Historia intelectual y cultural

Autores/as

  • Robert Darnton

Palabras clave:

Corrientes históricas, Historia cultural, Historia de las mentalidades, Historia intelectual, Historiografía

Resumen

En Estados Unidos, un malestar se extendía en el gremio de la historia intelectual, ya que décadas atrás, los practicantes de esa disciplina la veían como la reina de las ciencias históricas, en la actualidad pareciera que la volvieron humilde. Después de la realineación de la investigación durante las últimas décadas, la historia intelectual está por los suelos, rodeada de nueve variedades rudas de la historia sociocultural y de un lenguaje enloquecedor: mentalité, episteme, paradigma, hermenéutica, semiótica, hegemonía, desmenuzamiento y descripción abigarrada.

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Citas

El Dictionary of the History of Ideas (Nueva York, 1973), 4 vols., editado por Philip P. Wiener y otros, puede considerarse como "un monumento a Lovejoy", tal y como observó un reseñista en otra empresa monumental de Lovejoy, el Journal of the History of Ideas: F.E.L. Priestley, "Mapping the World of Ideas", Journal of the History of Ideas, XXXV (1974), 527-537. Aunque este diccionario representa diferentes variedades de la historia intelectual, por lo general trata las ideas a la manera de Lovejoy, como entidades concretas que pueden trazarse a través del tiempo y a través del espacio. Compárese el prefacio del Dictionary con la nota introductoria de Lovejoy en el primer número del Journal: "Reflections on the History of Ideas", Journal of the History of Ideas, 1 (1940), 3-23. Véanse también George Boas, The History of Ideas: An lntroduction (Nueva York, 1969), y Rush Welter, "On Studying the National Mind ", en John Higham y Paul K. Conkin, editores, New Directions in American Intellectual History (Baltimore, 1979), 64-82.

Murray G. Murphey, "The Place of Beliefs in Modern Culture", New Directions, 151.

Circular (primavera 1979) titulada "The Future of European Intellectual History".

John Higham, "Introduction", New Directions, XI-XVIII.

Las ponencias de la conferencia de Roma se publicaron en Félix Gilbert y Stephen Graubard, editores, Historical Studies Today (Nueva York, 1972), después de aparecer en Daedalus. Véanse en especial los ensayos de Félix Gilbert, "Intellectual History: Its Arms and Methods", y Benjamín I. Schwartz, "A Briefe Defense of Political and Intellectual History".

La convención de San Francisco en 1973 precipitó una gran cantidad de intercambios entre los practicantes de la historia intelectual y contribuyó a la formación de un Intellectual History Group, que sacó su primera publicación en la primavera de 1979.

Como ejemplos de opiniones fuertes sobre la crisis ver Paul K. Conkin, "Intellectual History: Past, Present and Future", en Charles F. Delzell, editor, The Future of History (Nashville, 1977), 111, y Gene Wise, "The Contemporary Crisis in Intellectual History Studies", Clio, V (1975), 55. Para ver algunas reacciones más mesuradas ver Leonard Krieger, "The Anatomy of Intellectual History", Journal of the History of Ideas, XXXIV (1973), 499-516, y David Potter, "History and the Social Sciences", en Don E. Fehrenbacher, editor, History and American Society: Essays of David M. Potter (Nueva York, 1973), 40-47. Algunos historiadores franceses han desarrollado opiniones similares de una crisis dentro de su propia tradición. Ver Jean Ehrard y otros, "Histoire des idées et histoire sociale en France au XVIIIe siècle: Réflexions de méthode", Niveaux de culture et groupes sociaux: Actes du colloque réuni du 7 au 9 mai 1966 a l'Ecole normal supérieure (París y La Haya, 1967), 171-188.

