La CIA y Castillo Armas en Guatemala, 1954: nuevos indicios para una antigua interrogante

Autores/as

  • Frederick W. Marks, III
  • Antonio Saborit Museo Nacional de Antropología, INAH

Resumen

Pocos episodios en la historia de la administración de Eisenhower han generado mayor controversia o han atraído una artillería más intensa de parte de los cronistas académicos del pasado que la intervención estadounidense en Guatemala. El secretario de Estado, John Foster Dulles, dijo que “la fuerza militar no debería emplearse agresivamente para conseguir metas nacionales”. Sin embargo, durante su periodo en Foggy Bottom, los aviones y los asesores estadounidenses ayudaron a asegurar el derrocamiento de un presidente electo popularmente, Jacobo Árbenz Guzmán. Árbenz, por su parte, exigía que se viera a la política estadounidense como la mano del gato de la avaricia de las corporaciones y atribuyó gran parte de los problemas de su país a la United Fruit Company (UFC), a la vez que sostenía que el comunismo no significaba amenaza alguna para su pueblo y que la ayuda estadounidense al dirigente rebelde Carlos Castillo Armas constituía una injustificable intervención en los asuntos internos de otro país. En esencia, Árbenz sostenía que el movimiento revolucionario que lo derrocó había sido “Hecho en Estados Unidos” por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y que era inocuo el respaldo de las masas guatemaltecas a ese movimiento.

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Citas

* Tomado de "The CIA and Castillo Armas in Guatemala, 1954: New Clues to an Old Puzzle", Diplomatic History, vol. 14, núm. 1, 1990.

** Quisiera agradecer a quienes ayudaron de manera especial en la realización de este artículo, entre ellos mi esposa Sylvia, quien colaboró conmigo en un viaje de investigación a Guatemala; también a Sandra Verónica Jiménez, jefa de la biblioteca del Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica (Antigua, Guatemala), quien facilitó la localización de fuentes guatemaltecas fundamentales relacionadas con los acontecimientos de junio de 1954. También estoy en deuda con el señor Virgilio Pacheco, comandante en el Segundo Regimiento de Voluntarios de Castillo Armas, por acceder a una extensa entrevista en Esquipulas con la ayuda de un hábil intérprete, Gerardo Louis Simon Wagespack. Ann Hartness, de la Universidad de Texas, hizo más rápida mi consulta de la impresionante colección hemerográfica latinoamericana de la universidad, y un gran número de guatemaltecos tuvo la gentileza de darme sus impresiones sobre el Movimiento de Liberación de 1954. Entre ellos están el hermano Robert Hébert de la Abadía de Jesucristo Crucificado en Esquipulas, el obispo Rodolfo Quezada Toruño, de Zacapa, y el señor Vitalino Gómez, de Chiquimula.

Véanse como ejemplo de monografías que se apegan a la línea de Árbenz: José M. Aybar de Soto, Dependency and Intervention: The Case of Guatemala in 1954 (Boulder, 1978); Richard Gott, Guerrilla Movements in Latin America (Garden City, 1971); Stephen SchIesinger y Stephen Kinzer, Bitter Fruit: The Untold Story of the American Coup in Guatemala (Garden City, 1982); Richard H. Immerman, The CIA in Guatemala: The Foreign Policy of Intervention (Austin, 1982); y David Atlee Philips, The Night Watch (Nueva York, 1977). Según Schlesinger y Kinzer, Estados Unidos fue el "creador secreto" del movimiento rebelde: los estadounidenses tenían el "control absoluto". Más aún, los intereses de la United Fruit fueron el factor de equilibrio en la decisión de Eisenhower de intervenir, pues 1) las amenazas comunistas en otros países como Brasil, Chile y Costa Rica no habían provocado la misma reacción, y 2) "las consideraciones sobre la seguridad nacional nunca fueron agobiantes". Según Immerman, el comunismo no era una amenaza; Estados Unidos "inventó el peligro" y la "mayor preocupación" de la administración de Eisenhower consistía en "hacer avanzar el sistema capitalista". El profesor Immerman, al criticar a Dulles por impulsar "la santidad" de la Doctrina Monroe y enfatizados diversos vínculos entre la UFC y Washington, sostiene que la única oposición contra Árbenz se encontraba entre los "grandes terratenientes", y cita a Roy Rubottom, asistente del secretario de Estado, cuando dijo que en la Conferencia de Caracas se había alcanzado el peor momento en las relaciones de EU con Latinoamérica en la época de Eisenhower. Por último, para él el apoyo estadounidense a Castillo Armas había sido un error gravísimo que había contribuido a que Castro se apoderase de Cuba. Véase SchIesinger y Kinzer, Bitter Fruit, pp. 13, 22, 106-107; e Immerman, CIA, pp. 7,10, 124-125, 148-149, 184,187, 198-200, y el capítulo 5.

