Fray Martín de Porras santo, ensalmador y sacamuelas

Autores/as

  • Fernando Iwasaki Cauti Universidad Católica de Lima

Resumen

Durante siglos, el estudio de las vidas de hombres y mujeres señalados en santidad ha sido territorio acotado de la hagiografía y la historia confesional, y aunque tales esfuerzos han permitido la elaboración de obras muy eruditas y sólidamente documentadas, al mismo tiempo han escamoteado los contextos seculares en los que transcurrieron los derroteros de esas figuras que modelaron el comportamiento de millones de creyentes a lo largo de casi dos mil años de cristianismo. La historia colonial peruana, que experimentó una inverosímil efervescencia de santidad entre 1580 y 1680, no ha ido la excepción a esa regla.

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Citas

1 Richard Kieckhefer, Unquiet Souls: Fourteenth-Century Saints and Their Religious Milieu, Chicago, University of Chicago Press, 1984.
2 Caroline Walker Bynum, Holy Feast and Holy Fast: The Religious Significance of Food to Medieval Women, Berkeley, University of California Press, 1988.
3 Judith C. Brown, Afectos vergonzosos. Sor Benedetta: entre santa y lesbiana, Barcelona, Editorial Crítica, 1989. La historiadora italiana Rosa rossi publicará próximamente un libro al respecto sobre San Juan de la Cruz.
4 Luis Millones, "Los años oscuros de Santa Rosa" y “Los sueños de Santa Rosa de Lima", El umbral de los dioses, Lima, Sociedad Peruana de Psicoanálisis, 1991; y Fernando lwasaky, "Santos y alumbrados: Santa Rosa y el imaginario limeño del siglo XVII", Los dominicos y el Nuevo Mundo. Actas del III Congreso lnternacional, Granada, Fundación Instituto Bartolomé de las Casas, 1990.
5 Las principales biografías de San Martín de Porras fueron redactadas por sacerdotes como fray Bernardo de Medina, Vida prodigiosa del Venerable Siervo de Dios Fr. Martín de Porras natural de Lima de la Tercera Orden de N.P. Santo Domingo. En Madrid, D. García Morros, 1675; fray Juan de Meléndez, Tesoros verdaderos de las Yndias en la historia de la gran prouincia de San lvan Bavtista del Perú. De el Orden de Predicadores. En Roma, en casa de Nicolás Angel Tinassio, 1681-1682, t. III y Rubén Vargas Ugarte S.J., El Beato Martín de Porras, Buenos Aires, Imprenta y Casa Editora Coni, 1949. No obstante, José Antonio del Busto acaba de publicar un completo estudio titulado San Martín de Porras, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1992, cuya lectura y contenido fueron imprescindibles para la elaboración de este trabajo.
6 Las brujas aparecen como personajes habituales de la España del Siglo de Oro en las obras de Miguel de Cervantes, Francisco ele Quevedo, Fernando de Rojas y varios autores. El Repertorium lnquisitorum o Repertorium haereticae pravitalis impreso en Valencia en 1494 sostenía que las brujas eran mujeres engañadas por el demonio y que por tanto debían ser "reconciliadas", lo que no impidió que a lo largo del siglo XVI muchas personas fueran ejecutadas por hechicería. Sin embargo, desde 1611, la Inquisición española no volvió a ejecutar a nadie más por dicho delito, a diferencia de los tribunales de Francia, Alemania e Inglaterra. Ver Rossell Hope Robbins, The Encyclopedia of Witchcraft and Demonology, Nueva York, Crown Publishers, Inc., 1959, pp. 474-477 y Julio Caro Baroja, Las brujas y su mundo, Madrid, Alianza Editorial, 1961.
7 Julio Caro Baroja, Vidas mágicas e Inquisición, Madrid, Ediciones ltsmo, 1992, t. I, pp. 19-32.
8 Paulino Castañeda y Pilar Hernández, La Inquisición de Lima (1570-1635), Madrid, Editorial Deimos, 1989, t. I, p. 373.
9 Frederick Bowser, El esclavo africano en el Perú colonial, 1524-1650, México, Siglo XXI, 1977, p. 313.
10 Archivo Histórico Nacional de Madrid, (en adelante AHN), "Inquisición", Libro 1027, f. 12.
11 Idem, Libro 1028, ff. 231-231v.
12 Ricardo Palma," Anales de la Inquisición de Lima", Tradiciones peruanas completas, Madrid, Aguilar, 1957, p. 1217.
13 José Toribio Medina, Historia del tribunal de la Inquisición. de Lima (1569-1820), Santiago, Fondo Histórico y Bibliográfico J.T. Medina. 1956, t. II, pp. 12-13.
