Discurso de inauguración del X Congreso de Antropología

 

Por Eliana Cárdenas Méndez*

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Discurso pronunciado en el marco del X Congreso Internacional de Antropología desde la Frontera sur, celebrado en la Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo (UAEQROO), el 13 de septiembre de 2023. El contexto de esta alocución hace referencia a la embestida del modelo neoliberal en la UAEQROO, que en el ejercicio de las últimas administraciones ha identificado a las instituciones educación superior como empresas prestadoras de servicios, cuya misión debe ir encaminada a formar profesionales de acuerdo a las necesidades y demandas del mercado laboral. Bajo esta perspectiva se declaró el cierre de la carrera de antropología, al ser considerada poco rentable. En su turno, en el marco del Congreso, la nueva rectora, Dra. Natalia Fiorentini Cañedo, con un espíritu de solidez académica, refrendó ante la comunidad académica y científicos sociales invitados, la importancia y el concurso de las ciencias sociales y de las humanidades para refrendar el espíritu humanista de la institución.

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En abril de 2018 la editorial Traficantes de sueños publicó un libro titulado: En Ciudad Princesa, de la filósofa y ensayista española Marina Garcés Mascareña. De uno de los acápites del mencionado texto, denominado como “Aprender de las luchas que no hemos ganado”, cito el siguiente párrafo:

Hablar de aprendizajes es hablar de nacimientos, de llegadas, de lo que está siendo. No creo en los mitos del origen. No hay un primer día de nada, todo inicio es un retomar y lo que nace es nuevo en la medida en que transformamos su sentido. Siempre estamos llegando al mundo, porque nunca estamos del todo en él. Y si nos continuamos esforzando por hacerlo nuestro y compartirlo, por hacer mundo común, pienso que es porque otros lo han hecho antes que nosotros. Siempre estamos recogiendo algún pensamiento, alguna lucha, algún afecto, alguna idea que ha quedado por continuar. Es lo inacabado como forma de un compromiso que recoge y continúa, retoma y desvía las vidas y las luchas anteriores, presentes y, si podemos decirlo así, futuras. Cuesta hablar del futuro. Pero podemos decir que nos queremos volver a despertar mañana. Es un deseo humano, íntimo y político, para el que necesitamos herramientas y esfuerzo, pero también ternura y deseo.

El texto es profundamente conmovedor en varios sentidos, principalmente porque al poner los aprendizajes en el corazón de todo inicio, reconoce que todo punto de partida implica dimensiones y porciones de experiencia vivida y, por lo tanto, todo inicio es un permanente retomar algo que se había interrumpido. El aprendizaje como experiencia  es siempre profusión continua, disruptiva, con ello advierte que no hay posibilidad alguna de hacer experiencia, de imaginar los mundos, de construir los pluriversos sin las porciones vitales de otros que lo han hecho antes y desde donde arrancamos hacia alguna parte; una suerte de designio inevitable porque el mundo siempre es inacabado y tan solo por esa razón continuamos retomando luchas para poder imaginar el resbaladizo futuro, nunca tan incierto como ahora, en un mundo que se tambalea y nosotros con él, ejercicio que requiere no solo de esfuerzo sino de ternura y deseo. En suma, la autora muestra la educación como sustrato de la convivencia, un taller artesanal en donde se van ensayando las distintas formas de vida posibles, y ese precisamente ha sido el trabajo y el papel de la antropología como disciplina y específicamente su rol en la Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo (UAEQROO).

Hablamos del mundo y la urgencia de renovarlo y revitalizarlo, pero lo cierto es que, como advierte Eduardo Viveiros de Castro, ya no sabemos si hay un porvenir –y eso incluye el planeta y nosotros en él– ante la presente crisis ambiental y civilizatoria; somos conscientes de que cualquier atisbo de duda, o de floración disfórica, choca irremediablemente contra el humanismo triunfalista o el pensamiento positivo, tanto como ideología y como práctica cultural, que se adhiere al capitalismo flexible por utilizar un eufemismo, pero me arriesgo para hacer una pregunta acuciante.