SchIesinger y Kinzer, Bitter Fruit, pp. 17, 111, 113, 174, 191-192, 205; Immerman, CIA, pp. 3-4, 85, 161-162, 164, 166-168, 174-175, 186; Stephen G. Rabe, Eisenhower and Latin America: The Foreign Policy of Anticommunism (Chapel Hill, 1988), p. 56; Stephen E. Ambrose, Eisenhower the President (Nueva York, 1984), pp. 194-196. Hay una serie de inconsistencias en la literatura revisionista que se basa sobre todo en relatos de la CIA –cuyo acceso es restringido- y que sigue la línea de los partidarios del gobierno de Árbenz. SchIesinger y Kinzer sostienen, por ejemplo, que la fuerza aérea de Árbenz sumaba un gran total de seis aviones de entrenamiento, uno de los cuales fue derribado, junto con un bombardero anticuado que fue destruido en el suelo. Uno se pregunta ¿por qué tendría seis aviones de entrenamiento una fuerza aérea sin aviones de combate? Además, Immerman sostiene que estos mismos aviones tenían capacidad para interceptar los bombarderos de Castillo Armas. Según el relato de Immerman, Árbenz dejó en tierra su fuerza aérea cuando un piloto desertor empezó a transmitir por la radio un llamado a la deserción. Immerman sigue entonces la línea de Phillips, un operativo desilusionado de la CIA que ayudó a conducir la campaña radiofónica de Castillo Armas y quien sostiene haber empleado alcohol y una grabadora escondida para engañar a un descuidado desertor con el fin de transmitir un llamado a sus compañeros pilotos a que lo siguieran. Véase Night Watch, p. 44. Véase también ibid., pp. 36, 42, 46-50, 52-54. A la vez, Phillips revela una sorprendente ignorancia sobre lo que los propios guatemaltecos hacían por emprender su propia guerra. Si Phillips está en lo cierto, la CIA le dijo a Eisenhower que Castillo Armas había perdido un solo hombre en la invasión. Véase Night Watch, p. 50. En comparación con la interpretación Phillips-Immerman, SchIesinger y Kinzer sostienen que Árbenz prescindió de la campaña por aire cuando le derribaron uno de sus aviones. Las dos versiones difieren también en el número de pilotos que desertaron y sobre cuáles poblados tomó Castillo Armas. Schlesinger y Kinzer mencionan Esquipulas, Florido, Jocotlán, Morales, Bañanera y Chiquimula, mientras que Immerman sólo menciona a Esquipulas, y aunque ambos relatos conceden que hasta 17 vidas se perdieron en una sola batalla, Immerman nunca identifica la batalla en cuestión y ninguna de las dos obras describe algo sobre ésta. Véase Schlesinger y Kinzer, Bitter Fruit, pp. 10, 16-17, 169, 182 y 192; e Immerman, CIA, pp. 3, 161, 167-168, 177. La única relación que se consigue actualmente y que describe exacta y cabalmente lo que ocurrió en Guatemala durante el Movimiento de Liberación de 1954 está en Amy Elizabeth Jensen, Guatemala: A Historical Survey (Nueva York, 1955). Por desgracia, la versión de Jensen no tiene un respaldo documental.

Luis Alberto Hurtado Aguilar, Así se gestó la liberación (Guatemala, 1956), p. 184; Guillermo Putzeys Rojas, Así se hizo la liberación: década de la lucha cívica, 1944-1954 (Guatemala, 1976), p. 51; Virgilio Pacheco en entrevista con el autor, 1 de enero de 1988, Esquipulas. Castillo Armas renunció a su cargo como comandante de la Cuarta Zona Militar en protesta por el asesinato de Arana. Tras dirigir un fracasado golpe de estado en 1950, fue hecho prisionero por las fuerzas de Árbenz, torturado y sentenciado a muerte, tras lo cual se fugó dramáticamente y atrapó la imaginación popular. Cuando los exiliados guatemaltecos cruzaron en armas la frontera en 1954, no era la primera vez, pues del mismo modo había sido expulsado Federico Ponce Vaides, el dirigente del gobierno interino que siguió a la renuncia de Ubico en julio de 1944. Las fuerzas de oposición, dirigidas por Arbenz y Arana, invadieron Guatemala provenientes de El Salvador. Así también había tomado Fidel Castro el poder en Cuba, al lanzar su invasión desde México. Véase Schlesinger y Kunizer, Bitter Fruit, pp. 42-45, 123; y Castillo Armas, "How Guatemala Got Rid of the Communists", American Mercury, 80 (enero, 1955), pp. 140-141, testimonio oficial ante el Congreso. El relato de Putzeys Rojas de la liberación es una versión posterior a la de Hurtado Aguilar en Así se gestó. Ambas versiones tienen 200 páginas de extensión, mapas detallados de las batallas y un impresionante respaldo estadístico. Y ninguna ha sido desmentida por los arbenzistas --como César Augusto Silva Girón, quien en 1977 publicó una historia militar.

