Las diversiones y el discurso modernizador en la Lima finisecular
Resumen
Las transformaciones impulsadas por el estado y una élite local en la Lima de fines de siglo. se inscriben en un ideal de modernidad. Este ideal, común en las élites latinoamericanas y al amparo de las ideas positivistas, no sólo se asoció con un progreso material sino que también fue acompañado de la necesidad de crear una cultura nacional moderna, para lo cual se fomentaron los valores, costumbres y usos acordes al estilo de vida europeo. ¿Cuáles fueron los medios mediante los cuales se trató de ir imponiendo este nuevo estilo de vida? Un acercamiento desde el mundo de la diversión, de los entretenimientos difundidos por esta élite nos sugiere algunas pistas de análisis para la comprensión de esta experiencia de modernidad.
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2 Después de la independencia de Perú, ocurrida en 1821, el país vivió en un clima de guerra civil permanente debido a la lucha sostenida entre caudillos y militares por apropiarse del poder. Con la excepción del corto periodo de la presidencia civil de Manuel Pardo entre 1871 y 1876, los militares restablecieron su poder a raíz de la Guerra del Pacífico.
3 El partido civilista fue fundado en 1871 por Manuel Pardo, presidente de Perú entre 1872 y 1876. Este partido fue formado por los comerciantes guaneros. Posteriormente se adhirieron los agroexportadores, hombres de finanzas e industriales. En su interior existieron posiciones conservadoras y otras más modernas sobre la aplicación del liberalismo y la modernización del país. Entre 1903 y 1919, con excepción de Billinghurst y del general Benavides, todos los presidentes elegidos pertenecieron a dicho partido.
4 Una de las instituciones que favoreció el desarrollo de la nación fue la creación del Ministerio de Fomento y Obras Públicas (1896). Asimismo se creó la Sociedad Nacional e Industrias (1895) y la de Minería (1896) entre otras. Véase Jorge Basadre, Historia de la república del Perú, t. XIII, Lima, Ediciones Historia, 1964.
5 El comercio en Perú en 1891 arrojaba un total de 33,658,392 millones de soles. Este monto se había incrementado en 1898 en un 50 por ciento. Véase Carlos Franco y Hugo Neira, El problema de las élites y el pensamiento. Los novecentistas peruanos 1895-1930, Lima, Centro de Estudios para el Desarrollo y la Participación, 1986.
6 Peter Kláren, "The Origins of Modern Peru, 1880-1930", en The Cambridge History of Latin America, Leslie Bethell (ed.), Cambridge University Press, 1986, vol. 5, 1870 to 1930, pp. 587-640.
7 Hemos preferido emplear la categoría de élites y no la clásica noción de oligarquía con que se ha estudiado el papel del estado y el de la clase dirigente peruana durante este periodo. Bajo esta definición la oligarquía ha sido caracterizada como un grupo de familias que controlaban determinados recursos estratégicos vinculados a la propiedad de la tierra, la actividad exportadora y la banca, con una mentalidad centrada en un estilo de vida señorial. Véase Dennis Gilbert, La oligarquía peruana: historia de tres familias, Lima, Horizonte, 1981; Alberto Flores Galindo y Manuel Burga, Apogeo y crisis de la república aristocrática, Lima, Ediciones Rikchay, 1980. La noción de élite nos permite una mejor comprensión de la heterogeneidad y complejidad de posiciones en el interior de las clases dirigentes. En este sentido nos han sido de gran ayuda los trabajos de Anthony Giddens, Elites in the British Class Structure, University of Cambridge, Department of Applied Economics, 1972; Carlos Franco y Hugo Neira, op. cit.; Alfonso Quiroz, "Grupos económicos y decisiones financieras en el Perú 1884-1930", Apuntes, núm. 19, Revista de Ciencias Sociales, Centro de Investigación Universidad del Pacífico, 1986, pp. 72-95.
8 La presencia de los italianos en Perú comienza a experimentar un incremento a partir de la década de 1840 y permanece así hasta 1880. Desde 1857 el número de italianos residentes en Lima osciló entre 3,469 y 3,094 en 1908. Los italianos, en su mayoría comerciantes, tuvieron mucho éxito en las distintas empresas económicas en las que se expandieron. En cuanto a la presencia de los ingleses, si bien fue disminuyendo de 1,041 en 1857 a 442 en 1908, la injerencia que tuvieron en diversas actividades económicas repercutió en la vida social del país. Para el estudio de los italianos en la sociedad peruana véase Giovanni Bonfiglio, Los italianos en la sociedad peruana, Lima, Unión Latina, 1993.
