Los pápagos, habitantes del desierto.

Autores/as

  • Margarita Nolasco Armas

Palabras clave:

Etnología

Resumen

Los pápagos de Sonora, son un grupo indígena marginal que habita en el sur del desierto Sonora-Arizona. A través del tiempo el territorio de los pápagos ha ido reduciéndose, hasta quedar casi restringido a una décima parte del original. El desierto Sonora-Arizona es uno de los más secos, cálidos e inhóspitos del mundo; en el verano, cuando corren los ríos y arroyuelos que bajan de la Sierra, el desierto florece en forma exuberante, y en el invierno, como fenómeno especial del área, crecen yerbas efímeras, fenómenos ambos que permiten cierta posibilidad de supervivencia humana, siempre que los hombres se encuentren esparcidos en pequeños grupos a lo largo del área, y movilizándose para aprovechar totalmente los recursos que ofrece el desierto. Los pápagos, y también los demás grupos del desierto, se han adaptado culturalmente a este seminomadismo estacional.
A principios de nuestra Era, un grupo indígena, los hohokam, habitaban el desierto, y se supone que los pápagos y pimas actuales son los descendientes de este grupo. En esta época, los hohokam constituían un grupo de familias nómadas que poco a poco se asientan, más o menos permanentemente, primero porque aprenden algunas formas de conservar las semillas provenientes de la recolección y luego porque inician una agricultura primitiva. En esta primera época su cultura material es sencilla y poco variada.
Posteriormente, las familias crecen o se juntan algunas para dar lugar a grupos mayores, ya que encontramos solares con casas que así lo sugieren. En esta época, además, aparece entre ellos un sistema de canales de riego que permite un florecimiento en su agricultura. Hay también áreas destinadas a entierros, y entierros con ofrendas que hablan de una cultura material más desarrollada y cierto comercio con los grupos vecinos. Parece que en esa época recibieron influencias del centro de México.
A la llegada de los españoles, sin embargo, los hohokam habían declinado cultura1mente y poco quedaba de su antiguo esplendor, diferenciándose apenas del resto de los grupos del desierto.
Gracias a la perseverancia y habilidad de los jesuitas, los pápagos se congregaron, más o menos permanentemente, alrededor de las misiones, pero posteriormente, a la salida de los jesuitas, los pápagos regresaron a la vida agreste del desierto. El impacto de los jesuitas entre los pápagos fue tan profundo que aún en la actualidad es posible ver sus resultados. Las principales influencias que los jesuitas dejaron fueron los animales domésticos, algunos cultivos, fuertes cambios en su estructura política y tal vez también en la social, ciertas ideas religiosas, armas de fuego, nuevos tipos de atuendo y otros más de menor importancia.
Posteriormente, durante el resto de la Colonia, recibieron pocas influencias de los blancos y mestizos, y no es realmente sino hasta mediados del siglo pasado cuando volvieron a tener un amplio contacto cultural con les mexicanos y los norteamericanos. El suceso más importante en la vida de los pápagos, en esta época, fue la tajante división de su territorio al pasar por él la frontera internacional entre México y Norteamérica. Paradójicamente, no dieron mayor importancia al suceso, y es hasta nuestros días cuando empiezan claramente a racionalizar su situación.
Hay pocos datos respecto al monto de la población pápago, pero se sabe que actualmente hay unos 450 individuos en México, habiendo decrecido en un 40% más o menos, en lo que va del siglo. La gran mayoría, además del pápago, habla español, pero unos cuantos hablan pápago, español e inglés, o únicamente pápago e inglés. El idioma pápago pertenece a la rama pimana del yutonahua.
Actualmente los pápagos son un grupo seminómada, cuya cultura material muestra pocos rasgos indígenas, pero que conservan una estructura social semejante a la que les dejaron los jesuitas y que era el resultado de su antigua estructura y la que les impusieron los religiosos. En las creencias, en cambio, puede notarse una mayor persistencia de ideas prehispánicas.
Los pápagos se han adaptado culturalmente a su medio ambiente. Así continúan portando una cultura de desierto, aun cuando han adoptado ciertas prácticas económicas procedentes de la cultura occidental. La economía de los pápagos se basa principalmente en la ganadería y en la agricultura, complementándola con la recolección, algunas artesanías y los pocos ingresos que obtienen contratándose como mano de obra asalariada. En verano y en invierno viven en sus comunidades, sembrando, recolectando y cuidando su ganado, y al llegar la primavera se van a trabajar a las localidades de blancos, hasta el otoño, en que regresan nuevamente a sus localidades.
En los últimos años, los pápagos prefieren ir a trabajar a las comunidades de campesinos norteamericanos, en Arizona, ya que los salarios devengados allá son más altos y mayor su poder adquisitivo.
En resumen, podemos decir que los pápagos constituyen un grupo marginal del desierto; primero lo fueron de la cultura hohokam, y posteriormente, por influencia de los jesuitas, de los centros de desarrollo ganadero y agrícola, que florecieron en el noroeste, durante la Colonia, y en la actualidad, de México y de Norteamérica.
Su cultura muestra una adaptación tal al desierto, que puede pensarse en una manifestación de la simbiosis hombre-medio, pero también muestra tendencias a cambiar, al ampliarse la oportunidad del trabajo asalariado, sobre todo en Arizona. Además, en sus viajes anuales a los poblados de campesinos, adoptan innovaciones en su cultura material y algunas en su estructura social; buenos ejemplos de esto son los modernos aperos de labranza, de origen norteamericano, en lo que respecta a la cultura material, y el "reconocimiento" del "gobernador" pápago como delegado municipal o el matrimonio civil, en la estructura social.
Aun cuando los pápagos prefieren vivir en México, ya que se sienten ligados al Valle de Altar, seguramente muchos de ellos emigran permanentemente a Norteamérica, donde tienen mejores posibilidades de vida, como salarios más altos y un poder adquisitivo mayor. Pero también tienen que prestar el servicio militar obligatorio y sufrir las restricciones de vivir en una reservación, lo cual no es de su agrado. Las mujeres, por no tener que prestar servicio militar obligatorio y en vista de que las restricciones de su propia cultura no les permite sentir fuertemente las de vivir en la reservación, francamente prefieren vivir en el lado norteamericano, o al menos poseer buena parte de su cultura material proveniente del otro lado de la frontera. De todas formas, como se sienten distintos a mexicanos y norteamericanos, probablemente acabarán por vivir donde las condiciones de vida les sean menos inhóspitas, sea a uno u otro lado de la frontera.

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Publicado

1965-11-30

Cómo citar

Nolasco Armas, M. (1965). Los pápagos, habitantes del desierto. Anales Del Instituto Nacional De Antropología E Historia, 6(17), 375–448. Recuperado a partir de https://revistas.inah.gob.mx/index.php/anales/article/view/7354