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Un componente central del ser humano, individual y colectivamente, es que forma parte del contexto natural y con el establece una serie de relaciones, desde utilitarias hasta simbólicas. La fauna es un elemento siempre presente en esas relaciones, como se puede observar desde las manifestaciones humanas más tempranas, sea mediante restos óseos consumidos o pintura rupestre, hasta el presente en diversas formas, sea con un alias individual o colectivo, a la manutención de animales en cautiverio o domesticación, al simbolismo deportivo o religioso. Con lo cual se convierte en un amplísimo campo de estudio.
Este trabajo surge como parte de la exposición titulada “Arqueología inédita II: hallazgos arqueológicos en el estado de Morelos” que se exhibe en el Museo y centro de documentación histórica ex – Convento de Tepoztlán, en Tepoztlán, Morelos, y tiene como objetivo apuntar algunos datos que complementan la historia mesoamericana de Morelos.
El pluralismo desigual y asimétrico, que caracteriza a muchas sociedades pluriculturales y pluriétnicas, como la nuestra, tiene profundas raíces estructurales e históricas, construidas en base a relaciones sociales, mediadas por la desigualdad. Lo anterior, permite el abuso y la discriminación institucionalizada, de individuos y comunidades indígenas.
Sabemos que en Tlayacapan existieron asentamientos de carácter tribal desde hace tres mil años. La presencia profusa de figurillas procedentes del período llamado Preclásico Temprano (1500-800 ANE) en colecciones particulares en la comunidad, da cuenta de ello. Es altamente probable que si estos asentamientos tan antiguos se hubieran establecido muy cerca de las peñas, ahora se localicen en estratos muy profundos, porque a nivel superficial los hallazgos en estos puntos solamente ofrecen materiales arqueológicos asociados fundamentalmente el Posclásico Temprano (900-1175 NE), aunque en las pocas excavaciones que hemos logrado en este espacio hemos identificado palacios tan antiguos que se fechan hacia el período Preclásico Terminal (200 ANE-200 NE).
La paleobiología es el estudio de la vida en el pasado, es decir de las transformaciones que ocurren en la escala temporal y espacial, provocadas principalmente por los cambios en la geografía y el clima, mismos que van a configurar los ecosistemas, componentes que constituyen en buena parte los escenarios donde evolucionan los seres vivos, desde hace 5 mil millones de años hasta la actualidad. Por tanto, los restos fósiles son las fuentes para el estudio de un grupo o de una comunidad ecológica, donde se obtienen datos diversos, como son la presencia y la distribución, o bien aspectos sobre morfología, anatomía, fisiología y comportamientos de, los organismos, así como la probable composición de las paleocomunidades.
La Secretaría de Cultura Federal a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Sistema Nacional de Fototecas, la Delegación INAH Morelos, a través de la Fototeca "Juan Dubernard" presentó el Encuentro "El estado de Morelos pasado y presente en la fotografía".
Este artículo tiene como objetivo mostrar cómo son las ofrendas a los difuntos que realizan los inmigrantes mixtecos guerrerenses en el estado de Morelos y las creencias en torno a ellas que las sustentan. Particularmente se hace énfasis en población originaria del municipio de Copanatoyac, de la región de la Montaña de Guerrero, que arribó hace varias décadas para trabajar en las cosechas de hortalizas comerciales en la región oriente de nuestra entidad, en el municipio de Ayala, donde han fincado su residencia más o menos permanente.
El 17 de Agosto se dieron cita en el Auditorio Juan Dubernard del Museo Regional Cuaunáhuac especialistas y fotógrafos para discutir sobre el archivo fotográfico en el marco de la mesa de diálogo "Memoria Colectiva. Usos y funciones de los archivos fotográficos". El motivo de esta fue pensar y repensar el archivo fotográfico público y privado, y el uso que se le da tanto como por el lado de la investigación como desde el uso del proceso creativo de los artistas. Se trata de construir narrativas que se activan desde el lenguaje y que contribuyen a la construcción de una memoria colectiva.
