Diferencias cuestionables: mexicanos y anglos en Baja California en 1848

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  • José F. Aranda Jr.

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1 Las guerrillas mexicanas estuvieron comandadas por don Manuel Pineda. un capitán del ejército mexicano, Pedro Gabriel González, un fraile dominicano y presidente de las misiones en Baja California, y Mauricio Castro, jefe político de Baja California durante la guerra. Estas fuerzas guerrilleras estuvieron principalmente compuestas por bajacalifornianos de las clases más bajas e indios americanos simpatizantes. Si bien la invasión americana fue el propósito principal de la resistencia, los lideres guerrilleros también buscaron castigar a individuos que como el gobernador Francisco Palacio Miranda habían ayudado y encubierto a los ocupantes angloamericanos. Véase Doyce B. Nunis Jr. (introducción y edición), The Mexican War in Baja California: The Memorandum of Captain Henry H. Halleck, Concerning His Expedition in Lower California, 1846-1848, Los Angeles, Dawson's Book Shop, 1977.
2 Así, desde el secretario de Marina, George Bancroft, quien el 12 de julio de 1846 dio la única orden oficial de invadir las Californias, hasta el secretario de Guerra William L. Marcy, quien ordenó al general Stephen W. Kearny finalizar las discusiones en torno a una ocupación americana de Baja California, todo el mundo asumió que ambas Californias habrían de ser anexionadas a Estados Unidos.
3 Doyce B. Nunis Jr., op. cit., p. 50.
4 Burton escribió: "Solicito instrucciones [...] respecto de aquellos habitantes de Baja California que se levantaron en armas en favor nuestro, durante los recientes disturbios en el país, confiados en las promesas de que la Baja California no volvería a manos de la república mexicana [...] Tales promesas se recibieron de buena fe; y entre la mejor clase de la población del país se manifestó un enorme contento ante el prospecto de recibir en Baja California, un gobierno justo y permanente [...] Como nada se dice en este tratado de paz respecto de la situación de tales personas de la Baja California, se las ha abandonado a merced de México; y muchos han apelado vehementemente a los funcionarios de los Estados Unidos en el país pidiendo protección, asegurando que de permanecer en el país después de la salida de las tropas americanas, sus propiedades serán confiscadas, sus vidas y las de sus familiares peligrarán y suplican que se les proporcionen medios para el traslado de sus familias y bienes hacia California, Oregon o algún otro lugar en los Estados Unidos que eligieran como su futura residencia." Doyce B. Nunis, op. cit., p. 70.
5 Ibid., p. 70.
6 Ibid., pp. 149-150.
7 Cecil Robinson explica que si por un lado existían detractores de la guerra México-norteamericana, como Henry David Thoreau, la conexión de la guerra con la expansión hacia occidente obligó a muchos a creer que los mexicanos no eran aptos para gobernar a nadie, menos aún a ellos mismos. Robinson destaca como ejemplo el temprano entusiasmo de Walt Whitman: "¿Qué tiene el miserable, ineficiente México con sus supersticiones, su caricatura de libertad, su tiranía de hecho de unos pocos por sobre la mayoría -qué tiene que ver con la enorme misión de poblar el Nuevo Mundo con una raza noble? iSea un logro nuestra tamaña misión! iSea nuestro el derrumbar los restos del viejo despotismo que obstaculicen nuestro camino!" Véase Cecil Robinson, Mexico and the Hispanic Southwest in American Literature, Tucson, The University of Arizona Press, 1977, p. 26.
8 Para más de estos estereotipos productos de la leyenda negra, véase a Nicolás Kanellos, Thirty Million Strong: Reclaming the Hispanic lmage in American Culture, Golden, Colorado, Fulcrum Publishing, 1988. También, David J. Weber, "The Spanish Legacy and the Historical lmagination", The Spanish Frontier in North America, New Haven, Yale University Press, 1992, pp. 335-360.
9 John S. D. Eisenhower, So Far From God: The U.S. War With Mexico, 1846-1848, New York, Random House, 1989, p. 202.
10 David J. Weber, The Mexican Frontier, 1821-1846: .The American Southwest Under Mexico, Alburquerque, University of New Mexico Press, 1982.