Gran parte del siguiente bosquejo historiográfico se basa en Robert Skotheim, American Intellectual Histories and Historians (Princeton, 1966), y en especial la obra de John Higham: "The Rise of American Intellectual History", American Historical Review, LVI (1951), 453-471; "American Intellectual History: A Critical Appraisal", American Quarterly, XIII (1961), 219-233; (con la colaboración de Leonard Krieger y Felix Gilbert) History (Englewood Cliffs, N.J., 1965); y Writing American History: Essays on Modern Scholarship (Bloomington, IND., 1970).

William Hesseltine, citado en Skotheim, American lntellectual Histories, 3.

Crane Brinton, English Political Thought in the Nineteenth Century (Nueva York, 1962; primera edición, 1933).

Véase la definición que da Brinton de la tarea de la historia intelectual en Ideas and Men: The Story of Western Thought (Englewood Cliffs, N.J., 1963; primera edición, 1950), 4, y la descripción del curso de Historia 134a que apareció en los catálogos de las décadas de los cincuenta y sesenta: "Un examen de los cambios en los sentimientos y teorías de los europeos occidentales comunes y corrientes en los siglos que presenciaron las revoluciones de Estados Unidos y Francia y la revolución industrial. No se trata de una historia del pensamiento formal; más preocupada con la penetración hacia abajo dentro de la multitud de teorías que profesaban los pensadores formales". El primer curso sobre historia intelectual en Estados Unidos lo dio James Harvey Robinson en Columbia en 1904. En la década de los treinta, Brinton tenía la esperanza de que su versión del "método de los hombres", distinto al "método de las ideas", acercara a la historia del pensamiento "lo suficiente a la historia social hoy de moda", refiriéndose a la New History de Robinson (English Political Thought, 4).

H. Stuart Hughes, Conciousness and Society: The Reorientation of European Social Thought, 1890-1930 (Nueva York, 1958); The Obstructed Path: French Social Thought in the Years of Desperation, 1930-1960 (Nueva York, 1968); The Sea Change: The Migration of Social Thought, 1930-1965 (Nueva York, 1975); y Peter Gay, The Enlightenment: An Interpretation, 2 vols. (Nueva York, 1966 y 1969). Para las discusiones comparables sobre la naturaleza de la historia intelectual y sus métodos, ver las introducciones en Brinton, Ideas and Men, y Hughes, Consciousness and Society; y Gay, "The Social History of Ideas: Ernst Cassirer and After" en Kurt H. Wolff y Barrington Moore, Jr., editores, Essays in Honor of Herbert Marcuse (Boston, 1967), 106-20.

Arthur Wilson, Diderot, 2 vols. (Nueva York, 1957 y 1972); Frank E. Manuel, The Prophets of Paris (Cambridge, Mass., 1962); Jacques Barzun, Berlioz and the Romantic Century (Boston, 1950).

El grupo incluía a Albert Saboul, George Rudé, Richard Cobb y K.D. Tonnesson. El libro más importante que salió de este grupo fue la tesis de Saboul, Les sansculottes parisiens en l'an II (París, 1958), aunque este grupo se conoció en el mundo de habla inglesa sobre todo a partir de la obra que publicaron en inglés Rudé y Cobb.

Conkin, "Intellectual History", 111.

Según un muestreo realizado en 1953 sobre 200 universidades, los cursos sobre historia social e intelectual eran muy nuevos en las universidades y los impartían por lo general profesores jóvenes. Por desgracia, el muestreo no daba detalles sobre la tasa de cambios curriculares o sobre la importancia relativa de la historia social e intelectual, pero reunió información dispersa sobre el carácter de los cursos: H.L. Swint, "Trends in the Teaching of Social and Intellectual History", Social Studies, XLVI (1955), 243-251. Un manual sobre las ofertas en historia en las universidades británicas en 1966 muestra que diecinueve de treinta y cinco universidades tenían cursos en historia social y dieciséis tenían cursos en la "historia de las ideas" (George Barlow, editor, History of the Universities, Londres, 1966).