Se interceptaron y destruyeron convoys armados que iban de la ciudad de Guatemala a Zacapa y de Zacapa a Puerto Barrios. Véase New York Times, 5 de julio de 1954; New York Herald Tribune, 26 de junio de 1954; Comisión Permanente del Primer Congreso Contra la Intervención Soviética en América Latina, El libro negro del comunismo en Guatemala (México, 1954), pp. 6-7 (en adelante Libro negro); entrevista con Pacheco; Thomas y MaIjorie Melville, Guatemala-Another Vietnam? (Nueva York, 1971), p. 105; Jensen, Guatemala, p. 219; Gregorio Selzer, El Guatemalazo: la primera guerra sucia (Buenos Aires, 1961), pp. 102-103; Hurtado Aguilar, Así se gestó, pp. 184, 192; Putzeys Rojas, Así se hizo, pp. 39,54, 184, 199, 213; Schlesinger y Kinzer, Bitter Fruit, p. 16; Dwight D. Eisenhower, Mandate for Change, 1953-1956 (Garden City, 1963), p. 425; El Espectador (Guatemala), 24 de junio de 1954; y Tribuna Popular (Guatemala), 21 de junio de 1954.

New York Times, 5 de julio de 1954; New York HeraId Tribune, 21 de junio de 1954.

La toma de Esquipulas, tras cinco horas y la muerte de varios arbenzistas, forzó el retiro de unos 50,000 soldados del ejército del gobierno. El avance de los insurgentes cubrió un amplio paisaje; ocupó Jocotlán, San Esteban, Santa Elena, San Juan Ermita, Quezaltepeque y Lela Chanco, además de ciudades estratégicas como Jutiapa --capital de una provincia al sur de la ciudad de Guatemala en donde se bombardearon las barracas de los militares-, Asunción Mita -en la carretera Panamericana-, Gualán, Morales y Bañanera.

Árbenz recuperó parte de este terreno y pudo conservar Puerto Barrios después de lo que su estación de radio describió como "una fuerte batalla" que diseminó a una ciudadanía en armas en contra del conjunto de sicarios local y 800 refuerzos regulares con artillería y apoyo aéreo. Se reportaron levantamientos populares en San José, en la costa del Pacífico, así como en las capitales de provincia de Retalhuleu, Quetzaltenango y Zacapa. Véase Tribuna Popular, 21 de junio de 1954; Jensen, Guatemala, pp. 221, 225, 227-228; New York Herald Tribune, 21 de junio de 1954; y Allen Dulles a-Dwight Eisenhower, 20 de junio de 1954, Departamento de Estado de EU, Foreign Relations of the United States, 1952-1954 (Washington, 1983), 4, p. 1176 (en adelante FRUS, con los números del año y del volumen). Véase también SchIesinger y Kinzer, Bitter Fruit, p. 17, un ejemplo de lo que se dice del hecho de que Castillo Armas nunca avanzara más allá de la frontera.

Se necesitaron 74 soldados para capturar las colinas en las inmediaciones de Vado Hondo. Es interesante notar que una de las versiones publicadas dedica 30 páginas completas a la descripción detallada de cómo se ganó Vado Hondo. Véase El Espectador, 9 de julio de 1954; Hurtado Aguilar, Así se gestó, pp. 185, 195; César Augusto Silva Girón, La batalla de Gualán (Guatemala, 1977), p. 114; entrevista con Pacheco; Libro negro, pp. 202-203; New York Times, 5 de julio de 1954; New York Herald Tribune, 26 de junio de 1954; Putzeys Rojas, Así se hizo, pp. 87, 185-214, 274, 296; Jensen, Guatemala, pp. 229-230; y Prensa Libre, 26 de junio de 1954, Guatemala. Otras campañas, si bien no tuvieron la misma escala o la misma intensidad, fueron bastante más significativas. ltala fue atacada por 180 hombres en formación convencional de tres columnas y la batalla crucial por Gualán fue tema del extenso libro de Silva Girón, el comandante arbenzista que organizó su defensa. Como es típico, Silva Girón no aparece en las actuales bibliografías. Otros puntos estratégicos, tomados con la ayuda de pesado equipo militar, incluyen a Ocotepeque con 29 cargas de mula de equipo, incluido un cañón de 20 mm y tres armas antiaéreas, y El Florido, con artillería pesada, 47 morteros y un ataque que culminó en un violento asalto que duró 15 minutos. En San Esteban se reportó la resistencia decidida de un pequeño grupo de las fuerzas de Árbenz e hizo falta una cruenta lucha para ocuparlos puestos de Shup y Comotán -en donde se capturó a un gran número de dirigentes comunistas-. Véase El Espectador, 9 de julio de 1954; Putzeys Rojas, Así se hizo, pp. 61-64, 83, 172, 182,219, 226; y Silva Girón, Gualán. Había 800 soldados de tropa del gobierno acuartelados en Ipala. Véase Puzeys Rojas, Así se hizo, p. 291.