El diez de Agosto se llevó a cabo la mesa "Panorama de la producción fotogáfica en Morelos" en el cual se hizo un diagnóstico de la producción artístico-fotogáfica en el estado, sobre los temas que los artistas están abordando, generando, invitados y el público exictente. En la mesa participaron los fotógrafos Luis Gilberto Chen, Reynel Ortiz y Saraí Ojeda moderados por Isadora Escobedo, profesores de la Facultad de Artes de la UAEM y por tanto, testigos de la nueva creación fotogáfica en el estado.
Tenextepango es una localidad con una población de poco más de 8,000 habitantes que se localiza en la región oriente del estado de Morelos, a 12 km de la Ciudad de Cuautla (Sánchez, 2006). Dicha comunidad celebra cada 25 de julio a Santiago Apóstol para la cual distintos grupos de la iglesia se organizan (Señor Santiago, Misericordia, Legión de María, Guadalupanos, Cristo Rey, Carmelitas, Adoración Nocturna y Catequesis) para llevar a cabo la procesión del Santo y otras actividades como la visita de las “promesas” de diferentes capillas que llegan de otros pueblos, comunidades y estados durante una semana anterior a este día. Por otro lado, el comité de fiestas organiza jaripeos, teatro del pueblo, bailes y otras actividades a las que asisten los habitantes de la comunidad y los visitantes.
El Reto al Tepozteco es una representación que se realiza el día 8 de Septiembre en lengua náhuatl y en la cual Tepoztécatl, como rey de Tepoztlán, es convertido por los frailes dominicos a la religión católica y bautizado en el manantial de Axitla, donde nace el río de Atongo en las faldas de la sierra de Tepoztlán; posteriormente se traslada hasta el centro de la población donde lo esperan los Señores de Cauhnáhuac, Oaxtepec, Yautepec y Tlayacapan para reclamarle su renuncia a los dioses antiguos. Finalmente, Tepoztécatl no sólo explica las razones por las cuales cambia de religión, sino que termina convenciendo a estos señores de adoptar la religión cristiana.
El pasado primero de Septiembre se llevó a cabo la mesa de diálogo "Fotografía y cine en el periodo revolucionario" donde participaron Marlén Román Carrillo, Blanca Ruiz y Juan Manuel Aurrecoecha.
Ya en un breve trabajo previo, se presentaron varias opciones para utilizar el nombre nahuatl o de alguna otra lengua indígena con la que se conozcan los glifos, emblemas o diseños simbólicos que hasta ahora han recibido el nombre genérico de grecas, con calificativos distintivos como el de greca escalonada, greca o voluta retorcida, greca almenada, etc. (Angulo Villaseñor, 2001).
Un tema interesante y poco conocido –quizás olvidado por muchos– es la Patrística o Patrología, la ciencia que tiene por objeto el conocimiento de la vida, la doctrina y las obras de los Padres de la Iglesia, aquellos grandes maestros, monjes y ascetas del cristianismo primitivo, formados en la cultura grecolatina clásica, que se consideraban “Hijos de los Apóstoles”. El título de Padre de la Iglesia se reserva, en sentido estricto, a los escritores cristianos que responden a cuatro características: antigüedad (tanto en Occidente como en Oriente se cierra hasta el s. VIII, es decir, que abarcan la “era patrística” habiendo pertenecido a la época de los siete primeros concilios ecuménicos); santidad de vida; universalidad o conformidad de su enseñanza con la de la Iglesia universal; y aprobación de la Iglesia, es decir, la que cita oficialmente su doctrina. Poseedores de estas características, amén de una enseñanza eminentemente ejemplar para la Iglesia, están ocho reconocidos Doctores de la Iglesia: cuatro en la Iglesia Latina de Occidente y cuatro en la Iglesia Griega de Oriente. En la de Occidente se encuentran: San Gregorio Magno, San Jerónimo, San Ambrosio y San Agustín; en la de Oriente están: San Basilio, San Gregorio Nacianceno, San Atanasio y San Juan Crisóstomo. Por motivos de espacio presentaremos únicamente a San Agustín y a San Juan Crisóstomo, cuyas personalidades han sido tremendamente importantes a través de los siglos.
El espacio que actualmente ocupa la comunidad de Tlayacapan al igual que la mayor parte de lo que ocupa hoy el estado de Morelos está habilitado desde hace al menos tres mil años. En algún momento hacia el siglo XII se habría desarrollado migraciones hacia el sur de la Sierra Chichinautzin de grupos nahuas sobre el espacio que actualmente ocupa el estado de Morelos, vinculándose con comunidades locales preexistentes. Se habrían distinguido así. grupos denominados tlahuicas hacia el oeste y xochimilcas hacia el noroeste.