Según un muestreo de los profesores de historia que realizó David Landes y Charles Tilly en 1968, 14 por ciento de los titulares especializados en historia intelectual y 17 por ciento en historia social, y los practicantes de la historia social eran más jóvenes (David S. Landes y Charles Tilly, History of Social Science, Englewood Cliffs, N.J., 1971), los porcentajes se calcularon a partir de la página 23. Un muestreo realizado por el American Council of Learned Societies en 1952 dio resultados menos serios, ya que esto confundió la especialización por género y por periodo de tiempo y no incluyó a la historia social dentro de las especializaciones del género. No obstante, mostró la importancia de la historia intelectual en esa época. De 742 historiadores que se identificaron a sí mismos por género, 109 (el 15 por ciento) se decían historiadores intelectuales y culturales -más numerosos que aquéllos en otras categorías excepto la historia diplomática (136 historiadores, o 18 por ciento) (J.F. Wellmeyer, Jr., "Survey of United States Historians, 1952, and a Forecast" American Historical Review, LXI (1956), 339-352).

El Journal of American History hizo una lista de todos los artículos dedicados a la historia de Estados Unidos que aparecieron en prácticamente todas las publicaciones periódicas de Estados Unidos, dividiéndolos según su género. En 1978 incluyó a la historia intelectual, aunque no la historia política, entre sus categorías genéricas -y enlista ¡2,131 artículos!-. Al compilarlos y computarlos, se sacan resultados muy aproximados a los que aparecen en el cuadro 4: relaciones internacionales, 6 por ciento; historia intelectual, 2 por ciento -pero los artículos sobre artes comportaban otro 3 por ciento y artículos sobre religión otro 5 por ciento; historia social, 22 por ciento; e historia económica, 4 por ciento.

Claro que es posible clasificar estas variedades de historia de muchas maneras. La distinción más común separa a la historia de las ideas de la historia intelectual, pero la mayor parte de los historiadores, incluyendo a Lovejoy, usa esos términos de manera confusa e inconsistente. Para esfuerzos por definir el campo y acomodarlo en subdivisiones ver Maurice Mandelbaum, "The Historiography of the History of Philosophy", History and Theory, IV (1965), suplemento 5, 33-66; Hajo Holborn, "The History of Ideas ", American Historical Review, LXXIII (1968), 683-695 ; y Hayden White, "The Task of lntellectual History", The Monist, LIII (1969), 606-630.

Ver Schorske, Fin-de-Siècle Vienna: Politics and Culture, y para una visión comparable de la cultura vienesa Allan Janik y Stephen Toulmin, Wittgenstein's Vienna (Nueva York, 1973).

Morton White, Science and Sentiment in America: Philosophical Thought from Jonathan Edwards to John Dewy (Nueva York, 1972) y The Philosophy of the American Revolution (Nueva York, 1978); Bruce Kuklick, The Rise of American Philosophy: Cambridge, Massachusetts, 1860-1930 (New Haven, 1977); y Murray Murphey (con Elizabeth Flower), A History of Philosophy in America, 2 vols. (Nueva York, 1977).

Edmund S. Morgan, Visible Saints: The History of a Puritan Idea (Nueva York, 1963); Alan Heimert, Religion and the American Mind from the Great Awakening to the Revolution (Cambridge, Mass., 1966); Sacvan Bercoritch, The Puritan Origins of the American Self (New Haven, 1975) y The American Jeremiad (Madison, Wis., 1978); y David Hall, The Faithful Shepherd: A History of the New England Ministry in the Seventeenth Century (Chapel Hill, N.C., 1972).

Laurence Veysey, The Emergence of the American University (Chicago, 1965).

William R. Hutchinson , The Modernist Impulse in American Protestantism (Cambridge, Mass., 1976).

Bruce Frier, Landlords and Tenants in Imperial Rome Princeton, 1980).