14 Aparte de las conocidas uniones entre blancos y negras por la vía del matrimonio o la mancebía, la justicia ordinaria reprimió también las uniones homosexuales, donde muchas veces los negros fueron activos protagonistas. En 1587 un negro denunció en Lima a un bozal llamado Andrés cupi porque una noche “le tornó a alcar la camissa e le metió el dedo en el culo. E juntamente con ésto le llegó con la mano a la boca. No sabe si fue para besarle o para taparle la boca", Archivo General de Indias de Sevilla (en adelante AGI), Escribanía de Cámara 499-B, informe de la Ciudad de los Reyes sobre auer cometido el pecado nephando ciertos negros estando pressos en la cárcel real, año de 1590 f. 6v. Detenido Andrés Cupi, declaró que cometía el "pecado nefando" con una serie de clérigos y funcionarios, entre los que destacaba el doctor Manuel Barros -flamante presidente de la Audiencia de Quito-, quien lo había iniciado en la paedicatio cuando era oidor de Charcas. El patético testimonio de Andrés Gupi revela una desconocida faceta de los atropellos perpetrados por las autoridades coloniales: "Siendo este testigo esclauo cautiuo del doctor Barros, estando por oydor de la audiencia rreal de Las Charcas podrá auer catorze años poco más o menos, cometió el dicho pecado el dicho doctor con este testigo, haciéndole dormir en el aposento donde dormía el dicho doctor Barros a los pies de su cama, donde el dicho doctor cometía el dicho pecado, haciéndole acostarse en su misma cama donde estaua acostado hasta media noche a oscuras el dicho aposento, echándose carnalmente con este testigo metiéndole su miembro por el culo. E quando se lo sacaua se sintía este testigo mojado. Y ésto hizo el dicho doctor Barros con este testigo más tiempo de quatro meses. Y en este tiempo durmió con él muchas vezes y noches, cometiendo el dicho pecado", loc. cit., 21 v. El proceso a Andrés Cupi fue suspendido porque involucraba a muchos *hombres gruessos", pero el doctor Barros fue amonestado por el Consejo de Indias y un sumario de sus delitos fue enviado a Lima, AGI, Quito 1, no. 31. Por otro lado, el compilador Juan Antonio Suardo registró que el 13 de noviembre de 1630 "sacaron a quemar a Thomas Buessso, de nación aragonés, por confeso y convencido por el pecado negando y bestial, y a un negro cómplice le mandairon dar ducientos azotes y condenaron a seis años de galeras, y a un perro con quien confessó aver delinquido le llevaron también en un caballo a quemar". Ver Juan Antonio Suardo, Diario de Lima, Lima, t. I, Universidad Católica del Perú, 1936, p. 115.
15 Sus procesos están recopilados en AHN, "Inquisición", Libro 1030, ff. 207-246. Para un análisis de sus causas ver Fernando lwasaki, "Mujeres al borde de la perfección", Hispanic American Historical Review 77, Durham, NC, 1993.
16 AHN, "Inquisición", Libro 1030, ff. 416-417.
17 Idem, ff. 374-376v.
18 Idem, ff. 377-380.
19 Idem, ff. 369-373.
20 Idem, ff. 380v·381
21 Juan Antonio Suardo, op. cit., t. I, 231.
22 José Toribio Medina, op. cit., t. II, p. 113.
23 Idem, t. II, p. 114.
24 Idem, t. II, p. 157-158.
25 De hecho, existe un interesante artículo sobre el Auto de Fe de 1696. Ver María Emma Mannarelli: "Inquisición y Mujeres: Las hechiceras en el Perú durante el siglo XVII", Andina 5, Cusco, Centro Bartolomé de Las Casas, 1985, pp. 141-154.
26 Ana Castañeda, Juna Lorenzo, María de Briviescas y Ana de Almansa de Panamá; María de Santo Domingo y Francisco Martel de Trujillo y Ana María Pérez de Cuenca. Sabemos que Isabel de Jesús era de Huánuco y Luisa Oñazamba de Lima, pero desconocemos el lugar de nacimiento de Beatriz Negra, Isabel Terranova, el mulato Juan, María Martínez, Luisa Ramos y Ana María de Contreras.
27 Su madre, Ana Velásquez, era una negra liberta natural de Panamá, (Rubén Vargas Ugarte, op. cit., p. 2 y José Antonio del Busto, op. cit., p. 36) y el futuro santo vivió cerca de cinco años en el puerto de Guayaquil (Idem, p. 3 y del Busto, op. cit., pp. 57-58). Ecuador fue una zona de gran actividad de brujos y hechiceros en la época colonial. Ver Frank Salomón, "Shamanismo y política en la última época colonial del Ecuador”, Cultura 21, Banco Central del Ecuadro, Quito, 1985, pp. 487-509 y Maria Luisa Laviana, “Un proceso por brujería en la costa ecuatoriana a fines del siglo XVII: la Punta de Santa Elena, 1784-1787”, Anuario de Estados Americanos XLVI, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1989, pp. 93-129.