En Chiquimula, la Cruz Roja encontró que funcionaba normalmente y que no necesitaba ayuda. Véase Peurifoy a John Foster Dulles (en adelante JFD), 27 de junio de 1954, FRUS, 1952-1954, 4, p. 1189; Jensen, Guatemala, pp. 223, 229; New York Times, 5 de julio de 1954; New York Herald Tribune, 4 de julio de 1954; Hurtado Aguilar, Así se gestó, pp. 185, 195; Putzeys Rojas, Así se hizo, pp. 292-293; El Imparcial, 8, 10 y 14 de julio de 1954; El Espectador, 6 y 9 de julio y 29 de junio de 1954. La armería de Zacapa era la más grande del país, en donde se encontraba la mayor parte de su artillería. Véase Putzeys Rojas, Así se hizo, p. 293. Según Jansen, Castillo Armas pudo reclamar para sí tres provincias: Chiquimula, Izabal y Zacapa. Árbenz, por su parte, anticipó un asalto directo a la ciudad de Guatemala y ordenó la evacuación de todos los pacientes de consulta externa del Hospital General. Su hospital militar también estaba preparado para recibir a los heridos, además de a los 300 provenientes de la batalla de Zacapa. De no haberse firmado el cese al fuego, hubiera crecido considerablemente el número de muertos y heridos, calculado por alguien en alrededor de 4,000. De hecho, algunos de los oficiales de Castillo Armas querían pelear y hasta obtener la rendición incondicional. Véase Jansen, Guatemala, pp. 223, 229, 234. Lo sorprendente sobre las fuentes que más ilustran la historia militar del Movimiento de Liberación es que hay un acuerdo implícito entre ellas. Las historias orales, las historias oficiales y los principales periódicos tanto en Guatemala como en Estados Unidos –durante y después del Movimiento de Liberación-, por no mencionar las memorias de participantes como Silva Girón, todas concuerdan en el boceto general del relato.

Entrevista con Pacheco. El administrador del aeropuerto era sin duda Rodolfo Mendoza Azurdia, jefe en retiro de la fuerza aérea guatemalteca, quien huyó el 4 o 5 de junio en un pequeño avión. Véase Schlesinger y Kinzer, Bitter Fruit, pp. 165, 169.

Eisenhower, Mandate, p. 425; Schlesinger y Kinzer, Bitter Fruit, pp. 9-10, 14, 16-17; Peurifoy al Departamento de Estado, 27 de junio de 1954, FRUS, 1952-1954, 4, p. 1188; Allen a Eden, 10 de enero de 1955, Archivos del Servicio Exterior Británico, Record Class FO 371/114184, Public Record Office (PRO), Kew, Inglaterra (en adelante FO 371, con la información de la ficha correspondiente); Jensen, Guatemala, p. 229; Tribuna Popular, 21 de junio de 1954. Pacheco puede o no estar en lo cierto, pero su versión del acontecimiento tiene mucho más sentido que la de Phillips. Véase la nota 1.

Entrevista con el obispo Rodolfo Quezada Toruño (de Zacapa), 1 de enero de 1988, Esquipulas; entrevista con Pacheco; minuta de Chevalier en British Legation Annual Review for Guatemala, 1954, enero de 1955, FO 371/114184; Clemente Marroquín Rojas, La derrota de una batalla (Guatemala, ¿1956?), pp.123, 129-134. Para ejemplos de la propaganda de Árbenz en el transcurso de la guerra véase El Espectador, 24 de junio de 1954; Tribuna Popular, 21 y 23 de junio de 1954; y El Imparcial, 19 y 25 de junio de 1954. Aunque se involucraron elementos mercenarios en el fallido asalto a Puerto Barrios, no fue así en el ataque a Gualán. Véase Marroquín Rojas, La derrota de una batalla, p. 127; y Hurtado Aguilar, Así se gestó, p. 181.