11 Si bien menos parcial que Eisenhower, un trabajo anterior de la guerra México-norteamericana en California de Neal Harlow se sustenta en la visión tradicional de que los problemas internos de México, de gobierno, de guerra civil y endeudamiento con otros países dieron como producto una nacionalidad débil, y que por lo tanto todo facilitó una invasión. Irónicamente, ausentes en este análisis están los casos de un muy fuerte nacionalismo o chauvinismo que se encontró en la frontera norte de México, que de todos modos fue capaz de expresar su admiración por las instituciones de los Estados Unidos. También es notable la falta de cualquier consideración de las dificultades de establecer un nacionalismo en funciones en tan sólo treinta años del grito de independencia en 1810 o veinte desde la separación formal de España en 1821. Se echa también de menos cualquier cálculo para determinar cómo un país establecido se convierte en nación después de cerca de trescientos años de pertenecer a España. Desde dicha perspectiva, hacían falta todavía treinta años de conflictos. Véase Neal Harlow, California Conquered: War and Peace on the Pacific, 1846-1850, Berkeley, University of California Press, 1982.
12 Rudolfo Acuña F., Occupied America. The Chicano's Struggle Toward Liberation, San Francisco, Canfield Press, 1972.
13 Alex M. Saragoza, "The Significance of Recent Chicano-related Historical Writings: An Appraisal" , Ethnic Affairs, núm. 1, invierno de 1987, p. 28.
14 Saragoza escribe: "En pocas palabras, el intervalo entre los mexicanos y el avance hacia el occidente del capitalismo americano no fue un proceso simple ni unidimensional." Alex M. Saragoza, op. cit.
15 Sin embargo, aun entre estos historiadores chicanos, no hubo entonces una consideración específica por las diversas tradiciones colonizadoras que existían desde Texas hasta California. Pese a su interés por las diferencias entre las comunidades mexicanas, la colonización continuó siendo identificada fundamentalmente como una empresa americana. No hubo consideración alguna respecto a cómo la colonización fronteriza mexicana pudo de hecho haber pavimentado el camino para la expansión americana en términos efectivos, o para el caso, cómo los angloamericanos que habitaban la frontera mexicana pudieron o no tener algún efecto en el carácter general del Destino Manifiesto con base en esas experiencias, regiones, y los instrumentos culturales que terminaron por identificar con el suroeste y con el tiempo ambicionaron una nueva envolvente nación.
16 A John Louis O'Sullivan se le acredita el haber pergeñado la frase "Destino Manifiesto" para explicar la racionalidad detrás de la expansión hacia el occidente de Estados Unidos en la década de 1840. Véase Robert W. Johannsen, "The Meaning of Manifiest Destiny", en Manifiest Destiny and Empire: American Antebellum Expansionism, Sam W. Haynes and Christopher Morris (eds.), College Station, Published for the University of Texas at Arlington by Texas A&M University Press, 1977, p. 70.
17 Richard H. Dana, Two Years Before The Mast: A Personal Narrative of Life at Sea, New York, Harper & Brothers, 1840.
18 Walter Colton, Three Years in California, New York, A.S. Barnes & Co., 1854. Los escritos de estos patentes imperialistas han venido siendo citados una y otra vez desde el siglo XIX para dejar establecida la inevitable expansión angloamericana hacia el occidente.
19 Véase Samuel J. Watson, "The Uncertain Road to Manifest Destiny: Army Officers and The Course of American Territorial Expansionism", op. cit., p. 70.
20 Idem.
21 Ibid., p. 73.
22 Ibid., p. 98.
23 Robert W. Johannsen documenta la posición más aceptada de que el patriotismo fue un aspecto notable de la guerra en ambos, combatientes y civiles. De hecho, recupera un impresionante número de textos, desde editoriales en la prensa hasta sermones, que revelan, en última instancia, un alto grado de expresiones retóricas sobre el nacionalismo. Véase "The True Spirit of Patriot Virtue", To The Halls of Montezumas: The Mexican War in The American Imagination, New York, Oxford University Press, 1985, pp. 45-67.
24 Véase Michael Hogan, The lrish Soldiers of Mexico, Guadalajara, México, Fondo Editorial Universitario, 1997, p. 85.
25 Ibid., p. 93.
26 Ibid., p. 113.
27 Más allá de partidismos entre los oficiales profesionales que sirvieron por su sentido del deber y los segmentos de voluntarios del ejército que representaron cuando más una débil coalición de intereses regionales en la expansión hacia el oeste, encontramos una guerra llevada a cabo menos por razones ideológicas o nacionalistas y más por un sentido generalizado de superioridad cultural y racial.
28 De acuerdo con el historiador de finales del siglo XVIII, Winifred Davidson, la encantadora manera de ser de Ruiz de Burton fue la que inspiró la canción. La primera residencia de Ruiz de Burton en Alta California fue Monterey, lugar al que fue remitido Henry Burton. Los soldados que estaban a sus órdenes pudieron haber compuesto la balada. Su título también lo es de una novela de después de la guerra escrita por Ned Buntline, The Volunteer, o la Dama de Monterrey ,A Tale of the Mexican War. En relidad el Monterey de la novela es Monterrey, Nuevo León, México. La balada dice así:
The moon· shone but dimly
Beyond the battle plain
A gentle breeze fanned softly
O'er the features ofthe slain
The guns had hushed their thunder
The guns in silence lay
Then came the señorita
The Maid of Monterey
She cast a look of anguish
On the dying and the dead
And made her lap a pillow
For those who mourned and bled
Now here's to that bright beauty
Who drives death's pangs away
The meek-eyed señority
The Maid of Monterey
Although she loved her country
And prayed that it might live
Yet for the foreign soldier
She had a tear to give
And when the dying soldier
In her bright gleam did pray
He blessed this señorita
The Maid of Monterey.
She gave the thirsty water
And dressed each bleeding wound
A fervent prayer she uttered
For those whom death had doomed
And where the bugle sounded
Just at the dawn of day
They blessed this señorita
The Maid of Monterey.
Véase Frederick Bryant Oden, "The Maid of Monterey: The Life of María Amparo Ruiz de Burton, 1832-1895", tesis de maestría, San Diego, 1992, pp. 17-18. Mi gratitud eterna a Amella María de la Luz Montes por haberme proporcionado una copia de esta tesis; ha sido de una ayuda enorme.
29 Obviamente, en el interior de la historia chicano/a mucho ha sucedido desde la publicación de Ramón Gutiérrez, When Jesus Came the Corn Mothers Went Away; Marriage, Sexuality and Power in New Mexico, 1500-1846, Stanford, University of Stanford, 1991. Hay ahora numerosos estudios que indagan más de cerca en las culturas que produjo la colonización de la frontera norte de Nueva España y después de México antes de 1846, como es el de Tomás Almaguer, Racial Fault Lines: The Historical, Origins of White Supremacy in California, 1994, el de Lisbeth Haas, Conquests and Historical, Identities in California, 1796-1936, Berkeley, University of California Press, 1995, y el de Martha Menchaca, The Mexican Outsiders: A Communal History of Marginalization and Discrimination in California, Austin, University of Texas Press, 1995. Pero queda mucho por hacer. Y ahí es donde el Proyecto Recovery podrá aportar algo más que una mera ayuda. Si el uso que Lisbeth Haas hace en sus trabajos de los testimonios californianos y las novelas de Ruiz de Burton son un indicador, los historiadores del oeste y los chicanos/as encontrarán todavía una manera más de calibrar el material cultural de esas comunidades y de las diferencias entre ellas, pero en lugar de las historias del trabajo que lo conceptúan sólo en términos de producción doméstica, agricultura o industria, el Proyecto Recovery demostrará que productos como las novelas, la poesía, los diarios, memorias y periódicos deben ser incluidos como sedimentos culturales.
30 Lo mismo en sus novelas que en su vida privada, Ruiz de Burton revela una profunda comprensión de la ecología y de cómo los distintos sistemas de producción podrían afectar el medio ambiente. Se le reconoce el haber alertado a los munícipes en que el futuro crecimiento de San Diego habría de estar condicionado por la disponibilidad de agua. Y aunque su propio proyecto de irrigación fracasó antes de iniciar, el sur de California sería todavía desértico si no fuera por la irrigación.
31 Por ejemplo, pese a las consecuencias racistas de la convención constitucional de California y los designios invasivos de los nuevos ocupantes, uno puede leer en los periódicos en español todavía en la década de 1860, como El Nuevo Mundo, la creencia en las posibilidades pluralistas de una sociedad americana que incluía a los mexicanos decentes. Por este contacto, quedo obligado con la investigación de Nancy Hernández en su ponencia "The Lynching Mexican American ldentities". Ahí escribió, "Los escritores involucrados en El Nuevo Mundo fueron firmes creyentes en los ideales universales de la democracia, libertad y separación de la monarquía. Tales escritores estuvieron firmemente convencidos de que todos los pobladores de las Americas podrían tener éxito porque todos ellos deseaban una cosa -liberación de la corona. Resultó del todo lógico a los escritores de El Nuevo Mundo que las Americas llegarían a ser una tierra llena de habitantes que sostuvieran los mismos ideales" (Leída en la "Fourth Conference of Recovering the U.S. Hispanic Literary Heritage Project", Interpreting and Contextualizing the Recovered Text, University of Houston, noviembre de 1996, p. 2).

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Publicado

2000-12-31

Cómo citar

Aranda Jr., J. F. (2000). Diferencias cuestionables: mexicanos y anglos en Baja California en 1848. Historias, (47), 49–58. Recuperado a partir de https://revistas.inah.gob.mx/index.php/historias/article/view/13610

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Sección

Ensayos