28 Max Hemández, Memoria del bien perdido. Conflicto, identidad y nostalgia en el Inca Garcilaso, Madrid, Sociedad Estatal V Centenario, 1991, p. 41. Algunas reflexiones de Max Hernández sobre la infancia del Inca Garcilaso son susceptibles de ser aplicadas a la inflancia del mulato Martín de Porras: “Nos interesa la infancia de este niño mestizo. Por decirlo de otro modo, su prehistoria, aquella porción de su vida previa a su aprendizaje verbal. Nos interesa porque en ella se asentaron los cimientos de su seguridad y del sentido básico de sí mismo, los anclajes primeros que le permitieron enfrentar sin daño ni merma psíquica apreciables y sin pérdidas sociales ostensibles, una sucesión de dificultades y un sinnúmero de contradicciones. Esta estructura básica soportó, al mismo tiempo, desde el comienzo de su vida, embates y conflictos que iban a exigir de él, permanentemente, nuevos equilibrios para afrontar las tensiones a las que era sometido su aparato psíquico. A lo largo de su vida, el Inca demostró tener la suficiente entereza y presencia de ánimo como para cuajar un proyecto y llevarlo adelante", op. cit., pp. 42-43.
29 Las epidemias fueron: viruela, sarampión, paperas, tifus, influenza, difteria, alfombrilla, lentejuela y tabardillo. Ver Noble David Cook, Demographic Collapse. Jndian Peru, 1520-1620, Nueva York, Cambridge University Press, 1981, pp. 60-61 y Nicolás Sanchez Albornoz, La población de América Latina. Desde los tiempos precolombinos al año 2000, Madrid, Alianza Editorial. 1977, pp. 83-84.
30 Rubén Vargas Ugarte, op. cit., p. 6.
31 Idem. p. 10 y José Antonio del Busto, op. cit., p. 67.
32 Juan B. Lastres, Historia de la medicina peruana, Lima, 1951, t. II; John T. Lanning: The Royal Protomedicato. The Regulation of the Medical Profession in the Spanish Empire, Durham, Duke University Press, 1985, y Guillermo Lohmann Villena, "'Ojeada sobre la enseñanza de la medicina y los médicos en Lima a fines del siglo XVII, Obra Completa de Juan del Valle y Caviedes, Lima, Banco de Crédito del Perú, 1990, pp. 897-909.
33 Este oficio ocuparía el lugar de nuestros actuales “urólogos".
34 Estos ocuparían el lugar de los “traumatólogos” de hoy en día.
35 Esta profesión ocuparía el lugar de los “oculistas” u "oftalmólogos” de la actualidad.
36 Luis Granjel, La medicina renacentista, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1980, pp. 133-135.
37 Luis Granjel, op. cit.
38 Ver Antonio Pérez: Summay Examen de Chirurgia, y de lo más necesario que en ella se contiene. Impresso en la Noble y Coronada Villa de Madrid, por Pierres Cosin Impresor. Año de 1568; Francisco Díaz, Compendio de Chirurgia en el cual se trata de todas las cosas tocantes a la teórica y práctica della, y de la anatomía del cuerpo humano. En Madrid, por Pierres Cosin Impresor, Año de 1575; Juan Fragoso, Cirugía Universal. Impresa en Madrid, en casa de la viuda de A. Gómez. Año de 1581; Dionisio Daza Chacon, La práctica y theórica de cirugía en romance y en latín. En Valladolid, por los herederos de Sanctodomingo. Año de 1595; Juan Calvo, Cirugía de Guido de Cavliaco con la glosa de Falco. lmpressa en Valencia en casa de Pedro Patricio. Año de 1596 y Bartolomé Hidalgo de Aguero, Thesoro de la Verdadera Crugía y vía particular contra la comun. lmpresso en Sevilla en casa de Francisco Pérez. Año de 1604.
39 Pedro Ciruelo, Reprouación de las supersticiones y hechizerías. Libro muy útil y necesario a todos los buenos christianos. Año de 1539, hechas a costa del honrado varón Guillermo de Melis, mercader de libros, vecino de Salamanca. Célebre obra de imprescindible referencia y que tuvo más de dieciocho ediciones. Citamos la edición de 1610, realizada por el impresor Gracián en Alcalá de Henares, p. 61.
40 Idem, p. 62.
41 Ver Manuel Ledesma, Apología en defensa de la Astrología contra algunos médicos que dicen mal della. En Valencia, en casa de Pedro Patricio Mey. Año de 1599.