Philip K. Crowe, "Recollections of John Foster Dulles", julio de 1962, caja 2, Dulles Additional Papers, John Foster Dulles Papers, Biblioteca "Seeley G. Mudd", Universidad de Princeton, Nueva Jersey; Schlesinger y Kinzer, Bitter Fruit, p. 155; Miguel Ydígoras Fuentes, My War with Communism (Englewood Cliffs, 1963), p. 48; Willard L. Beaulac, "The Communist Effort in Guatemala", Bulletin 31 del Departamento de Estado de EU (16 de agosto de 1954), pp. 235-236; Hurtado Aguilar, Así se gestó, pp. 91-101; John D. Martz, Communist Infiltration in Guatemala (Nueva York, 1956), pp. 69-71; Andrew a Eden, 29 de abril de 1954, FO 371/108936.

Véase Ronald Schneider, Communism in Guatemala, 1944·1954 (NuevaYork, 1959), pp. 304-305; John Holger Petersen, "The Political Role of University Students in Guatemala, 1944-1968", tesis doctoral (Universidad de Pittsburgh, 1969), pp. 107-109, 113-114, 119-120, 127-128, 131, 134, 131-137; y Martz, Communist Infiltration, pp. 49-51, 55, 57, 100-101.

Véase, por ejemplo, El Imparcial, 1,3, 7 y 8 de julio de 1954; Julio Adolfo Rey, "Revolution and Liberation: A Review of Recent Literature on the Guatemalan Situation", Hispanic American Historical Review, 38 (mayo de 1958), p. 250; entrevista con el hermano Robert Hébert, 1 de enero de 1988, Esquipulas; y Martz, Communist Infiltration, pp. 100-101. Véase también Mario Rosenthal, Guatemala; The Story of an Emergent Latin American Democracy (Nueva York, 1962); Libro negro; y Daniel James, Red Design for the Americas: Guatemalan Prelude (Nueva York, 1954), pp. 264-280. Una lista con cientos de personas que dijeron haber sido torturadas por la policía de Árbenz en Hurtado Aguilar, Así se gestó, pp. 33 y ss.

Entrevista con Hébert; entrevista con el obispo Rodolfo; Nathan Whetten, Guatemala: The Land and the People (New Heaven, 1961), pp. 154, 156-162, 165-166; Martz, Communist Infiltration, pp. 112-115; Sehneider, Communism, p. 314; David S. Stern, "Agrarian Reform Law", American Journal of Comparative Law, 2 (primavera de 1953), pp. 235-238; Theodore Geiger, Communism versus Progress in Guatemala (Washington, 1953), pp. 46-47; Adolfo Rey, "Revolution", p. 254; Thomas and MaIjorie Melville, Guatemala: The Politics of Land Ownership (Nueva York, 1971), pp. 53-55, 58, 67-68. Debe señalarse que los Melville fueron proarbenzistas y que ambos trabajaron junto a los guatemaltecos en favor del éxito del programa de la reforma agraria. Para otra visión positiva de la reforma agraria de Árbenz, pero nuevamente una que la cita como el factor que "crió una inquietud sustancial y que fue decisiva en la inspiración de una revuelta armada", véase Jim Handy, "'The Most Precious Fruit of the Revolution': The Guatemalan Agrarian Reform, 1952-54", Hispanic American Historical Review, 68 (noviembre de 1988), p. 676. Según Whetten, muchas de las tierras que se distribuyeron entre los campesinos ni siquiera se midieron. Muchas veces, el recipendario no sabía lo que recibía ni el terrateniente lo que le quitaban, lo cual resultó en mayor confusión y desorden. Véase Guatemala, p. 162.

