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La revista que presentamos a los lectores corresponde a la segunda entrega de Rutas de Campo, dedicada a la multiplicidad de perspectivas sociales y culturales de la pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2. Al igual que los trabajos del primer número de esta serie, los siete artículos reunidos en esta edición se desarrollaron durante el primer año de la emergencia sanitaria para documentar y reflexionar sobre las alteraciones de la vida social, las políticas estatales de control sanitario y la pluralidad de discursos y experiencias culturales generadas en el contexto de la pandemia de COVID-19. No obstante, los artículos que componen este segundo número dialogan entre sí a partir de dos aspectos principales: el enfoque local y un eje metodológico común, en este caso, la mirada etnográfica.
Este número presenta una recopilación de relatos míticos que resultan del diálogo con especialistas rituales y miembros de diversos poblados yoremes o mayos del sur de Sonora. Se trata de narrativas obtenidas mediante entrevistas y posteriormente transcritas y presentadas en un español vernáculo. El lector encontrará un tipo de escritura que está elaborada en tono académico y otra, por su propia virtud, transcrita del habla popular. El propósito principal de esta compilación, es sumergir al lector en un viaje a través de la literatura oral de los mayos de Sonora, la cual continúa reproduciéndose en la vida cotidiana y ceremonial.
Esta edición de Rutas de Campo se sitúa temporalmente en el primer año de la emergencia del coronavirus SARS-CoV-2, declarada en México en marzo de 2020. En este primero de una serie de dos números dedicados a la pandemia del COVID-19, se incluyen nueve artículos que evidencian la importancia de recuperar enfoques sensibles a la diversidad sociocultural: en ello radica el aporte de los abordajes en torno a la imagen pública de la ciencia y de la antropología médica, el análisis del discurso y de la experiencia del confinamiento, para comprender cuáles han sido las reacciones de las distintas poblaciones ante la pandemia, cómo se configuran las concepciones generalizadas respecto al sector profesional de la salud, cómo impactó la emergencia sanitaria en los ámbitos emocional y sicológico y, finalmente, de qué manera, desde los ámbitos locales, se establecen mecanismos de defensa mediante redes sociales de solidaridad. La heterogeneidad de temáticas, actores y poblaciones, que se compilan en esta serie de dos números (Rutas de Campo núm. 6 y Rutas de Campo núm. 8 “Miradas etnográficas de la diversidad cultural ante COVID-19”), dan cuenta de la “multiplicidad de perspectivas” sociales y culturales sobre la pandemia.
El número especial de Rutas de Campo dedicado a Iztapalapa que presentamos en esta ocasión, esta dirigido en primer lugar a los pobladores de esa región, de modo que con esta publicación cumplimos con la obligación de resaltar la importancia histórica y cultural de Iztapalapa en la cuenca de México, y a la vez devolvemos a sus habitantes —nuestros primeros interlocutores— los resultados de las investigaciones que antropólogos, historiadores y arqueólogos hemos obtenido a lo largo de varios años de exploración en el seno de la comunidad iztapalapense. Iztapalapa —antigua península de la cuenca de México—, bañada en su lado norte por el lago de Texcoco y en su lado sur por el lago de Chalco, forma parte de la Ciudad de México sin renunciar a su identidad y cultura de raíces mesoamericanas.
En este número dedicado al trabajo de campo —una de las herramientas metodológicas más significativas de la antropología—, presentamos las reflexiones de diversos especialistas sobre sus experiencias en campo, lo que a su vez nos invita a preguntar cómo a partir de estas vivencias se entretejen los campos de investigación donde ellas y ellos se desarrollan profesionalmente. Del trabajo de campo se desprenden innumerables vivencias, pero este número no pretende ser un recuento descripcionista de ellas, sino una reflexión analítica colectiva acerca de estas experiencias etnográficas para examinar cómo a partir de ellas se entretejen las ciencias y disciplinas antropológicas. Con este conjunto de artículos buscamos convocar a la reflexión a quienes han realizado trabajo de campo, así como compartir pautas con quienes apenas inician en los asombrosos —y a veces arduos— senderos del trabajo de campo.