Roger Hahn, The Anatomy of a Scientific lnstitution: The Paros Academy of Sciences, 166-l803 (Berkeley, 1971), y Charles Rosenberg, The Trial of Assassin Guiteau: Psychiatry and Law in the Gilded Age (Chicago, 1968).

Thomas S. Kuhn, "The Relation between History and History of Science", Daedalus, Primavera 1971, 271-304; "Mathematical vs. Experimental Traditions in the Development of Physical Science", Journal of Interdisciplinary History, VII (1976), 1-31; y Black-Body Theory and the Quantum Discontinuity, 1894-1912 (Nueva York, 1978), un libro que debe ser una de las historias más "internalistas" de tema científico que se haya escrito.

Margaret C. Jacob, The Newtonians and the English Revolution: 1689-1720 (Itaca, Nueva York, 1978), y Paul Forman, "Weimar Culture, Causalty, and Quantum Theory, 1918-1927: Adaptation by German Physicists and Mathematicians to a Hostile Intellectual Environment", Historical Studies in the Physical Sciences, III (1971), 1-115.

Para ejemplo de un estudio "interno" fuerte ver Stillman Drake, Galileo at Work : His Scientific Biography (Nueva York, 1978), y, para una visión "externa", Daniel Kevles, The Physicists: The History of a Scientific Community in the United States (Nueva York, 1978).

La literatura de y sobre estos historiadores no es muy extensa. Como ejemplo de sus escritos programáticos ver Quentin Skinner, "Meaning and Understanding in the History of Ideas", History and Theory, VIII (1969), 3-53; John Dunn, "The Identity of the History of Ideas", Philosophy, XLIII (1968), 85-104; y J.G.A. Pocock, "Languages and Their Implications: The Transformation of the Study of Political Thought", en Pocock, Politics, Languages, and Time: Essays on Political Thought and History (Nueva York, 1971), 3-41. Sus obras son, Skinner, The Foundations of Modern Political Thought, 2 vols. (Cambridge, Mass., 1978); Dunn, The Political Thought of John Loche (Cambridge, Mass., 1969); y Pocock, The Machiavellian Moment: Florentine Political Thought and the Atlantic Republican Tradition (Princeton, 1975).

Ira O. Wade, The Structure and Form of the French Enlightenment, 2 vols, (Princeton, 1977); Gay, The Enlightenment; y Rush Welter, The Mind of America, 1820-1860 (Nueva York, 1975).

Además de la obra anterior de Daniel Calhoun, Roy Lubre y Corinne Gilb, ver George W. Stocking, Race, Culture and Evolution: Essays in the History of Anthropology (Nueva York, 1968); Mary O. Furner, Advocacy and Objectivity: A Crisis in the Professionalization of American Social Science. 1865-1905 (Lexington, Ky., 1975); Thomas L. Haskell, The Emergence of Professional Social Science: The American Social Science Association and the Nineteentlh-Century Crisis of Authority (Urbana, III., 1977); y para opiniones relacionadas, Thomas Bender, Toward an Urban Vision: Ideas and Institutions in Nineteenth-Century America (Lexington, Ky., 1975).

Donald R. Kelley, Foundations of Modern Historical Scholarship: Language, Law, and History in the French Renaissance (Nueva York, 1972); Nancy Struever, The Language of History in the Renaissance: Rhetorical and Historical Consciousness in Florentine Humanism (Princeton, 1970); Hayden White, Metahistory: The Historical lmagination in Nineteenth-Century Europe (Baltimor, 1973); Lionel Gossman, "Augustin Thierry and Liberal Historiography", History and Theory, XV (1976), suplemento 15; y Maurice Mendelbaum, History, Man, and Reason: A Study in Nineteenth-Century Thought (Baltimore, 1971). Ver también George Huppert, The Idea of Perfect History: Historical Erudtion and Historical Philosophy in Renaissance Florence (Urbana, III., 1970); Linda Orr, Jules Michelet: Nature, History, and Language (Ithaca, Nueva York, 1976); y Charles Rearick, Beyond the Enlightenment: Historians and Folklore in Nineteenth-Century France (Bloomington, Ind., 1974).