42 Sobre la sangrías y sus fundamentos clínico-teológicos ver Louis Gougaud, “La practique de la phlébotomie dans les cloîtres·, Revue Mabillon 53, Paris. 1924, pp. 1-13 y Joseph Bauer, Geschichte der Adërlasse, Munich, W. Fritsch, 1966. Los médicos españoles de los siglos XVI y XVII eran fervientes defensores de las sangrías, prescribiendo para todos los dolores, pestes y demás enfermedades, como lo demuestran las obras de: Fernando Valdes, Tratado de la utilidad de la sangría en las viruelas y otras enfermedades de los Muchachos. En Sevilla, en casa de Fernando Diez, año de 1583 y Bernardo Caxanes, Adversus Valentinos et quosdam alias nostri temporis medicos: de ratione mittendi sanguinem in febribus putridis. Barcinone ex officina Petri Mali, 1592.
43 Fray Martín de Castañega, Tratado de las supersticiones y hechicerías, Madrid, Sociedad de Bibliófilos Españoles, 1946, pp. 71-73. Para comprender el significado correcto de la palabra "inficionar" o de Ja expresión "La mujer estando con sus flores", Ver el Diccionario de autoridades, Edición facsimilar del Diccionario de la lengua castellana de 1726, Biblioteca Románica Hispánica Gredos, Madrid, 1990. Este dice lo siguiente: "Inficionar: llenar de calidades contagiosas, perniciosas ú pestíferas, ú ocasionarlas. (Lat. Inficiere. Corrumpere). Como salen por los ojos los rayos del corazón, se inficionan de aquello que hallan por delante, semejante suyo”, y "Flor: se llamaba antiguamente la purgación menstrual de las mujeres. (Lat. Flos muliebris)”.
44 Pedro Ciruelo, op. cit., p. 142.
45 Idem, p. 143.
46 En 1568 se detectó el caso de la endemoniada María Pizarro, quien luego de ser desahuciada por los médicos cayó en las manos de cinco exorcistas que más tarde fueron todos condenados por el Santo Oficio. Los médicos -que al principio habían confundido la posesión diabólica con una "gota coral" -concluyeron que los males de María Pizarra no obedecían a causas naturales. AHN, “Inquisición" 1647/1, f. 3-3v.
47 Fue el caso del doctor Francisco de Figueroa, médico del marqués de Montesclaros y autor de una obra titulada Dos tratados uno de las calidades y effectos de la aloxa, y otro de una especie de garrotillo o esquinacia mortal, publicada en Lima en 1616 en el taller de Francisco del Canto. Anteriormente, en 1599, Figueroa había editado un Tratado de las causas, curas y preseruación de la peste en la imprenta sevillana de Rodrigo de Cabrera y, al regresar a Sevilla, examinó la obra de Francisco de Ortega, Directorio de Boticarios, publicada en las prensas de Matías Clavijo en 1625. En todas esas ocasiones declaró haber sometido sus escritos y pareceres a los "teólogos graves" de Lima y Sevilla.
48 El caso más conocido fue el del doctor Juan del Castillo, quien arribó al Perú como médico del conde del Villar y que llegó a ser director espiritual de Santa Rosa de Lima (Femando lwasaki, Santos y alumbrados..., p. 538). A pesar de ser médico de la Inquisición, Castillo promovió los delirios de varias mujeres después de la muerte de Rosa de Santa María, avalando con su mojigatería las extravagancias de las alumbradas. Así, en el proceso seguido contra María de Santo Domingo en 1619 porque decía que la Virgen le había pegado los dedos, un testigo declaró que “auya ydo el Doctor Castillo y que la rea le auía dicho que se auía confesado con un clérigo y que refiriéndole algunas misericordias que Nuestro Señor y su Madre le hazían, le auía mandado pidiese una señal. y que en un rapto o sueño que auía tenido auía supplicado a Nuestra Señora le diese alguna señal para que su confesor le creyesse. Y que la Virgen le auía dicho 'pues me pide señal, dale ésta'. Y que le auía sinado los dedos yndice y pulgar... y que en su presencia el dicho doctor Castilo, médico y familiar desta Inquisición, procuró apartar los dedos y aunque auia echo fuerça no pudo". AHN, "Inquisición", Libro 1030, f. 209, declaración de fray Bartolomé Martínez. Juan del Castillo falleció con "grande opinión de santo" el 25 de agosto de 1636 (Juan Antonio Suardo. op. cit., t. II, pp. 139-140.) Como en sus últimos años ingresó a la orden dominica, es muy probable que hubiera tratado a fray Martín de Porras.
49 Citado por Guillermo Lohmann, op. cit., pp. 898-899. Para la mentalidad popular, cirujanos y barberos no eran profesionales: "Los cirujanos prácticos, sin embargo, constituían más bien un grupo diferente, aunque para la concepción popular, y a menudo de hecho, quedaban completamente fuera de la clase profesional y caían dentro de la clase de artesanos a través de su oficio colateral de barberos y pertenencia, como grupo, al enorme sector de iletrados". Ver James Lockhart, El mundo hispanoperuano 1532-1560, México, Fondo de Cultura Económica, 1982, p. 67.