Costa Rica, que estuvo a punto de sucumbir a un golpe comunista en 1947, expulsó al embajador de Guatemala por participar como orador en una manifestación comunista. Honduras experimentó una huelga, la peor en su historia, en un área en la que tres cónsules de Guatemala habían sido declarados persona non grata. Para el mes de junio de 1954, Nicaragua, República Dominicana, Perú y Venezuela habían roto relaciones diplomáticas con Guatemala, y Haití declaró persona non grata al enviado guatemalteco. La operación clandestina que Truman respaldó antes de su cambio de política fue orquestada por Somoza y fue él de nuevo quien aceptó darle a Castillo Armas dos bombarderos si Estados Unidos se los cambiaba. Nicaragua, por su parte, ofreció armas y bases. En pocas palabras, la CIA y el Departamento de Estado de EU tenían buenas razones para creer que los vecinos de Guatemala estaban lo suficientemente ansiosos por montar una invasión con o sin el apoyo estadounidense, una postura compartida por Betancourt en Venezuela. El liberal José (Pepe) Figueres, presidente de Costa Rica, presionó secretamente en favor de una línea dura en Washington. De hecho, se esperaba que cuando Dulles llevara su caso a la OEA, podría ganar con 16 de los 17 votos, con Brasil al frente. Véase Schnider, Communism, pp. 297-299; Ydígoras Fuentes, Communism, p. 8; JFD a las oficinas diplomáticas de EU en las repúblicas americanas, 20 de mayo de 1954, y la discusión entre los funcionarios del departamento de Estado de EU y los jefes de Estado, 21 de mayo de 1954, FRUS, 1952-1954, 4, pp. 1117-1119; Informe Anual para Honduras, 1954, FO 371/114215; Andrew a Eden, 2 de junio de 1954, FO371/108939; minuta sobre Andrew a la FO, 11 de enero de 1954, FO 371/108936; John E. Peurifoy, "The Communist Conspiracy in Guatemala", Bulletin 31 (8 de noviembre de 1954) del Departamento de Estado de EUA, p. 694; memorándum de la conferencia con DDE en la Casa Blanca, 22 de mayo de 1954, caja 1, White House Memoranda Series, Dwight D. Eisenhower Papers, Biblioteca Dwight D. Eisenhower, Abilane, Kansas; Spruille Braden, Diplomats and Demagogues (New Rochelle, 1971), pp. 410-411; Schlesinger y Kinzer, Bitter Fruit, pp. 102, 124-125; Jean-François Revel, How Democracies Perish (Garden City, 1984), p. 322; Beatrice Bishop Berle y Travis Beal Jacobs (eds.), Navigating the Rapids, 1918-1971: From the Papers of Adolf A. Berle (Nueva York, 1973), pp. 616-618; y memorando de la reunión de la NSC, 27 de mayo de 1954, y Hill a Peurifoy, 30 de mayo de 1954, FRUS, 1952-1954, 4, pp. 1133-1134, 1152-1153.

Izquierda y derecha estuvieron de acuerdo en que Arévalo era popular y capaz y que él había triunfado en la primera elección genuinamente democrática en la historia de Guatemala. Pero también es una creencia generalizada que él permitió que los comunistas tomaran el control y se le criticó severamente por no asegurar una elección limpia en 1950, el año de su salida. Subsecuentemente, Ydígoras aguardó la vindicación en El Salvador desde donde dio su bendición a Castillo Armas. Que el popular y conservador Arana fuese asesinado por agentes de Arévalo-Árbenz siempre lo negaron Arévalo y Arbenz. Sin embargo, hasta escritores liberales como Carlos Samayoa Chinchilla y Mario Efraín Nájera Farfán coincidían en la culpabilidad de la izquierda. Nájera Farfán, dirigente del Partido Renovación Nacional, invitó a Arévalo a volver de Argentina en 1944 para que pudiera contender por la presidencia. Debe señalarse que Samayoa Chinchilla dirigió la Biblioteca Nacional durante los gobiernos revolucionarios de Arévalo y Árbenz. Véase Castillo Armas, "Guatemala", pp. 140-141; y New York Herald Tribune, 22 de junio de 1954. Véase también Schlesinger y Kinzer, Bitter Fruit, pp. 124-125; Ydígoras Fuentes, Communism, pp. 39, 45-47, 51; Adolfo Rey, "Revolution", pp. 251-253; y Schneider, Communism, p. 303.

Berley Jacobs (eds.), Berle, p. 617; Ambrose, Eisenhower, p. 192; New York Times, 1 de septiembre de 1953; RG25G2, expediente 5451-40, Relaciones entre EU-Guatemala, Departamento de Relaciones Exteriores, Ottawa, Canadá (en adelante RG25G2, con la información de catalogación). Para ejemplos de literatura que detallan el grado de la infiltración comunista véase James, Red Design for the Americas; y Adolfo Rey, "Revolution", pp. 240-241, 247, 251, 253. El libro negro pretende ofrecer una lista alfabética de nombres, lugar de nacimiento y ocupación de todos los comunistas en Guatemala hasta el 27 de junio de 1954. Véase Hurtado Aguilar, Así se gestó, pp. 21-32, 75-85; Libronegro, p.99; y Jorge del Valle Matheu, La verdad sobre el "Caso de Guatemala", s/f, s/e, pp. 132-150. Del Valle Matheu fue secretario de Educación de Castillo Armas.