Entre las obras más citadas por los americanistas están Robert K. Merton, Social Theory and Social Structure (Nueva York, 1968; primera edición, 1949); Peter Berger y Thomas Luckmann, The Social Construction of Reality (Nueva York, 1966); más recientemente Clifford Geertz, The Interpretation of Cultures (Nueva York, 1973); y sobre todo Thomas Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas. En estos momentos Foucault destaca como uno de los europeístas de vanguardia más seguidos: ver Hayden White, "Foucault Decoded: Notes from Underground", History and Theory, XII (1973), 23-54.

Además de las obras de Hughes, White y Manuel citadas antes, ver Martín Jay, The Dialectical Imagination: A History of the Frankfurt School and the Institute of Social Research, 1923-1950 (Boston, 1973); David A. Hollinger, Morris R. Cohen and the Scientific Ideal (Cambridge, Mass., 1975); y Jonathan Beecher y Richard Bienvenu, The Utopian Vision of Charles Fourier (Boston, 1971).

Dorothy Ross, G. Stanley Hall: The Psychologist as Prophet (Chicago, 1972); Barry Karl, Charles E. Merriam and the Study of Politics (Chicago, 1974); John P. Diggins, The Bard of Savagery: Thorstein Veblen and Modern Social Theory (Nueva York, 1978); Peter Paret, Clausewitz and the State (Nueva York, 1976); y Keith Baker, Condorcet: From Natural Philosophy to Social Mathematics (Chicago, 1975).

Para ejemplos representativos de estas obras, las cuales son muy numerosas para enlistarlas, ver Dominick La Capra, Emite Durkheim, Sociologist and Philosopher (lthaca, Nueva York, 1972); Leon Pompa, Vico: A Study of the "New Science" (Cambridge, 1975); Jerrold Seigel, Marx's Fate: The Shape of a Life (Princeton, 1978); Ira O. Wade, The lntellectual Development of Voltaire (Princeton, 1969); y Judith Shklar, Men and Citizens: A Study of Rouseau 's Social Theory (Cambridge, Mass., 1969).

El difunto Arthur Wilson fue un norteamericano que se graduó en Inglaterra. Robert Shackleton es un inglés que ha dado muchas conferencias en Estados Unidos. Al igual que otros historiadores mencionados en este ensayo -Pocock, Skinner y Stone, por ejemplo- ellos representan una tendencia académica que no se puede identificar de manera exclusiva con un país y que a menudo se le llama "anglo-sajona" en el Continente.

Aparte de la antigua pero todavía sólida obra de Richard Altick y Robert Webb, ver Elizabeth Eisenstein, The Printing Press as an Agent of Change: Communications and Cultural Transformations in Early-Modern Europe, 2 vols. (Cambridge, lngl., 1979), y para una revisión reciente del tema, Raymond Birn, "Livre et Société after Ten Years: Formation of a Discipline", Studies on Voltaire and the Eigiheenth Century, CLV (1976), 287-312. David D. Hall, "The World of Print and Collective Mentality in Seventeenth-Century New England", in Higham y Conkin, editores, New Directions, 166-180, sugiere las maneras en las que los métodos franceses se pueden aplicar a la historia de Estados Unidos. Varios americanistas -sobre todo, Stephen Botein, Norman Fierin y William Gilmore- han hecho contribuciones a la histoire du livre, y la disciplina está empezando a tener impacto en los estudios generales, como Henry F. May, The Enlightenment in America (Nueva York, 1976).

Bernard Bailyn, The ldeological Origins of American Revolution (Cambridge, Mass., 1967) y The Origins of American Politics (Nueva York, 1968).