50 John T. Lanning, op. cit., pp. 29-30 y 282-283. Al respecto, James Lockhart relata el siguiente episodio: "Los barberos y los cirujanos comunes y corrientes constituían grupos casi superpuestos por completo, pero se daban títulos separados a las dos funciones, por lo que había, en la cumbre, unos cuantos cirujanos que no eran barberos. Los criterios en estos alcances más bajos de la profesión médica se elevaron considerablemente conforme pasaba el tiempo. En 1552, el protomédico licenciado Torres pasó revista a los títulos de los seis cirujanos ordinarios que ejercían por entonces en Lima, hallando a cuatro de ellos aptos y a uno apto para casos menores; el cirujano Francisco Sánchez, quien había ejercido en el Perú desde 1537, fue declarado incompetente", James Lockhart, op. cit., p. 135.
51 En el Auto de Fe de 1592 fueron condenados los barberos Lorenzo de la Peña y Alonso de Prado, por negar a Dios y al infierno, respectivamente, José Toribio Medina, op. cit., t. I. p. 270; en 1600 el barbero Cristóbal Juárez, ibidem, t. I, p. 203; y en 1612 el cirujano Manuel de Fonseca por judaizante, idem, p. 318 y Mateo Sánchez Rendón por bígamo, ídem, t. II. p. 9. Al parecer. entre los portugueses procesados por judaizantes en los Autos de Fe de 1635 y 1639, destacaron el cirujano Francisco Maldonado de Silva, quien “escribió varios tratados, que algunos se quemaron junto con él, dedicados a los señores inquisidores apostólicos destos reynos, y decía eran contra el símbolo de la Fe del padre frai Luis de Granada", idem, p. 132, y Tomé Quaresma, quien "era el que curava a todos los de nación hebrea y a los negros y negras boçales que traían a esta ciudad de Lima para vender. Llamávanle de ordinario el Licenciado, era gran judío y con la ocasión de curar, se comunicava con más libertad en la guarda de la dicha Ley de Moysés" idem, p. 137.
52 En 1630 se produjo un robo sacrílego en la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, y un pulpero que fue sor prendido con parte del botín, confesó que "el restante de la dicha lámpara, despedazado y abollado, estava enterrado en cassa de un barbero que vive frente de la yglessia mayor", Juan Antonio Suardo, op. cit., t. I, p. 85.
53 "... La [procesión] de la Soledad de Nuestra Señora, que está en San Francisco, salió después y sacó el estandarte el protomédico destos reynos, el Dr. Juan de Vega, y le alumbraron todos los barberos y cirujanos desta corte", ibidem, t. II, p. 166.
54 Idem, p. 126.
55 Juan del Valle y Caviedes, "Vejamen que le dio el autor al zambo Pedro de Utrilla..." y "Al casamiento de Pedro de Utrilla", Obra completa, Lima, Biblioteca Clásicos del Perú del Banco de Crédito del Perú, 1990, pp. 293 y 393.
56 Diccionario de autoridades.
57 “Llama el vulgo a este género de cirugía curar por ensalmos", ibidem.
58 La amputación de brazos y piernas era una prescripción frecuente en los siglos XVI y XVII, recomendada para contrarrestar gangrenas e infecciones. Al conocer el diagnóstico los pacientes eran sacramentados y muchas veces no sobrevivían a la mutilación. En septiembre de 1631, el Visitador Gutiérrez Flores enfermó gravemente mientras inspeccionaba la Audiencia de Lima y “A 20, como a las tres de la madrugada. el dicho señor Vissitador pidió el sacramento de la estremaunción y, como a las nueve de la mañana. Por havérsele encancerado el brazo izquierdo, después de haverle mandado los médicos cortar algunos pedazos de carne dél, en una junta determinaron que hera necessario cortarle todo el brazo y, aviéndolo sabido el enfermo, respondió que pues no podía dexar de morir desta enfermedad. que más quería gozar del poco tiempo que le quedava para negociar la salvación con Dios que dar lugar a nuevos tormentos y martirios sin provecho, y assi se dexó de executar la ressolución de los médicos", Juan Antonio Suardo, op. cit., t. I, p. 185. El visitador falleció dos días después, op, cit., loc. cit.
59 Pedro Ciruelo, op. cit., p. 114.
60 Ibidem, pp. 115-116.
61 AHN, "Inquisición", libro 1040, ff. 84-86.
62 Ibidem, f. 84v.
63 Proceso de beatificación de fray Martín de Porres, volumen I, Proceso Diocesano 1660, 1664, 1671, Salamanca, Secretariado "Martin de Porres", 1960. Deseamos agradecer al Secretariado "Martín de Porres" de Palencia de la Orden de Predicadores, el habernos facilitado un ejemplar de la edición agotada del Proceso, fuente imprescindible para el estudio de la vida del santo limeño.