Las interacciones entre los humanos y la fauna son diversas y complejas, más aún en lo que hoy se denomina el Antropoceno, caracterizado por la degradación ambiental, el crecimiento urbano, la pérdida o reconfiguración de los hábitat que se consideraban naturales, entre otros aspectos que indican el predominio de nuestra especie en el planeta.
Al terminar la Revolución Mexicana, el gobierno mexicano comenzó a generar su propio modelo de nación; como parte de este movimiento, se impulsó notoriamente la investigación arqueológica en México, cuyo propósito fue dar al pueblo, además de una historia que fuera más allá del momento de la conquista española, una identidad que comenzaba en la época prehispánica.
El objetivo de este artículo es presentar algunos apuntes etnográficos sobre un síndrome de filiación cultural conocido como chincual en dos comunidades de Morelos: Coatetelco y Tenextepango.
Desde las primeras sociedades existió la necesidad del consumo de la sal, se utilizó como un recurso estratégico y una mercancía de intercambio clave a lo largo del mundo antiguo. Ello estimuló la demanda ya que era usada como remedio, curación de heridas en personas y animales, para cocinar, en la conservación de carnes y pescados, para el trabajo en la fundición del oro, para curtir pieles, como fijador de pigmentos, también formo parte de ritos y ceremonias religiosas.
Esta fotografía pertenece al Fondo Concurso Fotográfico de Cuernavaca, que forma parte del acervo de la Fototeca Juan Dubernard. El fondo tiene como origen el concurso de fotografía antigua celebrado en 1997 por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
A lo largo de casi tres siglos desde aproximadamente el año 900 y hasta el año 1175 (período Posclásico Temprano) en el noreste de la Cuenca de México se desarrolló un asentamiento humano denominado Tula Grande, el cual centralizó poder económico y político a nivel regional y cuyas manifestaciones culturales se compartieron en amplios espacios en América Media. No existen evidencias que muestre la existencia de un “Imperio Tolteca”, y a nivel regional en el Centro de México el espacio social se dispersó en diversos centros hegemónicos, con distintos desenlaces.
Esta semana tuvimos que lamentar el deceso de nuestro querido amigo Dr. Christopher M. Götz (1975-2016) quien era Coordinador del Laboratorio de Zooarqueología y Profesor Investigador Titular de tiempo completo en la Facultad de Ciencias Antropológicas, de la Universidad Autónoma de Yucatán.
El diseño gráfico es una actividad que da resultados visuales con un propósito que proviene de la conceptualización de una idea o mensaje. Tiene como propósito comunicar algo en específico para provocar una reacción en quién ve algún objeto en el que se puede desarrollar un diseño como puede ser un cartel, una invitación, un catálogo, un folleto, una presentación, un logotipo, infografías, publicaciones, e interminables posibilidades de aplicaciones, es decir, cualquier composición gráfica que cumpla con la funcionalidad de comunicar.
Ante el desplazamiento de las lenguas indígenas de los pueblos originarios promovida a través de los grandes medios y los proyectos educativos que hacen ver como inherente e inevitable tal fenómeno en este mundo globalizado, hay acciones motivadas desde la inquietud por la construcción de la identidad cultural como rostro colorido de los pueblos que a pesar de la gran marginación histórica hacia el universo indígena, no se logró borrar su sustancia: El Pensamiento (Krishna Naranjo, 2011).
Sería un error decir que las desigualdades sociales y sus diversas repercusiones (marginación, exclusión, rechazo, discriminación) son paridas de la modernidad; tal vez sí lo sean los conceptos que encapsulan y en ocasiones tornan anacrónicas diversas actitudes, aptitudes, posicionamientos políticos (sea desde el Estado, sea desde la subalternidad). Si hacemos una somera revisión histórica daremos cuenta que la distribución de derechos (como vía legítima a la equidad), o por lo menos el acceso a ellos, ha sido por demás desigual a lo largo de la historia. Lo que sí podemos mencionar es que las diferencias en el mundo, tanto como las del espacio —por tratar de englobar así las relaciones asimétricas, que producen y propician pautas discriminatorias a manera de un habitus incorporado—, si bien no son nuevas, sí se han acentuado profundamente luego de la revolución industrial y la avanzada del modelo económico en turno.