9 A propósito del grupo Prado y su relevancia en la vida económica, política y social del país, el estudio de Felipe Portocarrero nos muestra cómo los Prado son portadores de una nueva mentalidad empresarial en Perú a fines de siglo. Véase Felipe Portocarrero, El Imperio Prado: 1890-1970, Lima, Universidad del Pacífico-Centro de Investigación, 1995.
10 En el caso de Augusto B. Leguía y Guillermo Billinghurst, ambos estudiaron en el famoso colegio inglés de negocios Goldfmch & Blum, localizado en Valparaíso. José Pardo estudió en el Instituto Lima, dirigido por alemanes, y Francisco García Calderón en el colegio de la Recoleta, dirigido por la congregación francesa de los Sagrados Corazones. En el caso de Leguía véase Howard Karno, "Augusto B. Leguía: The Oligarchy and the Modernization of Peru, 1870-1930", tesis, Los Angeles, University of California, 1970. Para García Calderón, véase Osmar Gonzáles, Sanchos fracasados. Los arielistas y el pensamiento político peruano, Lima, PREAL, 1996.
11 Joaquín Capelo, Mariano H. Cornejo y Javier Prado fueron los intelectuales positivistas más reconocidos en el medio.
12 Alfonso Quiroz, en un estudio sobre las distintas estrategias económicas y financieras de las clases dirigentes peruanas entre 1884 y 1930, muestra cómo en su interior se pueden encontrar grupos tradicionales y otros transitorios. Mientras los primeros no tienen mayor innovación en sus estrategias de inversión y se limitan a los sectores agrocomerciales y a los bienes urbanos, los otros diversifican sus capitales invirtiendo en industrias y finanzas y muestran mayor adaptabilidad a la modernización y desarrollo capitalista. Alfonso Quiroz, op. cit., pp. 73-108.
13 En Felipe Portocarrero, op. cit., p. 97.
14 Los negros fueron traídos como mano de obra esclava al servicio de los españoles desde el siglo XVII. Lima contó con una fuerte población negra hasta mediados del siglo XIX. Por otro lado, los chinos llegaron a Perú como mano de obra contratada para el trabajo de las haciendas costeñas a partir de 1849. Entre 1849 y 1874 llegaron aproximadamente 100,000 chinos. Según el censo de 1876 existían en Lima 11,958. Para la población negra véase Alberto Flores Galindo, Aristocracia y plebe, Lima, Mosca Azul Editores, 1984. Para la población china, véase Humberto Rodríguez Pastor, Hijos del celeste imperio en el Perú (1850-1900). Migración, agricultura, mentalidad y explotación, Lima, Instituto de Apoyo Agrario, 1989.
15 Véase Francisco García Calderón, El Perú contemporáneo, Lima, Banco Internacional del Perú (lnterbanc), 1981.
16 Ya desde mitad del siglo XVIII, como consecuencia de la pérdida de la importancia comercial de Lima, la ciudad se vio invadida de vagos denominados "plebe urbana". Aunque este grupo estaba conformado por mestizos e indios, los que más sobresalían eran los negros. Ellos podían desempeñarse como ladrones, bandoleros o vendedores ambulantes. Alberto Flores Galindo, op. cit., pp. 148-173.
17 Gonzalo Portocarrero ha analizado la función y lugar de las ideas racistas de la élite durante la república aristocrática (1895-1919). En Aldo Panfichi y Felipe Portocarrero (eds.), Mundos interiores: Lima 1850-1950, Lima, Universidad del Pacífico, Centro de Investigación, 1995, pp. 220-256.
18 Francesca Denegrí, en su estudio sobre las mujeres ilustradas en el Perú de mediados del siglo XIX, encuentra que también en ese periodo la élite intelectual generó un discurso con la finalidad de crear una identidad entre la élite y generar una corriente de opinión sobre la necesidad de cambiar los usos y costumbres de la sociedad limeña. Estas comprendían desde la importancia de instruir y hacer participar a la mujer en la vida pública hasta el cambio de la tradicional vestimenta de la saya y el manto por la crinolina y la gorra de estilo francés, todo lo cual significaba desarrollar un nuevo modelo de feminidad acorde con el ideal burgués. Francesca Denegrí, op. cit.
