Los electores de segundo grado en Costa Rica (1897-1909)

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  • Iván Molina Jiménez Escuela de Historia, Universidad de Costa Rica

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Citas

1 Botana, Natalio, "Comentarios finales", en Annino, Antonio (ed.), Historia de las elecciones en Iberoamérica, siglo XIX, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1995, p. 471.
2 Graham, Richard, Patronage and Politics in Nineteenth-Century Brazil, Stanford, Stanford University Press, 1990, pp. 182-206.
3 Ternavasio, Marcela, "Nuevo régimen representative y expansión de la frontera política. Las elecciones en el estado de Buenos Aires: 1820-1840", en Chiaramonti, Gabriella, "Andes o nación: la reforma electoral de 1896 en Perú”, en Annino, Historia de las elecciones, pp. 65-105 y 315-346. Posada Carbó, Eduardo, "Fraude al sufragio: la reforma electoral en Colombia, 1830-1930", en Malamud, Carlos (ed.), Legitimidad, representación y alternancia en España y América Latina: las reformas electorales (1880-1930), México, Fondo de Cultura Económica, 2000, pp. 208-229.
4 Posada Carbó, Eduardo, "Alternancia y república: elecciones en la Nueva Granada y Venezuela, 1835-1837". Sabato, Hilda (ed.), Ciudadanía política y formación de las naciones. Perspectivas históricas de América Latina, México, Fondo de Cultura Económica, 1999, pp. 162-180; Valenzuela, J. Samuel, "La ley electoral de 1890 y la democratización del régimen político chileno", en Estudios Públicos núm. 71 (invierno, 1998), pp. 265-296.
5 Obregón Quesada, Clotilde, El proceso electoral y el Poder Ejecutivo en Costa Rica, San José, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2000, pp. 116-245.
6 Graham, Patronage and Politics, p. 154.
7 Peloso, Vincent C., "Liberals, Electoral Reform, and the Popular Vote in Mid-Nineteenth-Century Peru"; Peloso, Vincent C. y Tenenbaum, Barbara A., Liberals, Politics & Power. State Formation in Nineteenth-Century Latin America, Athens, University of Georgia Press, 1996,p.189. Véase también lo que señala Peter Guardino en el sentido de que en la Oaxaca de la primera mitad del siglo XIX los campesinos indígenas tendían a escoger a funcionarios administrativos y a sacerdotes como electores. Guardino, Peter, '"Toda libertad para emitir sus votos'. Plebeyos, campesinos y elecciones en Oaxaca, 1808-1850", en Cuadernos del Sur, Oaxaca, 6: 15, junio, 2000, pp. 105-107.
8 Cáceres Muñoz, Juan, "Poder rural y estructuras sociales en Querétaro", tesis de Doctorado, El Colegio de México, citada en Carmagnani, Marcelo y Hernández Chávez, Alicia, "La ciudadanía orgánica mexicana, 1850-1910", Sabato, Ciudadanía política y formación de las naciones, pp. 379-380.
9 Salazar, Orlando, El apogeo de la república liberal en Costa Rica 1870-1914, San José, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1990, pp. 93, 139 y 182-183. Yashar, Deborah J., Demanding Democracy. Reform and Reaction in Costa Rica and Guatemala 1870's-1950's, Stanford, Stanford University Press, 1997, pp. 53-55; Samper, Mario, "Fuerzas sociopolíticas y procesos electorales en Costa Rica", en Revista de Historia, San José, núm. especial, 1988, pp. 164-165.
10 Obregón, El proceso electoral y el Poder Ejecutivo, p. 34. Aunque para Costa Rica no conocemos el origen socioeconómico de tales electores, vale la pena señalar que los puestos municipales de las ciudades principales, entre 1821 y 1824, estuvieron dominados por hacendados y comerciantes. Molina Jiménez, lván, "El capital comercial en un valle de labriegos sencillos (1800-1824). Análisis del legado colonial de Costa Rica", tesis de Maestría en Historia, Universidad de Costa Rica, 1984, pp. 210-226 y 444-455.