Si se observa un retrato de Nikolái Vasílievich Gógol (1809-1852), difícilmente habrá algo que llame la atención antes que su cabello. Aunque sea tan oscuro como su capote —así lo muestran las pinturas de Theodor Von Möller, quien retrató al escritor ruso al menos dos veces—, se trata de un corte bastante inusual para la época por su longitud y sus peculiares ondulaciones. La rareza del peinado obliga al observador a fijar en él su mirada desde el inicio. Podría incluso decirse que Gógol no solamente innovó en la literatura, sino que se adelantó unos ochenta años a los famosos peinados page boy, tendencia de la moda femenina capilar en la década de 1920.
La historia constructiva del convento franciscano de La Asunción en la cabecera de la provincia de Cuauhnahuac, nuestro actual Cuernavaca, es un proceso que conocemos fundamentalmente por los registros escritos, que para el caso son abundantes e incluyen fuentes en náhuatl del propio siglo XVI.
En los últimos años el debate sobre el quehacer de la etnobiología se ha mantenido, aunque hay voces latinoamericanas, poco son conocidos sus textos de opinión. Es por ello que decidimos republicar, con el aval del autor, este texto que data de 1999, y que pasó de mano en mano y ahora en formato electrónico. Como nos señaló el autor: “Este documento, fue una catarsis a una pregunta individual a mis aproximaciones a la etnobiología y mis peleas con la biología como ciencia dominante, vertical y negadora de otras epistemologías, otros saberes, otras lógicas. Fue (…) [una] propuesta alternativa a una visión utilitarista de los conocimientos locales”.
Una de las muchas comodidades que obtenemos al vivir en una ciudad - sin importar su tamañao - es sin duda el drenaje, enorme telaraña de tubos que conectan unos con otros variando el tamaño, y damos por hecho que los desechos simplemente van a desaparecer por un tubo y de ahí quien sabe a dónde van a parar; en realidad esto es lo último que nos interesa, aunque esta en boga la discusión sobre las plantas de tratamiento de aguas residuales pra que estos desechos dejen de ser alojados en el cause de un gran río, una barranca o bien el mar.
Desde finales del siglo XX y en las últimas dos décadas, el flujo de personas que migran de Hueyapan, hacia la Unión Americana, no sólo se intensifico, sino se diversifico, alcanzando lugares tan distantes, como Nueva York, en la Costa Este, del vecino país.
La costumbre de cartografiar el espacio en nuestra sociedad, es una actividad que ha sido practicada por diferentes pueblos y culturas desde tiempos muy remotos, así es como la Pintura Mural de Anatolia aproximadamente del 7000 a. C., la pintura minoica La Casa del Almirante del 1600 a. C., o el Mapa Grabado de la Ciudad de Babilonia del 1500 a. C., son algunos ejemplos de los mapas más antiguos que se conocen; Por otro lado, con respecto a nuestro territorio, en códices mixtecos precoloniales como el Nuttall, el Bodley y el Vindobonensis, aparecen representaciones de ámbitos geográficos mesoamericanos y también existen testimonios como los del cronista Pedro Mártir de Anglería, de Hernán Cortes y Bernal Díaz del Castillo sobre mapas prehispánicos elaborados por los indígenas antes de su llegada.
Ocuituco, localizado a las faldas del volcán Popocatépetl, es uno de los 33 municipios que integran el Estado de Morelos y se encuentra limitado al norte por el Estado de México, al sur por Zacualpan de Amilpas, al poniente con el municipio de Yecapixtla y al oriente con Tetela del Volcán.
La Zona de Monumentos Arqueológicos de Xochicalco fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad el 04 de diciembre de 1999 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en Inglés), a pesar de que el diseño del Museo se gestó desde el año de 1993, es de suma importancia resaltar que ya se contemplaban elementos que serían ratificados por la UNESCO más adelante como por ejemplo en la “Declaración sobre las responsabilidades de las generaciones actuales para con las generaciones futuras” emitida el 12 de noviembre de 1997 en París, Francia, en la que el artículo 4º hace mención a la Preservación de la vida en la tierra y el artículo 5º que en referencia a la Protección del Medio Ambiente define en el apartado 1 que “Para que las generaciones futuras puedan disfrutar de la riqueza de los ecosistemas de la Tierra, las generaciones actuales deben luchar en pro del desarrollo sostenible y preservar las condiciones de la vida y, especialmente, la calidad e integridad del medio ambiente.”