19 Con las reformas, las plazas y alamedas dejaban de ser espacios públicos de sociabilidad transitoria. Las personas podían detenerse y sentarse en las bancas para conversar. De otro lado, la comunidad podía sentirse partícipe de los nuevos elementos de la cultura internacional simbolizada en las esculturas de mármol, con las que se emplazaron las plazas y alamedas, Natalia Majluf, op. cit.
20 La preocupación por el ornato y el progreso de la ciudad orientó la construcción de edificios como el puente de hierro que unía el barrio de Rímac con el centro de la ciudad, así como el Palacio de la Exposición y el Jardín Botánico. Después de 1857 se emprendió la canalización de los desagües de la ciudad. Véase José Barbagelata y Juan Bromley, Evolución urbana de Lima, Lima, Talleres Gráficos de la Editorial Lumen, 1945, p. 94.
21 Véase Donald Lowe, Historia de la percepción burguesa, México, Fondo de Cultura Económica, 1986, p.133.
22 José Luis Romero indica que este proceso comienza a partir de 1880 y fue fomentado por la expansión de materias primas al exterior. Las ciudades que más desarrollaron y alteraron su estructura social y fisonomía fueron aquellas que quedaban incluidas en el sistema de la nueva economía, como Buenos Aires, Río de Janeiro, La Plata, Sao Paulo y Lima, entre otras. José Luis Romero, Latinoamérica: las ciudades y las ideas, México, Siglo XXI, 1984, pp. 247-260.
23 La creación del Paseo Colón, la monumental avenida Colmena (que cubría alrededor de seiscientos metros) y la Plaza Bolognesi -al suroeste de la ciudad- significaron un nuevo sistema circulatorio de la misma. Estas vías, que salían desde el centro, servían para articular a la ciudad con los alrededores en los cuales se construirían las avenidas de la Magdalena (Brasil), Central y la avenida 28 de Julio. La división de los Parques de la Exposición para abrir la avenida 9 de Diciembre transforma los fundos rústicos en urbanizaciones residenciales. Existe una marcada separación entre la Lima antigua y la Lima moderna.
24 Entre las principales fábricas se cuenta la Vitarte Cotton Mill, Inca Cotton Mill, propiedad de los Grace, la fábrica de tejidos el Progreso Ltda. y la Unión, pertenecientes a los Duncan Fox. Véase Ernesto Yepes del Castillo, Pero, 1820-1920. Un siglo de desarrollo capitalista, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1972.
25 Los principales bancos fueron el Banco del Perú, el Banco de Londres, el Banco Internacional y el Banco Italiano. Entre las compañías de seguros se encontraban La Nacional y La Popular.
26 Middendorf menciona la plaza de toros terminada de construir en 1768; el coliseo de gallos mandado erigir en 1762; los paseos públicos como el Paseo de Descalzos (1610), la Alameda Nueva o Alameda de Acho (1773) y el Jardín del Palacio de la Exposición (1872); el hipódromo (1873) y la existencia de tres teatros en Lima: el Principal (1660), el Teatro del Olimpo y el Variedades (1850). Véase Emest Middendorf, Observaciones y estudios del país y sus habitantes durante una permanencia de 25 años, Lima, Dirección Universitaria de Biblioteca y Publicaciones de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1973, t. I, pp. 423-442.
27 Véase Alberto Flores Galindo y Manuel Burga, op. cit., p. 31.
28 Censos, 1876, 1908. Del total de extranjeros censados en Lima en 1908, los chinos eran el grupo mayoritario. Fueron censados 1,950. Una vez finalizado su contrato, después de entre 5 y 8 años, los chinos, en calidad de hombres libres, se instalaron en las ciudades, especialmente en Lima, donde se dedicaron al comercio. Por otro lado, después de la Guerra del Pacífico los chinos abandonaron las haciendas y se asentaron en la capital, donde residían cerca del mercado de la Concepción. Las calles de Capón y Rastro de la Huaquilla serían las zonas del famoso barrio chino. Véase Humberto Rodríguez Pastor, op. cit., pp. 397-441.