11 Peralta, Hemán G., Las constituciones de Costa Rica, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1962, pp. 134-135, 169-170, 208, 210, 266 y 277; Obregón Quesada confunde los requisitos de los ciudadanos con los de los electores de segundo y tercer grado al analizar la Ley Fundamental de 1825. El proceso electoral y el Poder Ejecutivo, p. 71, Cuadro 2.2. En el primer y el segundo estatutos políticos de Costa Rica decretados el 17 de marzo y el 16 de mayo de 1823, se indicaba ya que eran costarricenses todos los hombres libres, naturales o avecindados en la provincia, que ejercían algún ramo de industria útil. Peralta, Las constituciones de Costa Rica, pp. 149 y 159.
12 Peralta, Las constituciones de Costa Rica, pp. 299-300. La aprobación del sufragio directo en Brasil también supuso una restricción de la ciudadanía que redujo el número de votantes, de más de un millón en 1870 a unos 150,000, tras la reforma electoral de 1881; Graham, Patronage and Politics, p. 202. Para un análisis de la experiencia costarricense, véase: Sáenz Carbonen, Jorge F., Los años del voto directo. Don Francisco María Oreamuno y la Constitución de 1844, San José, Editorial Universidad Estatal a Distancia, 1992.
13 Peralta, Las constituciones de Costa Rica, pp. 331, 336, 372 y 374. Las constituciones de 1847 y 1848 establecían que, luego de cinco años de promulgadas, sería indispensable saber leer y escribir para ser ciudadano.
14 Archivo Nacional de Costa Rica. Gobernación. Exp. 3590 (1859), ff. 3-3 v. Todo corchete así [] es mío. En esta y en todas las citas textuales se conserva la ortografía original. Este importante documento, descubierto por Hugo Vargas, sugiere que la restricción de la ciudadanía fue un factor importante que alimentó el descontento contra el gobierno de Juan Rafael Mora, el cual culminó con su derrocamiento en agosto de 1859. Vargas, Hugo, "Procesos electorales y luchas de poder en Costa Rica. Estudio sobre el origen del sistema de partidos (1821-1902)", tesis de Licenciatura en Historia, Universidad de Costa Rica, 1996, pp. 66-68.
15 Peralta, Las constituciones de Costa Rica, pp. 404, 406, 436, 438, 463 y 469. Véase también: Obregón Quesada, El proceso electoral y el Poder Ejecutivo, pp. 135, 159 y 171. Vargas, "Procesos electorales y luchas de poder en Costa Rica'', pp. 64-65. La Constitución de 1871, con excepción del periodo 1876-1882, en que fue suspendida, y de la breve dictadura de los Tinoco (1917-1919), estuvo vigente hasta 1948.
16 Cardoso, Ciro, "La formación de la hacienda cafetalera en Costa Rica (siglo XIX)", en Avances de Investigación. Proyecto de historia social y económica de Costa Rica 1821-1945, San José, núm. 4, 1976, p. 21; Fallas, Carlos Luis, El movimiento obrero en Costa Rica 1830-1902, San José, Editorial Universidad Estatal a Distancia, 1983, p. 331.
17 Molina Jiménez, lván, "Explorando las bases de la cultura impresa en Costa Rica: la alfabetización popular (1891-1950)'', en Vega, Patricia (comp.), Comunicación y construcción de lo cotidiano, San José, Departamento Ecuménico de Investigaciones, 1999, pp. 28, 33 y 53. Los datos de los censos de 1883 y 1892 no permiten calcular el alfabetismo por sexo.
18 Oficial, Censo de población de Costa Rica. 1950, 2da. edición, San José, Dirección General de Estadística y Censos, 1975, pp. 296-299. Para calcular la proporción de propietarios sumamos los porcentajes correspondientes a patronos y a trabajadores por cuenta propia. Esta última categoría incluía sobre todo a campesinos, artesanos y comerciantes al por menor.
19 Oficial, Censo general de la República de Costa Rica. 1892, San José, Tipografia Nacional, 1893, pp. cvicix.
20 Oficial, "Ley de elecciones", en Colección de las disposiciones legislativas y administrativas emitidas en el año 1893, San José, Tipografia Nacional, 1893, p. 339.
21 Archivo Nacional de Costa Rica. Congreso. Exp. 14936 (1910). La Gaceta, núm. 66, 17 de septiembre de 1909, pp. 269-271; núm. 68, 19 de septiembre de 1909, pp. 278-279; núm. 70, 22 de septiembre de 1909, pp. 286-287; núm. 72, 24 de septiembre de 1909, pp. 298-299; núm. 75, 28 de septiembre de 1909, pp. 310-311; núm. 77, 30 de septiembre de 1909, pp. 322-323; y núm. 79, 2 de octubre de 1909, pp. 339-340. El total de nominados debió ascender a l,830 personas, pero en algunos distritos el Partido Civil no presentó candidatos.