Stephen E. Ambrose, Ike's Spies: Eisenhower and the Espionage Establishment (Garden City, 1981), p. 220; Castillo Armas, "Guatemala", pp. 138-139; Schneider, Communism, p. 304; Melville y Melville, Land Ownership, p. 69; Boletín del Departamento de Estado de EUA, 31 de enero de 1954, en The Eisenhower Administration, 1955-1961: A Documentary History, editado por Robert L. Branyan y Lawrence H. Larsen (Nueva York, 1971), p. 310; "Guatemala File", caja 62, Allen Dulles Papers, Biblioteca Mudd; Beaulac, "Communist Efforts", p. 235; National Intelligence Estimate núm. 84, 19 de mayo de 1953, memorándum de Fisher, 19 de abril de 1954, y JFD a ciertos funcionarios diplomáticos, 28 de mayo de 1954, FRUS, 1952-1954, 4, pp. 1066, 1099-1100, 1137; Times (Londres), 30 de agosto de 1954, RG25G2, expediente 5451; Geiger, Communism, pp. 1, 13-14, 17-18, 21-22; Schlesinger y Kinzer, Bitter Fruit, p. 51; "The Guatemalan Communist Party", Bulletin 31 (16 de agosto de 1954) del Departamento de Estado de EUA, pp. 238-239.

Según Raúl Osegueda, quien encabezara las secretarías de Educación y de Relaciones Exteriores con Arévalo y Árbenz, y quien no era defensor de Castillo Armas, Árbenz permitió que los comunistas se infiltraran en los sindicatos obreros y que convirtieran a la reforma agraria en un instrumento político, violando el código del trabajo y la ley de la reforma agraria. Y según el dueño de un periódico, Clemente Marroquín Rojas, quien en el último momento apoyó a Árbenz para desengañarse al poco tiempo, éste permitió a los comunistas apoderarse de su gobierno con la abierta intención de destruir los negocios estadounidenses. Véase Adolfo Rey, "Revolution", p. 247. Véase también Martz, Guatemala, p. 67; Schlesinger y Kinzer, Bitter Fruit, pp. 137, 142; Berle y Jacobs (eds.), Berle, pp. 610-611; Boletín de Prensa del Departamento de Estado de EUA, 31 de enero de 1954, y Branyan y Larsen (eds.), Eisenhower, p. 310; "Guatemala File", caja 62, Allen Dulles Papers; Conferencia de Prensa de JFD, 25 de mayo de 1954, Boletín de Prensa del Departamento de Estado de EUA, núm. 279, caja 81, John Foster Dulles Papers; "The Guatemalan Communist Party", Bulletin 31 (16 de agosto de 1954) del Departamento de Estado de EUA, pp. 238-239; Peurifoy, "Guatemala", p. 692; National Intelligence Estimate núm. 84, 19 de mayo de 1953, FRUS, 1952-1954,4, p. 1066; Allen a Eden, 10 de enero de 1955, FO 371/114184; Geiger, Communistn, pp. 21-22; Del Valle Matheu, Verdad, pp. 137-138; entrevista con Hébert; entrevista con Pacheco; y El Rebelde (Guatemala), 1 de diciembre de 1953. Cuando algunos congresistas objetaron el minuto de silencio y trataron de hablar mal de Stalin, se les abucheó y aplacó. Véase Martz, Guatemala, p. 59.

Hurtado Aguilar, Así se gestó, pp. 133-175; entrevista con Pacheco.

Las minutas de Pridham sobre el Boletín del Departamento de Estado de EUA del 28 de agosto de 1954, FO 371/108945; minutas sobre la legación británica (Guatemala), Annual Review de 1954, 19 y 27 de enero de 1955, Allen a Eden, 10 de enero de 1955, FO 371/114184; embajada británica (Quito) a FO, 18 de febrero de 1954, FO 371/108739; embajada británica (Montevideo) a Eden, 2 de abril de 1954; Urquhart a Eden, 14 de mayo de 1954, FO 371/108740; 1953 Annual Review for Argentina, FO 371/114018; 1954 Annual Review for Chile, FO 371/114109; 1954 Annual Review for Costa Rica, FO 371/114300; Times (Londres), 30 de agosto de 1954, RG25G2, expediente 5451-40. Para el antiamericanismo entre los británicos véase Lord Moran, Churchill: Taken from the Diaries of Lord Moran, 1940-1965 (Boston, 1965), pp. 602-604.

Allen a Eden, 10 de enero de 1955, FO 371/114184; memorándum de Depocas, 20 de agosto de 1954, RG25G2, expediente 5451-40; Marroquín Rojas, La derrota de una batalla, pp. 94-95. Según Virgilio Pacheco, los guatemaltecos aportaron unos 200,000 dólares, cantidad relativamente grande. Entrevista con Pacheco.

