Arquitectura elitista en un conjunto conventual femenino

Autores/as

  • Nuria Salazar

Resumen

De entre los votos que profesaban las religiosas durante el virreinato: pobreza, obediencia, castidad y clausura, cabe destacar el de pobreza, por su relación antagónica con el tema que hoy nos ocupa. En el marco de un compromiso social comunitario, hablar de elitismo y de conventos parece una contradicción, pero no es tal. Cualquier agrupación humana lleva implícita una jerarquía interna. Los vínculos entre desiguales (y todos lo somos) generan una forma de organización, una distribución adecuada de las labores cotidianas y un exitoso trabajo conjunto. No obstante, en algunas comunidades femeninas novohispanas la trama de organización social interna y la división del trabajo rebasó los ideales de la práctica de la pobreza, que no se cumplió cabalmente. La arquitectura elitista a que haremos referencia formó parte del Real Convento de Jesús María, perteneciente a la orden de la Inmaculada Concepción, fundado en 1580 para doncellas nobles-pobres.

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Citas

1 Francisco del Paso y Troncoso, Epistolario de la Nueva España, 1505-1818, México, Antigua Librería Robredo de José Porrúa e Hijos, 1940, pp. 71-74.
2 La abadesa Francisca Ángela de Señor San José declaró, a mediados del siglo XVIII, que los nombramientos habían sido siempre muy irregulares. Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Templos y Conventos, t. 14, ff. 312-390.
3 Libro de profesiones, ff. 252, 240.
4 AGN, Bienes nacionales, lego 365, exp. 26.
5 Libro de profesiones, f. 236.
6 Doris M. Ladd, La nobleza mexicana en la época de la Independencia, 1780-1826, México, FCE, 1984, p. 305.
7 De entre las tres, sólo conocemos la fecha de defunción de María Ana Felipa de Jesús; murió el 21 de junio de 1782. Libro de profesiones, f. 320.
8 Cláusula número 13 de su testamento. Archivo Histórico de la Secretaría de Salubridad y Asistencia (en adelante AHSSA), fondo Convento de Jesús María, lego 9, exp. 27, f. 7.
9 Desistieron Astorga y Moreno. AHSSA, fondo Convento de Jesús María, libro 215, f. 133.
10 AHSSA, fondo Convento de Jesús María, Libro 215, f. 39.
11 Ibid., ff. 1-23v.
12 AHSSA, lego 15, exp. 34.
13 Libro de profesiones, f. 361.
14 Archivo Histórico de Notarías (AHN), Díaz de Rivera, Diego, Not. 198, 1738, ff. 195v-208v.
15 Libro de profesiones, f. 361.
16 Para ampliar la información sobre Borda consultar, de René Taylor et al., Santa Prisca restaurada, México, Gobierno Constitucional del Estado de Guerrero, 1990, pp. 77-150.
17 Ibid., p. 111.
18 Libro de profesiones, p. 369.
19 Ibid., p. 345.
20 René Taylor et al., op. cit., p. 110. Véase también David Brading, Mineros y comerciantes en el México borbónico (1763-1810), México, FCE, 1975, pp. 241-242.
21 Manuel Aldaco, yerno de Francisco de Fagoaga y de Josepha de Arosqueta, era vasco, igual que su suegro, y destacó como comerciante. Fue cabeza de su gremio, tanto en la cofradía de Aránzazu, en donde fue rector; como en el consulado en donde fungió como segundo cónsul y prior del Real Tribunal. Además, fue uno de los cuatro fundadores del Colegio de las Vizcaínas y gozó de prestigio social y de nexos amistosos y mercantiles entre comerciantes y mineros. Agradezco esta información al licenciado Salvador del Pinal Icaza.
22 Libro de profesiones, p. 314. Cuando profesó tenía dieciocho años, ya que nació el 7 de mayo de 1703.