22 Se trata de electores propietarios. Por razones de tiempo y espacio no analizamos la distribución de 1,074 plazas de suplentes.
23 Molina Jiménez, lván, "Un país, dos electorados. El caso de Costa Rica (1890-1950)'', en Desacatos. Revista de Antropología Social, Oaxaca, núm. 6, primavera-verano 2001, pp. 167-169.
24 Molina Jiménez, "Un país, dos electorados", pp. 167-169.
25 Oficial, Ley de elecciones, op. cit., p. 339.
26 Oficial, Ley de elecciones: instrucciones para practicar las de segundo grado conforme al sistema de voto proporcional numérico, 2da. edición, San José, Tipografía Nacional, 1905, pp. 61-70. No hemos logrado localizar datos de este tipo para el periodo anterior a 1905.
27 La reforma indicada se aprobó el 1o. de diciembre de 1908. Salazar, Orlando, "El sistema electoral costarricense: un análisis del periodo 1889-1919", en Avances de Investigación del Centro de Investigaciones Históricas, San José, núm. 20, 1986, p. 2. Para una descripción más amplia de esas reformas, véase: Chacón Pacheco, Nelson, Reseña de nuestras leyes electorales, San José, s. e., 1975, pp. 153-159.
28 Molina Jiménez, lván, "Un país, dos electorados. El caso de Costa Rica (1890-1950)", en Desacatos. Revista de Antropología Social, Oaxaca, núm. 6, primavera-verano 2001, p. 169.
29 Hernández, Hermógenes, Costa Rica: evolución territorial y principales censos de población 1502-1984, San José, Editorial Universidad Estatal a Distancia, 1985, p. 173. No existe ningún estudio detallado que examine el juego político detrás de la creación de nuevos cantones, pero un artículo reciente aporta datos interesantes sobre cuán conflictivo y complejo podía ser tal proceso. Fernández, José Antonio, "La dinámica social agraria en las repúblicas agroexportadoras. Oligarcas exportadores, maiceros y cafetaleros en el Valle Central de Costa Rica. (1900-1930)", en Revista de Historia; Managua, núm. 13, I semestre de 1999, pp. 117-130.
30 En 1909, por ejemplo, los cantones josefinos de Alajuelita y Santa Ana estaban constituidos por un solo distrito, por lo que no es posible diferenciar las plazas de las villas de las del entorno rural.
31 Peralta, Las constituciones de Costa Rica, p. 469.
32 Los datos con respecto a la proporción de población asentada en ciudades y villas proceden de Molina Jiménez, "Un país, dos electorados", p. 168. Para 1950, la población residente en ciudades y villas representaba un 37.8 por ciento en el centro (lo que supone un crecimiento anual de casi 0.2 por ciento) y un 22 por ciento en la periferia. La baja en este último caso obedecía a la intensificación de los procesos de colonización agrícola, especialmente en Limón y Puntarenas.
33 El desfase entre distribución geográfica de la población y cupo de electores no fue exclusivo de Costa Rica. Gabriella Chiaramonti ha encontrado un fenómeno similar en el Perú del último tercio del siglo XIX. "Construir el centro, redefinir al ciudadano: restricción del sufragio y reforma electoral en el Perú de finales del siglo XIX", en Malamud, Legitimidad y representación, pp. 245-248.
34 Las importantes inmigraciones china, italiana y afrocaribeña que Costa Rica recibió a partir de 1870 no afectan nuestro universo de análisis, porque tales personas no votaban. Por otra parte, de los 2,484 electores escogidos entre 1897 y 1909, 83 (3.3 por ciento) parecen haber sido extranjeros naturalizados o hijos de inmigrantes, entre los cuales destacaban los de origen español y nicaragüense. Para un estudio cultural sobre las inmigraciones de inicios del XX, véase: Soto, Ronald, "lnmigración e identidad nacional en Costa Rica. 1904-1942. Los 'otros' reafirman el 'nosotros'", tesis de Licenciatura en Historia, Universidad de Costa Rica, 1998.
35 Esta conclusión se deriva del análisis ocupacional de los electores que realizamos con base en el Cuadro 4.
36 Salazar, El apogeo de la república liberal, pp. 183-211.
