De conspiradores y mitógrafos: entre el mito, la historia y el hecho estético
Resumen
El 21 de octubre de 1950, frente a una mesa improvisada dentro de la iglesia de Santa María de la Asunción en Ichcateopan, al norte del estado de Guerrero, un pequeño grupo de científicos tomaba notas y se preparaba a mostrar sus materiales de trabajo. Puede adivinarse cierta solemnidad en el ambiente: se esperaba la llegada de un importante personaje, que si bien poco podía decir en los terrenos de la ciencia, su palabra era de mucho peso en el de las ideas y, sobre todo, en el de las maneras de transmitirlas y darles validez. Era, sin duda, un genio del lenguaje.