64 Idem, p. 399-401. Juan Vázquez de Parra declaró dos veces durante el proceso: la primera en 1660 y la segunda en 1671. La cita corresponde al testimonio de 1671.
65 Idem, p. 307 (declaración del capitán Juan de Guarnido). La expresión "una herida que le habían dado en el siglo”, significa que le fue inflingida antes de abrazar los hábitos e ingresar a la orden religiosa, Diccionario de autoridades.
66 AHN, "Inquisición", libro 1040, ff. 84-84v.
67 Fray Fernando Aragonés, Enfermero Mayor del convento de los dominicos, habló así de San Martín en su testimonio: "Y así mismo tenía don de profecía, y sabía los enfermos que se habían de morir desde el principio de sus enfermedades, y se lo decía a este testigo con mucha sencillez algunas veces. Sabía los hurtos que se hacían de la ropa y de la Ropería, y quién se lo había hurtado y dónde lo tenían, y iba y lo sacaba de donde estaba y lo volvia a ella. Decía a algunos lo que les había de suceder y a otros los pensamientos que tenían como a este testigo le sucedió muchas veces”. Proceso de beatificación..., op. cit., p. 129.
68 Idem, p. 169 (declaración de fray Hernando de Valdés) y p. 317 (declaración de fray Francisco de Santa Fe).
69 Idem, p. 292 (declaración de fray Antonio Gutiérrez) y p. 309 (declaración del capitán Juan de Guarnido).
70 Idem, p. 286 (declaración de fray Salvador de la Mota).
71 Idem, pp. 389-390 (declaración de Juan Vázquez de Parra).
72 AHN, "Inquisición", libro 1040, f. 85. El achuma era una substancia alucinógena que se preparaba de unos cactos, presumiblemente el San Pedro (trichocereus pachanoi). Ver Fernando Iwasaki, “Alucinógenos y religión. Aproximaciones hacia el arte Chavín”, Histórica, vol. XI, núm. 1, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1987, p. 5.
73 Procesos de beatificación..., op. cit., pp. 390-393.
74 Idem, p. 241: "... estando esta testigo parada en la puerta de la casa en que vivía, que es detrás del dicho Convento de Nuestra Señora del Rosario, entre unos negros tuvieron palabras de disgusto, de que resultó salir uno dellos herido gravemente de muerte con una herida en un vacío, de que llevaba colgando las tripas. Visto lo cual por algunas personas, movidas de piedad y lástima, lo cargaron al dicho negro herido hasta la portería falsa del dicho convento, para que el dicho venerable hermano fray Martín de Porras lo curase, porque siempre se exercitaba en actos de caridad, mayormente con los pobres, de quien se dolía por extremo y por ser cirujano y barbero. Y habiendo venido al llamado de algunas personas que lo fueron a buscar, vio la herida del dicho negro y volviendo a la dicha su celda y dentro de un breve rato, volvió con un poco de vino y romero y se puso de rodillas delante del dicho negro herido y le estuvo chupando con su boca la dicha herida sacándole la sangre. Y después que se la hubo sacado, con el dicho vino le lavó la dicha herida y luego le puso en ella el dicho romero mascado, y sin otra cura ni medicina, lo envió al dicho negro y dentro de cuatro días lo vio esta testigo bueno y sano y se quedó maravillada de ver que tan presto estuviese bueno de una herida tan peligrosa como la referida, y siendo curada con tan poca medicina como el dicho romero y vino” (declaración de Francisca criolla negra).
75 El Enfermero Mayor fray Fernando Aragonés sufrió un terrible dolor de costado "y viéndole con él el dicho Siervo de Dios le dixo: 'Aliéntese que, aunque le han desahuciado los médicos de la tierra, el Médico Celestial no le ha desahuciado; de esta enfermedad no ha de morir, y desta enfermedad, andando el tiempo, podrá ser que muera'. Y le puso las manos en el costado, fajándole con una venda y en ella uno cogollos de alfalfa, con lo cual se le suspendió el dolor, quedándose dormido. Y el dicho Siervo de Dios se recostó en la cama de este testigo a guardarle el sueño, y despertó sin el dolor y fue volviendo en sí, hasta que sanó, teniéndolo siempre a milagro, como obra de Dios hecha por las manos de su siervo, confesando cuán admirable es en sus santos", idem, p. 131.
