Inmigración libanesa en México. Un caso de diversidad cultural

Autores/as

  • Rebeca Inclán

Resumen

Los libaneses empezaron a llegar a México durante la segunda mitad del siglo XIX. Líbano vivió entre dos fuertes tendencias: la cristiana occidental y la árabe musulmana. Encontramos la presencia de los cristianos desde el siglo IV, cristiandad que fue ratificada con las Cruzadas y la invasión árabe desde el siglo VII. Con la aparición de Mahoma en esa centuria, el Islam inició un proceso expansivo que provocó un fenómeno de repliegue por parte de las comunidades cristianas hacia la Montaña o Monte Líbano. El fenómeno de emigración que apareció en el Líbano durante el siglo XIX fue una de las consecuencias de la desintegración de un sistema tradicional: el Imperio otomano, del que formaba parte. Esta desintegración suscitó diversas situaciones: terminó con la producción artesanal y familiar preindustriales y eón la forma tradicional de la propiedad de la tierra, aunque ésta perteneciera a la comunidad. Aquí hablamos de un tipo de comunidad corporativa, en la que el poder central no puede o no quiere intervenir en la administración directa, pero en la que se imponen a la comunidad rural en su conjunto ciertas obligaciones colectivas en forma de impuestos y trabajos no remunerados, y en las que esta comunidad crea o se reserva mecanismos para administrar sus propios recursos naturales y sociales; este sistema era conocido con el nombre de musha’a.

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Citas

1 Entrevista con pionero libanés, Puebla, 1977.
2 A principios del siglo VII Mahoma empezó a predicar y a convertir al monoteísmo a los coraichitas, la gente de su tribu. Después de su muerte los fieles emprendieron una serie de invasiones que los llevaron a formar uno de los imperios más importantes que hayamos conocido. En un solo siglo construyeron los árabes un imperio cuya extensión superaba los 15,000 km y que se expandía por las mesetas de Asia Central. Ignacio Olagüe, La Revolución islámica en Occidente, España, Publicaciones de la Fundación Juan March, Guadarrama, 1974, p. 10.
3 Los maronitas tomaron su nombre del anacoreta san Marón, que vivió en el siglo V. Durante el periodo mameluco se replegaron a la Montaña, para evitar una penetración musulmana. La iglesia maronita usa en su liturgia la lengua siriaca, que es una antigua lengua semita procedente del arameo, y que fue adaptada como lengua eclesiástica. Fue en 1736 cuando se logró la completa unión de esta iglesia con la católica, apóstolica y romana. La religión maronita exalta al campesino y la vida rural, por lo que ha desarrollado fuertes tradiciones agrarias y un tipo característico de campesino montañés. Ramón Díaz Sánchez, Líbano, una historia de hombres y de pueblos, Caracas, 2a. ed., 1969, pp. 115 y 116. Jean Salero, Le peuple libanais, Beirut, Ediciones Samir, 1968.
4 La comunidad drusa data del siglo XI. Su doctrina nace del ismaelismo extremista. Desde el punto de vista socioeconómico han sustentado una sólida estructura feudal. La población ha sido esencialmente rural. Algunos autores consideran a esta religión como algo esotérico; no tienen templos y sus reuniones las practican en casas particulares. No participan en festividades musulmanas y actúan con cierta flexibilidad, pues asisten a iglesias católicas e incluso llegan a bautizarse. Jean Salero, op. cit., p. 119, y Jorge Salomao, Album da Colonia Sirio-Libanesa no Brasil, São Paulo, Sociedad Impresora Brasileira, s/f., p. 479.
5 Ministère du Plan, Bessoins et possibilités de développement du Liban, Études Preliminaires, 2 vols. Líbano, Mission Irfed, 1960-1961, vol. I, pp. 49-51.
6 Abelardo Villegas, Positivismo y porfirismo, México, SEP, 1972, p. 95.
7 Moisés González Navarro, "La vida social", en Daniel Cosío Villegas, Historia moderna de México. El porfiriato, 2a. ed., México, Editorial Hermes, 1970, vol. 4, pp. 153 y 155.
8 Moisés González Navarro, La colonización en México 1877-1910, México, Talleres de impresión de estampillas y valores, 1960, p. 91.
9 Memorias de Relaciones Exteriores, 1926-1927, pp. 512 y 513. Moisés González Navarro, Población y sociedad en México, 1900-1970, 2 vols., México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1974. Carmen Páez Oropeza, Los libaneses en México: asimilación de un grupo étnico, México, ENAH, 1976, p. 141.
10 J. Nasr y Salim Abud, Directorio libanés, México, Edición de los autores, 1948, 245 p.
11 Emir, núm. 24, febrero de 1966, p. 38.
12 Héctor Azar, Las tres primeras personas, México, Editorial Grijalbo, 1977, pp. 33-35.
13 Morillo Dibb, "Memorias y biografía", Actopan, Hidalgo, inédito, pp. 44 y 45.
14 Morillo Dibb, op. cit.
15 Jacques Le Goff, "Las mentalidades: una historia ambigua", Hacer la historia, Barcelona, Laia, 1980, vol. III, pp. 82-98.
16 Entrevista con pionera, Guadalajara, 1977.
17 Emir, núm. 59, abril de 1942, pp. 22 y 25.

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Publicado

1995-03-31

Cómo citar

Inclán, R. (1995). Inmigración libanesa en México. Un caso de diversidad cultural. Historias, (33), 61–68. Recuperado a partir de https://revistas.inah.gob.mx/index.php/historias/article/view/13980

Número

Sección

Ensayos