¿De qué mundo estamos hablando, de qué sujetos sociales y cuáles son los desafíos para una disciplina como la antropología? No podemos responder a estas preguntas si no tenemos conciencia del modelo económico que rige el mundo, caracterizado reiteradamente como patriarcal, genocida, extractivista, feminicida, ecocida, en suma, en la era del capitaloceno, eufemismos todos para llamar el modelo neoliberal. No pretendo en este espacio ni siquiera trazar unas pinceladas del mundo actual, pero invito a reconocer que vivimos la cristalización del pronóstico planteado por la primera ministra británica Margaret Thatcher en el ya lejano 1985: “La economía es el método, el objetivo es cambiar el alma y el corazón”. Invito también a reconocer que ha sido la antropología, de la mano de las humanidades, la que ha caracterizado y alertado sobre el contenido de esta proclama, sobre el tipo de sujeto producido por la racionalidad neoliberal, marcado por la precarización laboral, la perversión de la vida ordinaria, el aumento del sufrimiento social, la incertidumbre, la de-simbolización y los fenómenos psicóticos de masas. También la antropología ha advertido sobre la idea misma de que la especie humana está siendo interpelada, por lo que es preciso ir a contracorriente de la narrativa necropolítica en el mundo, porque de no encontrar salida, como anuncian los teóricos del riesgo, no habrá retorno y quedaremos excluidos todos y, en el peor de los casos, se confirmará la sentencia de C. Lévi-Strauss: el mundo empezó sin nosotros y muy probablemente terminará sin nosotros.

Todo lo anterior es materia de estudio y análisis de nuestra disciplina, y sin embargo hay incertidumbre sobre el futuro de la antropología hoy, en la UAEQROO.[1] La pregunta siguiente sería: ¿cuáles serían las implicaciones de desaparecer la única disciplina contrahegemónica de siempre, por designio y vocación, gracias a la cual la sociedad se piensa a sí misma de manera permanente? Son tantos los problemas sociales en el estado y muy poca la voluntad política, ya no digamos para resolverlos, sino tan solo para pensarlos, que es preciso dimensionar su valor como alteridad crítica por antonomasia. Es en este contexto donde cobra mayor relevancia la carrera de Antropología en la universidad, porque es el ámbito desde donde se esfuerza tenazmente en plantearlos y hacerlos visibles, a la vez que trazar surcos de soluciones posibles. Sin embargo, o quizá por eso mismo, hemos debido resistir los embates de las políticas institucionales que insisten en señalar la disciplina como prescindible, y que intentan arrinconarla en el contendedor de las carreras consideradas inútiles o inservibles.

“Se van a cerrar carreras, pero se van a abrir otras”, señalan quienes toman las decisiones,[2] bajo el argumento de la falta de matrícula y la amenaza de desempleo, como si la precarización afectara solo a las carreras de antropología, humanidades o a las relacionadas con la ecología y el medio ambiente. Como si este sistema no les hubiera arrebatado, sobre todo a los jóvenes, la certeza de ganarse la vida, otrora facilitada con la obtención de un título universitario. Hay que entender que la socialización del desempleo y el subempleo son estrategias de corte higienista –como afirma Loïc Wacquant–, implementadas por el modelo económico prevaleciente, como formas de control social para impedir no sólo la exstencia social de los egresados universitarios, sino la existencia biológica de poblaciones enteras. Es preciso considerar que la incertidumbre laboral es una situación transversal que afecta a todas las carreras y no sólo a las ciencias sociales. Por eso es sintomática la tendencia en América Latina a desaparecer aquellas disciplinas que nos permiten pensarnos como sociedad, como seres humanos y recapacitar sobre el mundo en el que vivimos con otros, donde es posible la vida. Es preciso estar alertas porque de insistir en abrazar la deshumanización de la universidad, significaría adherirse al itinerario errático del mundo. Una sintomática adhesión de las universidades públicas al mandato de los mercados implicaría aceptar la claudicación y el arrinconamiento por la amenaza de falta de presupuestos.

