Publicado 2009-10-01
Palabras clave
- W. T. Sanders,
- orígenes del Estado,
- cuenca de México,
- evaluación teórica,
Cómo citar
Resumen
Sanders, Parsons y Santley [1979] introdujeron una teoría del origen del Estado que intentaba explicar el desarrollo del estado teotihuacano en la cuenca de México. Era el producto de más de 15 años de trabajo de campo que fueron a su vez campo de pruebas no solamente de la teoría, sino de nuevas técnicas de reconocimiento de superficie. El libro fue reconocido inicialmente como una contribución importante, excepto por una reseña particular que resultó, a la larga, tener una influencia decisiva: la de Richard Blanton, quien había sido parte del equipo de investigación de Sanders, pero quien tenía una visión diferente del papel de la presión demográfica, y como Sanders y compañía habían incorporado elementos de teorías previas (incluyendo las de Carneiro, Wittfogel y otras), teorías que investigadores de la Universidad de Michigan decían haber refutado, el entusiasmo inicial por el libro pronto se tornó en un escepticismo distante, y luego, en la idea de que la teoría era “la más refutada del mundo”. En este ensayo se narra, en un tono personal, la historia de cómo es que conocí y tuve oportunidad de iniciar una amistad con Sanders, de cómo, más tarde, me enteré de las críticas que se hicieron a su teoría, y de cómo y por qué decidí, hace más de 25 años, dedicar buena parte de mi trabajo académico para mostrar no solamente que la teoría no estaba refutada, sino que pudo haber sido la mejor contendiente en ese momento (1981-1982). Para lograrlo, primero fue necesario desarrollar un procedimiento de análisis teórico que permitiera una consideración más cuidadosa de cualquier teoría en arqueología, y cuándo se podía decir que estaba refutada o corroborada. Esta búsqueda se convirtió en una obsesión personal que espero termine con mi tesis doctoral [2008], en la que el procedimiento se explica en detalle y se aplica a la teoría, y quede finiquitada con el presente trabajo que relaciona esta obsesión a la apreciación profunda que siempre tuve por Sanders.