A más de un año de ocurridos los sismos del 7 y 19 septiembre de 2017 en varios estados del centro y sureste mexicano, el presente número de la revista Rutas de Campo, que edita la Coordinación Nacional de Antropología (CNAN) lleva por título “Los sismos de septiembre de 2017 en México. Miradas antropológicas”, integra textos descriptivo-reflexivos sobre algunos de los lugares siniestrados por aquellos sucesos, donde se destaca la afectación material y su impacto en la dinámica social de los pueblos y comunidades implicados. Esos movimientos telúricos, que fueron percibidos en 11 entidades federativas de la República mexicana, afectaron con distinta intensidad regiones de Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Morelos, Puebla, Tlaxcala, Veracruz, el Estado de México y la Ciudad de México, principalmente. El INAH enfrentó, como nunca antes, una gran tarea para atender los daños a edificios históricos —que por ley tiene bajo su resguardo—, y a la vez generó una serie de estrategias de atención a las poblaciones siniestradas.
La CNAN se dio a la tarea de integrar un equipo profesional y multidisciplinario
de investigadores que conjuntara un profundo conocimiento de la cultura yoeme, de
su historia, su territorio, su lengua y su visión del mundo; de los asuntos relacionados con el uso
del agua, el manejo de cuencas y la justicia hídrica, así como del marco jurídico que rige los derechos
de los pueblos indígenas en el ámbito de las leyes nacionales, los tratados internacionales y
la jurisprudencia nacional e internacional aplicables al caso.
El equipo formuló una metodología apropiada, que le permitió profundizar sobre:
a) El territorio y la comunidad: respecto a la concepción que tiene la tribu yaqui sobre su propia comunidad, y cómo ésta se puede explicar desde la antropología y el derecho internacional; la percepción que los yoeme se han ido formando sobre la restitución de tierras ordenada desde 1940 por la presidencia de la República, encabezada entonces por Lázaro Cárdenas, así como la perspectiva que sustentan sobre el lugar y la importancia del río Yaqui en relación con su cultura y con el espacio que habitan.
b) El impacto y las posibles afectaciones constatables del acueducto Independencia sobre la tribu yaqui, a partir de la observación de campo, del diálogo y el encuentro con los habitantes de la yoemia, así como de la prospectiva que nos puede ofrecer el estudio del comportamiento de la cuenca en condiciones de estrés hídrico.
c) El contexto multicultural, sobre la base de la perspectiva y de las opiniones que los habitantes de la
yoemia, las autoridades locales y la sociedad sonorense han vertido o hecho públicas sobre el asunto
de la administración y manejo del agua del río Yaqui.
d) Los presuntos beneficios y las medidas de mitigación, estableciendo el balance entre los beneficios esperados como resultado de la construcción y operación del acueducto Independencia, sobre todo hacia la sociedad de Hermosillo, y los perjuicios y afectaciones sobre la tribu yaqui y en general sobre la cuenca del río Yaqui, proponiendo algunas medidas, posibles y necesarias, para la contención o mitigación de sus impactos negativos en la vida, la cultura y el futuro de la tribu yaqui.
El documento final se entregó formalmente a la Semarnat desde finales de 2014 y se presentó
de manera conjunta con las autoridades de esa secretaría en febrero de 2015, con lo cual se dio
por concluida la encomienda.
Por considerarlo de interés para los integrantes de la comunidad antropológica del INAH y de las
instituciones con que nos hermanamos en el trabajo académico y el compromiso cotidiano con los
pueblos originarios de nuestro país, lo publicamos ahora en este número de Rutas de Campo, para
que los colegas y las personas interesadas tengan acceso a este documento público, resultado de
la investigación antropológica transdisciplinaria y el diálogo etnográfico con los integrantes de la
tribu yaqui.
En abril de 1984, el antiguo convento de San Juan Evangelista abrió sus puertas a una comunidad y desencadenó un proceso que, si bien contaba con un andamiaje conceptual proveniente de la nueva museología, encontró su cauce en las necesidades culturales y las demandas de conocimiento de diversos sectores del pueblo de Culhuacán.
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