29 Véase José Barbagelata y Juan Bromley, op. cit., p. 91.
30 Véase Jorge Basadre, Historia de la república del Perú, op. cit., t. IX, p. 4131.
31 Tomado de Gary Garret, "The Oncenio of Augusto B. Leguía: Middle Sector Government and Leadership in Peru, 1919-1930", tesis de doctorado, Albuquerque, University of New Mexico, 1973, p. 18.
32 Aunque no contamos con un estudio específico sobre este tema en el caso peruano, el trabajo realizado en México por Juan Pedro Viqueira nos ha servido en la medida en que las reformas borbónicas se dieron en todos los virreinatos. Viqueira ha analizado el establecimiento del Siglo de las Luces en México y cómo la Iglesia se opuso a todas las manifestaciones religiosas del pueblo tratando de erradicar la superstición de la auténtica fe. En esta última "el sentimiento religioso debía guiar y limitar las manifestaciones externas del culto; todo aquello que no estuviese a tono con la solemnidad, el recato y gravedad requerida en estas ocasiones debería desaparecer". Viqueira, 1995, p. 161.
33 Archivo Municipal de Lima (en adelante, AML), Ramo de Espectáculos, 2 de junio de 1885.
34 El subrayado es nuestro. AML, Ramo de Espectáculos, 18 de diciembre de 1891.
35 El cuidado e higiene del cuerpo, rasgo que caracterizó al individuo burgués, encontró en el deporte una actividad que contribuiría a ello. Es en este sentido que desde el siglo XVIII se empieza a tomar interés en Europa por la educación física para los jóvenes. Véase Donald Lowe, op. cit., pp. 186-187.
36 Aunque los documentos no son explícitos en dar detalles sobre el contenido de estas piezas, una lectura minuciosa de los expedientes nos permite deducir que en este tipo de obras se representaban escenas consideradas en aquella época obscenas. Podemos determinar en qué consistía un acto obsceno en la época estableciendo una analogía con lo que sucedía en Costa Rica. En el estudio realizado por Patricia Fumero, la autora encuentra que también en San José se presentaron estas obras sicalípticas, en las cuales aparecían bailarinas con trajes ligeros "que permitían contemplar a través de tenues y transparentes muselinas, las exquisitas formas de mujeres escultóricas y perfectas". Véase Patricia Fumero, Teatro y estado en San José 1880-1914, Costa Rica, Editorial de la Universidad de Costa Rica (Colección Nueva Historia), 1996, p. 68.
37 Manuel Pardo insistió en 1872 en la necesidad de fomentar el trabajo como medio de estímulo para el desarrollo del país: "Es indispensable reprimir la ociosidad que convierte a los pueblos en cuarteles o conventos." Véase Carmen Me Evoy, Un proyecto nacional en el siglo XX. Manuel Pardo y su visión del mundo, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, 1994, pp. 137 y 173.
38 Entre los viajeros que se refieren a "las costumbres fáciles, disolutas y poco amantes del trabajo de los limeños" se encuentran Lafond, Sartiges, Botmiliau, Roquefeuil, Proctor, Lesson y Bennet, entre otros. Véase Estuardo Núñez (comp.), Colección documental de la Independencia del Perú. Relaciones de viajeros, Lima, Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú, 1971, t. XXVII, vols. 1, 2 y 3.
39 Véase Gustavo Otero, El Perú que yo he visto, La Paz, Imprenta Artística, 1926, pp. 94-96.
40 De Sartiges y Botmiliau, 1947, op. cit., p. 195.
41 Francisco García Calderón, op. cit., p. 50.
42 "Memoria de la Inspección de Espectáculos de 1891", Boletín Municipal, núm. 773, 27 de febrero de 1892.
43 Con el fin de inspeccionar y promover los espectáculos, Castilla emitió en 1849 un Reglamento de Teatros. Véase Francesca Denegri, op. cit., p. 52.
44 Véase Ricardo Cantuarias, "El arte dramático en Lima de la colonia a la república (durante la emancipación). Contribución a la historia teatral en el Perú", tesis de licenciatura, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, Facultad de Letras y Ciencias Humanas, 1993, p. 251.
45 El Perú Ilustrado, núm. 149, 15 de marzo de 1890.
46 Elguera, abogado y hombre de letras, realizó sus estudios en París y después en el colegio del educador español Rivero. Ejerció distintos puestos públicos a la vez que se desempeñó como periodista en los principales diarios y revistas de la época. Antes de presentarse como candidato a alcalde por la Liga Municipal Independiente, Elguera visitó Buenos Aires y Montevideo, ciudades a las que tomó como paradigmas para el desarrollo de Lima. Véase Paz Soldan, 1921, pp. 133-135.