La literatura sobre estos temas que se mezclan es tan amplia que este recuento difícilmente podría hacerle justicia. Las tendencias complejas y a veces contradictorias dentro de esto destacan con mayor claridad en los debates que se dieron en las publicaciones periódicas y no en los libros. Ver Gordon S, Wood, "Rhetoric and Reality in the American Revolution", William and Mary Quarterly, XXIII (1964), 3-32; J.G.A. Pocock, "Virtue and Commerce in the Eigtheenth Century", Journal of Interdisciplinary History, III (1972), 119-134; Aileen Kraditor, "American Radical Historians on Their Heritage", Past and Present, núm. 56 (agosto 1972), 136-153; Joyce Appleby, "The Social Origins of American Revolutionary Ideology", Journal of American History, LXIV ( 1978), 935-958; Bernard Bailyn, "The Central Themes of the American Revolution: An Interpretation", en Stephen G. Kurtz y James H. Huston, editores, Essays on the American Revolution (Chapel Hill, N .C., 1973) 3-31; y Robert Kelley, "Ideology and Political Culture from Jefferson to Nixon", American Historical Review, LXXXII (1977), 531-562. Los trabajos recientes sobre la Gran Bretaña y Estados Unidos en el siglo XIX muestran una tendencia similar a tratar a la cultura desde una perspectiva amplia, transatlántica: ver Daniel Walker Howe, editor, Victorian America (Filadelfia, 1976).

Hayden V. White, "Structuralism and Popular Culture", Journal of Popular Culture, VII (1974), 759-775. White desafía la distinción ordinaria entre "alta" y "baja" cultura o entre cultura de élite y cultura popular. Dadas las numerosas direcciones, hacia arriba y también hacia abajo, de las corrientes culturales, su idea parece convincente, ya sea que uno acepte o no su señalada idea de cultura "ahistórica" o estructuralista. Para una revisión más completa y más histórica sobre el tema, que también hace a un lado la distinción entre alta y baja, ver Peter Burke, Popular Culture in Early Modern Europe (Nueva York, 1978).

Las ocasiones importantes más recientes fueron las conferencias en París en 1977 y en Madison y Stanford en 1975. Las ponencias de esta última se publicaron bajo el título The Wolf and the Lamb: Popular Culture in France from the Old Regime to the Twentieth Century, editadas por Jacques Beauroy, Marc Bertrand y Edward T. Gargan (Saratoga, California, 1977).

Véase en especial Natalie Zemon Davis, Society and Culture in Early Modern France (Stanford, 1975).

Burke, Popular Culture.

Compárese Emmanuel Le Roy Ladurie, Les paysans de Languedoc (París, 1966) con Le Roy Ladurie, Montaillou, village occitan de 1294 á 1324 (París, 1975) y Le carnaval de Romans: De la Chandeleur au mercredi des Cendres, l579-1580 (París, 1979); y compárese Lawrence Stone, The Crisis of the Aristocracy, 1558-1641 (Oxford, 1965) con Stone, The Family, Sex, and Marriage in England 1500-1800 (Nueva York, 1977). Se pueden detectar cambios semejantes en las obras de Jean Delumeau, François Furet, Edward Shorter y muchos otros historiadores sociales.

Hildred Geertz, "An Anthropology of Religion and Magic", con una respuesta de Keith Thomas, Journal of Interdisciplinary History, VI (1975), 71-109, y E.P. Thompson, "Anthropology and the Discipline of Historical Context", Midland History, núm. 3 (Primavera 1972), 41-55. Thompson se alió después con Thomas contra Geertz: "Eighteenth-Century English Society: Class Struggle without Class?" Social History, III (1978), 155. Pero su primera reseña contiene críticas que son muy similares a las de Geertz; véanse sobre todo sus observaciones en las páginas 51-55.

