El pabellón de México en la Exposición Iberoamericana de Sevilla

Resumen

En la realización de la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929-1930) confluyeron dos intereses gubernamentales: el del país anfitrión, donde la monarquía española deseaba incentivar la economía de la provincia sede, y el del gobierno posrevolucionario de Plutarco Elías Calles, que deseaba proyectar al mundo la imagen de un país pacífico y próspero, el cual había dejado tras de sí la violencia revolucionaria. En una proclama del espíritu que animaba la realización de la exposición, en el primer párrafo del libro-catálogo correspondiente se lee: “Sevilla, la ciudad cantada por todos los poetas y admirada por todas las razas, ha convertido en realidad, por el sortilegio de la Exposición Ibero-Americana, el sueño de unir en un espiritual abrazo la península con las naciones de su estirpe que pueblan las vastas tierras del nuevo continente”.