Abordar el estudio de la transmisión y preservación de los conocimientos tradicionales, tiene diversas complejidades, ya que debe considerar los cambios y la persistencias de los mismos debido a factores diversos, tales como: las influencias interculturales y generacionales, los cambios en las actitudes hacia los recursos naturales, la transformación de los medios de subsistencia social, que en la actualidad implica la transición de sociedades agrícolas a urbanas, entre muchos otros aspectos que no enumeramos, y solo apuntamos que todo ello forma parte de un intenso contacto e intercambio de información.
En diciembre de 2015 se realizó un rescate arqueológico en un predio ubicado hacia el extremo oeste del poblado de Tepoztlán, dentro del marco de los convenios efectuados entre el Instituto Nacional de Antropología e Historia y las autoridades municipales para la protección del patrimonio cultural de ese municipio del estado de Morelos. Si bien no se encontraron contextos primarios en el predio, elementos como muros, pisos, fogones, entierros, sí se encontraron rellenos colocados intencionalmente para nivelar el terreno que corresponden tanto a la ocupación del área durante el periodo prehispánico como a la del periodo novohispano. Durante esas excavaciones se recuperaron materiales arqueológicos que aportaron valiosos datos que permitirán conocer más sobre la historia de esa región.
Desde hace varias décadas el control de las semillas de distintas variedades de granos y vegetales ha sido el objetivo de multinacionales vinculadas al sector agrícola. Ello ha sido resultado del interés de monopolizar sectores claves de la producción agroalimentaria (Ribeiro, 2015). De acuerdo a Silvia Ribeiro (ibíd.) desde 1998 grandes empresas compraron casas semilleras para desarrollar cultivos tolerantes a los tóxicos que ellas mismas producían, buscando crear una mayor dependencia de los productores. Actualmente seis de éstas controlan el 63% del mercado mundial de semillas y el 75% del de agroquímicos: Monsanto, Syngenta, DuPont, Dow, Bayer y Basf (ibíd.). Cada cierto tiempo éstas liberan variedades que “se ponen de moda” entre los productores de diferentes regiones del mundo que siembran para abastecer a los mercados.
Gran parte de la población mexicana, y particularmente la indígena, tenemos una dieta basada en la ingesta de maíz, sin embargo este grano que ha sido cultivado a lo largo y ancho del territorio nacional durante cientos de años y cuyo conocimiento ha pasado por generaciones, hoy pierde su estatus como cultivo vertebral a un ritmo acelerado.
La Restauración es una disciplina que busca la recuperación, preservación y conservación de los bienes culturales portadores de nuestra historia. La pintura mural forma parte importante de nuestro patrimonio, ya que es un testimonio vivo de la sociedad en la que fue realizada. Por ello, es un compromiso para el restaurador el trasmitirla a las generaciones futuras.
José de la Borda nacido en Oloron, Francia y su hermano mayor Francisco cuatro o cinco años mayor que él, se trasladaron hacia América, primero el mayor y luego José, llegaron a Nueva España para involucrarse en un modo de trabajo íntimamente relacionado con la forma socioeconómica capitalista de la minería. José arribó a los 17 años, hacia 1716 (Vargas Lugo 1999: 25, 28-29).
En la recién fundada Universidad Intercultural Indígena de Michoacán (UIIM), en su plantel P’urhépecha ubicado literalmente en medio de la nada en el municipio de Pichátaro a escasos sesenta minutos del municipio de Cherán, bajo un tatemante sol, pero en un gélido ambiente de invierno, entre áreas verdes, edificios y aulas aún en construcción a finales del año pasado, tuvimos una cálida y afable conversación con la Dra. Aída Castilleja González, investigadora adscrita al Centro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Michoacán y miembro de la Red Temática del Consejo de Ciencia y Tecnología (CONACYT) sobre Patrimonio Biocultural en México.