47 "Memoria de la Muncipalidad de Lima", 1901, p.4.
48 El Comercio, 15 de febrero de 1909.
49 Véase Manuel Moncloa y Covarrubias, El teatro en Lima. Apuntes históricos, Lima, Librería e Imprenta Gil, 1909, p. 53.
50 En Boletín de Lima, año II, núm. 76, 14 de junio de 1902, p. 604.
51 El teatro de género chico español gozó de mucha popularidad en España a partir de 1857. En Hispanoamérica el público recibió con mucho entusiasmo este género, el cual llegó a convertirse en un espectáculo nacional. Véase Jorge Basadre, Historia de la república del Perú, op. cit., t. VII, cap. CXXI, p. 2986. Para el caso mexicano véase John Nomland, Teatro mexicano contemporáneo (1900-1950), México, Universidad de California, Instituto Nacional de Bellas Artes, Departamento de Literatura, 1967.
52 En el caso de Inglaterra, Robert Malcomson muestra cómo entre 1750 y 1850 la burguesía inglesa desata una lucha para prohibir los entretenimientos en los que se evidenciaba el uso de la violencia, como las peleas de toros, osos y gallos. Se trababa de imponer diversiones funcionales que legitimaran el espíritu del trabajo y la disciplina laboral. Véase Robert Malcolmson, Popular Recreations in English Society 1700-1850, Londres, Cambridge University Press, 1973, pp. 46 y 94.
53 AML, Ramo de Espectáculos, 18 de diciembre de 1891. Pero, pese a las críticas, un año después, el 28 de octubre de 1892, el gobierno promulgó la ordenanza para la exhibición y lucha de fieras. En AML, Ramo de Espectáculos, 28 de octubre de 1892.
54 AML, Ramo de Espectáculos, 17 de noviembre de 1884.
55 Véase Ricardo Cantuarias, op. cit., p. 83.
56 Robert Proctor, 1971, vol. 2, p. 266.
57 El amigo del pueblo, año I, núm. 8, 2 de abril de 1892.
58 Boletín Municipal, año II, núm. 76, 14 de enero de 1902, p. 604.
59 AML, Ramo de Espectáculos, 16 de julio de 1884.
60 Los ingleses, establecidos en Lima como representantes de firmas extranjeras dedicadas al comercio mayorista y también como propietarios de algunas industrias textiles como la fábrica de Vitarte, propiedad de los Grace, o la fábrica de Tejidos El Progreso, de los Duncan Fox, fueron los primeros en organizar encuentros deportivos.
61 Este club inicialmente fue fundado por los ingleses en 1845 con el nombre de Salón de Comercio. Fue en 1873 que se denominó Lima Cricket and Lawn Tennis. Al poco tiempo de su fundación participaron en este club algunos peruanos. Véase José Gálvez, Nuestra pequeña historia, Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1966, p. 213.
62 Véase Jean Le Floc'Hmoan, La génesis de los deportes, Barcelona, Labor, 1969.
63 Almanaque de El Comercio, año XXXI, 1922.
64 Véase Nicolás Piérola, Mensaje del presidente de la república en la instalación del Congreso Ordinario de 1897, Lima, El País, 1897, p. XVI.
65 Véase Donald Lowe, op. cit., p. 186.
66 El Comercio, 20 de mayo de 1897.
67 El primer encuentro de futbol entre peruanos e ingleses fue el 6 de julio de 1894. Véase José Gálvez, Nuestra pequeña historia, op. cit., p. 213.
68 Ibid., p. 281.
69 El Comercio, 4 de mayo de 1939. Suplemento especial por los 100 años.
70 Véase Steve Stein, Lima obrera 1919-1930, Lima, El Virrey, 1986, p. 132.
71 Uno de los pocos estudios que existe en Perú sobre los orígenes de este deporte en Lima fue realizado por el equipo de investigaciones sobre Lima Obrera dirigido por Steve Stein, Lima obrera 1919-1930, op. cit.
72 El Comercio, 9 de agosto de 1910.
73 Idem.
74 El Comercio, 23 de julio 1917.