37 Al clasificar a todos estos electores en la categoría 5, sobrevaloramos dicha categoría, ya que algunas de estas personas (en especial las que se desempeñaron como diputados o ministros después de 1909), no necesariamente pertenecían a los grupos más acaudalados en la época en que fueron nombrados electores de segundo grado.
38 Incluimos a los dependientes en esta categoría por su condición de trabajadores urbanos, alfabetizados y no ocupados en labores artesanales.
39 Sobre la vida cotidiana en esas comunidades a mediados del siglo XIX, véase Rodríguez, Eugenia, Hijas, novias y esposas. Familia, matrimonio y violencia doméstica en el Valle Central de Costa Rica (1750-1850), Heredia, Editorial Universidad Nacional, 2000.
40 Stone, Samuel, La dinastía de los conquistadores, 3a. edición, San José, Editorial Universitaria Centroamericana, 1982, pp. 106-107.
41 Salazar, El apogeo de la república liberal, pp. 180, 186 y 214.
42 Vale la pena que indicar que de 51 individuos que primero fueron diputados y luego electores, 40 (78.4 por ciento) correspondían a las categorías cinco y cuatro, y el resto (21.6 por ciento) a las categorías tres y dos. En contraste, de 150 varones que fueron primero electores y luego diputados, 110 (73.3 por ciento) pertenecían a las categorías cinco y cuatro y los demás (26.7 por ciento) a las categorías tres y dos. Así, pequeños y medianos patronos y propietarios que laboraban por cuenta propia tenían más posibilidades de hacer carrera política si empezaban como electores que si no lo hacían. Esto era particularmente cierto para quienes clasificamos en la categoría dos: sólo dos individuos (3.9 por ciento) fueron diputados antes de ser electores; en cambio hubo 15 (10 por ciento) que fueron primero electores y luego diputados.
43 Salazar, "El sistema electoral costarricense", p. 8. Sobre el fraude de 1906, véase Salazar, El apogeo de la república liberal, pp. 211-222.
44 Puesto que los datos de edad, estado civil y relación con el jefe proceden del censo municipal de San José de 1904, hay cierto margen de error debido a que hubo electores nombrados antes y después de ese año. Corregimos, sin dificultad, la información referente a la edad, pero no la correspondiente a estado civil y relación con el jefe, ya que ignoramos si los electores que constan como casados en 1904, lo estaban antes de ese año, o si los que se declararon solteros en 1904 seguían en tal condición posteriormente. Hemos supuesto, sin embargo, que tales diferencias, en un sentido u otro, se compensan mutuamente. Así, en el censo de 1904 hay 15 electores casados y 12 que figuran como jefes para los cuales existe una alta posibilidad -de que no hubiesen contraído nupcias ni fueran jefes cuando los eligieron por primera vez. Además, según el censo hay 23 solteros y 22 que no eran jefes que ganaron el puesto de elector después de 1904, por lo que pudieron estar casados o jefear un hogar cuando fueron electos.
45 Stone, La dinastía de los conquistadores, p. 222.
46 Una crítica similar del punto de vista de Stone fue iniciada (aunque no concluida) por Samper, "Fuerzas sociopolíticas", pp. 165-166.
47 Hernández, Costa Rica: evolución territorial, p. 173.
48 Jiménez, Ricardo, "Mensaje inaugural presentado al Congreso por el Lic. don Ricardo Jiménez. 8 de mayo de 1910", en La Gaceta, 10 de mayo de 1910, p. 404.
49 Salazar, El apogeo de la república liberal, pp. 190-231.
50 Este planteamiento difiere del que expusiéramos junto con Fabrice Lehoucq en Stuffing the Ballot Box. Fraud, Electoral Reform and Democratization in Costa Rica, New York, Cambridge University Press, 2002, pp. 59-60.
51 Lehoucq y Molina, Stuffing the Ballot Box, pp. 92-94.
52 Véase al respecto: Molina Jiménez, lván, "Ciclo electoral y políticas públicas en Costa Rica (1890-1948)", en Revista Mexicana de Sociología, México, 63: 3, julio-septiembre, 2001, pp. 67-98.

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Publicado

2003-08-31

Cómo citar

Molina Jiménez, I. (2003). Los electores de segundo grado en Costa Rica (1897-1909). Historias, (55), 71–92. Recuperado a partir de https://revistas.inah.gob.mx/index.php/historias/article/view/12968

Número

Sección

América