Dentro de la gran variedad de figurillas antropomorfas que aparecen a lo largo de todo el devenir mesoamericano, son de llamar la atención las conocidas como “caritas sonrientes” que, como su nombre lo indica, en sus rostros aparece esbozada una enigmática sonrisa. La muestra que aquí se presenta es parte de la colección Leof – Vinot, entregada por la señora Nadine Vinot, y que actualmente se encuentra ubicada en el Museo Regional Cuauhnáhuac. Debido a que estos objetos no provienen de una excavación arqueológica, se desconoce su procedencia; sin embargo, este estilo es característico del área centro – sur de Veracruz, donde fueron elaboradas durante el Clásico temprano y tardío, entre los años 200 y 900 d.C.
Los avances en materia de derechos indígenas y del reconocimiento de la diversidad cultural en nuestro país se aprecian insuficientes ante la gran carga de desprecio que aún se percibe en la sociedad mexicana, a pesar de que se define su composición como “pluricultural” y “sustentada originalmente en sus pueblos indígenas” según el Art. 2do de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos vigente en nuestros días.
Antes de dar comienzo con el tema central de este breve artículo que llega a sus manos, es preciso empezar por el principio: dividiré el texto en dos partes, la primera busca dar una idea de quienes son los otomí, su distribución y dar atisbos del área cultural en el cual se contextualiza el poblado cuya crónica ritual se plasmará en la segunda parte. Con el fin de ayudar a la imaginación y comprender la vorágine ritual, se entenderá que me tome la libertad de entrar en un par de minuciosidades descriptivas y explicativas.
El propósito de esta publicación es dar a conocer de manera sistemática la presencia de algunos sitios arqueológicos que adquirieron cierta importancia en algún momento histórico de la época prehispánica, en el presente escrito, nos enfocaremos a dar a conocer el sitio arqueológico de San Ignacio. Hacia el sureste del estado de Morelos, se ubica el valle del Amatzinac, cuyas ubérrimas tierras actualmente son compartidas por los municipios de Jantetelco, Jonacatepec, Tepalcingo y Axochiapan, se trata de una región que presenta una continuidad cultural milenaria cuyos vestigios permanecen como mudos testigos de la presencia humana en la época prehispánica, hispánica y contemporánea, desde al menos 1500 años a.C. hasta nuestros días.
Durante 2015 se llevó a cabo el trabajo de campo de la cuarta fase del Proyecto de Investigación y Conservación de la Zona Arqueológica El Tlatoani (PICZAT) en Tlayacapan. En apoyo a la docencia de la licenciatura en Arqueología de la Escuela Nacional de Antropología e Historia se destinó el mes de julio para realizar un recorrido de superficie con los estudiantes con el objetivo de registrar entre otras cosas, los elementos arqueológicos rupestres petrograbados, tanto en la cabecera del municipio como en la comunidad de San José de los Laureles, el antiguo Tlalmimilolpan.
En los últimos años ha crecido el interés de la arqueozoología en el neotrópico, lo cual nos ha permitido fortalecer las comparaciones entre distintas regiones que la constituyen y generar unidades de análisis más amplias para aproximarnos al entendimiento de los procesos adaptativos humanos a distintas escalas. En este artículo se discute la importancia que dichas comparaciones tienen para la zooarqueología neotropical y se plantea una panorámica de los 13 artículos reunidos en el volumen recientemente publicado por la Revista Archaeobios (volumen 9, 2015, ver al final link para su descarga).
En el valle del mismo nombre, se encuentra la población de Tepoztlán, pueblo fundado por los xochimilcas desde el año de 1200 d.C., famoso por sus nieves de sabores, sus artesanías de pochote labrado, los tlazcales dulces y los itacates salados y ya desde épocas prehispánicas, por sus brujos y hechiceros, si hacemos caso a las crónicas que mencionan que Moctezuma Xocoyotzin buscó su auxilio para evitar que los españoles llegaran a Tenochtitlán. El valle está delimitado al Norte y al sur por la sierra, si, también llamada de Tepoztlán, cuyas características geológicas han permitido que el agua y el viento la modelen dándole formas caprichosas que han despertado la imaginación de los visitantes y han originado las explicaciones más extrañas y dispares.
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