En este sentido, la antropología, que dicho sea de paso dio espíritu al nacimiento de la UAEQROO debido a la pluralidad cultural del estado, debe ser preservada porque desde allí no solo se piensa la sociedad, como ya se señaló líneas arriba. Los contenidos sociales propios de nuestra región y más allá de ella, incluidos en los temas que van tratarse en cada una de las mesas de este X Congreso Internacional de Antropología, permiten acercarnos no solamente a las diversas maneras de ver el mundo en su pluralidad cultural vital, sino también a comprender la emergencia ante la racionalidad neoliberal y su incidencia en la conformación de un nuevo tipo de subjetivación. La transformación misma de la idea del trabajo y del trabajador, el tránsito de un individuo a una marca, a vivir la vida como una empresa, o a ser empresarios de nosotros mismos y a la autoexplotación; a reconocer el reparto individual de las desigualdades y las transformaciones psíquicas de nuestras poblaciones, aguijoneadas por una idea de peligro, de amenaza constante y riesgo personal, que nos instala como uno de los estados con los mayores índices de suicidio en el país. Asimismo, nos sirve para reconocer las amenazas ambientales creadas en la entidad a nombre del evangelio del progreso. Es preciso salir de nosotros, buscarnos entre los otros y plantar cara a los desafíos.

Ahora más que nunca es necesaria una antropología social que contribuya no sólo a la comprensión profunda del sistema y sus malestares, sino a que sea partícipe en la construcción de la cultura de convivencia pacífica en un mundo donde se han globalizado y localizado las violencias.

La incertidumbre sobre el futuro de la carrera de antropología en la UAEQROO es derivada de los pruritos empresariales de las últimas administraciones. Ahora la institución vive un aire renovador –y en ello tenemos confianza–; soplan nuevos vientos que ponen en evidencia una urgente tarea: la responsabilidad ética-política de recuperar el espíritu humanista y social con el que nació la nueva Universidad Mexicana.

Esta tarea de la defensa de la antropología en nuestra institución requiere de un esfuerzo colectivo de profesores, estudiantes, exalumnos, redes sociales de la comunidad de antropólogos en México y de América Latina. Es preciso también que las autoridades universitarias y de gobierno comprendan que la desaparición de la antropología en la universidad no solo implicaría un serio golpe académico a la misma institución, sino también a la sociedad quintanarroense.

Este es el contexto del X Congreso Internacional de Antropología, y la decidida participación de investigadores de 31 instituciones, 5 de ellas internacionales y 26 nacionales, con la presentación de 70 ponencias que tratarán temas como: racismo, suicidio, migración, turismo, megaproyectos, expresiones religiosas, y víctimas, entre otros. En fin, nos habla de la vigencia, actualidad y necesidad del concurso de la antropología para recapacitar sobre nuestro porvenir, y para ello es preciso reconocer la tensión permanente entre los pensamientos fronterizos y la colonialidad del poder.

Desde este horizonte de sentido, y a nombre de la Academia de Antropología y del mío propio, les doy la más cálida bienvenida a este X Congreso Internacional de Antropología desde la frontera sur.

Larga vida a la Antropología social en la Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo.

¡Muchas gracias!

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* Profesora-Investigadora, Departamento de Humanidades y Lenguas de la Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo (UAEQROO).
[1] La carrera de Antropología está ligada al nacimiento de la UAEQROO en 1991. El cierre de la carrera empezó a perfilarse con el rectorado del Dr. José Luis Pech Várguez (2010-2014), quien en un desafortunado momento se refirió a la Antropología como el “niño down” de la universidad, aduciendo que era costoso mantenerlo sabiendo que no va a rendir utilidades. La intención latente del cierre de la carrera se hace manifiesta durante el rectorado de Francisco Xavier López Mena (2019-2023). En una declaración en los medios anuncia el cierre de la carrera debido a su nula rentabilidad. En respuesta escribí, en nombre de la Academia de Antropología, un comunicado a la opinión pública que circuló en los sitios de la Red Mexicana de Instituciones de Formación en Antropología (RedMIFA), que puede consultarse en: https://drvnoticias.com/wpcontent/uploads/2023/03/COMUNICADODELAACADEMIADEANTROPOLOGIAALASOCIEDADQUIN-TANARROENSE10032023.pdf
[2] Palabras de la gobernadora del estado de Quintana Roo, Lic. María Elena Hermelinda Lezama Espinoza --más conocida como Mara Lezama--, pronunciadas en la ceremonia de toma de protesta de la actual rectora de la UAEQROO, Dra. Natalia Fiorentini Cañedo, el 16 de agosto del 2023. El pronunciamiento de la gobernadora generó alarma en la comunidad universitaria porque se adhería a la postura del rector saliente, Francisco Xavier López Mena, quien anunció en diversos momentos de su rectorado el cierre de la carrera de Antropología.