poderosos, que son “viento”, pueden ser
“cargados” por las personas.
En ocasiones, si el k’uuch del último día de la ce-
lebración tiene dinero, contrata una orquesta jarane-
ra para que la gente baile jarana, con este baile se da
por terminada la fiesta a san Miguel. Aunque al día
siguiente, el 30 de septiembre, es el xpa’ majan (pa’
es romper o deshacer y majan, pedir prestado, lo
cual puede traducirse como deshacer el préstamo) y
ese día los principales (kuches y especialistas ritua-
les) se encargan de devolver ollas, calderos, sillas y
demás enseres que se hubieran pedido prestados
para hacer el festejo, y también regresan las imáge-
nes católicas a sus lugares. La entrega de los santos
es muy similar a cuando se fueron a recoger; este día
52 Ella F. Quintal, Teresa Quiñones, Lourdes Rejón y Jorge Gó-
mez, “El cuerpo, la sangre y el viento: persona y curación entre
los mayas peninsulares”, en Los sueños y los días: chamanismo y
nahualismo en el México actual, coord. por Miguel Bartolomé y
Alicia Barabas, t. II (México: INAH, 2013), 57-93.
prácticamente sólo participan los “kuches” con sus
familias y los especialistas rituales.
Comentarios finales
En los oratorios “familiares” de los mayas macehua-
les, como pudimos apreciar, se establecen relaciones
sociales entre familias consanguíneas y rituales,
entre vivos y muertos, entre los que permanecen en
la localidad y quienes están fuera de ella, entre per-
sonas con cargos, especialistas rituales y gente co-
mún, entre seres sagrados del panteón maya
(“yumtsiles”) y santos de la religión católica. Si bien
el santo actúa como aglutinador de esas relaciones,
más un santo con las cualidades que se le confieren a
san Miguel, es importante destacar la labor y los
conocimientos de los especialistas rituales y los pa-
trones de los santos, en la conformación de los ora-
torios: la “selección” de los santos, las formas de
organización y las maneras de celebrar, de tal suerte
que han permitido la continuidad del culto a los san-
tos como sus antepasados se los enseñaron, “here-
dando” dicha tradición de una generación a otra,
pese a los cambios sociales y económicos de la locali-
dad, donde la milpa ya no es la actividad principal,
aunque el maíz sigue siendo el alimento principal.
Así, los oratorios en las comunidades mayas ma-
cehuales constituyen lugares donde expresan de
manera autónoma su cultura: símbolos, valores,
cosmovisión, formas organizativas, costumbres,
saberes, que crean y recrean, adaptan, adoptan,
reinventan con la dirección y control de los especia-
listas rituales y los herederos de los santos y de los
oratorios. De igual manera, las celebraciones que se
llevan a cabo en los oratorios permiten fortalecer el
poder de los especialistas rituales, las relaciones
entre familias y la comunidad maya macehual.