76 Francisco Pérez Quintero relató esta extraordinaria curación: "Y que sabe asimismo ete testigo que teniendo Juan de Villasuerte, vecino que fue desta ciudad, difunto, una hija suya que sería de edad de cuatro años poco más o menos, enferma de diferentes achaques y por ellos vino el desahuciarla sin esperanza de vida por no darlas el médico que la curaba, sin embargo, de los remedios que la había hecho y hacía al presente. Y estando en lo último de su vida y llorándole sus padres, este testigo con la fe grande que siempre tuvo con el dicho venerable hermano fray Martín de Porras, pues por su intercesión había conseguido salud en las ocasiones que había estado enfermo, determinó con los padres de la dicha niña el llevarla de la suerte que estaba a que la viera el dicho venerable hermano fray Martín de Porras y así lo hicieron. Y habiéndola llevado a la portería del dicho convento, entró en él este testigo y llamó al venerable fray Martín, para que viese a la dicha niña. Y habiendo salido a este efecto, la mandó descubrir y la vio y le mandó quitar los medicamentos que tenía puestos por orden del Doctor que la curaba, y el dicho Siervo de Dios, habiendo echado un poco de saliva en su mano, le sobó el estómago a la dicha niña y le hizo muchas cruces, diciendo no sería nada y que no moriría de aquella enfermedad; y la volvieron atapar con su ropa y dio por remedio que a la dicha niña la bañasen con un poco de agua tibia y después le pusiesen en el estómago una hoja de plátano, lo cual se hizo luego por sus padres, y con esta medicina, a las veinte y cuatro horas, hizo un vómito muy grande y fue mejorando la dicha niña, hasta que del todo estuvo buena y sana, sin que le hiciesen otro remedio alguno más del que lleva referido", idem, p. 265.
77 Idem, pp. 112·113 (declaración de fray Luis Gutiérrez).
78 San Martín vivió parte de su infancia y adolescencia en casa del boticario Mateo Pastor, ya que fue criado por la esposa de éste, Francisca Vélez Michel, idem, p. 103; pero además, su sobrina Catalina de Porras era mujer del boticario Nicolás Beltrán, idem, p. 212, y el boticario Gaspar Calderón, testigo de los procesos, declaró que “lo trató y comunicó de cuatro años antes que muriese, muy familiarmente", idem, p. 297.
79 AHN, “Inquisición", libro 1030, ff. 355-355v.
80 Idem, libro 1027, ff. 134-136 y 584-592. De acuerdo con las declaraciones de numerosos testigos, San Martín de Porras también tenía el poder de atravesar puertas y muros, Proceso de beatificación..., op. cit., pp. 124, 147, 137, 152, 251, 276 y 306. Para una ampliación del tema, ver José Antonio del Busto, op. cit., pp. 198-202.
81 Proceso de beatificación..., op. cit., pp. 392-393 (declaración de Juan Vázquez de Parra).
82 Juan Fragoso, Cirvgía Vniversal..., p. 68 (aquí citamos la edición de Alcalá de Henares impresa en el taller de Juan Gracián en 1608). El llantén es una hierba medicinal que crece en las riberas de ríos y manantiales, y la almatarga una "mezcla de plomo, tierra y cobre, que arroja de sí la plata quando la afinan en las hornazas”, Diccionario de autoridades.
83 Proceso de beatificación..., op. cit., pp. 390-391 (declaración de Juan Vázquez de Parra).
84 Salvador Ardevines, Fábrica universal y admirable de la composición del Mundo Mayor, donde se trata desde Dios, hasta nada, y del menor, que es el hmbre. En Madrid, por diego Flamenco, 1621.
85 Fray Gaspar Navarro, Tribunal de la superstición ladina, Explorador del aber, astucia y poder del Demonio: en que se condena lo que suele correr por bueno en Hechizos, Agüeros, Ensalmos, vanos Saludadores, Maleficios, Conjuros, Arte notoria, Cavalística, y Paulina, etc. En Huesca; en casa de Pedro Bluson. Año de 1631. Citado por Luis Granjel, La medicina española del siglo XVII, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1978, p. 121.
86 Pedro Ciruelo, op. cit., pp, 115-116. Es pertinente recordar que la Inquisición española procesó a San Ignacio de Loyola, a Santa Teresa de Jesús y a San Juan de la Cruz.
87 Otro caso de santidad dental habría sido el de Moisés, a quien recompensó Dios con la dicha de vivir ciento veinte años con la dentadura intacta y sana. Deuteronomio 34: 7.
88 Jacques Le Goff, The Medieval Imagination, Chicago, The University of Chiago Press, 1988, p. 83.
89 Fray Odón de Cluny a firmaba que "La belleza del cuerpo está sol en la piel. Pues si los hombres viesen lo que hay debajo de la piel así como se dice que el lince de Beocia puede ver el interior, sentirían asco a la vista de las mujeres. Su lindeza consiste en mucosidad y sangre, en humedad y bilis. El que considera todo lo que está oculto en las fosas nasales y en la garganta y en el vientre, encuentra por todas partes inmundicias. Y si no podemos tocar con las puntas de los dedos una mucosidad o un excremento, ¿cómo podemos sentir el deseo de abrazar el odre mismo de los excrementos?, Johan Huizinga, El otoño de la Edad Media, Madrid, Alianza Editorial, 1985.