Compárese E.P. Thompson, The Making of the English Working Class (Nueva York, 1966; primera edición, 1963), con Thompson, "Eigtheenth-Century English Society", que da una visión retrospectiva de sus ideas sobre la disciplina tiempo y trabajo, la economía moral de la multitud, la música, la cultura plebeya y la criminalidad. Ya sea que Thompson haya o no establecido su ortodoxia dentro del campo de la New Left Review, logró desarrollar un modo literario y -acaso no le guste a él la palabra- antropológico de comprensión dentro de la historia social.

El último vistazo que se le echó al campo es el de Philippe Aries, "L'histoire des mentalités", en Jacques Le Goff, editor, La nouvelle histoire (París, 1978), 402-423. Lo mejor de los numerosos artículos programáticos escritos por franceses: George S. Duby, "L'histoire des mentalités", en L'histoire et ses methodes (Encyclopédie de la Pléiade, París, 1961), 937-966, y Jacques Le Goff "Les mentalités, une histoire ambigue", en Jacques Le Goff y Pierre Nora, editores, Faire de l'histoire (París, 1974) III, 76-94. Para una evaluación astuta realizada por una persona ajena ver Rolf Reichardt "Histoire des mentalités: Eine neue Dimension der Sozialgeschichte am Beispiel des französischen Ancien Régime" Internationale Archiv für Sozialgeschichte der deutschen Literatur, III (1978), 130-166. Reichardt discute también alguna literatura alemana, en donde la duda entre mentalité y Mentalität es semejante a la confusión entre mentalité y mentality en inglés.

El término se usa irresponsablemente en varios ensayos que aparecen en Higham y Conkin, editores, New Directions. Ejemplo de un uso más firme ver James A. Henretta, "Families and Farms: Mentalité in Pre-Industrial America", William and Mary Quarterly, 3a. ser., XXXV (1978), 3-32.

Peter H. Wood, Black Majority: Negroes in Colonial South Carolina from 1670 through the Stono Rebellion (Nueva York, 1974); Lawrence W. Levine, Black Culture and Black Consciousness: Afro-American Folk Thought from Slavery to Freedom (Nueva York, 1977); y Eugene D. Genovese, Roll, Jordan, Roll: The World the Slaves Made (Nueva York, 1974).

Por ejemplo, Herbert G. Gutman, The Black Family in Slavery and Freedom (Nueva York, 1976); Daniel T. Rodgers, The Work Ethic in Industrial America, 1850-1920 (Chicago, 1978); James Obelkevich, Religion and Rural Society: South Lindsey, 1825-1875 (Oxford, 1976).

Dos ejemplos, que se apoyan en las tradiciones de la instrucción mutua entre la historia y la antropología de varias partes del mundo, son Karen Spalding, "The Colonial Indian: Past and Future Research Perspectives", Latin American Research Review, VII (1972), 47-76, y esto otro: Irwin Scheiner, "Benevolent Lords and Honorable Peasants: Rebelion and Peasant Consciousness in Tokugawa Japan", en Tetsuo Najita e Irwin Scheiner, editores, Japanese Thought in the Tokugawa Period, 1600-1868 (Chicago, 1978).

Richard White, "The Winning of the West: The Expansion of the Western Sioux in the Eighteenth and Nineteenth Centuries", Journal of American History, LXV (1978), 319-343. No se requiere leer mucho sobre la actual antropología para sacarles de la cabeza a los historiadores la creencia de que los antropólogos pecan en tres aspectos importantes: falta de dimensión de tiempo, hotivas". Véase, por ejemplo, Clifford Geertz, Islam Observed: Religious Development in Morocco and Indonesia (Chicago, 1968), y S.J. Tambiah, Buddhism and the Spirit Cults in North-East Thailand (Cambridge 1970).

Para la versión completa de esta definición ver Clifford Geertz, "Religion as a Cultural System", en Interpretation of Cultures, 89.

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Publicado

1988-03-31

Cómo citar

Darnton, R. (1988). Historia intelectual y cultural. Historias, (19), 41–56. Recuperado a partir de https://revistas.inah.gob.mx/index.php/historias/article/view/14935

Número

Sección

Ensayos