De octubre de 1991 a enero de 1992 se exhibió, en el museo de San Carlos de la ciudad de México, en la exposición "El retrato civil en la Nueva España", el retrato de Ignacia Tadea, firmado por uno de los Rodríguez Juárez. No sabemos si se trata de Nicolás o de Juan, ya que en lienzo sólo se consignan los apellidos (agradezco esta información al licenciado Salvador del Pinal Icaza). Se le representa con vestido largo, ampón, ceñido al cuerpo a la usanza de la época, adornado del pecho a la cintura con ampuloso brocado que limita trabajo de filigrana y pedrería, mangas de tres cuartos adornadas de amplios olanes con lazos y encajes y en sus muñecas pulseras con varios hilos de perlas que hacían juego con el collar; abanico en la mano izquierda y en la derecha una vela encendida adornada de flores, que indican, según se ha dicho, que estaba viva en el momento de ser retratada, aunque no se sabe si fue hecho de memoria o posando la joven antes de ingresar al convento. Sobre la sien lleva un chiqueador para aplacar la jaqueca, frecuente entre las damas de la alta sociedad. El fondo neutro con cortinaje resalta la figura, de acuerdo con el dramatismo del barroco que le dio forma. Véase Marita Martínez del Río de Redo, "El retrato novohispano en los siglos XVII y XVIII", en El retrato civil en la Nueva España, México, INBA-Museo de San Carlos, 1991-1992, p. 24.
23 Nuria Salazar Simarro, "El convento de Jesús María de la ciudad de México. Historia artística 15771860", México, tesis de licenciatura, Universidad Iberoamericana, p. 99.
24 AHSSA, vol. 85 -clasificación anterior-; buscar en el volumen correspondiente al año 1730, ff. 213-214. Consultar el reconocimiento del arquitecto firmado el 4 de noviembre de 1730 en AGN, Bienes Nacionales, lego 415, exp. 18.
25 En la exposición "El retrato civil en Nueva España", op. cit., pp. 4-5, se expuso la magnífica pintura que representa a la familia Fagoaga y Arosqueta, hombres y mujeres en dos grupos, separados por una imagen central que representa a la virgen de Aránzazu, devoción de los vascos que fue la preferida de los Fagoaga. Según Manuel Cortina la primera de las damas junto a la virgen es María Josefa Arosqueta de las Heras Alcocer y le siguen sus cinco hijas; la más pequeña murió en la infancia. El licenciado Salvador del Pinal Icaza opina que la retratada aquí podría ser María Josefa de Aldaco y Fagoaga (1739-1746), hija de Aldaco, por la edad que representa, ya que carecemos del nombre de la difuntita, lo que hace suponer que murió al nacer. Enseguida están: Ana Viviana Javiera (monja de Jesús María), Juana María Leandra (esposa de Aldaco), Ignacia Gertrudis María (monja de Jesús María) y Agustina María Teresa (monja de Jesús María). Del lado de los caballeros, de rodillas junto a la virgen, Francisco de Fagoaga Iragorri, y a continuación sus hijos: Francisco Manuel Cayetano (1724-1799) (a quien se concedió el título de marqués del Apartado), Juan Bautista (1729-1805), Antonio Julián (1726-1768), su yerno Manuel Aldaco y otro de sus hijos, José Joaquín (1720-1764), quien fue titular del oficio de apartador general). Ambos grupos, muy elegantes, están aparentemente posando para el pintor, según se acostumbraba en la época. Manuel Cortina Portilla, Algo sobre la plata en México en el siglo XVIII, México, Grupo Consa, 1986, p. 24. Agradezco parte de esta información al licenciado Salvador del Pinal Icaza, quien también me proporcionó algunas fechas y otros datos sobre la familia Fagoaga.
26 Libro de profesiones, pp. 354-355.
27 Ibid., p. 372. David A. Brading, op. cit., pp. 242-246. Obsérvese que proporciona dos fechas de fallecimiento de Josefa de Arosqueta.
28 Sahagún de Arévalo, Gacetas de México, t. III, p. 105.
29 Manuel Cortina Portilla, op. cit., p. 20, Consultar también a Doris M. Ladd, op. cit., pp. 53-54.
30 AHSSA, lego 8, exp. 14.
31 Nuria Salazar de Garza, "Repercusiones arquitectónicas de la imposición de la vida común en los conventos de monjas de México y Puebla", en el Coloquio Arte y Coerción, Comité Mexicano de Historia del Arte, México, UNESCO/UNAM/IIE, en prensa.

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Publicado

1997-09-30

Cómo citar

Salazar, N. (1997). Arquitectura elitista en un conjunto conventual femenino. Historias, (38), 55–68. Recuperado a partir de https://revistas.inah.gob.mx/index.php/historias/article/view/13885

Número

Sección

Ensayos