Publicado 1993-03-31
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Resumen
Este ensayo apareció publicado en Fundamentos de la historia antigua, Tunn, Einaudi Paperbacks 157, 1984. White trata a los historiadores igual que a todos los demás narradores: como retóricos que pueden ser caracterizados de acuerdo con las formas de su discurso. Debemos reconocer -dice- que la escritura histórica, como otras formas literarias, construye la realidad escogiendo modos específicos del discurso, cada uno de los cuales implica una conceptualización distinta de la relación que hay entre individuo y sociedad. Apoyado en Gimbattista Vico por un lado, en Kenneth Burke, por otro (y quizás generalmente atenido a R. Jakobson), reduce a cuatro los modos del discurso: metáfora, metonimia, sinécdoque e ironía. Aunque no explique con precisión en qué circunstancias tienden a prevalecer cada uno de los modos a lo largo del tiempo, en su ensayo “Foucault decoded- (reimpreso en Tropics of Discourse, pp. 231-260), parecería sugerirse que en los siglos XVI y XVII prevalecía la metáfora, pero sólo para dar paso a la metonimia del siglo XVIII y la sinécdoque del XIX; mientras que nosotros ahora nos encontramos, o deberíamos encontrarnos, en la edad de la ironía, o aun en aquella fase tardía de la edad de la ironía, caracterizada por la ironía de la ironía. Aunque ésta puede ser sólo una vaga aproximación, ya que en Metahistory (Metahistoria, México, FCE, 1992) aclara profusamente que los cuatro modos eran fundamentales y competitivos entre sí, para el siglo XIX, al que Michelet asignaba la metáfora, Ranke la sinécdoque, Tocqueville la metonimia, y Burckhardt la ironía. En efecto: la ironía prevaleció en el siglo XIX tardío.