90 David Kunzle, “El arte de sacar muelas en los siglos XVII y XIX: ¿de martirio público a pesadilla privada y lucha política?”, Fragmentos para una historia del cuerpo humano, t. III, Madrid, Taurus, 1992, pp. 30-31 y Jean Delumeau, El miedo en Occidente, Madrid, Taurus Ediciones, 1989, pp. 384-385.
91 Jacques Le Goff, op. cit., p. 88. Sobre las penas infernales y la dentadura ver las ediciones del Viatge al Purgatori de Sant Patrici. Visions de Tundal y de Trictelm. Viatge d'en Pere Portes a l'infern, Histories d'altre temps, Barcelona, 1971 y El viaje de San Brandán, Madrid, Colección de Literaturas Medievales Siruela, 1984.
92 Fue el caso de Francisco Martínez de Castrillo, dentista de cámara de Felipe II y autor de un Coloquio Breve y compendioso. Sobre la materia de la dentadura, y maravillosa obra de la boca. Con muchos remedios y avisos necessarios. Y la orden de curar, y adreçar lo dientes. En Valladolid 1557. En casa de Sevastián Martínez.
93 Juan Fragoso, op, cit., p. 493.
94 Jacques Le Goff, op. cit., p. 83.
95 Georges Vigarello, Lo limpio y lo sucio. La higiene del cuerpo desde la Edad Media, Madrid, Alianza Editorial, 1991, p. 62.
96 Diccionario de autoridades, t. II.
97 Pedro Ciruelo, op. cit., pp. 142-143 y Fray Martín de Castañega, op. cit., pp. 71 -73.
98 Georges Vigarello, op. cit., pp. 33 y 115-116.
99 Dionisio Daza Chacón, op. cit., p. 415.
100 Pedro Ciruelo, op. cit., p., 122.
101 Dionisio Daza Chacón, op. cit., p. 423.
102 Ibidem.
103 Juan Fragoso, op. cit., p. 491.
104 David Kunzle, op. cit., p. 32.
105 Dionisio Daza Chacón, op. cit., p. 420.
106 Idem, p. 425. El gatillo era una tenaza de hierro que también hacía las veces de escoplo, cincel y formón, Diccionario de autoriades.
107 Juan Fragoso, op. cit., pp. 491-492.
108 Proceso de beatificación..., op. cit., p. 80 (declaración de Juan de Figueroa). Juan de Figueroa compró la celda de San Martín para enterrarse en ella con su amigo, tal como el santo se lo había profetizado, pero lo más interesante es que redactó un Opvscvlo de Astrología en Medicina, y de los términos y partes de la Astronomía necessarias para el vso della, publicado en Lima en 1660. La información ssobre este curioso peronaje se encuentra en Guillermo Lohmann Villana, Los regidores perpetuos del Cabildo de Lima (1535-1821), Sevilla, Diputación Provincial de Sevilla, t. II, pp. 130-133.
109 Juan Fragoso, op. cit., p. 488.
110 Juan Antonio Suardo, op. cit., t. 11, p. 103.
111 Juan Fragoso, op. cit., p. 492.
112 Proceso de beatificación..., op. cit., p. 401 (declaración de Juan Vázquez de Parra).
113 Rubén Vargas Ugarte, op. cit., pp. 120 y 123.
114 Juan Antonio Suardo, op. cit., t. II, p. 106.
115 Proceso de beatificación..., op. cit., p. 221.
116 "Tomando en la boca dos vezes o tres vn poco de vinagre caliente, y trayéndolo vn rato, sentirán luego aliuio en el dolor, aunque sea muy grande. Las hojas del xoxococapatli y por otro nombre cumiatl el que tiene las hojas anchas y largas cozidas en agua, molidas y puestas por de fuera, quitan el dolor de las muelas y dientes. Y hace lo mismo el agua de ellas si se enxagua la boca... Es cosa muy experimentada que si vntan muchas vezes vn palito de ocore en chile seco y molido, y se escarvan con él los dientes y muelas, quita el dolor", Fray Agustín de Farfán, Tractado Breve de Medicina, Colección de Incunables Americanos, vol. 10, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1944, p. 161.

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Publicado

1993-09-30

Cómo citar

Iwasaki Cauti, F. (1993). Fray Martín de Porras santo, ensalmador y sacamuelas. Historias, (30), 107–126. Recuperado a partir de https://revistas.inah.gob.mx/index.php/historias/article/view/14058

Número

Sección

América