Berle y Jacobs (eds.), Berle, p. 610; Schlesinger y Kinzer, Bitter Fruit, pp. 127-128; Del Valle Matheu, Verdad, pp. 136-138; Schneider, Communism, pp. 304-305; National Intelligence Estimate núm. 84, 19 de mayo de 1953, FRUS, 1952-1954, 4, p. 1067; Geiger, Communism, p. 27.

"Guatemala File", caja 62, Allen Dulles Papers; Schlesinger y Kinzer, Bitter Fruit, pp. 164-165; Schneider, Communism, pp. 313-317; Martz, Guatemala, p. 107; Prensa Libre, 8 de julio de 1954.

Peurifoy al Departamento de Estado de EUA, 28 de junio de 1954, FRUS, 1952-1954,4, pp. 1192-1194; Jensen, Guatemala, p. 231; New York Herald Tribune, 30 de junio de 1954.

Minutas de la reunión del Departamento de Estado de EUA, 8 de agosto de 1954, FRUS, 1952-1954, 4, pp. 1218-1219. Véase también Schlesinger y Kinzer, Bitter Fruit, pp. 214-216.

Robert Murphy, Diplomat among Warriors (Garden City, 1964), p. 371; Eisenhower, Mandate, pp. 424-425; Ambrose, lke's Spies, p. 230; Boletín de Prensa del Departamento de Estado de EUA, 25 de mayo de 1954, y Mensaje de JFD por Radio y TV, 30 de junio de 1954, en Branyan y Larsen (eds.), Eisenhower, pp. 311, 314-315; memorándum de la conversación JFD-DDE, 22 de mayo de 1954, Series de Memoranda de la Casa Blanca, caja 1; Schlesinger y Kinzer, Bitter Fruit, pp. 132, 146, 155, 160-163; Ambrose, Eisenhower, p. 195; Peurifoy, "Guatemala", p. 694; JFD a ciertos funcionarios de relaciones exteriores, 28 de mayo de 1954,FRUS, 1952-1954, 4, p. 1138.

Eisenhower, Mandate, p. 426; entrevista con Pacheco; Robert Cutler, No Time for Rest, p. 370; Schlesingery Kinzer, Bitter Fruit, pp. 113-117, 150, 160, 189, 209; Ambrose, Eisenhower, p. 195; Informe de USIA, 27 de julio de 1954, FRUS, 1952-1954, 4, p. 1215; Prensa Libre, 5 de julio de 1954. Véase también FRUS, 1952-1954, 4, p. 1177n.

Schlesinger y Kinzer, Bitter Fruit, p. 15; conversación telefónica de Holland-Peurifoy, 29 de junio de 1954, Peurifoy al Departamento de Estado de EUA, 29 de junio y 7 de julio de 1954, FRUS, 1952-1954, 4, pp.1195, 1197, 1202-1205. Según Ydígoras, Peurifoy exageró su propio papel. Lo que intentó (y no logró) hacer fue subsumir a Castillo Armas en el resto de la dirigencia militar. Véase Ydígoras, Communism, p. 54. También hay que señalar que bien pudo ser Castillo Armas, más que la CIA, quien tuvo la idea de crear la ilusión de una fuerza mayor por medio del empleo reiterado de pequeños aviones y de transmisiones radiofónicas. Véase Allen Dulles a DDE, 20 de junio de 1954, FRUS, 1952-1954, 4, p. 1176.

Peurifoy al Departamento de Estado de EUA, 24 de mayo de 1954, FRUS, 1952-1954,4, p. 1128. Véase también las fuentes que se Citan en la nota 2.

Schlesinger y Kinzer, Bitter Fruit, pp. 106-107. 33 Ibid., pp. 12, 71; Beaulac, "Communist Effort", p. 236; New York Times, 1 de septiembre de 1953; Geiger, Communism, p. 45; Martz, Guatemala, pp. 78-79, 84-85.

Ibid., pp. 12, 71; Beaulac, "Communist Effort", p. 236; New York Times, 1 de septiembre de 1953; Geiger, Communism, p. 45; Martz, Guatemala, pp. 78-79, 84-85.

Tras vender sus propiedades guatemaltecas a Del Monte, la UFC se fusionó con United Brands. El plan de Berle, para marzo de 1953, era apoyar a un grupo rebelde asentado en Nicaragua. Véase Berle y Jacobs (eds.), Berle, pp. 617-618; y Schlesinger y Kinzer, Bitter Fruit, pp. 102-104, 221, 224, 229.

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Publicado

1996-03-31

Cómo citar

Marks, III, F. W., & Saborit, A. (1996). La CIA y Castillo Armas en Guatemala, 1954: nuevos indicios para una antigua interrogante. Historias, (36), 105–123. Recuperado a partir de https://revistas.inah.gob.mx/index.php/historias/article/view/13926

Número

Sección

América